Partida Rol por web

- Para ser justos hay que decir que toda la Tumba era una trampa – dijo Abe con un encogimiento de hombros - ¿Será esta vez el de verdad? – les preguntó a sus compañeros antes lanzar un virote de fuego hacia la calavera y de retirarse bailando a la esquina de arriba.

- Kah Freh, dale con todo lo que tienes, colega. ¡Poder Verde! – le animó. Quedarse juntos era invitar a que les lanzara algún hechizo de área de los feos, aunque en teoría no debería ser capaz de lanzarles nada a través del sombrerito… si no lo disipaba antes.

Abe, aún dentro de la burbuja mágica se escondió y se quedó analizando aquel ser. Había leído acerca de criaturas parecidas. Si era una calavera llameante animada, una invocación de nigromantes, no había demasiado que temer. Pero esta... esto.. parecía diferente, las joyas, los diamantes, podía tratarse de Acererak.

Los liches duraban mientras se fueran alimentando de almas mortales en su filacteria. Por lo que habíais visto hasta ahora, toda esta Tumba parecía que no había sido visitada en muchísimos años. Podría ser que el cuerpo del liche se hubiera transformado en polvo por el paso del tiempo y solo su cabeza quedara. Los demiliches contenían solo una fracción del poder de lo que fueron, la suficiente fuerza de activarse cuando sean molestados.

Si ese era el caso, por lo que habíais leído los pocos que habían podido sobrevivir a algo así era que su aullido causaba pavor, pero que ya no conservaban las dotes mágicas de su anterior cuerpo. Aunque tratando de Acererak nunca se podía saber del todo.

El Tressym se asomó más allá de la esquina donde estaba Abe para vigilar lo que pudiera venir por ese lado. Esas puertas podrían dejar entrar a algo más.

¡Oh, no! ¡Otra vez Jeremías! ¡A por él! ¡Quiero esos dientes! - Gritó el bárbaro a la vez que se lanzaba en carrera contra aquella calavera que flotaba en el aire.

Cuando llegó a la altura de su supuesto enemigo, descargó toda su furia guerrera semiorca sobre él, dejando caer con toda su fuerza un tremendo golpe con su gran hacha.

Podía ser otro demiliche falso como al que ya habían enfrentado, pero había algo en esa calavera que le inspiraba todo lo contrario al clérigo. Era el verdadero y no podían ceder o dudar ahora. El anciano canaliza el poder de Helm con una solemne plegaria para que los proteja de sus impíos poderes y con su escudo sacado se dispone ayudar al semiorco que ya había cargado contra ese ser.

El semiorco salió disparado y de un fuerte movimiento descargó su hacha contra aquella calavera flotante haciendo una pequeña mella en el hueso, al parecer una fina capa de energía mágica protegía aquella criatura.

En cuanto el hacha hizo contacto la calavera miró de sopetón a los ojos del semiorco haciendo brillar los rubíes por ojos de manera escalofriante. Una sensación muy extraña y absorbente empezó a trepanar en la cabeza de Kha Freh.

Luego vio salir al clérigo entonando una poderosa plegaria que les iba a proteger contra la magia por lo que el demiliche se giró hacia él y haciendo brillar sus ojos emitió un chirrido que solo Allen pudo escuchar. De repente notaste como que tu alma empezaba a despegarse de tu cuerpo y se veía absorbida hacia aquella calavera.

Allen notaba el tirón, pero su fe era fuerte al igual que su voluntad. Ambas juntas fueron un baluarte que le protegió de la impía magia del demiliche.

La bruja salió para ubicarse junto a Allan y lanzarle a la calavera sus rayos de energía.

—¿Quién tiene la corona? Hagamos lo que dijo Allen de probar a ponérsela.

Imágenes inconexas y cosas raras aparecían en la cabeza del mestizo, cosa de brujería o algún hechizo que tendría a mano aquella calavera encantada. Por fortuna, Kha Freh se recompuso y zarandeó la cabeza como si quisiera expulsar lo que fuera que le estaban metiendo en la cabeza.

- ¡Ya estás con tus sucios trucos otra vez! ¡Fuera de mi cabeza! - Espetó a su enemigo.

Abe se montó en su caballo, Imperioso, de un salto gracil para cabalgar contra Acererak. En su diestra se formo una espada de sombras con la que atacó dos veces a la calavera.

La sola presencia de aquel ser hacia que notarais como vuestra vida se iba terminando, poco a poco, como siendo absorbida por el aura nigromántica que tenía a su alrededor. De nuevo fijó su mirada en el semiorco que notó de nuevo un desazón por todo su cuerpo.

Viendo que nada venía de aquella parte, el Tressym se preparó para ayudar a Allen o a Garmeiana distrayéndolo cuando fueran a atacarle.

- ¡No se te ocurra intentar nada mágico ni raro con mi cabeza! ¡Maldito trozo de hueso! ¡Esto es cosa de Jeremías! ¡A mi no me engañas! ¡Toma esto! ¡Y esto! - Le espetaba el bárbaro al cráneo animado.

Mientras lo hacía, Kha Freh, que blandía fuertemente su gran hacha, dio dos tremendos golpes con el filo de la misma sobre el enemigo que tenía frente a sí.

Allen reafirmo la presencia de su dios en batalla al ver que tanto él como el semiorco aguantaban los poderes del demiliche.

- Helm protégenos con tu manto.- rezó al momento que una luz crepuscular emanaba de él llenando la estancia.- Y muestra tu castigo sobre aquellos que se creen por encima de la justicia.- terminó por exhortar mientras una espada bastarda de la misma energía se materializaba y golpeaba al cráneo del demiliche.

La calavera era extremadamente resistente a los golpes físicos, inmune a los ataques psíquicos pero parecía recibir con dureza el daño mágico puro. Al verse rodeada abrió su boca de dientes de diamantes y emitió un chirrido espeluznante que pudisteis escuchar todos y pareció entrar dentro de vuestros cuerpos.

Sus ataques iban todos directos a vuestras almas, seguramente con intención de alimentarse de ellas.

Garmeiana casi ni sintió el intento de maldición del demiliche, pero aún así quedó aterrorizada, tanto que no podía mantener la concentración al disparar. Hubiera huído si no fuera porque la salida estaba cerca del monstruo.

Abe abrió los ojos como platos ante lo que Acererak les lanzaba. Sentía su alma marcharse, escurrírsele entre los dedos… pero un último esfuerzo hizo que la retuviera con él. Aún así estaba asustado como un ratón. Espoleó al caballo para que se marchara de allí. Lo paró al final del pasillo donde se volvió para disparar sin ton ni son una flecha contra Acererak seguida de un virote de fuego, perdiéndose ambos en la cámara del tesoro del demiliche. Sin esperar más animó a su jamelgo a esconderse detrás de la columna del pasillo, pero dentro de la protección de la esfera de Allen.