Partida Rol por web

Pasó la noche tranquila y silenciosa, como si nada hubiera ocurrido a ojos del mundo. A la mañana siguiente, Lothering amaneció amortajado por una ligera bruma tras la cual brillaba el sol y bajo la cual os empezásteis a preparar para seguir el camino. Balaena había ido un instante al río a rellenar los odres para la travesía, Lynn parecía haber recuperado el color en la cara y estaba apoyada distraídamente contra la carreta, y Kando se hallaba tumbado en un extremo, observando el pueblo.

—¡Si os queda algo por hacer en Lothering tenéis hasta que termine de poner los arreos!—anunció Nolan dando palmadas en el aire mientras deambulaba por el campamento—. ¡Que hay que salir con tiempo y el día no tiene una pinta muy soleada!

Gabrielle se había saltado el desayuno para apurar hasta el último momento en el saco de dormir. Aunque se había acostado temprano, sólo había logrado dormir a cabezadas. Cada vez que se quedaba dormida le asaltaban pesadillas sobre los terribles acontecimientos que había vivido el día anterior. Sólo su férrea voluntad de maga le había permitido desechar lo peor de las cruentas escenas que se habían grabado a fuego en su subconsciente.

—Estoy lista para partir, Nolan —dijo Gabby, frotándose un ojo. Si el orlesiano metía prisas, probablemente era su culpa—. Siento el retraso. No he dormido bien esta noche. ¿Necesitas que te ayude con algo?

—Nah, no te preocupes.—Nolan sacudió una mano quitándole importancia al asunto—. Llevo tanto tiempo haciendo esto que forma parte de mi rutina diaria.

Cuando el orlesiano se fué a preparar los caballos, Lynn se separó de la carreta mientras jugueteaba distraídamente con el extremo de la larga trenza que le caía por uno de los hombros y se acercó a Gabrielle para susurrarle algo al oído.

—Gabby, ¿nos daría tiempo a ir a la capilla?—te preguntó—. Anoche me acordé de milagro e hice algunas runas más. No será mucho pero... es algo.

Derek despertó serio y poco hablador, algo que no era inusual en él. El aprendiz de templario se mantuvo en silencio mientras desayunaba, mirando de vez en cuando a su hermana con el aire protector de un perro guardián, pero sombrío de todos modos.

—Ay, cierto —contestó Gabby con desmayo—. Os esperamos a las afueras de Lothering. Tenemos que hacer un recado.

Lynn te acompañó de camino a la capilla. Parecía un poco cohibida ante la expectativa, tal vez porque no sabía si su pequeña contribución iba a ser de risa o tal vez por cualquier otra cosa. Sería por cosas.

Mientras os aproximabais te pareció detectar vagamente cierto movimiento en la entrada del edificio aunque en ese momento tu amiga te dió una palmadita en el hombro.

—¿Seguro que estás bien, Gabby?—preguntó—. Conociéndote... ese "no he dormido bien" creo que se traduce en algo más que falta de sueño.

—No he podido dormir bien después de todo lo que pasó en la granja de los Grawpe. Eso es todo.

—Que no es poco—Lynn sonrió y te estrechó un carrillo—. No te me hagas la dura. Que yo también quiero que me toque cuidarte de vez en cuando.

Levantó la vista y miró a la entrada de la capilla.

—¿Qué está pasando ahí?

Cuando miraste viste a la Hermana Clarice agitando un brazo junto al rosal marchito de la entrada, como si le estuviese haciendo señas a alguien para que se acercase. A juzgar por la expresión de su cara, estaban a punto de saltársele las lágrimas de pura emoción.

—¡Es un milagro, Madre Algenara!—exclamaba—. ¡Estaba muerto y ha florecido una rosa! ¡Con el tiempo volverá a estar tan bonito como antes de la Ruina!

Viste salir a una mujer de edad madura que vestía una túnica blanca adornada con el emblema del radiante solar en el pecho. Llevaba el cabello grisáceo recogido y caminaba sin prisa, sonriendo como la abuela que sonríe a una nieta ilusionada por un regalo.

Entonces te diste cuenta: Aquel era el pequeño brote que Astucia había creado en el rosal.

Gabby hizo un gesto a Lynn para que la acompañara. 

—Tal vez es una señal de que aún existe la belleza en el mundo, en medio toda esta oscuridad y muerte —Gabby le sonrió a la sacerdotisas—. Madre. Hermana. Me llamo Gabrielle, y ella es Lynn. Hemos traído las runas que os prometimos.

—¡Gabrielle!—exclamó Clarice al veros—. Bendita sea Andraste, no os cansáis de ayudar a la gente.

—No-No es para tanto—titubeó Lynn algo azorada—. Sólo son diez...

La Madre Algenara sonrió.

—Una de diez es más valiosa que diez de miles—dijo. Luego su gesto adoptó cierto tinte de tristeza comprensiva—. Clarice me habló de vuestro grupo y a lo que os arriesgásteis para ayudar con el Tablón, habéis hecho más de lo que se esperaba por Lothering, de lo que ninguno esperábamos...

Lynn extrajo un pequeño saquillo del cinturón y se lo tendió. La sacerdotisa lo recogió antes de añadir:

—Por pocas que sean, servirán para que los guardias puedan proteger un poco mejor este lugar. Ojalá pudiera pagaros como se debe pero con los tiempos que corren me temo que sólo puedo daros mi bendición...

Gabby desvió un momento la mirada antes que responder.

—Es más gratificante saber que cuento con vuestra bendición que el dinero que podáis ofrecerme, Madre. Especialmente cuando sé que procede de gente con más agradecimiento que recursos.

La Madre Algenara sonrió y estiró una mano con la palma abierta hacia vosotras, haciendo el gesto sagrado de la espada llameante.

—Entonces en el nombre de Andraste y del Hacedor que reina en su trono; que la luz de la sabiduría y la misericordia os guíen en estos tiempos oscuros e iluminen vuestro camino allá donde las llevéis.

Lynn sonrió y la mujer bajó la mano.

—Siempre vais a ser bienvenidas en Lothering, si alguna vez necesitáis algo que esté en nuestra mano, no dudéis en decirlo.

Gabrielle: 100 PX

Si quieres decir/hacer cualquier cosa más antes de volver con el resto, tu dirás.

Una noche relativamente tranquila si la comparaba con los eventos que la habían precedido. Esperaba que el resto de los días fueran menos movidos ya que la suerte tarde o temprano les acabaría abandonando.

Lo bueno de haber luchado en campaña era que dormir al raso acaba siendo una costumbre por lo que estaba habituado a dormir en esas condiciones y aprovechaba cada hora de sueño como si lo pasará en una cama mullida. Aunque no le haría ascos a un buen colchón de paja con unas mantas suaves.

- Tan preparado como pueda estarlo. -

Se acercó al mabari a darle caricias en la cabeza y rascarle la espalda, para finalmente agarrarle por los mofletes y tener una breve conversación de perro a hombre.

- Bueno amiguito, ahora decides tú. Puedes quedarte aquí si quieres con las hermanas de la capilla, seguro que puedes ayudarlas mucho con tu olfato e inteligencia.

O puedes venir con este grupo de gente rara, intentar robarles más comida con argucias perrunas y tener alguna que otra aventura, aunque en ese último caso no puede garantizar tu seguridad. Tendrás que cuidarte tu si nos vemos envueltos en otra reyerta. -

  Dreren permaneció en un silencio sepulcral. El mago observaba sin preguntar abiertamente la precipitación de los acontecimientos a partir de algo tan íntimo, quebradizo y efímero como un susurro. La calma pertenía al plano de los acontecimientos que vivían, la presencia de kando era como una ligadura favorable al grupo hacia la realidad, hacia lo mundano de su tarea. Los jovenes muchas veces soñaban con trascender y así lo transmitían con sus inquietudes, su impaciencia. Dreren era como una estatua que observaba alejarse dos sombras en la mañana de un día nuevo. Habían vivido muchas cosas que jamás hubiesen imaginado, el encuentro con los qunari, la visita a la capilla, noches en el campamento y la muerte de Ferin. Aquel grupo bien podría parece rpredestinado a permanecer unido. Con la marcha de Gabrielle y Derek en aquel momento, con la conversación de Sion con Kando y con el susurro de Lynn a su amiga, Dreren creyó vislumbrar alguno de aquellos hilos entretejidos en el tiempo y los acontecimientos. Creyó vislumbrar también una falta absoluta de certeza. ¿Por qué confiar en Nolan, en la mujer o en el pícaro con pinta de mercenario? tal vez la verdadera pregunta entonces sería ¿Por qué no confiar en ellos?

  - Será mejor que se de un baño. Espero que no tenga pulgas o garrapatas. - observó el mago sin prestar demasiado atención a la reacción de sus dos compañeros, ni de Sion ni del mabari. El tono no era afable, era serio, no necesariamente preocupado, realista, plomizo como la mañana.

 Mis pasos me dirigieron cerca de Nolan, mi empatía hacia los animales no se demostraría con suaves caricias, sólo con la suave muestra de indiferencia.

 - Tengo que agradecer de nuevo la ayuda que nos prestais. - reconocía el mago sin dar por sentado que seguían allí como un grupo cohesionado, Dreren observaba, esperaba que con acierto, que sus actos para con ellos eran doblemente loables, porque eran, en la práctica, desconocidos, y daban muestra de buena fe. Ya habían pagado con creces cualquier servicio dado. - Si en el camino necesitais algo, podeis contar con nosotros. La empresa que nos encomendaron depende de lo raudo y astutos que seamos, sé que lo tendreis en consideración, pero... - se estaba alargando demasiado, cortó violentamente con su conclusión - somos aliados.

 Espetó, dando a entender que podían utilizar su preciado tiempo en ocuparse de cualquier necesidad apremiante o deseo, se suponía, si resultaba coherente y razonable hacerlo.

 Dreren asintió, ni cómodo ni precisamente incómodo, con una indiferencia poco real. Parecía más conectado con el velo que con aquel lugar. Miró hacia el horizonte de nuevo y su mirada empujada por el viento acabó en Lynn.

 - ¿Te encuentras bien? - no se mostró especialmente preocupado, nunca lo hacía, presuponía que era una mujer fuerte y más que autosuficiente, pero se mostraba interesado en asegurarse de que podía continuar, en que quería hacerlo. Se acercaría a ella con ánimo de esperar junto a ella, tal vez de interesarse por sus avances en el arte del encantamiento.