Partida Rol por web

-Sí. Pese a lo que puedas pensar, no soy un capullo -dijo llanamente-. Me preocupa Gabby, eso es todo. No conozco a esas cosas y no sé cómo van a reaccionar ante una humana metomentodo que intenta salvar el día. Gabby es demasiado buena persona y yo, como hermano mayor, tengo que protegerla. Temía que uno de los qunari le hiciese daño, por eso fui tan cortante.

- Todos hemos perdido a alguien a manos de los engendros tenebrosos...aunque he de decir que soy afortunado, no tenían mucho que quitarme.

 Era una frialdad propia de alguien que considera que ya lo ha perdido todo, pero no en su vida, sólo en lo que respecta a su familia. Estaba lejos del círculo y sí, era una familia...pero si la considerara de verdad así, su pérdida sería muy dificil de lamentar y avasallaría incluso a Balaena por mucho que hubiese perdido en Óstagar. Eran muchos los magos que cayeron ante los engendros tenebrosos, ante las abominaciones y también ante los templarios...

 ¿Cómo se sentiría Balaena si le hubiese arrebatado a sus seres queridos no los engendros tenebrosos sino sus acompañantes, aquellos que se supone velaban por su seguridad?

 Dreren sabía como....

 Apretó la mandíbula pero su expresión se mantuvo tranquila.

 - Pero no era tan fácil. - explicó ante sus emociones de venganza y cólera reflejadas en actos de guerra - Los magos del círculo no tenemos la capacidad de elegir algo así.

 No podemos decidir salir a vengar a nuestros compañeros, o adentrarnos en el velo a combatir contra los demonios que habitan en él.

 Si saliesemos de la torre nos acusarían de traidores...en el mejor de los casos. No generamos confianza en aquellos que dicen ser diferentes a nosotros. - Dreren sabía, que en última instancia, eran iguales, eran humanos - Lo que conlleva en la mayoría de los casos nuestra ejecución.

 Puede que antes de llegar a encontrar la horda de los engendros tenebrosos los templarios ya hubiesen dado con nosotros y hubiese ejercido su derecho a castigarnos.

 Propaganda contra los templarios...

 En parte. Pero no mentía.

 - Disculpame. - espetó en su calmado silencio - La respuesta a tu pregunta en verdad es...Sí, me hubiese gustado.

 Tanto como puede gustarle a alguien erradicar una vida corrupta de este mundo. No parece algo conciliador para con nuestro espíritu.

 La guerra contra humanos, enanos, elfos o engendros no tenía nada de limpia. Había que estar preparado para matar a un ser vivo si se desenfundaba un arma...y los magos podían ser vistos, en sí, como tales.

 - ¿Luchaste en Ostagar?

 Preguntó con un tono de curiosidad poco elevado, sin rozar la indiferencia pero sin suficiente énfasis como para que una respuesta negativa fuese algo mal visto por el mago.

Lynn arqueó una ceja.

—Tú también tienes una espada y no por ello vas por ahí matando gente—dijo en una afirmación que sonaba interrogante, como quien tiene la sensación de estar hablando de algo básico—. A mí me pareció que siendo cinco contra dos, aquellos qunari podrían haberse ahorrado la discusión con los guardias, pero estaban hablando.

Se puso entonces a desabrocharse el carcaj que llevaba colgando de la cintura.

—No voy a juzgarte por una sola cosa, el Hacedor nos enseña a perdonar—lo dejó junto al arco que descansaba al lado del petate—. Y supongo que la intención en el fondo no era mala, aunque estuviese equivocada.

Cruzó las piernas y sonrió un instante, luego te miró objetivamente.

—Porque eres un templario, bueno... aún no, pero pronto lo serás—añadió—. Y los templarios basan sus acciones en el bien mayor.

Aquello te sonaba. Recordabas perfectamente las mil doscientas veces que tu maestro te había repetido aquello del bien mayor, que no debías anteponer tus deseos a él. Era una letanía y vaya si la recordabas. El hecho de que fuese una máxima tan arraigada debía haber sido precisamente el motivo de que a Lynn le hubiera resultado tan inapropiado tu comentario sobre el Tal'Vashoth.

Balaena soltó un bufido suave, como si algo de lo que hubieses dicho lo hubiera oído ya infinidad de veces.

—Sí que tenéis elección, ya lo creo que tenéis elección. No está prohibido salir de la torre excepto para los aprendices—respondió—. El Círculo no es una cárcel en contra de lo que a algunos se empeñen en pensar.

Había algo curioso con aquella chica, era como si estuviese frustrada o de mal humor, y tratara de contenerlo pero simplemente no fuera capaz. Después de cada exabrupto como aquél, se arrepentía a juzgar por la forma de morderse el labio inferior.

—Mi madre era Encantadora Superior—añadió finalmente en un tono que era medio explicación, medio disculpa—. Siempre decía que el Círculo existe para enseñar a los magos a protegerse de los demonios que les rondan, que los templarios existen para evitar que esos demonios se aprovechen de nadie y que lo más difícil a lo que se había enfrentado en la vida era a tratar de meterles eso en la cabeza a los aprendices.

Volvió a mirar al lago.

—Pero ni tú eres un aprendiz ni creo que haya dicho nada que no te hayan dicho antes—hizo una larga pausa antes de cambiar de tema—. En respuesta a tu pregunta... no, no combatí en Ostagar, no soy una guerrera. Pero estábamos allí cuando el infierno se desató.

Curiosamente, se giró casi del todo hacia ti, como si el haber encontrado un tema de conversación le hubiera venido bien ya que esta vez fue ella quien decidió contarte alguna cosa sin necesidad de que tuvieras que sonsacársela con sacacorchos.

—Perdí la cuenta de la cantidad de espadas, hachas, armaduras y escudos que ayudé a forjar. Pero me sentía feliz de estar aportando mi granito de arena a que el rey y los Guardas acabasen con la horda

Entonces combó ligeramente las cejas como si estuviera acordándose de algo en concreto

—No creo que exista palabra para describir lo que todos debimos sentir cuando se encendió la almenara de Ishal—suspiró—. Esperanza respondida con... nada.

- Puede que en realidad sean mis prejuicios los que ciegan mi concepción de los templarios.

 No querría atacar al círculo, él es lo más parecido a un hogar que he tenido. - explicó, porque quizás hubiese sido demasiado rudo. ¿Por qué habría supuesto que aquella mujer no tendría relación alguna con lo que se llevaba a cabo en el círculo? Los magos eran numerosos...muchos más de los que cabía imaginar...

 Eso hizo que Dreren...sonriese timidamente.

 - ¿Encantadora Superior? ¿Del círculo de ferelden? - Se interesó, como si no concibiese el círculo sin Irving o con un Irving aprendiz.

 - En cualquier caso, no es necesario que seas tan amable.

 Sigo siendo un aprendiz, y el día que quiera creer que ya he aprendido todo cuanto podía aprender, estaré condenado.

 Era la filosofía de Dreren, precisamente la de querer seguir siendo un aprendiz, seguir estudiando...aunque lo que Dreren deseaba estudiar no se encontraba en el círculo o no almenos con un acceso libre a su lectura y práctica. La mirada del mago se oscureció, lo que agradecería después con el fluir de aquel tema de conversación a otro diferente.

 - Contribuiste.

 Deberías estar orgullosa de tí misma por eso.

 Castigarte por lo pasado sólo te llevará a desperdiciar tu futuro. Debemos mirar al pasado para aprender, no olvidarlo, pero no dejar que nuestro corazón y nuestro espíritu se divina entre el pasado y el presente.

 La virtud se encuentra en el término medio, el pasado es historia, el futuro, un misterio pero el hoy es un regalo, por eso lo llamamos presente.

 Instó a que se animase, aunque él no sonreía, sólo observaba la quietud del lago. Era un aprendiz, no sabía nada...pero había oído muchas cosas...

Balaena asintió

—Sí, ¿te suena ... Gwenydale?

Cuando te autodenominaste aprendiz, ella señaló tu túnica.

—No llevas la amarilla, pero si estás aquí afuera es porque no eres aprendiz. Y no existen Encantadores Superiores tan jóvenes.

Dijo aquello con toda la objetividad del mundo, al parecer lo suyo era un sencillo trabajo de deducción sobre el simple asunto de la jerarquía del círculo: azul significaba "aprendiz", amarillo significaba "mago ya Angustiado". Las cuestiones filosóficas prefería dejártelas a ti que eras quien mejor te conocías a ti mismo.

Cuando mencionaste lo de Ostagar no obstante, la expresión de la muchacha se volvió a endurecer aunque nuevamente no era difícil captar que se trataba de una hosquedad que no iba dirigida a ti.

—Pues claro que no me castigo; Ostagar cayó por una traición, no por la Ruina. El único culpable de aquello fue el teyrn Loghain—dijo—. Por culpa de su estúpida paranoia murieron muchas buenas personas, entre ellas nuestro rey... y casi cae todo Ferelden. Cuando pienso en Ostagar no me pongo triste, ¡me pongo furiosa!

Flexionó ambas rodillas y se las abrazó en una pose ociosa ya que apoyó la barbilla entre ellas mientras sus ojos azules continuaban mirándote.

—No... es que no aprecie la intención con la que has dicho eso—te percataste en ese momento de que el motivo de que apoyase la barbilla era precisamente porque al hacerlo ocultaba medio rostro, y parecía que decirte aquello le costaba—. Gracias. Es sólo que... tengo un mal día.

Recuerdas a Gwenydale: Una encantadora Superior de edad madura (unos 40 y algo) tú nunca la tuviste como tutora en ningún campo pero entre los aprendices solía tener fama de ser bastante amable con sus alummos. Marchó con los magos para unirse a la Guarda en la batalla de Denerim donde cayó el Archidemonio.

Recuerdas haber escuchado de los magos supervivientes que regresaron que ella sola fue capaz de aguantar contra media docena de engendros tenebrosos y tres ogros impidiéndoles el paso a Fuerte Drakon mientras se libraba la batalla final en la azotea. No hay versión "oficial" de cómo lo logró pero es un hecho que ningún engendro pudo cruzar las puertas y subir. Gwenydale sin embargo no volvió de Denerim. No recuerdas haber oído por qué.

El bien mayor. No había mayor bien que Gabby y su seguridad, y si no fuese algo contra natura y horriblemente pecaminoso, su amor por ella. Pero de esas cosas Derek no podía hablar y no le gustaba cavilar. A menudo, de darle vueltas, terminaba por sentirse enfermo y dándose asco a sí mismo. Por los juramentos que había hecho sabiendo que era un perjuro, por las mentiras que había contado y contaba por mantenerse donde estaba ahora, al lado de Gabby. Por todas aquellas cosas que jamás diría en voz alta.

Derek hizo una mueca, pero no dijo nada. En su rostro se leía la incomodidad y la tristeza. Tardó un rato en abrir la boca otra vez.

-Tienes razón. Fui un estúpido y un bocazas. A veces se me nubla la razón cuando se trata de mi hermana. Si te dijera lo que hice cuando me enteré de la amenaza a la Torre...

Pudiste calentar el estómago con aquel guiso campestre que no era una delicia de la alta cocina pero estaba sabroso y te quitó el hambre que pudieras tener.

Sin embargo, el sueño ya era otro cantar; se trataba de la primera noche que pasabas durmiendo bajo el manto de estrellas nocturnas, al raso, sin muros que protegieran tu descanso, y te encontrabas en medio de ninguna parte. ¿Hasta qué punto representaban un peligro los animales salvajes? ¿Los bandidos? ¿Los restos de la Ruina?

Nolan había tomado la primera guardia y acechaba en algún lugar entre la maleza, el resto de compañeros se habían ido a dormir. Pero tú simplemente no podías, no eras capaz ya que todas aquellas inquietudes flotaban por tu subconsciente por más que intentabas cerrar los ojos.

Así resultó durante un tiempo que fuiste incapaz de determinar hasta que, en una de las ocasiones en las que abrías de nuevo los ojos con frustración ante el esquivo sueño, te diste cuenta de dos cosas: La primera, del silencio sepulcral, la segunda, que habías visto algo curioso: Una luz.

Una pequeña bola de luz blanca cercana a la orilla del lago que parecía rodar silenciosamente por el suelo en torno a las raíces de un árbol.

Gabby miró en derredor: todo el mundo dormía. ¿Era la única que había visto la luz?

Quizá en otro momento se hubiera sentido asustada, o al menos prudente. Pero lo cierto es que no sentía ningún temor, y sí bastante curiosidad. Le recordaba a los lúcilos que le había mencionado Astucia. Iba a avisar a Nolan, pero como no lo vio cerca se acercó directamente a la luz.

Te acercaste al lago y descubriste que la luz rodaba por el suelo hasta caer en el agua donde... siguió brillando. Aquello aumentó más la curiosidad que te despertaba el enigma y cuando te asomaste al agua comprobaste que no ibas tan desencaminada en pensar que te recordaba a un lúcilo. Porque era un lúcilo.

Antes de que pudieras si quiera pensar qué clase de sinsentido era aquel, la pequeña esfera de luz salió del agua como si algo la hubiese impulsado y te salpicó un poco la cara haciéndote parpadear. ¿La luz no era inmaterial? Más sinsentidos... En ese momento, creíste escuchar una risita a tu espalda y arriba.

¿Arriba?

Te diste la vuelta y miraste arriba, había alguien conocido mirándote sentado en una de las ramas del árbol y tenía un índice en alto hacia el cual había ido a "posarse" el lúcilo.

—Déjame adivinar: has visto un fantasma.

Gabby quiso abrir mucho la boca de la sorpresa y sonreír, todo a la vez. Así que le salió una mueca rara.

Miró en derredor de nuevo, para asegurarse que nadie los veía.

—¡Astucia! ¿Qué haces aquí? ¡Podrían verte! —cayó en la cuenta de algo—. Espera, ¿estamos en el Velo?

—Ah, pues no. No has visto un fantasma, has visto un espíritu—Astucia se llevó un dedo a la barbilla—. Bueno, en realidad has visto un espíritu algo fantasma.

Tras un segundo de silencio se echó a reír aunque no te quedó muy claro si fue por su propia chorrada, por el gesto de tu cara al tratar de sonreír y asombrarte a la vez, o por la última pregunta que hiciste.

Giró hacia atrás sobre la rama y dio una vuelta entera enganchado solo con las rodillas tras la cual se soltó y voló dejando un rastro de llamitas de luz hasta quedarse flotando encima del lago, mirando su propio reflejo con la expresión pensativa de alguien que descifra un jeroglífico.

—No brilles nunca en la oscuridad—concluyó al final—. Al menos si quieres pasar desapercibida.

En efecto, como era luminoso, Astucia resaltaba mucho en un entorno a oscuras. Se acercó a la orilla y finalmente puso los pies en tierra, luego se sentó a lo fakir.

—Premio, señorita, estás en el Velo—respondió. Entonces se cruzo de brazos con gesto autosuficiente—. No creerías en serio que te ibas a librar de volver a verme después de la Angustia, ¿verdad?

Caiste en la cuenta de una cosa: tenías la sensación de que Astucia era ahora más "nítido". Por lo que recordabas, la primera vez el espíritu te había parecido poco más que una entidad humanoide luminosa con rasgos que te costaba distinguir ya que se te antojaban como entre neblina. Ahora podías verlos mucho más claros (para empezar, distinguía las cejas, cosa que la primera vez no habías logrado determinar ni si quiera si tenía) El pelo tan brillante que era casi blanco, los ojos dorados, incluso la silueta de la "ropa".

Gabby se acercó al río y a Astucia. Dibujó una sonrisa almibarada en sus labios.

—¿Por qué iba a querer librarme de ti? Me gusta estar contigo —replicó Gabrielle, echándose un mechón revoltoso por detrás de la oreja. Ladeó levemente la cabeza—. ¿Sabes? Es curioso, pero te veo más nítido ahora que en la Angustia.

Astucia soltó el lúcilo que se fue a flotar por ahí y se miró las manos por delante y detrás.

—Bueno, es que antes no me conocías—dijo en algo que parecía otro chiste, aunque entonces añadió:—. El vínculo hace que yo sepa lo que sientes y viceversa. Tiene sentido que si yo sé cómo soy, tú también lo sepas, ¿no?

Soltó una risita y apoyó las palmas de las mano sen el suelo, una a cada lado.

—Al principio es normal que un mago no distinga en el primer golpe de vista cuándo está en el Velo, pero os acostumbráis rápido—explicó, luego agregó refiriéndose a su pequeña trastada:—. Así que mientras, me aprovecho.

—¿Así que te conoces a ti mismo? —preguntó Gabby con una sonrisa en los labios—, vaya es mucho más de lo que puedo decir de mi misma. Pero sí sé que me siento distinta estando contigo. Más tranquila, como si el miedo no me impidiera dejarme pensar. 

Se sonrojó al recordar.

—Después del numerito que monté con Balaena y con el Qunari más me vale.

Curiosamente, en lugar de seguir el chiste Astucia diluyó la sonrisa de su cara hasta adoptar un gesto más neutral.

—No... la verdad es que creo que me conozco menos de lo que cualquiera podría saber de si mismo. Me refería sólo al aspecto.

Dijo aquello con aire normal aunque parecía haber un trasfondo confuso. Carraspeó y cambió de tema.

—Prueba una cosa, ¿eres capaz de recordar a alguien que vieras nada más salir del Círculo? ¿O algo que hicieras? Alguien o algo que yo no viese—levantó un mano—. ¡No me lo digas! Sólo piénsalo.

—¿Nada más salir del Círculo? —repitió Gabby.

Se mordió un labio y recordó instintivamente el momento en que Fritz fue a hurtadillas a despedirse de ella. Que chico más raro ese Fritz. Esperaba que le fuese bien.

Los ojos de Astucia se entornaron como si estuviese viendo algo por encima de ti. Tú miraste arriba y viste que un lúcilo flotaba perezosamente en el aire. El espíritu estiró una mano y lo cogió, la luz desapareció entre sus dedos y se quedó unos segundos mirándolos pensativo.

—Un mago semielfo. Bueno, un aprendiz—dijo finalmente—. Por todos los...

Abrió entonces muchísimo los ojos con pasmo y te miró.

—¿Quién era ese?

Una entrada de Códice se ha actualizado: Los Lúcilos.

—Era Fritz ¿te acuerdas de él? Te pregunté sobre el demonio que lo rondaba cuando estábamos aún en el Círculo y comentamos que de alguna manera Lynn también pudo sentir su presencia.