Partida Rol por web

Nada más entrar en el nuevo pasillo Abe realizó sus rituales de disco flotante, caballo, sirviente invisible y detectar magia para comprobar que la magia funcionaba aquí y para sentir su compañía. Repasó que no hubiera trampas en el pasillo, buscó más puertas secretas con los métodos de siempre y revisó que las nuevas puertas no tuvieran trampas. Todo ello después de que el Tressym comprobase si había veneno y de que el caballo recorriera el pasillo.

Justo en mitad de la primera parte del pasillo* había una pequeña abertura en la piedra, claramente un ojo de cerradura. Era casi imperceptible de ver aunque se adivinaba un pequeño revestimiento metálico dentro. El tamaño podía encajar con el de una llave normal y parecido al de las dos llaves que habíais encontrado en la Tumba por el momento.

- Supongo que es hora de utilizar la llave que tenía el limo...- comentó el clérigo mientras la sacaba e introducía en el hueco a ver si encajaba.

Abe paró el brazo de Allen antes de que llegara a meter la llave.

- Espera, que antes monto un Sombrerito. - alejandose lo necesario en el pasillo para que la puerta quedara fuera del área del Sombrerito, pero cerca de esta para que Allen pudiera saltar a dentro rápidamente.

Allen puso la llave que encajaba perfectamente y giró.

La pared descendió como si fuera tragada por la tierra y mostró un gran bloque de adamantina. Este bloque se corrió hacia un lateral dejando a la vista otro bloque. Este último se corrió hacia arriba, dejando a la vista una nueva sala, vacía. La llave se perdió en estos movimientos.

Era una cámara pequeña y en el centro de ella podéis ver una pequeña hendidura en el suelo, de dos pies de alto y ancho y unos centímetros de profundidad.

En el centro de esa hendidura un segundo ojo de cerradura muy parecido al que acababais de activar.

—Abe, será mejor que mires para otro lado

- De acuerdo - dijo Abe girando la cabeza - Dejadla en el suelo y Coralino se encargará de meter la llave. - les dijo.

- De acuerdo.- comento el clérigo mientras depositaba la llave y se introducía en el sombrerito de turno.

El sirviente cogió la llave, la insertó en la ranura que había en el suelo a mitad de sala y la hizo girar.

De repente todo el suelo subió de golpe y se incrustó contra la pared con un retumbar del entrechocar de ambas superficies de piedra. Sin duda cualquier persona que hubiera girado la llave habría quedado triturado como papilla.

Tras esto, como si hubiera un piso debajo de este y subiera como un ascensor, apareció poco a poco delante vuestro la nueva cámara.

En la nueva cámara, que ya había ascendido, podíais ver cientos de objetos diversos entre montones y montones de riquezas como nunca podríais haber podido imaginar, dejando en ridículo aquellas encontradas en Templo. Parecía que todo tipo de equipo de aventurero se había ido amontonando sobre las camas de incontables monedas de oro, gemas y joyas de todo tipo.

En el centro de toda aquella abundancia había un gran cofre y en el había entre otras cosas una calavera. En sus cuencas oculares había los rubíes mas grandes y preciosos que habíais podido contemplar en vuestras vidas. Sus dientes habían sido sustituidos por diamantes preciosos y gigantes que valdrían una fortuna cada uno de ellos. Además había pociones, viales y pergaminos de todo tipo.

La sala estaba llena de polvo y telarañas, explicándoos a simple vista como hacia mucho tiempo que nadie había accedido a ella.

- Ahí tienes para montar unos cuantos restaurantes, grandullón – le dijo Abe a Kah Freh dándole un codazo amistoso – Pero ten cuidado antes de entrar ahí dentro. Yo te sugeriría pinchar con pinchaúvas entre tanta moneda y cosa, vaya a ser que haya una trampa escondida entre las riquezas. De hecho esa calavera y ese baúl parecen demasiado tentadores. Yo personalmente mandaría a Carolino a sacar las cosas en lugar de entrar nosotros a cogerlas, empezando por esa nota*. Parece la caja fuerte de Jeremías, pero desde luego no su lugar de descanso.

- Oye, Garmy, ¿te apetece echar un vistazo desde fuera a ver cuantas cosas mágicas hay ahí adentro? – se giró para decirle a la bruja.

No parecía que Abe tuviera muchas ganas de abandonar la seguridad del sombrerito, aunque el gato se dirigió hacia la sala del tesoro a olisquear por si hubiera veneno.

Mientras iba encargando otro Coralino a la fábrica mística de donde salían.

El tressym entro en la habitación olisqueando, luego se acercó hasta la carta ojeándola antes de tocarla suavemente con la cola durante un minuto, mientras la magia paracía fluir por él.

Garmeiana se acercó sólo lo suficiente para que el conjuro de detectar magia funcionara, y achicó los ojos preparandose para un estallido vegador de auras suponía que casi todo estaría imbuido de magia.

Ya que estaba allí observó a ver si, además de la extraña calavera, había algo que no fuera simplemente parte del tesoro: llaves, objetos mágicos...

Si no, debería conformarse con los pergaminos.

Después del duro trabajo de mover las estatuas, al fin llegaron a una nueva cámara que descubrieron gracias a las pistas que iban encontrando sus camaradas, aprovechando las llaves que habían ido recogiendo por el camino. La última de las salas que habían encontrado estaba llena de tesoros de todo tipo y al bárbaro se le hizo la boca agua.

- Hey, chicos. Aparte de revisar la estancia en busca de trampas, buscar auras mágicas como sabéis hacer, que esto es muy raro. Aunque yo diría que esto si que podría ser el tesoro Jeremías. - Anunció con ganas de llenarse los bolsillos y la mochila con todo lo que pudiera sacar de ahí.

El pergamino empezó a recomponerse pero las nuevas partes reparadas estaban sin su escritura original si es que la hubiera.

En cuanto a auras mágicas, parecía un arcoiris: pociones, pergaminos, algunas joyas, varias de las armas, la calavera y el contenido del cofre resplandecían con todo tipo de colores. Sin duda mucha parte de ese tesoro era mágico.

- La verdad es que sí parece un tesoro bastante mayor que cualquiera que hayamos visto, pero si este es el de verdad, ¿donde está el liche? ¿Realmente el sarcófago anterior era su tumba? Será mejor buscar posibles entradas secretas como dices y comprobar el cofre. Quizás hasta poner la corona maldita en la calavera, vete  saber...- comentó el clérigo dispuesto a buscar por la zona.

Tras la aparición de la nueva "sala" con el tesoro no os parece que haya mas secretos o puertas escondidas. De todas maneras de momento solo mirabais manteniendo cierta distancia de todo.

- A ver, si Kah Freh tiene miedo de entrar ahí con pinchauvas para pinchar el suelo mandare a Coralino para que nos vaya trayendo cosas y a ver - dijo Abe un poco cansado al ver que sus compañeros volvían a esperar que fuera él quien arriesgara el pescuezo.

En cuanto el sirviente etéreo rozó la calavera de repente esta se alzó en el aire como activada con algún tipo de energía. Sus rubíes que hacían de ojos empezaron a brillar intensamente y la calavera empezó a mirar a un lado y a otro mientras poco a poco su mandíbula se iba moviendo dejando a la vista todos los diamantes que formaban su dentadura.

— Ahhh!! Mas almas para mi filacteria, incautos aventureros, habéis caído como ratas en mi trampa.

Una risotada maléfica empezó a sonar, haciéndose eco en toda la Tumba.