Partida Rol por web

Que no me lleve nada? os equivocais, fui quien mas recibio en ese combate
Dejade que me explique....
Ahora mismo le habeis arrebatado algo a Srekhada, algo que no se puede comprar y que conseguirlo puede suponer una vida, vuestro respeto y vuestra confianza.
Tras un breve enfrentamiento y por el simple coste de unas heridas prácticamente sanadas yo he ganado el respeto de mi señora. Es mas, diría que su aprecio
Ni el oro, ni las arpas, ni las armaduras me pueden conseguir semejante tesoro

Shae se dirigió a Srekhada

Si mi vida como aberración me ha enseñado alguna lección valiosa es que el tiempo, el esfuerzo y la devoción tienen recompensa, sois Naga, seguid luchando y prevaleceréis

Shae volvió a dirigir su mirada a las profundidades del mar.
Cada vez que se juntan muchos todo el mundo se olvida de lo verdaderamente importante

Se molesto un poco con las alimañas, por como se comportaron y dejar caer todo... pero esto le dio la oportunidad de ver el contenido de estas y al recoger los enseres del patete, examino dada articulo.

Por todas mis escamas, pensó Sildara. Aquello no estaba yendo como ella esperaba, y cuando salieron y Vashj se dirigió a Srekhada Sildara comenzó a temerse lo peor. Aquella naga había caído en desgracia, deshonrado a su señora y perdido todo solo por un arrebato estúpido y no saber contener la lengua, estaba claro que no tenía muchas luces. 

Sildara logró contener su decepción y su desagrado ante confiar una tarea tan importante a la naga más inútil e irrespetuosa del lugar, y ni una de estas emociones se filtró en su rostro lo más mínimo. Escuchó con una educada mirada de desaprobación las subidas de tono de Srekhada, y cómo Vashj le quitaba la marca. 

Tras las palabras de Shae, que, había que reconocerlo, contenían mucha sabiduría, avanzó un poco hacia la postrada aletaveloz. 

-Lady Vashj tiene razón-dijo en tono neutro, sin reproche, solo constatando hechos-Vuestros actos han sido una deshonra. Pero los usuarios de magia sabemos mejor que nadie que no hay nada tan roto que no se pueda reparar. 

Sacó el cofre, en el que brillaba su marca arcana, y lo sostuvo ante sí. 

-El Expedicionario Shae habla con sabiduría. Ahora solo la dedicación y el esfuerzo pueden devolveros lo que habéis perdido. Tengo una misión para vos, y no os miento cuando os digo que es de la máxima importancia, de una importancia capital. Este cofre contiene un mensaje grave para la Reina, y es sólo y exclusivamente para sus ojos. La misión, si decides aceptarla, es llevárselo. Es urgente y me dicen que vos sois rápida. 

Si lo lográis, tendréis un motivo para pedir audiencia con la Reina, y por lo tanto para entrar en palacio. Allí habrá muchos nobles, muchos señores que estarán deseosos de acoger bajo su mando y servicio a la esforzada aletaveloz que ha llevado un mensaje tan importante, protegiéndolo con su vida. No os costará encontrar un nuevo noble a quien servir. Podréis redimiros, dejar esto atrás y empezar de nuevo. 

Eso os ofrezco: una nueva vida a cambio de la entrega de un mensaje. ¿Qué me decís?

Una sonrisa temblorosa asomó en el rostro de Srekhada, todavía había esperanza para ella, una oportunidad de hacer las cosas bien. Con decisión tomó la caja entre dos de sus manos y las apretó contra su pecho, sellando su contenido en un abrazo protector.

- Acepto, una y mil veces acepto, mi princesa Sildara; aunque me cueste la vida haré entrega de este cofre a Su Majestad- con esto se inclinó una última vez para proyectarse hacia el risco a una velocidad pavorosa, a las pocas pulsaciones dejó de ser visible su figura para desaparecer en las aguas.

Gracias al Antiguo, parecía que aquella Naga tenía algo de seso en la cabeza además de agua de mar. Sildara sonrió ante su entusiasmo, y por dentro sintió un alivio enorme. Había temido que aquella naga hiciera cualquier locura, como ya había demostrado que solía hacer, pero no: se marchó a una velocidad sorprendente con el cofre. 

Sildara esperaba que llegara a su destino sin incidentes, y se quedó mirando un momento la extensión azul por la que había desaparecido. Aquello era todo lo que podía hacer. 

-Gracias, mi Lady Vashj-dijo mirándola de nuevo-Espero que el mensaje llegue pronto a su destino. Volvamos dentro, si os place. Es momento de celebrar una vez terminados los deberes de la corte. 

Presentada ante los demás en Simazul, ya eres parte de la hueste, sólo te queda presentarte ante cada uno, imagino que antes que con nadie con Sildara, pero lo dejo a tu juicio.

Crees oír el beso y hasta sentir la ternura que se profesan Lady Vashj y la Hidromántica Thespia.

Sabes que hay algo más dentrás del beso, si es una señal o un mensaje discreto no lo tienes claro, pero tus ojos sí que detectan la atención e interés de Kalandri por lo que ocurre alrededor y cómo su par de manos secundarias, más pequeñas que las que usa para empuñar armas, se aferran a un colgante de brillar carmesí que brilla de manera interrumpida... No, no es una interrupción aleatoria, es rítmica y pausada, y...

Impactada por lo creia haber escuchado... prefirio no seguir dicha senda, ya que esas cosas eran privadas y se avecino a su princesa.

-Su majestad!- dijo al realizar una reverencia en muestra de respeto y aprovechó para presentarse -He venido aqui en busqueda de su majestad, he sido encargada por nuestra diosa de su proteccion-

No pudo evitar erguirse un poco mas, a pesad de su elevada estadura -Me llamo Kalandri y soy su guardia real.

El brillar de la pieza de joyería te es embelesadora, crees perderte entre sus pulsaciones y reflejos por un momento, pero los ruegos de Kalandri rompen el hechizo que tenía sobre tu atención, devolviéndote al salón, a la compañía a tu alrededor y a la gargantuesca figura que, de no reconocer de inmediato, te habría provocado miedo.

Parecía que algo había llamado la atención de Sildara, que observaba como distraída, como hipnotizada. Sin embargo, la voz del Guardia Real la sacó de su ensimismamiento y se giró elegantemente, trazando una onda con la cola. 

Sildara sonrió educadamente al guardia real y asintió aceptando sus palabras. 

-El título de majestad no es necesario. Soy una princesa, y como tal me gusta que se dirijan a mí, Guardia Real. 

Observó a Kalandri con estima, aunque parecía que su mente estaba algo lejos de allí, como si valorara las implicaciones de todo aquello. 

-Mi tía me hace un inmenso honor al enviar a un Guardia Real para acompañarme. Es un placer, Guardia Kalandri, no tengo dudas de que vuestra fuerza será tal como cuentan las canciones sobre los Guardias Reales. 

Con humildad tomo sus palabras y con certeza respondio -Se que es mas que diligente para su propia seguridad, pero no dude en pedir mi vida si es necesario- 

Puso una de sus manos en su pecho, sosteniendo un collar -Mi reina ha predicho que esta destinada a grandes cosas y es mi responsabilidad llevar a cabo que usted logre su camino- dijo mas que todo como en señal de suplica a que le permitiera aceptar su rol a pesar de todos los posibles inconvenientes que esto conlleve.