Partida Rol por web

-Bueno Anika, espero estés lista-, dijo mientras volteaba a ver a su compañera y le daba una pequeña sonrisa con los ojos entrecerrados, -Estaremos bien... guardas tus monedas-.

- Tú mandas, jefa -le contestó sonrojándose con el guiño de ojos recibido antes de pasarle a Viveka su lámpara y ponerse una cerilla en la oreja, para cuando llegasen a las zonas oscuras de verdad-; avísame cuando quieras que la encendamos.

Dicho esto sacó un palo retorcido y anudado del que colaba una especie de cordel, doblándolo con la fuerza de sus rodillas apretadas y pasando el cordel por el otro extremo resulta que se trataba de un arco corto que parecía ideado para niños. Anika sin embargo parecía convencida de poder manejarlo después de hacer vibrar la cuerda un par de veces.

Finalmente recuperó la lámpara y arrugó la nariz sonriente, lista para partir.

El oficial de la delegación enano se separa del matador, "bien, veo que ya han hecho cada uno un grupo y no queda nadie solo, por lo que nos podremos a repartir varias artochas por grupo y se le mandara a la mina, aquellos que vuelvan pasada unas horas, se les dara un plato de comida, a los cobardes, se les mandara con las manos vacía a al pueblo" dice el enano y con las mismas, un par de enanos empiezan a repartir varias artochas por grupo.

tras repartir las antrochas váis entrando cada grupo por separado y os dicen cuales han de ser los caminos que tenéis que recorrer para evitar que os encontréis con otros grupos demasiado pronto, por lo que tras seguir ese camino y continuar por donde creeís que es, una vez terminado lo indicado, aunque no tenéis ningún problema, salgo que vuestra antorcha se empieza a apagar, aunque todavía aguanta, pero algo os dice que no es el único problema.

Con ojitos atentos, Anika miraba a un lado y a otro según avanzaban; su calzado mullido procurando hacer el menor ruido posible mientras que a espaldas de los varones de vez en cuando gesticulaba hacia Viveka y Anawelle acerca de los músculos de brazos y pecho que tenían sus compañeros Dimitri y Finbogasson.

Dimitri en todo el camino se mantuvo callado, no gesticulaba nada especial, mas sintió que algo en el ambiento no va bien, observo atento la tensión que todos sus compañeros manifestaban y sin esperar alguna acción para estar preparado, desenfundó su hacha que estaba.

Sintió la presencia de la joven que se aproximaba y se ruborizo, le iniciaba a gustar esta situación.

El entrar en la mina me trajo buenos y gratos recuerdos de una infancia ya lejana. Me encontraba agusto y empecé a silbar una alegre tonada de mi raza. Iba el primero del grupo y llevaba mi enorme hacha en la mano. Notaba cómo la chiquilla no dejaba de mirarnos al kislevita y a mí; me caía simpática la niña. De las otras dos mujeres pocas conjeturas iba a sacar, no había hablado mucho con ellas. Y el kislevita.... era poco hablador, pero seguro que era un excelente compañero bebiendo cerveza y licores, jajajaja.

Mientras iba sumido en mis pensamientos y siguiendo el recorrido que nos indicó Brokk, algo me inquieta... no se qué es pero algo dentro de mí me advierte.

Viveka caminaba con cautela, trataba de estar lo más enfocada posible, aunque a veces Anika la interrumpía con sus gestos sobre los hombres que iban al frente. Con sus ojos, le decía que se tranquilizase, pero no podía evitar mirar discretamente en algunas ocasiones...

Anawelle vio que la primera antorcha comenzaba a apagarse.

El salmo pronunciado solo podía ser entendido por aquellos versados en la lengua arcana. Sus manos gesticulaban pero las imágenes de los enormes músculos de sus compañeros y Anika señalándolos estorbaban la concentración de la hechicera. Por fin golpeó su cayado con la mano y una luz comenzó a brillar en un extremo de la madera, iluminando más que la antocha.

-Continuemos.-

Para cuando el fogonazo de luz del bastón iluminó a la muchacha se encontraba en medio de una particularmente exagerada representación de los pectorales de Finbogasson, flexionando los brazos, retorciendo el gesto y manteniendo un ojo cerrado; del susto casi cayó de espaldas.

- Hiiiiiiija de pu-pu-pues mira que no me esperaba esto de ti -farfulló atropelladamente Anika al ver magia de verdad en su mismísima cara, evitando por los pelo el insultar, aún con cariño, a una maga-, qué sorpresa y qué alegría, Anawelle, así nos protegerás de todo mal en esta cueva ¿verdad?

Solo Dimitri y Anika son capaces de oír unos extraños sonidos, por lo que piden parar, y ponen sus oidos atentos, pero solo escuchan unas palabras en chillidos que parecen una lengua, pero completamente desconocida, salvo un poco para el matador que reconoce a los skaven, los cuales no tardan en hacer acto de presencia cargando hacia el grupo cuando la hechicera consigue hacer que el baston brille, aprovechando su ventaja inigualable de los números, aunque un poco cegados. 

Fue precisamente a raíz del fogonazo mágico que Anika creyó ver una sombra fuera de lugar y que se movió cuando no debería.

- ¿Qué es eso, jefa? -preguntó incrédula pero, en el momento en que vio que el kislevita iba a reaccionar con hostilidad, supo que debía disparar- Pues mascad sauce, bichos.

Habló para alertar a los demás a la par que para quitarse el miedo que le daba el que hubiese monstruos allí, pero la falta de pulso tras soltar la linterna y liberar una flecha hicieron que esta saliese despedida, muy lejos de donde creyó ver algo moverse.

En el momento que Anawelle produjo esa brillante luz, Anika casi suelta un insulto. Se disponía a golpearla cuando su compañera alertó al grupo seguido de soltar la linterna y una flecha que Viveka no pudo observar en si dio en el blanco o no. 

Rápidamente, preparó una flecha y arco, observando unos skaven que podían verse gracias a la luz generada por Anawelle...

¡Skavens!. Las ratas aparecieron en tropel, como siempre, con claras intenciones. Anawelle intentó concentrarse pero sus ojos estaban fijos en los cerca que se encontraban. No podía dejar de estar preocupada y por ello no podía concentrarse adecuadamente. Sus palabras se equivocaron y el conjuro fue arruinado.

-¿Qué demonios estás haciendo Ana?.- Se reprendió a sí misma. Recordó las lecciones del viejo maestro y, sin darse cuenta, las reprodujo tal y como hacía en la escuela, en voz alta. -Respira, despeja la mente y relájate.-

Al ver aparecer a esas ratas mugrientas cargando contra nosotros fue una bendicíón para mi estado de ánimo. Una gran sonrisa abarcaba toda mi cara. Con un grito de guerra que parecía más un rugido, empecé a cargar a su vez contra ellos. Balanceando mi enorme hacha de lado a lado en cuanto tuve oportunidad descargué todo su peso sobre la primera rata que osó ponerse en mi camino.

Se abalanzó contra una de esas pequeñas ratas, con su haca en las dos manos, trazó varios surcos con esta y termino realizando un ataque a las mismas, esperando dar con uno, pero la oscuridad tomo ventaja de este y falló asestando contra el aire.

los skaven llegan a vuestra altura cuando el gigantesco Kossar y el enano cargan sobre los skaven, los cuales se empiezan a dispersas para rodearles y ir a por los que se han quedado en retaguardia, mientras la hechicera se ha puesto ha preparar un hechizo.

Viveka siguió a los skaven con la vista mientras estos se dispersaban por el lugar, en especial a los que se posicionaban en la retaguardia. Con arco en mano, preparó una flecha y tensó la cuerda apuntando al skaven que se encontraba más próximo a Anawelle, disparó sin pensarlo mucho y aunque la no pudo ver la flecha, sabía por el ruido que se produjo en la pared, que había fallado.