Partida Rol por web

¿A qué demonios venía ese comentario? Estaba herido y no había dicho nada ofensivo en su relato. Sabía perfectamente que no era de su agrado, pero aquel era el peor momento para que alguien mostrara su descontento.

- ¿Vas a dejarme tullido niña? No se que cojones crees que estoy fingiendo, no se que cojones he dicho que te haya molestado. Si, se que he hecho algo que jamás vas a perdonar, estoy totalmente de acuerdo con eso. Pero no voy a dejar que nadie me lo restriegue por la cara a la menor oportunidad.

Esto es el mundo real, no una repostería, la gente como yo se mancha las manos y se condena al infierno para que gente como tú pueda seguir con su vidas. Y si lo has olvidado Schaudaron nos habría matado a todos probablemente si cierto miserable no se hubiera manchado con sangre inocente, el que me hubieras o no curado en ese momento no habría cambiado para nada lo que hice. -

Belgar dobló la esquina detrás de Gabrielle y Alexei en cuanto escuchó que hablaban con alguien, se paró junto a ellos y miró alternativamente al pícaro y a la maga. El enano no es que estuviese precisamente ducho en temas de demonios o del Velo, él las cosas las solucionaba con su hacha. Y las que no se podían solucionar con un hacha, también las solucionaba con ella. Así que todo aquello lo tenía fuera de juego y esa era una sensación que lo fastidiaba enormemente.

Pero como ya había oído hablar de un demonio disfrazado tratando de engañar a alguien en dos ocasiones aquél día dentro de aquella condenada cueva y no parecía dispuesto a discutir más, optó por la vía segura: miró a Gabrielle.

—A ver, parad un momento. En mi idioma—refunfuñó de modo y manera que sólo se le movieron los bigotes. Luego señaló a Sion—. ¿Este es el de verdad o es de los que se matan?

—Pues debe de ser la acústica de la cueva pero desde aquí no se os oye muy felices—escuchasteis las pisadas de Lynn acercarse apresuradamente varios metros por detrás del enano. Pese al comentario aparentemente jocoso, cuando llegó donde estábais vosotros aún tenía el arco cargado en las manos y el ceño ligeramente fruncido—. ¿Qué pasa?

Gabby frunció el ceño y abrió mucho la boca. No daba crédito a lo que acababa de oír. Pero respondió a Belgar antes de decirle a Sion todo lo que tenía que haberle dicho hace tiempo.

—No te preocupes, Belgar. Este es el auténtico —le dijo, con toda la calma que fue capaz de reunir.

Entonces volvió a posar su mirada en Sion.

—¿Cómo te atreves a insinuar que lo que hiciste en la granja de los Grawpe fue un sacrificio por los demás? ¡Es una afrenta al Hacedor, y un insulto a la inteligencia de los que estábamos allí! No eres ningún mártir, eres un cobarde que asesinó a sangre fría a un niño inocente para salvar su propio pellejo. Nada más —soltó —. ¡Y ya está bien de tratarme como a una chiquilla ingenua que no sabe nada de la vida! Desde que nos conocemos me has menospreciado, has sido brusco y desconsiderado con todo el mundo, cuando nadie te ha hecho nada. Y ahora maldice todo lo que quieras, o gruñe sobre lo poco que sé sobre el despiadado mundo que nos rodea. O recupera el sentido común, date cuenta de que somos tus compañeros, de que ni yo ni nadie te hemos negado nunca nuestra ayuda, de que nos necesitas tanto como necesitamos nosotros a ti. Y empieza a tratarnos con el respeto que merecemos.

Por fortuna con un brazo se podían hacer gestos suficientes. Sobretodo levantar el dedo corazón.

- Tu no eres mi compañera, tu no eres nada mío. Eres juez, jurado y verdugo. ¿Crees que mate al crío para salvar mi vida? ¿Crees que ni por asomo sabes lo que me pasa por la cabeza? ¿Ayuda? Yo he peleado con vosotros, he sangrado con vosotros. Cobarde... si fuera un cobarde habría dejado a Lynn tirada con la flecha en la pierna para que los esqueletos la despellejaran, si fuera un cobarde habría dado media vuelta y corrido como una rata cuando los engendros mataron al padre de Balaena, cuando el hombre de desangraba sin que pudieramos hacer NADA por él yo me ofrecí a rematare para que ni Nolan ni su hija tuvieran que vivir con ese recuerdo.

Entró en esta maldita cueva con Alexei buscando al supuesto mago, y cuando me entero que está detrás de varias desapariciones me propongo a cortarle el cuello para que la gente deje de tener un problema, despeña a Alexei, me inutiliza al brazo y me vienes con la puta gilipollez de que estoy estoico y que no necesito tu ayuda. ¿Lees mi mente o eres vidente?

Soy un cobarde asesino, perfecto. Tu eres una hija de la gran puta con delirios de grandeza que se debe creer Andrastre o la reencarnación de la divina compasión sobre el mundo. -

-Ala, venga, fiesta.-Digo dándome la vuelta hacia Lynn.-Creo que esos dos necesitan charlar un rato... Y me parece que va para largo. ¿Te apetece que aprovechemos el rato para charlar? No se... cuéntame, ¿Esto es muy habitual? Lo de matar demonios y eso.

—Perdona, Alexei—se disculpó Lynn escuetamente cuando las dagas comenzaron a volar en ambas direcciones. Aunque cuando los calificativos subieron de tono, hizo un aspaviento—. ¡OYE!

Directamente se plantó en medio con su... bueno, metro sesenta y cinco de estatura. Pero el caso es que se plantó en medio.

—¡A Andraste déjala al margen! ¡¿Qué forma de hablar de esa?!—exclamó en lo que debía ser la primera vez que la oías alzarle la voz a alguien—. ¡No puedo creerme lo que oigo!

«Oh, bien. Creí que era el único»

La voz de Astucia sonaba entre monocorde y patidifusa por la vergüenza ajena. Suponías que por la sublime victoria de la ira de la que acababas de ser blanco.

—¡Y no vuelvas a hablarle así a Gabrielle!

Por norma general, Lynn era el miembro más "pacífico" por así decirlo del grupo, pero había cosas que ni ella dejaba pasar. Y que alguien te faltara al respeto delante de ella parecía ser una. Aunque ni de puntillas lograba mirar a los ojos a Sion, no parecía importarle.

Kando miró la escena y emitió un gañido interrogante aplanando las orejas.

—Perdona, Alexei—se disculpó Lynn escuetamente cuando las dagas comenzaron a volar en ambas direcciones. Aunque cuando los calificativos subieron de tono hizo un aspaviento—. ¡OYE!

Por norma general era el miembro más "pacífico"por así decirlo del grupo, pero debía haber algo que la había molestado porque directamente se plantó en medio con su... bueno, metro sesenta y cinco de estatura. Pero el caso es que se plantó en medio.

—¡A Andraste déjala al margen! ¡¿Qué forma de hablar de esa?!—exclamó en lo que debía ser la primera vez que la oíais alzarle la voz a alguien—. ¡No puedo creerme lo que oigo!

Kando miró la escena y emitió un gañido interrogante aplanando las orejas.

Belgar, que no sabía de qué rayos iba todo aquello, parecía una piedra más de la caverna observando la situación. Permaneció así durante, exactamente, cinco segundos, hasta que de pronto recuperó la movilidad y le dió un golpecito a Alexei con el dorso de la mano.

—¿Decías algo sobre una charla, chaval?—comentó como quien dice "pues se ha quedado buena tarde, ¿no?"

Si su hermano llegara a estar allí, le habría cortado la lengua Sion y se la habría dado de comer a las cabras por insultar a su madre de aquella manera. Gesto que la maga no aplaudiría, pero tampoco podría negar que se lo hubiera merecido.

Gabrielle alzó la mano.

—¡He tenido suficiente! Si no soy tu compañera, ¡estupendo! Ve a buscarte una que te mire el brazo. ¡Vayámonos! Tenemos un demonio que matar.

-Pues si.-Respondo dubitativo.-¿Esto es normal? No ya solo lo de los demonios, sino lo de esos dos.

—Eso depende, yo es que mi concepto de "normal" es un poco peculiar...

Antes de que nadie pudiese decir nada más, Sion se dió la vuelta y se marchó por uno de los túneles. Lynn se quedó con la boca abierta al parecer sin decidirse por tirarle el arco a la cabeza o directamente ignorarlo pero el gesto de Gabrielle pareció sacarla de su estupefacción.

—Por el hálito del Hacedor... —suspiró finalmente cubriéndose la cara con ambas manos en un exasperado gesto de autocontrol—. Esto es ridículo.

Los dejó caer con ofendida perplejidad.

—¡Y se larga sin más!

«Espero que ese no sea el famoso encanto humano del que tanto he oído hablar... »

Janus estaba a cuadros.

—Esto... eh... —titubeó—. Perdón pero... ¿quién es ese hombre? ¿Le conocéis?

Kando no parecía saber adónde ir así que terminó mirando donde había más gente (vosotros) y emitiendo un gañido, como quien no sabe si tenía que dejar que Sion se fuera o no.

«Aún no me puedo creer todo lo que ha soltado por la boca» contestó Gabby.

—Por desgracia —le contestó a Janus—. Pero si se quiere marchar, que se marche. Yo no le retendré. Me debe una disculpa, y no soy la única.

Suspiró, soltando todo el aire que había estado conteniendo.

—Vamos —insistió—. Acabemos con ese demonio y volvamos a casa.

Kando gañó una última vez y siguió a Gabrielle, el mabari le lamió una de las manos mientras caminaba y luego la miró moviendo la cola como si de alguna manera perruna esperase que su pequeño mimo causase resultados instantáneos o algo así.

Lynn suspiró y miró a Alexei.

—No, no es normal—dijo. Luego hizo una pausa y matizó:—. Es decir, lo de los demonios...

Acto seguido, adelantó dos zancadas para alcanzar a Gabrielle.