Partida Rol por web

Los golpes que recibió Janus sin duda podían herir a cualquiera, y seguro que el guerrero no era una excepción. Pero finalmente consiguieron sobreponerse sobre el imbatible caballero oscuro que, envuelto en llamaradas, se desplomó al suelo pesadamente. Pero no había un segundo de tranquilidad, ya no solo era una amenazante niebla venenosa lo que se echaba sobre los heroicos viajeros, aquella pequeña criatura pasó de suplicar por su vida a maldecir de todas las formas posibles.

-No queremos hacerte daño, además... no tienes nada que hacer con nosotros -miró a sus compañeras-. ¿No podemos hacer algo por ella ahora?

Mientras, recibió el veneno de Mara, el cual no dudó en guardarlo para cuando fuese el momento idóneo. Janus no quería demorarse demasiado, la niebla avanzaba, pero más importante que eso: su vil enemigo aguardaba dentro.

—Él ya está aquí, es demasiado tarde para vosotros —pronunció la criatura con una voz aguda mientras caminaba un paso hacia atrás y ocultaba la mano en su espalda —. ¡Espero que estéis listos para morir!

Y acto seguido se agacha y con un rápido gesto una daga sale disparada de su mano en dirección a la alquimista que en primer lugar había dicho de protegerla. Sin duda no había indicio alguno del ser que había antes de que el brujo la controlara, por lo que no podía hacer nada para resistirse. 

El humo seguía avanzando hacia los aventureros de forma imparable, rodeando sus pies y ascendiendo hasta que estos no tardaron en espirarlo. Más se dieron cuenta que aquel humo no era venenoso, pues a medida que se alejaba de la sala de la que había salido el brujo su color azul iba menguando hasta desaparecer por completo y convertirse en una neblina espesa pero inocua. 

—¿Y vosotros sois los valientes aventureros que han mandado a detenerme? —se escuchó por toda la habitación, desde ninguna parte y desde todas, acompañado de una gutural risa que la pequeña sirviente no tardó en acompañar de forma aguda—. No será rápido, será doloroso y querréis morir... pero al final de vuestro camino, os uniréis a mí igual que ella lo hizo.

De pronto todo el humo comienza a revolverse violentamente y agitarse en círculos por la sala. Justo en el centro comienza a crearse un remolino que asciende hasta el alto techo de la sala y cuando desciende de golpe tapando la vista de todos los que hay en la habitación una silueta con cuernos aparece en medio de la misma. 

Una vez está en el centro de la sala alza su mano en dirección a la elfa y esta siente como alrededor de su cuello empieza a estrecharse. Se lleva las manos sobre el mismo pero no puede agarrar nada... y aún así el aliento empieza a faltarle. 

—¡Rendíos y no os haré daño! —grita entonces exhaltado—. O de lo contrario veréis sufrir a aquellos a los que queréis.

Y antes de acabar de decir aquello alza su mano y unas garras con forma física de gran tamaño aparecen su mano y van directas hacia Alissa.

La pobre criatura se hizo a un lado y le lanzó vilmente una daga a Mara. Segundos después la voz del mago retumbó por la sala y el humo empezó a bailar por ella, al son de una música que no oíamos. No era venenoso, pero sí muy incómodo. Además, le daba a la escena ese toque épico, que todo malvado necesita cuando hace acto de presencia. Finalmente, saliendo de un torbellino de neblina, nos atacó sin pestañear, esperando acabar con nosotras en un santiamén. Pero no nos conocía lo suficiente para saber que nosotras venceríamos, ya que teníamos superioridad numérica y éramos muy cabezotas.

Dejé de lado a la pobre sirvienta y a Mara y me centré en el peligroso adversario. Levanté mi brazo derecho y con el índice extendido, empecé a formular el conjuro que haría que el malvado brujo se quedara en chamuscado brujo. Pero el tipo era rápido y a la par, me lanzó a su vez un conjuro. Mientras la bola de fuego salía lanzada hacia él, yo era impactada por unas garras mágicas, bien afiladas. Cambié un vocablo del hechizo para hacerlo algo más pequeño pero más ardiente.

-"¡Ignis, ardere! ¡Yaaaa!"

Mara apenas y pudo reaccionar al lanzamiento de la daga, pues sus sentidos estaban enfocados en el galvánico espectáculo que el mago estaba dando. Alzó la maza a destiempo una vez más, por lo que el filo envenenado se clavó de lleno en su hombro, atravesando su justillo, y haciendo que la alquimista profiriera un agudo grito de dolor. Sin embargo, no cejó en su esfuerzo de salvar también a aquella criatura que la había herido, por lo que, contra su buen juicio, encaró al mago que se había materializado en medio de la estancia.

Mientras con una mano retiraba la daga de su hombro, con la otra tomó otra de sus bolsitas explosivas y calculó mentalmente el lanzamiento. El humo hacía difícil tener cierta precisión, pero ya lo tenía bastante practicado.

— ¡Nosotros nos encargaremos de que no hagas más daño a nadie! —gritó, desafiante, mientras arrojaba la pequeña bolsita llena de polvo negro hacia el mago.

La bola de fuego, más pequeña pero más ardiente, buscó envolver en llamas a Azgum. El calor que desprendía el fogoso misil hacía que la poca niebla que quedaba se abriera a su paso.

La sirvienta se echó hacia atrás antes de lanzar una daga envenenada a Mara y esta no pudo defenderse bien del ataque, pero todo esto pasó a otro plano en el momento que una voz inundó toda la habitación.

-No creo, al final te unirás a tus guerreros, ¡Con una de mis hermosas flechas entre ceja y ceja a poder ser!-, contestó enérgica a las palabras del brujo y después del truquito con la niebla se encontraba la fuente de la voz y el que supuso que era el Brujo Azgum. Cuando el brujo alzó su mano Lanethe empezó a sentir como se ahogaba, su primera reacción fue llevarse las manos al cuello pero no había nada, -Agh, no… no te, coff,cof… mientes-, trato de mostrar su negativa a las palabras del brujo, de ninguna forma iba a confiar en sus palabras y después de un poco más de forcejeo ¿mental? consiguió librarse, -Nadie te cree, harás daño a otra gente hagamos lo que hagamos-.

Solo le quedaba una flecha y teniendo en cuenta como de útil fue con el último guerrero ahora mismo desearía haberse guardado, pero aquí estaba su objetivo así que después de librarse del ataque mental preparó su última flecha, -Vamos bonita, dale-, la verdad es que tenía confianza la había tirado bastante bien.

La daga fue demasiado rápido hacia Mara, tanto que nadie pudo interceptarla a tiempo. El alarido que soltó la alquimista indicó a todos que había recibido daño de la misma, todo acompañado de unas tenebrosas sonrisas. Janus reconoció aquella voz cuando la escuchó, y cuando lo vio aparecer, también lo reconoció. No había cambiado demasiado, quizás envejeció un poco, quizás sus cuernos se retorcieron más. Pero lo que no había cambiado nada era su aptitud vil y cruel. 

La ira no pudo ser contenida, sus ojos se tornaron blancos y sus dientes afilados se apretaron los unos contra los otros. Envainó su enorme espada con ambas manos y se lanzó directo a por Azgum sin pensar en las consecuencias de sus actos. El filo de su arma iba sin piedad, quería hacer daño, quería matar. Estaba sedienta de la sangre de aquel brujo.

Los efectivos ataques de los jóvenes aventureros golpearon de lleno una y otra vez al malvado brujo. Fue envuelto por las llamas, explosiones, flechas y espadazos... más todos los golpes parecían sentirse algo vacíos al contacto con el brujo. El fuego se disolvía en una espiral a su alrededor, al igual que el humo de la explosión de la bomba de Mara. Mientras que la flecha y tajo de la espada parecían atravesar su propia figura en vez de clavarse en su cuerpo. Mas aun así, el rostro del brujo había cambiado. Parecía que la magia utilizada para esquivar los golpes empezaba a pasarle factura y ahora jadeaba entre los labios a medida que su ceño se fruncía con enfado.

—¡Estúpidos críos! —vociferó el brujo, mientras su cuerpo se elevaba varios metros del suelo y quedaba flotando—. ¡Pagaréis todos por vuestra insolencia!

Juntó las manos sobre su pecho y una luz verde empezó a brotar bajo ellas, cuando de pronto... como si de una explosión se tratara. Un pulso salió de él disparado a toda la sala como una honda expansiva de color verde claro. Las paredes de la montaña retumbaron y cayeron algunos fragmentos de piedra del techo ante aquel acto, mientras que los aventureros recibieron aquel extraño golpe.

Los ataques no parecían ser del todo efectivos, sin duda producto de la potente aura mágica de Azgum. Sin embargo, su semblante cansado y enfurecido denotaba que, a pesar de lo que creyeran, sí que estaba haciendo mella en el brujo. Mara sonrió con fiereza al escuchar los gritos del mago, para luego tomar otra de sus bolsitas explosivas y arrojarla con fuerza contra él.

— ¡Serás tú quien pague todo el mal que ha hecho, Azgum! —le respondió, alzando la voz por encima de todo el fragor del combate.

Mara intentó esquivar aquella extraña onda expansiva verdusca, pero se preocupó más por los cascotes que empezaban a caer del techo, serpenteando a través de la sala intentando esquivarlos. Afortunadamente, el extraño ataque parecía no haberle afectado en lo más mínimo.

Las protecciones mágicas le habían salvado esta vez de cada uno de los ataques, pero no resistirían para siempre. Exhausta por esquivar el hechizo que nos lanzó y las piedras que caían desde el techo, tuve que echarme a un lado para poder recuperar el aliento. De momento habíamos dejado a un lado a la pobre secuaz que estaba bajo el influjo del tirano mago, pero que podía ser un incordio si volvía a lanzarnos alguna daga envenenada. Estábamos concentrando los ataques en el cabecilla y si él caia, caería la unión mental que le permitía controlar a su víctima. Apoyada en la pared, sudorosa, olorosa y cansada, me pasé la mano por la frente para quitarme las gotas de sudor que resbalaban por mi tersa piel. Miré a mis amigas y vi coraje y valentía en ellos. Volví mi mirada a Azgum y decidí dar el todo por el todo. Incorporándome cuál alta era, erguida como una estatua de alguna reina de la antigüedad, cerré momentáneamente los ojos, concentrándome. Un halo de divinidad parecía formarse a mi alrededor. Los pelos y los ropajes se movieron hacia arriba, como si una poderosa brisa recorriera mi cuerpo. Cuando abrí los ojos, un color rojizo manaba de los iris, como el fuego que lanzaba. Levanté el dedo índice derecho hacia la figura del mago y recité las palabras mágicas que harían brotar un fino dardo de fuego que iría directamente hacia el corazón de Azgum.

-"¡Ignis pugione! ¡Urit!"

Al parecer Janus no pudo contener su ira y con ello se lanzó totalmente iracundo a por el brujo, sentía un poco de pena por el brujo, le iba a hacer papilla… Los ataques parecían atravesarlo y probablemente lo estaban haciendo pero al final era obvio que eso lo cansaba al final podrían hacerle un daño real y el brujo sabía eso motivo por el cual su ira creció y convocó una ataque que afectó a toda la sala. Pero Lanethe una vez más consigue aguantar los ataque del rojo, -¡Ja!, ¡Inténtalo de nuevo brujo cornudo!-, y en medio de la batalla le saco la lengua de forma burlona, afortunadamente ningún fragmento del techo vio su final en la cabecita loca de la elfa.

La verdad es que Alissa se miraba realmente épica, -¡La señora del fuego!-, exclamó en su cabeza. Ya no le quedaban flechas y por ahora nadie estaba demasiado herido así que solo le quedaba luchar con su espada, no era la mejor pero estaba orgullosa de saber manejarse, así que atacaría lo más rápido posible sin interponerse en el camino de la espada de Janus.

Tan solo Janus salió despedido al recibir la onda de aquella extraña magia, pues absorto en sus pensamientos fue incapaz de contenerla mientras el resto de sus compañeras así lo hicieron. Su voluntad era fuerte y estaban decididas a acabar con aquel brujo de una vez por todas, incluso aunque eso pudiera costarles la vida. Cada vez la cueva en la que se encontraban parecía encontrarse en peor estado y las piedras que caían rodando por sus paredes o del techo adquirían un mayor tamaño. ¿Cuánto duraría antes de derrumbarse sobre ellos?

Rápidamente las chicas volvieron a lanzar sus ataques contra él mientras Janus se recuperaba, Mara la primera consiguió darle de lleno, pero Alissa con su fuego y Lanethe con su espada no se quedaron atrás. Las primeras hicieron que se debilitara hasta tal punto... que cuando Lanethe clavó su espada notó como esta ya cortaba el cuerpo del brujo y no se diluía en la bruma como en el resto de los ataques.

—¡GHAAAH! —exclamó dolorido, retorciéndose mientras se alejaba con la mano en la herida mientras un denso líquido verde oscuro manaba del tajo —. ¡Si esto es lo que queréis, lo haremos a vuestra manera!

De pronto... su cuerpo empezó a cambiar... sus extremidades empezaron a agrandarse rompiendo la túnica que llevaba, su cuerpo, su rostro. Comenzó a convertirse en una enorme bestia en el interior de la cueva, en un temible dragón de escamas oscuras y unos brillantes ojos llenos de maldad.

—Preparaos para morir —dijo con una ronca voz que hizo retumbar aún más la cueva.

Abrió sus fauces mostrando los grandes y afilados colmillos... entonces el interior de su garganta comenzó a iluminarse con un intenso color rojo, dispuesto a quemaros vivos a todos.

La criatura seguidora de Azgum se arrastra por el suelo, notablemente afectada por todo lo que estaba pasando. El dolor en su cabeza se hacía insoportable y casi no era capaz ni de moverse. Pero aún así... logró alcanzar al primero de los aventureros que encontró, su mano se aferró con fuerza a la pierna de Mara para llamar su atención.

—La pie... la piedra... —consiguió decir, antes de apretar los dientes con dolor y retorcerse en el suelo.

Apuntó entonces hacia la puerta por la cual había salido Azgum, cuyo brillar azul aún se mantenía en su interior iluminando las paredes y la silueta de la puerta dentro de la cueva.

Todos los ataques terminaron por pulverizar su protección mágica y la espada de la valiente Lanethe logró desgarrar su cuerpo. Janus cayó herido por el ataque mental, pero parecía que se recuperaba. Yo estaba exhausta, ya que había gastado todo mi poder en ese último ataque. Me fije en que la pequeña sirvienta se arrastraba hasta Mara y logré escuchar lo que decía. Una luz se hizo en mi mente. ¡Claro! La piedra mágica podía darle fuerza a Azgum y tal vez si la cogía, me la daría a mi. Así podríamos vencerle más fácilmente. En ese momento, Azgum se transformó en un horrendo dragón, destrozando la cueva en la que estábamos y cayendo de nuevo grandes rocas. Gracias a mi innata agilidad, logré esquivarlas y también el aliento de fuego que venía hacia nosotras. La bestia estaba a unos cuantos palmos del suelo, así que no podría hacerla nada con mi pequeña e inofensiva daga. Con coraje, eché a correr hacia la puerta de donde había salido este ser, aprovechando que escupía fuego, e iría a coger la Piedra Mágica. ¡Se iba a enterar este dragonzuelo quién era Alissa Medianoche!

Janus no pudo resistir al ataque del brujo, lo cual no acababa de extrañar después de todo esta en un estado de gran rabia, por otra el brujo estaba destruyendo su propia morada con sus ataques, quien sabe a lo mejor ser le cae una roca en la cabeza y se muere. Después de su ataque combinado Lanethe había conseguido cortar a su adversario, -Chúpate esa, Brujo cornudo-, le gritó al hombre mientras este gritaba de dolor, la broma no duró mucho más cuando de repente el brujo se convierte en un dragón, -Mierda...-, maldijo la elfa en su mundo interior y sin perder mucho tiempo esquivó ágilmente las llamas del brujo dragón, realmente no quería acercarse a eso, ojalá hubiera preparado más flechas.

De pasada vio como Alissa corría hacia el lugar del que venía la luz azul, la elfa no escucho las palabras de la sirvienta al estar tan absorta en la pelea y en sus desvaríos, pero confiaba que que Alissa hacia lo que hacía con alguna razón asique Lanethe se encargaría que el brujo no se entromete, -Eeeh, ya veo, ¡Ahora eres un dragón cornudo!-, y después de hablar se preparó para atacar en el momento indicado, a ver que hacia cuando le cortase un dedo o los de los pies.

Mara sonrió fieramente al escuchar el quejido del brujo alzarse por encima de los ruidos de la lucha, aunque se mordió el labio inferior con algo de temor tras ver cómo Janus salía despedido hacia una de las paredes. Intentó asegurarse de que el guerero estuviera bien, pero entonces Azgum empezó a transformarse en algo todavía más temible: un dragón. La alquimista dejó salir un pequeño grito ahogado, en especial cuando la garganta de la bestia empezó a iluminarse.

Por otra parte, el tembloroso agarre de la sirvienta llamó la atención de Mara, quien la miró con algo de pena, y asintió a sus palabras. Ella estaba dispuesta a buscar la piedra, pero Alissa se le adelantó, así que la alquimista resolvió quedarse en la habitación, por peligroso que pareciera. Con seguridad, tomó otra de sus bolsitas, la penúltima, y la lanzó directamente a la las fauces del dragón. Con algo de suerte, retrasaría su ataque.

— Todo terminará pronto, tranquila —le susurró a la criatura verde, intentando tranquilizarla. Sólo podía imaginarse el caos que debía ser la cabeza de la pobre sirvienta en ese momento.

La mayoría de los aventureros consiguen esquivar el temible fuego del dragón, pero no todos lo consiguen. El joven Janus no tarda en ser envuelto por las llamas que empiezan a consumir su cuerpo, gritando de dolor, como si un líquido pegajoso e inflamable hubiera cubierto toda su armadura. Tan solo cuando el brujo ataca de nuevo los gritos se acallan, pues sus mandíbulas atrapan al guerrero, haciendo que sus dientes lo atraviesen antes de que con un gesto engulla su cuerpo hasta tragárselo por completo. 

—Uno menos —pronuncia con su gutural voz, soltando una sonora carcajada.

La espada de Lanethe está afilada, pero no es lo suficiente como para atravesar sus negras escamas, igual que la bomba que la joven Mara no tarda en lanzar. Esta le impacta de lleno, haciendo que retroceda un instante, más no parece causarle ningún tipo de herida. Pero la explosión no afecta solo al dragón, sino a la propia estructura de la cueva que parece estar a punto de venirse a bajo de un momento a otro. Las grandes piedras ya empiezan ya empiezan a apilarse alrededor y han tenido suerte de que ninguna les haya golpeado, pero no tardarán en sellar la única entrada.

Alissa consigue correr lo suficiente como para llegar hasta la habitación gracias a la distracción de sus dos compañeras y entonces en mitad de la sala puede ver la piedra mágica. Esta se encuentra sobre un pedestal y emite un fuerte brillo azulado que llena toda la cámara, así como unas extrañas runas grabadas en la superficie. Cuando la coge siente una extraña sensación de calidez que recorre todo su cuerpo y la herida que tiene comienza a sanar hasta hacerlo por completo, sin dejar ningún tipo de marca.

Mientras el dragón sigue en la sala anterior, lanza un zarpazo a la elfa para quitársela de encima y de nuevo apunta hacia Mara para escupir otra llamarada esta vez más rápida y pequeña, pero no por eso menos dañina.

— ¡Janus! —bramó Mara, al ver como el guerrero era envuelto por las llamas, pero todo sucedió demasiado rápido. El dragón no tardó en tragarse entero al espadachín, y la alquimista dejó salir un grito de terror. Las posibilidades de salir viva de aquello se reducían con cada segundo que pasaba, en especial si se tenía en cuenta que la caverna estaba colapsando también.

La chica esquivó con agilidad la llamarada del dragón, pero entonces uno de los cascotes le impactó de lleno en el hombro. Mara soltó otro alarido, esta vez de dolor. Las cosas se estaban tornando horribles demasiado rápido. Agachada debajo de una de las piedras que ya había caído, la alquimista tomó la última bolsita explosiva que tenía... pero al final decidió no utilizarla. Quizás podría servir en caso de quedar sepultadas ahí.

Mara tomó aire copiosamente un par de veces, para luego empuñar su maza con ambas manos y lanzarse al ataque. La espada de Lanethe no había podido atravesar las escamas del dragón, pero a lo mejor ella tenía suerte. Aprovechando el momentum, Mara descargó un potente mazazo descendiente sobre la piel del dragón.

— ¡Termina de morir, monstruo!

Gritos de sufrimiento se escuchan pero estando a lo suyo no les hizo caso hasta después de tratar de cortar al brujo pero la piel del dragón parecía resistirse, entonces llegan las palabras del brujo, -¿Uno menos?-, revisando rápidamente el lugar no pudo encontrar a Janus y después de el grito de Mara no había lugar para dudas, el brujo acabó con Janus. Pero el brujo no le dejó tiempo para el lamento y casi inmediatamente le lanzó un zarpazo, pero demostrando una vez más sus increíbles habilidades como aventurera consigue esquivar ágilmente el ataque del dragón,
-Pfff-, después de tal despliegue le saca la lengua al brujo no la tenía para nada contenta mientras se burlaba casi se le cae parte del techo en la cabecita pero la noto a tiempo y pudo esquivar.

Y sin perder tiempo se dispuso a atacar al brujo dragón cornudo, no era su mejor movimiento pero en el pasado había realizado peores.