Partida Rol por web

Os levantasteis con el sol en una mañana bastante fresca. No teníais tiempo que perder así que levantasteis el campamento y os pusisteis en marcha... con una notable diferencia.

Allure no estaba dentro de la gema, había salido y caminaba por los alrededores de una inquieta Lynn que no parecía atreverse a decirle que se metiera dentro. Aunque estaba claro que si no se alejaba más era porque el vínculo con el granate no se lo permiitía porque parecía tratar de husmear todo lo que se cruzaba por vuestro camino.

Asthan por su parte no se adelantaba como de costumbre a explorar y Ayla parecía pensativa aunque no en el sentido amargo de la palabra.

El sol parecía no atreverse a salir de detrás de las nubes de modo que el ambiente no ayudaba a calentar la heladora sensación de tener una tarea casi imposible por delante que, si no lograbais cumplir, podía tener consecuencias nefastas en todo Thedas.

Caminasteis por las praderas de las Colinas de Southorn durante varias horas, praderas que poco a poco comenzaron a volverse más frondosas y húmedas: os adentrábais en los límites de la Espesura de Korkari. Y al rato comenzasteis a ver en la lejanía la silueta de unas ruinas de lo que algún día debió ser una fortaleza enorme.

—Ostagar.

La voz de Ayla interrumpió vuestros pensamientos como una gota que perturbara la calma de un estanque. Habló justo cuando os detuvisteis a las puertas de uno de los lugares más oscuros en la historia de Ferelden, lugar perdido por culpa de una traición que casi logró que el reino entero pereciera bajo las garras de la Quinta Ruina.

Ahora sólo ceniza, huesos medio enterrados, restos herrumbrosos, el susurro del viento y el graznido solitario de algún que otro cuervo eran testigos de la terrible pérdida que alguna vez había ocurrido allí.

Podías sentir la estupefacción de Astucia que, si no decía nada, debía ser probablemente porque lo que sea que estuviese "viendo" allí, invisible a ojos humanos, debía ser desolador.

—¿Creeis que puede quedar alguna sorpresa desagradable por aquí?—musitó Lynn, como si romper el silencio fuese a provocar algo malo—. Sólo ver este lugar hace sentir frío en los huesos...

Gabrielle frunció los labios.

—Su majestad la reina Anora sin duda tiene vigilado este lugar —comentó la maga—. Sobre todo después de lo que lo que pasó con su padre.

Enderezó los hombros, tratando de transmitir más confianza de la que sentía realmente.

—Continuemos. No nos demoremos en este lugar de muerte y desesperación.

Ostagar. Dónde comenzó la Quinta Ruina. Y si lo que se decía era cierto, dónde la heroína se inició en los Guardias Grises. Alexei contuvo la respiración. Por un lado quería pasear por el lugar y conocer de primera mano la historia. Pero las palabras de Lynn primero y después las de Gabby le hicieron desistir.

—Seguramente sea más posible que nos encontremos con algunos bárbaros chasind, así que será mejor que apretemos el paso.

« Tututu ♪ »

Casi como acompañando las palabras de Alexei, escuchasteis de pronto un sonido a vuestras espaldas de algo soplar a través de un tubo, cosa que lo hizo sonar bastante tribal.

—¿Qué fué eso?

Asthan tenía en la mano una flauta de pan muy sencilla, de tres tubitos, y la cara algo colorada.

—Eh... perdón, me lo encontré en unos arbustos.

De algún modo aquella tontería hizo sonreir a Lynn pero se volvió a sobresaltar (y en honor a la verdad, todos disteis un involuntario respingo) cuando volvisteis a oir un nuevo sonido de algo moverse.

La parte buena fué que lo que salió arrastrándose temblorosamente de los restos de un árbol caído delante de vosotros no era un ogro dejado atrás por la Ruina ni una tribu de chasinds blandiendo lanzas. De hecho era mucho más pequeño que todo eso e incluso podías jurar que parecía el doble de asustado que vosotros: un gato.

La parte mala fué que para algunos de vosotros no se trataba de cualquier gato.

Gabrielle frunció los labios, pero la suspicacia inicial dio paso a la compasión por el miedo que tenía el pobre familiar. Cassidy y ella eran rivales en lo académico, pero no lo consideraba su enemigo, al fin y al cabo. Otra cosa era lo que él opinase del asunto.

—Zeadrel, ¿qué ha pasado? —dijo acercándose al animal cuidadosamente—. ¿Y dónde está Cassidy?

El gato os miró entre aterrorizado y desorientado.

—¿Gabrielle?—gimió. Había perdido el acostumbrado tinte de superioridad en la voz por completo. Si el ver a la maga le suponía un alivio es que hablaba la desesperación—. Vinimos aquí con ese hombre, Cassidy está allí atrás... creo, ¡me da miedo estar cerca de él! No sé lo que ocurre, me siento muy débil ¡Necesito ayuda!

—¡Oh, una bola de pelo que habla!—Allure se asomó por encima del hombro de Gabrielle—. ¿La conoces?

—¡¡AAAH!! ¡NO! ¡¡UN DEMONIO, UN DEMONIO!!—chilló el animal arrastrándose frenéticamente dentro del arbusto otra vez—. ¡ALÉJATE DE MÍ!

Allure proyectó el labio inferior y se cruzó de brazos con fastidio.

Cassidy... el nombre resonó en la cabeza de Alexei con un extraño eco. ¿De qué le sonaba ese nombre? Alexei iba a preguntarle a Lynn quién era cuando el gato llamado Zeadrel habló cuando todo cobró sentido para el guerrero de rubios cabellos.

—¡Adrath!—exclamó como un resorte—¡Cassidy era quien viajaba con él! ¿Pero qué hacen aquí? ¡Tenían que estar en refugio!

Movido por un impulso nada racional, el joven empezó a andar dando largas zancadas en la dirección que había indicado el familiar.

—No te preocupes por Allure, no te hará nada —dijo Gabrielle con una voz que trataba de ser tranquilizadora—. Y recibirás ayuda, Zeadrel. Cuéntanos todo lo que ha pasado y cómo has llegado a esta situación, ¿vale?

Gabrielle miró a Lynn y le pidió con la mano que se acercara a echar una mano.

—¡Espera!—Ayla se apresuró a agarrar a Alexei de un brazo para detenerlo—. Escuchemos antes lo que tiene que decir. Podrías estar corriendo a meterte de cabeza en a saber el Hacedor qué.

—¿"Allure"? ¿Sabeis su nombre?—El Familiar alucinaba—. ¡D-De todos los magos de la Torre precisamente tú eres quien menos imaginé que se relacionaría con demonios!

La expresión de Allure por un momento se volvió fría pero tras varios instantes desvió la vista, se hizo humo y desapareció dentro de la gema en el bolsillo de Lynn.

La clériga se sacudió el desconcierto causado por aquello de encima al captar el gesto de Gabrielle y se acercó.

—No hay demonios, puedes salir—dijo—. ¿Te has hecho daño con algo?

—No...

El alivio del Familiar por ver caras conocidas debió sobreponerse al miedo porque volvió a salir a rastras y dejó que Lynn lo cogiese aunque seguía mirando a Gabrielle.

—A Cassidy le asignaron este nuevo tutor. Salimos del Círculo hace... no me acuerdo ya cuanto—dijo—. Se suponía que era un viaje para aprender cosas o algo así. O eso pensé al principio, creo que es la primera vez que tengo la sensación de que Cassidy no me lo cuenta todo.

El animal aplastó las orejas con desolación.

—Una noche logré escuchar que parecían buscar algo, o a alguien. Y cuando le pregunté se enfadó conmigo—gimió—. Nunca había hecho eso antes, hemos estado dando tumbos por medio Ferelden haciendo un montón de cosas raras y ya casi no lo reconozco. Nos dirigíamos a Refugio pero decidió quedarse aquí, creo que te... está esperando.

Lynn arqueó una ceja y miró de reojo a Gabrielle con una mezcla de extrañeza y alarma, luego miró al gato.

—No tienes ninguna herida, ¿qué te duele?