Partida Rol por web

La noche transcurrió con normalidad para todo el mundo menos, seguramente, para Asthan; tuvo que permanecer horas tumbado fingiendo que estaba durmiendo y aquello se le había antojado desesperante especialmente por el "silencio" que tan nervioso parecía ponerlo.

A a la mañana siguiente se mantuvo bastante alejado del grupo, especialmente del mabari, mientras desayunábais. Lynn estaba sentada contigo mordisqueando una galleta redonda tan grande como su mano mientras tú repasabas tu copia de la Letanía de Adralla; tras lo acontecido en el Círculo te había parecido una idea más que sensata que se hubiese promovido el estudio del manuscrito.

Pese a que era sorprendente la cantidad de aprendices que pasaban de aquello, tú le habías pedido incluso a Wynne que te la dejase copiar. Y a la vista saltaba que no había sido una mala idea.

—Había oído que los dalishanos son esquivos pero creo que anoche nos pasamos un poco—tu amiga torció el gesto—. El pobre Asthan dbe de pensar que vamos por ahí derribando a la gente con nuestro perro...

Se puso en pie y se sacudió las miguitas de la túnica. Tú estabas sentada dentro de la carreta y ella en el borde así que bajó de un brinco.

—Ahora vengo.

Viste que echó andar hacia el elfo que en ese momento se encontraba inspeccionando los progresos de una lagartija sobre un tronco. Cuando la clériga se acercó, casi se levantó del suelo de un brinco y viste que ésta sacudía las manos con un cómico gesto apaciguador (no oías desde allí qué rayos le estaba diciendo pero la viste mover los labios) A los pocos minutos de decir lo que fuera que estuviese diciendo, partió la galleta en dos y le ofreció el trozo que no estaba mordido.

Asthan cogió lo que le ofrecían y volvió a sentarse observándolo curioso. Lynn dijo algo más y señaló en tu dirección. Después de que el elfo asintiese, sonrió y volvió hacia ti.

—¿Ya tienes preparado ese conjuro, Gabby?—preguntó—. ¿Cómo funciona exactamente?

Gabby había estado memorizando sus hechizos, recopilando sus notas sobre la Letanía de Andralla y poniendo a punto los materiales que necesitaba para el ritual. Bajo la sospecha de que Ayla fuera una maleficarum, había hecho acopio de todo lo necesario. Para cuando Lynn charló con Asthan, Gabby había terminado.

—Es muy sencillo, en realidad, aunque se requiere un mago. El proceso es parecido a leer un pergamino mágico, pero es una letanía que ha de repetirse. Durante el ritual se deben quemar sales, hierbas y demás material esotérico. Ya lo verás, no quiero aburrirte con los detalles —dijo, rascándose la coronilla y poniendo cara de circunstancias—. Cuando estés preparada, empezamos.

Lynn se encogió de hombros para indicar que podías empezar cuando quisieses, cosa que te permitió observar de fondo que Asthan parecía haber descubierto que le encantaban las galletas (o al menos a juzgar por cómo se chupaba los dedos)

Iniciaste el ritual, recitando los versos de lo que un día una bardo había escrito sin saber que con ello salvaría el Círculo y quemaste las sales junto a las hierbas provocando una nube de humillo blanquecino que, contra todo pronóstico, tenía el efecto refrescante de la menta al olerla en lugar de provocar desagradables toses.

Lo que ya no resultó tan refrescante fué la cara primero de desconcierto y luego de horror que se le fué poniendo a tu amiga. Se llevó las manos al rostro con auténtico espanto y los ojos se le arrasaron en lágrimas tan repentinamente que dudaste de si habías hecho algo mal.

—No, no, no... —gimió. Luego paso a aferrarse la cabeza—. ¡¡NO!!

El grito fue tan extremo que Nolan llegó corriendo con la espada en la mano.

—¡¿Qué ocurre?!—jadeó a todas luces pensando que os pasaba algo malo—. ¡¿Qué son esos gritos?!

Belgar asomó por detrás de él precedido de una serie de apurados y pesados pasos. O más bien, viste media cabeza del enano, que era lo que llegaba a la altura de la carrera.

Gabby cogió a Lynn por los hombros.

—¿Estás bien? —dijo, por no repetir la pregunta de Nolan.

¿Habría recordado algo su amiga?

Lynn rompió a llorar desconsoladamente, refugiándose entre tus brazos. Belgar fué a decir algo pero Nolan le tapó la boca.

—Creo que eso es un "no"—sugirió el orlesiano. Luego se rascó la cabeza como si no estuviese seguro de haber sido él quien la había asustado al aparecer con la espada o algo así—. Esto... eh... ¿Os apañais? Es decir, ¿queréis que os dejemos solas?

Asentiste y Nolan te devolvió el gesto. Belgar resopló como si le decepcionase no haber encontrado ningún engendro tenebroso al que partir en dos y se volvió a la fogata. Cuando el orlesiano giró sobre sus talones para hacer lo propio, se topó con Balaena que llegaba en ese momento a ver qué ocurría y la disuadió por el camino de que ya lo sabrían luego.

«No sé lo que has hecho pero esos son los jirones de tristeza más punzantes que he visto en mi vida»

Escuchaste la voz de Asthan en tu cabeza, el espíritu podía seguir comúnicándose contigo de aquel modo mientras estuvieses cerca y conservaba su capacidad para "ver" las emociones. Pero al mirar en su dirección viste que os observaba con una expresión entre grave y desconcertada.

A Lynn le era totalmente imposible hablar, lo intentaba pero los sollozos incontrolables le ahogaban las palabras. Así fué durante casi cinco minutos hasta que empezaste a entender algo.

—L-La laguna de memoria que tenía... —gimoteó con la voz amortiguada por estar abrazándote—. Acabo de recordarla. Gabby ya sé lo que pasó.

»Estaba... Estaba caminando con Dreren hablando de cualquier tontería hasta que me preguntó si me sentía bien porque me veía algo pálida. En cuanto me tocó la frente fue como si se me paralizasen los pensamientos. Y... Y como si el cuerpo no me hiciese caso.

Cogió aire entre jadeos porque llorar y tratar de hablar a la vez no es que fuesen dos cosas precisamente compatibles.

—Me preguntó si el colgante que llevaba en el cuello era una filacteria, y a quién pertenecía, y qué planes tenía para Ayla el Caballero Comandante y... —se atragantó como si le hubiesen hecho tantas preguntas que ya solo la cantidad le diese miedo— ... y cómo funcionaba.

Levantó la cara y te miró con la expresión de dolor más desoladora que habías visto en tu vida; los ojos violetas de tu amiga brillaban por las lágrimas que a su vez le encharcaban las mejillas.

—¡Y se lo dije todo!—gimió—. ¡No tenía voluntad para negarme! ¿Cómo ha podido pasar esto? ¡¿CÓMO HA PODIDO HACERME ESTO?!

Se aferró a ti como un náufrago se aferraría a una tabla en el océano y rompió a llorar de nuevo de tal modo que hasta Asthan se levantó de donde estaba y lo viste acercarse algunos pasos a la carreta, tan sigiloso como si fuese un... espíritu deslizándose sobre la hierba. Uno que acabase de escuchar el corazón de alguien romperse en pedazos.

Gabby no pudo evitar llevarse una mano a la boca. ¿Dreren, un maléficar? ¿Cómo había sido tan rematadamente estúpido? ¿Realmente había utilizado las artes oscuras para manipular a Lynn?

—Despacio —dijo Gabrielle, sin tener muy claro si se lo decía a Lynn o se lo decía a si misma.

La presencia de Astucia le permitía no aturullarse con todos aquellos sentimientos negativos que se sucedían en cascada, pero no hacía nada por detener la avalancha de pensamientos que le pasaban por la cabeza.

—Sácatelo del pecho. Cuenta qué paso realmente.

Asthan había llegado a la carreta y simplemente asomaba media cabeza por el borde, agarrado al mismo con las manos. Era lo único que se veía de él pero la expresión de su cara había cambiado a una seria.

Lynn tardó de nuevo en conseguir hablar.

—No lo entiendes, Gabby, es... es peor—gimoteó finalmente—. Antes de salir del Círculo, Greagoir me dió el colgante y me llamó la atención que parecían dos filacterias en vez de una. Ya sabes, por lo de que el disco corta la lágrima de cristal en dos. Fué una tontería, no le di importancia en su momento pero... pero lo eran, y es algo que también le dije a Dreren.

»Me preguntó de quién creía que podría desconfiar El Caballero Comandante aparte de Ayla y le... y le dije... —tragó saliva— ... que de él, porque es verdad; Greagoir está bastante molesto con Dreren desde lo de los tatuajes.

Trató de secarse los ojos con una manga pero las lágrimas no paraban de brotar de modo que la dejó cubriéndose uno.

—Así que me pidió que le enseñase cómo se usaba y le diese un poco de lirio de mi saquillo. Luego... —pareció desconcertada al llegar a aquella parte—. Empezó a hablar con... había alguien más. Recuerdo la voz de una mujer pero estaba detrás de mí, no la vi. Le dió algo... un colgante igual que el mío.

Tu amiga apretó los dientes como quien siente tanta humillación por algo que ha hecho tremendamente mal que no puede soportarlo.

—Me pidió que le diera un poco de mi saquillo de lirio y luego me... cambió el colgante—gimió—. Después me pidio que olvidase todo lo que había pasado y le dejase ir. Intenté impedírselo ¡Juro que lo intenté! Pero el cuerpo no me hacía caso, cuanto más lo intentaba más me dolía la cabeza. Luego todo se volvió negro...

Apretó el rostro contra la manga que mantenía cerca del ojo.

—Ahora entiendo por qué no brillaba—se lamentó, demasiado avergonzada como para mostrar la cara—. Lo he estropeado todo, Gabby. ¡No podemos rastrear a Ayla y es todo culpa mía! ¡Greagoir me va a matar, soy un desastre!

Gabby se masajeó el puente de la nariz. Las cosas estaban peor de lo que ella esperaba. El día anterior le había dicho que tenía fe en que todo iba a acabar bien, pero ahora no lo tenía tan claro. Se esforzó en sonreír y en tratar de ser positiva.

—Tú no tienes la culpa. No podías defenderte de la magia de sangre sin la Letanía de Adralla. Y nadie podía esperar que sucediera algo así. Ni siquiera  el Caballero Comandante, o no le habrían puesto la filacteria al alcance de la mano.

No era la primera vez que se preguntaba si su misión había fracasado, y tal vez no fuera la última.

—Ayer tampoco teníamos la filacteria. Ahora al menos sabemos porqué no funcionaba; ahora conocemos quésucedió realmente y a qué nos estamos enfrentando —señaló Gabby, dejando en el aire "a dos maleficarum en vez de a uno"—. No está todo perdido. Gracias a Dabona sabemos que no nos llevan tanto tiempo de ventaja, podemos darles alcance si nos apresuramos. Tal vez el mabari ahora capte el olor a pescado de Dreren.

—¿Crees... crees que está compinchado con Ayla?—gimió Lynn entre hipidos—. N-No lo entiendo, Gabby. No se rajó la mano en ningún momento, quizá sólo quiera atraparla él solo. No había... nunca pensé... ¡No puedo creerme que sea un mago de sangre! ¡NO PUEDO!

Apretó los dientes tratando de sacar algo positivo de aquel torbellino de revelaciones pero no podía. Dreren le había clavado un puñal en el corazón y se lo había roto en dos.

—T... tal vez tengas razón—musitó sin saber muy bien a quién de las dos intentaba convencer—. Tal vez seguimos a poca distancia de ella, tal vez aún esté a nuestro alcance pero ahora va a ser terriblemente más difícil encontrarla.

—Tú conoces a Ayla, y estabas allí cuando pasó. ¿Entiendo que la voz de esa mujer no coincidía con la de Ayla?

Entraba dentro de las ideas peregrinas que se le ocurrían a Dreren que tratara de atrapar a Ayla sin la ayuda de los demás. ¿Pero entonces, cuál era su papel en todo aquello? ¿Había hechizado Ayla a Lynn pero había sido Dreren quien había hablado con ella?

Lynn sorbió aire por la nariz y se secó los ojos con la manga. Ya no sollozaba pero simplemente no dejaban de mojársele.

—No. No conozco la voz que oí... No sé quién puede ser, ni cómo es que tenía un colgante igual que el mío.

Gabby se rascó la mejilla en un gesto pensativo.

—No tiene sentido darle más vueltas —dijo al fin—. Quedémonos con que no podemos fiarnos de esa filacteria. Si es que es realmente una filacteria. Ojalá tuviéramos a un explorador experto. Si Dreren no se ha comprado ropa nueva, tal vez el perro pueda localizarlo. Si no, seguiremos nuestro plan de seguir posibles paradas de Ayla. Más no podemos hacer.

Lynn arrojó el amuleto con un gemido rabioso a una esquina de la carreta.

—No es una filacteria—masculló—. Estas sólo las tienen los templarios. Greagoir me la dió a mí excepcionalmente y ahora la he perdido.

Se llevó la palmas a las sienes en un esfuerzo por mantener la compostura.

—Perdón... perdona, Gabby—suspiró—. Necesito estar sola un momento.

Se levantó sin esperar respuesta y salió a paso apurado de la carreta. Como iba en dirección al estanque supusiste que quizá quería mojarse la cara para quitarse el sofocón o algo así.

La viste bajar y te diste cuenta de que no tenías ni idea de dónde se había metido Asthan pero el caso es que se había esfumado lo suficientemente rápido como para que la clériga no lo viera al levantarse.

Gabby vio marchar a su amiga con la compasión pintada en el rostro. Suspiró y fue a buscar a Asthan. Quizá al espíritu se le ocurriera alguna idea brillante.

Justo cuando te bajaste de la carreta, escuchaste un carraspeo detrás de ti; Asthan estaba plano de espaldas pegado a uno de los lados de la misma. Se separó en ese momento y te miró con algo que parecía mezcla de enfado por la situación y a la vez de desconcierto. Como quien es incapaz de concebir algo.

—¿Por qué Dreren ha hecho esto?—masculló en un tono de voz más bajo de lo normal.

—No lo sé. Y como siga buscando explicaciones racionales a por qué los miembros que se van marchando del grupo actúan como lo hacen voy a terminar loca de remate —bufó Gabby—. ¿Tú le encuentras sentido a todo esto?