Partida Rol por web

Sonríe ante tus palabras y vuelve a besarte..

-No creo que todo el mundo opine tan bien de mí como tú...- sus manos acarician tu espalda de nuevo. -Me gustas mucho, John... ¿Te quedarás el resto del día conmigo? Aunque solo sea hoy.

Tras proponerte pasar aún más tiempo juntos, lames su pecho y ella gime, acariciando tu pelo. Su respiración vuelve a acelerarse y sus caderas se sacuden por la excitación. La mano que pasea por tu pelo, lo agarra fuerte para apartarte la boca de su pecho y volver a besarte con ganas y pasión. Su lengua te invade, demostrándote de nuevo las ganas que vuelve a tener de ti.

 Con una sonrisa, le respondí, entre beso y beso:

 - ¿Necesitas preguntarlo?. Y tranquila, pienso quedarme contigo el resto de mi vida, si me dejas...

 A continuación comenzamos a darnos arrumacos y besarnos de nuevos, era más que obvio que pronto íbamos a ir a por el siguiente asalto.

-No sabía si querrías...- corresponde a tus besos y sus manos recorren tu espalda con mimo. Se deleita en el tacto de tu piel y tus caricias provocan que su vello se ponga de punta. -¿El resto de tu vida? Me temo que no vivo en Los Angeles... Pero podemos quedar más veces, todas las que quieras... Me gustaría verte.

Va poco a poco alargando más los besos que le das. Su lengua acaricia la suya y bebe de tu boca, como si fuera el más exquisito de los elixires. Su cuerpo vuelve a arder de deseo debajo de ti y sus piernas rodean tu cintura, impidiendo que salgas de ella o te apartes. Sin duda el primer asalto no había sido suficiente.

 No dije nada más, mientras le devolvía el beso con apasionado fervor y mis caderas volvieron a realizar el movimiento del coito, dispuesto a asegurarme de que ambos volviéramos al éxtasis...

 Y pensaba darle tal placer que estaba más que seguro que lograría que se quedara a vivir en la ciudad, para que pudiera darle lo suyo todos los días.

Tu movimiento de caderas, suave al principio, arranca jadeos de sus labios. La fricción que produces entre ambos pronto vuelve a hacer que vuestros cuerpos se dejen llevar y vuestras manos no tengan suficiente uno del otro. Las cosas se tornan más salvajes que la primera vez, más primarias. Compruebas que Rose no es dócil en la cama, aunque tampoco demasiado dominante, comienza un juego de tira y afloja que convierte el acto en una batalla campal. La cama acaba ya no deshecha, sino que casi sacáis las sábanas de la cama, mientras los gemidos de ambos suenan como música de fondo.

-¿Dónde te has escondido todo este tiempo?- susurra tras el éxtasis y la explosión final, volviendo a la calma acurrucada sobre tu pecho. Su cabeza se apoya sobre tu lado izquierdo, buscando escuchar tus latidos, mientras que las yemas de sus dedos pasean por tu brazo poniendo los vellos de punta del mismo.

Adormilado y lleno de felicidad, le respondí a la mujer, suspirando de placer y felicidad, mientras nos recuperábamos de la dura y placentera sesión sexual:

 - Estaba buscándote, querida...

 Mis manos acariciaban su cuerpo de manera afectuosa, mientras disfrutábamos del contacto del uno y el otro...

-Buscándome... Has tardado mucho...- bromea y da un mordisco juguetón sobre tu pecho. Trata de acurrucarse más y te abraza fuerte, mientras pasea las yemas de los dedos por cada centímetro de piel que tiene a su alcance. Deposita un beso suave tras el mordisco y ríe. -¿Y ahora sí te apetece comer algo? Algo que no sea yo...

 Le dediqué una sonrisa, antes de besadla suavemente, y luego respondedle:

 - Supongo que podré comer algo más... Pide lo que te apetezca, comeré cualquier cosa...

 La verdad es que necesitaba recobrar fuerza y nno quería decepcionarla, así que la comida me parecía una muy buena manera de hacerlo.

-No me dejes a mí con el cargo de elegir...- muerde con suavidad tu mentón. -¿Qué es lo que quieres comer ahora? Lo que sea, te lo prepararán, no importa el qué...

Vuelve a acariciar tu espalda con sus manos. Un paseo que se torna delicioso de sus yemas de los dedos por tu piel. Al mismo tiempo acaricia con su nariz la tuya de forma cariñosa. Y sobre todo no deja que te separes de ella, aprovechando la cercanía y la intimidad.

 Me encogí de hombros antes de responder, no sin disfrutar antes de la sensación de su mano recorriendo mi espalda y la sensación de intimidad que lograba con ello:

 - Bueno... Un entrecot de cordero, con patatas fritas y guarnición de pasta, si te parece bien...

 La verdad es que necesitaba recuperar energía y necesitaba muchas más, para seguir luego...

 - Para beber, elije un buen vino tinto para los dos, el que más te guste...

-Si me parece bien...- sonríe y te muerde de forma cariñosa en la punta de la nariz. -Eres tú el que se lo comerá, por qué debería darte aprobación...- ríe y estira el brazo lo suficiente para llegar a la mesita y coger el teléfono.

Llama al servicio de habitaciones y pide para ti y para ella un risotto con trufa negra, junto con un gran reserva de Burdeos. De postre pide tarta vacherin para ambos. Cuelga y vuelve a sus arrumacos.

-Hecho...- deposita un beso delicado sobre tus labios. -¿Te apetece después un baño caliente? La bañera aquí es excelente para dos...

 Le respondí sonriente:

 - Me parece muy buena idea, hermosa dama...

 A continuación le devolví los arrumacos, dándole ligeros besos en la espalda, mientras también la acariciaba. Como me imaginaba que todavía teníamos tiempo, mientras preparaban la comida y la subían, teníamos tiempo para un revolcón rápido antes de comer...

-Hermosa dama...- ríe de buen humor y suspira ante tus besos y caricias. Sus manos suben a tu cuello, a tocar con suavidad tu pelo y pasear sus yemas ahora por tu cuero cabelludo. Muerde con suavidad tu hombro. -¿Lleno entonces la  bañera? Creo que hay varias cosas para echar dentro y llenarla de espuma, quizás también sales...- se remueve levemente, como en un ademán de levantarse, pero sin muchas ganas de ello en realidad.

 Con una sonrisa lobuna, le respondo:

 - Claro... Luego...

 A continuación mi boca empieza a recorrer su espalda, entre besos y lametones, disfrutando de la suavidad y sabor de su dulce y sabrosa piel. Al mismo tiempo, mis manos las recorren también, desde sus hombros hasta sus nalgas...

Su respiración se acelera con tus caricias y besos. Su cuerpo reacciona, moviéndose ante el tacto de tu piel y tus labios. Sus manos se encargan de recorrer el tuyo y trata de corresponder a los besos que puede.

-Así no vamos a llegar a la bañera...-  dice con la voz entrecortada.

 Sin dejar de realizar mis "labores", le respondí, sonriente:

 - Bueno, si quieres que pare...

 A continuación le dí una buen chupetón al cuello, que fue suficiente como para hacerle olvidar cualquier bañera o cualquier otro cosa que no fuera mis manos sobre su cuerpo.

-No- dice de inmediato. -No he pedido que pares...

El chupetón en su cuello hace que clave sus dedos en tu espalda, volviéndola a notar tú excitada. Echa la cabeza hacia atrás, exponiéndote todo el cuello, a la vez que gime. -Sigue...- susurra presa de la excitación.

 Hago lo que la dama me ordena y me concentro en la parte de su cuello que a dejado al descubierto, mientras una de mis manos busca su parte intima, buscando estimularla para poder a continuación meterle mi miembro, para darle un revolcón rápido, mientras le dedico otro chupetón como si fuera un vampiro...

Tus caricias no tardan en dejarla a punto y pidiendo que lo lleves a más, pero el servicio de habitaciones es más rápido de lo que pensabas y no tardan en tocar a la puerta. Rose te mira y ríe divertida por la introducción, es evidente que está acalorada y sus mejillas encendidas lo denotan.

-¿Vas tú o voy yo?- dice sin mover ni un centímetro de su posición.

 Con una sonrisa divertida, señalé mi evidente erección:

 - Creo que será mejor que vayas tú. Si voy a saludarle con esto en alto, le daré un buen susto al pobre...