Partida Rol por web

Kalandri estaba molesta por lo que dicha elfa trató de hacer y no lo permitiría nueva mente, es por ello que no titubeaba en continuar su constante ataque contra la criatura.

-Quedate quieta y deja que mi reina lleve tu alma a mejores tiempos- dijo al propinar el fuerte golpe.

Turno: 3 - Hasta 23:00 CEST 14/10

Palzigun descubrió que las llamas que recubrían su hoja hacían un daño atroz sobre el treant, a cada tajo dejándolo más y más astillado y quemado, tanto fue así que intimidó al compañero arbóreo que acudía al rescate, llevándole a errar sus ataques.

Sildara empujó su poder a cotas que desconocía hasta entonces, las llamas prendiendo sobre el navío que ansiaba destruir hasta que se iluminó con fuego y el sonido de madera resquebrajándose.

Thespia dirigió la mirada a otro de los fuegos fatuos tras sufrir el revés de que el que se lanzó sobre ella reventase su hechizo y, cuando sus ojos se clavaron sobre aquella pequeña figura etérea sonrió y sopló en su dirección, llevándola a evaporarse como si de cenizas al aire se tratase.

Shae aprovechó la fragilidad del treant al que Palzigun había prendido fuego y debilitado para talar sus extremidades entre quejidos roncos que quedaron acallados por el crepitar del fuego que su cuerpo alimentaba.

- Ve y destruye, el árbol es mío -le encomió al mirmidón, seguro de poder valerse por sí mismo contra el otro ahora que sus armas también estaban al rojo vivo.

La elfa se abalanzó sobre el costado de Kalandri sólo para quedarse atónita cuando su sable saltó por los aires bajo la parada de la guardia real. No tuvo mucho tiempo para recuperarse de la sorpresa pues si bien ella había fallado su ataque Kalandri había acertado en segar su vida.

El fuego fatuo restante se aproximó para detener la destrucción del poblado, apagando las llamas pero el Barón Geddon por fin había recuperado suficiente poder y de una miserable criatura del tamaño de una tortuga ahora alcanzaba la estatura de un una persona respetable. Alguien que no consentiría que se apagase nada de nuevo en su presencia y que vomitó brasas en su dirección hasta hacerlo desaparecer y prender el edificio de al lado. Por primera vez se le entendía bien pues reía a carcajada suelta.

Mapa: https://natilla.comunidadumbria.com/tableros/ver/636/4

Por fin los elfos despertaron de su sopor y confusión y salieron a enfrentarse a sus asaltantes, sólo para descubrir que de la guardia del amanecer sólo un treant quedaba en pie. Encontraron resolución para levantar las armas y gritar su alarido de batalla antes de salir en tropel cerca de Kalandri y la Hidromántica Thespia.

Un elfo con garras de ave en lugar de manos y gran poder mágico haciendo arcos de energía en torno a su cuerpo.

Una elfa cuyo cuerpo parecía atrapado dentro de una especie de animal y cuya lanza goteaba copiosamente

Una elfa a lomos de una montura de aspecto feroz acompañada de varias elfas con arcos y sables.

Tras dejar sin vida, la naga sintió como se aproximaba otra de aquellas infames criaturas, pero no las veia como una amenaza, mas si como un estorbo ya que deseaba estar junto a su protegida.

De manera cortante y sin deseos de dejarla con vida, procedio a realizar un fuerte golpe que reflejaba cada onza de poder que en ella recidia fisicamente.

con las llamas del baron, ahora estos arboles caían, habían llegado refuerzos, pero primero iba a exterminar a todos los que estuvieran en la zona que le había marcado su señora, salvo que ella le llamase para que la rescatara, "muere maldito ssser de la sssuperficie" le digo a la criatura antes de dar el golpe de gracia

Turno: 4 - Hasta 23:00 CEST 16/10

La elfa que salió desde la esquina noroeste del poblado corrió a la llamada de sus compañeros y, en cuanto tuvo a la vista a Thespia, disparó sin dudar

Palzigun cercenó de un poderosísimo tajo uno de los brazos del árbol animado, el cual miró su extremidad en el suelo con confusión.

El druida conjuró un fuerte vendaval que se fue concentrando hasta huracanarse sobre Thespia, quien trató de permanecer aferrada al suelo pese a que los vientos la arrastraban hacia los cielos.

Con sólo un brazo el treant fue incapaz de lastimar a Palzigun.

Tratando de proteger a su tutora Sildara usó su poder para lanzar una explosión contra el druida pero pareció cubrirse con sus emplumados ropajes y protegerse.

Dos de las arqueras disparon sobre Kalandri sólo para ver sus flecha rebotar sin efecto sobre su armadura o astillarse, la cazadora a lomos de su tigre también lanzó sobre la guardia real filos acerados que esta vez se clavaron en sus defensas pero sin atravesarlas.

Shae parecía coordinarse bien con Palzigun y de nuevo remató a su treant, dejando solo trémulos maderos en llamas como evidencia de su victoria.

Kalandri por su parte cargó a la refriega y con sobrecogedora fiereza puso fin a una de las arqueras.

Y el Barón Geddon prendió fuego a una más de las casas, ansioso de verlo todo arder.

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Kalandri recitaba los canticos enseñados en el templo, mientras hacia brillar de un amarillo intenso su armadura, llenandola de poder divino y creando dificultad para que sus enemigos la golpeasen. 

-Venidn malditos, fijense en mi y dejen a la hechicera!- grito mientras atacaba a una de las elfas.

Tenia pendiente la llegada de todos los bichos a su alrededor y sabia que salir con vida de alli seria una tarea dificil, pero daria guerra!, por lo que levanto su martillo, desprendiendole del craneo sin vida de la elfa que habia atacado y reaccionando como si fuere guiada por su majestad, realiza un ataque muy potente que de impactar aseguraba dejar sin vida cualquier ser que estuviere en su camino.

Sildara siguió atacando al barco, y por fin, con la bendición del elemental, logró prederle fuego. Nadie escaparía con aquel barco, y las llamas se extendían ya como la ira de los naga por todo el pueblo. Aún quedaban más barcos, pero entonces escuchó un sonido como de un tornado, y se volvió a tiempo de ver cómo Thespia luchaba contra varios elfos, junto con Kalandri, y cómo uno de ellos, cubierto con extrañas ropas, invocaba el viento hacia Thespia. Parecía un elfo macho, con grandes arcos de energía saliendo de sus manos parecidas a garras de ave. Su tutora quedó rodeada de vientos aullantes, un huracán en miniatura en cuyo sonido Sildara podía distinguir palabras en aurano, susurradas con el viento. 

Magia, magia elemental de la tormenta, y además dirigida hacia Thespia, señora de Simazul. Ni en sus más horribles pesadillas había imaginado tamaña afrenta, tamaña herejía. La electricidad crepitó a su alrededor, haciéndose eco de su furia, y el viento se arremolinó a su alrededor, revolviendo el agua y avivando las llamas. Avanzó hacia colocarse al lado de Thespia, con el poder de la tormenta brillando en sus ojos y arcos eléctricos entre los dedos. 

-¡Necios! ¡Robáis el poder que es nuestro, mío, por derecho de nacimiento, por derecho de sangre! 

Alzó sus cuatro manos, y con dos trazó runas eléctricas en el aire, chispeantes y retorcidas, y de las otras dos comenzaron a formarse relámpagos gruesos como los brazos de un elfo. 

-¡Conoced el verdadero poder de la tormenta, del rayo y el viento! ¡Anara vinda salkaren! 

Un relámpago de un brillante azul, ribeteado de llamas como si tuviera una cinta de seda enroscada alrededor, salió de sus manos y golpeó a una de las elfas, para luego saltar inmediatamente al elfo de las garras. 

el maldito trozo de madera con el que me estaba enfrentando junto a Shae no caia y eso que contavamos con fuego del baron, que parecía ser efectivo contra el.

Thespia fue elevada a los cielos por el hechizo del druida pero la Hidromántica no perdió la compostura y una vez el huracán la alejó del peligro inminente se liberó y cayó a las aguas donde estaría algo más segura.

El arco de la arquera que apuntaba a Sildara se quebró en sus manos, cuando quiso saber qué había pasado ya era demasiado tarde, Palzigun se había abalanzado sobre ella, recortando la distancia que les separaba en meros segundos y alzando su cruel cimitarra.

El druida lanzó un orbe chisporroteantes contra Thespia, profundamente molesto por no haber podido contenerla durante más tiempo. Sin embargo Sildara estaba allí para recordarle quién blandía genuino poder allí. Relámpagos continuos sobre el druida y una de las arqueras, aquejando al primero y derribando por completo a la segunda.

La hidromántica no había terminado con aquellos miserables elfos de la noche y, de lo más profundo de su odio hacia ellos conjuró el pánico que sabía podían llegar a sentir. Condensado en palabras de poder y arrojado como una maldición el druida y la dríada, quienes mostraron absoluto terror en sus rostros.

Shae parecía empecinada en terminar todo combate que Palzigun comenzase y, una vez el mirmidón rompió el arco de la arquera, el rayo del expedicionario la lanzó varios metros hacia atrás, de donde no se levantó para continuar luchando.

La cazadora miró alrededor, dirigió unas palabras a sus compañeros supervivientes pero su respuesta pareció hacerla palidecer. Su bestia de colmillos no pudo echarse a un lado cuando Kalandri cargó hacia ella y de un fortísimo martillazo su pelaje dio contra el suelo para teñirlo carmesí. Temblándole las extremidades pudo contemplar su poblado siendo convertido en una pira en honor a aquellos monstruos marinos.

Nendis ardería hasta sus cimientos y nada podría evitarlo.

Cazadora: No desfallezcáis, sangran y pueden morir

Druida: Nendis arde, Lantalasa... ¡Todo está en llamas! ¡Huyamos!

Dríada: Selune me perdone y los bosques me acojan ¡Socorro!

Cazadora: ¡Nunca! Todavía---

Momento en que Kalandri la desmonta de un domoledor golpe a su tigre y la cazadora queda postrada, mirando como si fuera la primera vez que lo viese de verdad, su poblado crepitar bajo el fuego que le hace doler el rostro del ardor. Su valor, inquebrantable hasta ese momento se hace cenizas.

La victoria era suya. Nendis ardía, los débiles elfos traidores caían como algas arrastradas por la corriente, como débiles murlocs aplastados por un leviatán. No había lucha posible. Los elfos ni siquiera pudieron defenderse de verdad, todo su poblado patético se incendió y sus guerreros y sus monstruosidades de madera y hojas sangraron y murieron sobre las tablas del poblado. Aquello no era una batalla, era una masacre. Sildara nunca había tenido dudas de la superioridad de los naga, pero al ver aquello, sin duda lo comprobó con sus propios ojos. Solo uno de ellos había resultado herido, pero no de gravedad, y seguía luchando sin problemas. 

En su caso, casi ni le habría hecho falta la protección mágica. Escuchó las débiles voces de los elfos, cargadas de dolor y miedo, y les respondió empleando su propia lengua, con asco y desprecio al pronunciar cada palabra. 

Tras sus palabras en élfico, volvió a la lengua naga, y gritó:

-Es el momento de resarciros, guerreros. ¡Que no escape nadie! ¡No hay prisioneros! No dejéis ni una sola de estas monstruosidades con vida. 

Dicho eso, avanzó, manteniendo aún el rayo de electricidad sobre sus enemigos. 

-No podéis huir, escoria élfica. Aceptad vuestra muerte y será menos dolorosa. 

Kalandri no dejo de mover su martillo, con este se dirigía a la cazadora para dar un golpe con gran poder, para eliminar de una vez por todas otra amenaza.

Antes de ejecutar este ataque gritó -¡Se testigo del poder de nuestra diosa!- sus ojos destellaban energía divina y su martillo se prendía en la misma energía mientras se movía.

La victoria era nuestra, ahora tocaba el exterminar a todos estos malditos traidores y quemar sus casas para que supieran que habíamos llegado, por lo que al matar a todos y quemar todas las casas de los llamados elfos de la noche, me acerco a Thespia, "Mi ssseñora, essspero que essstesss sssassstisssfecha con el resssultado de la batalla" le digo con un gesto respetuoso, ahora iba a luchar junto a Lady Vashj por su propia orden y iba a dejar el nombre de Simazul por todo lo alto cuando volviera.

El fuego se reflejó en los ojos de Thespia, ese fuego que tanto había ansiado contemplar en las profundidades, soñado con ella, buscado en los torbellinos de posibilidades hasta ser casi una obsesión.  Su alma estaba llena de gozo, su orgullo, alimentado por sus fieles guerreros hasta rebozarse, pues no han tenido posibilidades ante su superior poder.

El Baron Geddon ha sido determinante en el desenlace, y si bien no lo había visto en el agua, si había visto lo demás, de alguna manera o de otra, las corriente nos han llevado a este presente y todo es por alguna razón. A estas alturas no pretende ni dominarlo ni volverlo a encarcelar, dejar que haga lo que quiera es ahora mismo beneficioso.

-Es el momento de resarciros, guerreros. ¡Que no escape nadie! ¡No hay prisioneros! No dejéis ni una sola de estas monstruosidades con vida- ordenó Sildara.

Eso sería una orden de lo más lógica pero hay algo en ese druida, esa cara la he visto antes. ¿Estaba él allí…? No puede ni pensar en la visión que le mostró el agua sin sudar, era algo demasiado real, sentimientos reales, un nudo en la garganta dice que eso pasará, a menos que haga algo, y que no pare de empujar en esa dirección.

La hidromántica se encontraba de nuevo en la escuela de hechicería. Por los grandes ventanales de vidrieras, entraba una luz púrpura, pues eran estos los últimos rayos y las faldas de todas las bailarinas estaban hechas con pequeños cristales morados. El gran maestro en adivinación se preparaba para dar su primera clase. Sólo habían venido tres alumnos, algo que él por supuesto sabía, pues sólo había 3 sillas y 3 cuencos con agua.

-Bienvenidos mis pequeños profetas. Empezaremos por el principio y vamos a dejar claro un concepto que quiero que se introduzca en vuestras esponjosas mentes, antes que sea demasiado tarde- el maestro se paseaba delante de sus alumnos- Imaginemos el futuro y lo que podemos ver como un castillo de arena, alto, lleno de torres y minaretes, pero muy delicado. ¿Creen que todo veremos el mismo castillo?

- Si- fue la respuesta seca del elfo.

-Sí y no- responde el maestro con una sonrisa- me van a disculpar pero creo que esta replica es muy común en esta clase, veremos el mismo castillo, ¿pero realmente veremos lo mismo? ¿Crees que tenemos el mismo poder?

-Por ahora no- dice con mal gesto el elfo, no dándose por vencido.

-Vale vale- levanta las manos pidiendo paz- pues “por ahora” yo veré ese castillo con muchos más detalles que vosotros. Esto es muy importante que entendáis, no sois los unicos que veis el futuro, ni los únicos que intentáis influenciar en él- hizo círculos en el aire- imaginad que yo hago una acción en ese castillo para influenciar en él, horadando una de sus torres en la base para que se derrumbe. Que opción tenemos.

- Averiguar quién quiere horadarlo, convencerlo que no lo haga- responde Vashj.

-Cortarle el dedo, hacérselo comer- responde Illidan.

-Horadar por el otro lado de la torre- responde Thespia.

El maestro asiente a Thespia y le responde.

-Sí y no- sonriendo.

En el presente la hidromántica hace algo que dijo que no haría, ir en contra de la princesa, pero el futuro cambia, y esto es muy imporante, luego se lo contará.

-NO. Dejad al druida vivo. Nos retiramos, que les digan a todos que el imperio Naga los engullirá- Si lo que vio va a pasar y no se puede evitar, tiene que seguir empujando para modificar lo que pueda. Mira significativamente a su segunda, a Sildara pidiéndole mudamente que le hiciera caso, a su lado su general requería su atención- Bien hecho Palzigun, siempre he estado orgullosa de ti y siempre lo estaré. Con Lady Vashj estarás más seguro- le responde enigmáticamente, como casi siempre- Nos vamos.

Se da la vuelta para volver al mar. Todos la seguirán.

Lo ha visto en el agua.