Partida Rol por web

- ¿Pero qué...? - pensó el gnomo desconcertado, interrumpido por aquellos gritos cuando estaba a punto de irse. La curiosidad de Fivo era más poderosa que su sentido común, por lo que hizo un gesto a sus compañeros para que se quedasen donde estaban, y con mucho cuidado intentó asomarse por el borde del recodo para observar el interior intentando no ser visto.

Luego de asomarte cauteloso, ves la parte superior del montículo. A tu izquierda se alzan los restos ruinosos de alguna clase de templo, aunque diferente a los otros altares que viste por el valle. Un fuego en el centro de las ruinas, dentro de un brasero de bronce, ilumina parcialmente las piedras. No ves a nadie allí.

Adelante y a tu derecha se extiende un espacio plano, seguramente no por la naturaleza. Tal vez un antiguo anfiteatro. Como sea, también esta vacio, salvo por una figura en túnica roja que distingues en la penumbra, al otro extremo. No parece estar mirando hacia aquí, sino hacia abajo, inclinado sobre el borde.

Al parecer esta decidiendo el como bajar por allí!

Mientras Fivo se adelanta solo, trepando la subida del montículo para ojear la parte superior, Dailena los alcanza. La elfa trae una expresión cansada pero determinada

Por otro lado, Glavra se encuentra sentada en el suelo con actitud hosca y Thorstein aguarda también en forma pasiva, mientras el pequeño gnomo hace de explorador. No parecen nada ansiosos por subir a por los magos rojos, o lo que sea que les este esperando.

Llegó hasta ellos antes de lo que pienso. Su actitud es extraña.

-¿Cuál es el plan?-les pregunto decidida mientras observo la posición de cada uno. 

Falta Fivo que está trepando un montículo, imagino que para ver qué se cuece más adelante o dónde esten los magos que debíamos atrapar.

Esperar a que los magos se caigan de maduros - Le respondo a la elfa, recostada de lado sobre un brazo mientras con el otro me rasco el culo. Ya he tenido una mala experiencia con ese muro y no pienso repetir.

Alguien debería ir al otro lado del muro para evitar que puedan escapar -Comento yo, ya que al medio metro de estratega con ínfulas que tengo al lado no se le ha ocurrido. -Ese "aaaah" que se ha escuchado hace un rato me ha sonado a que están intentando bajar por el otro lado. -Le informo,

Lo cierto es que podría ir yo...  -Pienso planteándome por un momento el levantarme y hacer lo que no me llevaría ni un minuto. El cuerpo me lo pide, soy la más rápida y fuerte del grupo, no me llevaría ni dos zancadas, pero lo cierto es que las dos veces que me he separado del grupo las dos veces ha surgido un batallón de mamarrachos generados espontáneamente para cortarme el paso, así que replanteando mejor mis opciones, decido hacer lo que Fivo ha dicho, esperar, no sea que me aleje y me salga otro grupo de mamarrachos salidos de vaya usté a saber dónde, con la única meta en la vida que la de cortarme el paso. -Nada, nada. Aquí quietecita estoy mejor. 

- ayyy - se lamentó Fivo, llevándose las manos a la cabeza. - Sorpresas y torpezas, los magos se nos escapan por un túnel subterráneo. - casi gritó el gnomo a los demás, enredándosele la lengua con las prisas. Luego les señaló con la mano - Ahí, a la derecha, todavía queda uno. En esa zona que parece como un coliseo. -

- Voy a avisar a los demás. Dailena, no me importaría si le disparases una de tus flechas, ya sabes, para que se entere de lo que es bueno. - Y dicho esto, el gnomo se alejó corriendo.

Parece que la situación comienza a ser crítica. Los magos quieren escaparse, nosotros queremos seguirlos, pero ninguno tiene mucha idea de cómo. Se acerca Fivo que parece a ido a echar un ojo.

Le escucho tratando de comprender lo que quiere decir entre tanto tartamudeo. Cuando lo entiendo, comienzo a andar con mi arco en mano tratando de no hacer ruido al caminar para darle una buena sorpresa a ese mago del que habla Fivo.

No sabemos qué pasará, hasta ahora hemos tenido muy mala suerte, pero sé que no me rendiré aunque eso conlleve acabar con mi vida.

Tras asomarse a la parte superior del montículo por la inclinada pendiente, la exploradora puede ver la explanada del templo en ruinas. A su izquierda se alzan las piedras rotas y un brasero todavía encendido que ilumina parcialmente la escena. Pero no hay rastros de thayanos por ninguna parte.

No allí al menos. Casi recto desde donde ascendiera, pero exactamente al otro lado de la pequeña meseta, un mago rojo esta desapareciendo detrás de las piedras, bajando hacia alguna parte. Solo su cabeza blanca y reluciente le hace destacar contra el fondo de negrura del lugar.

En un momento habrá quedado oculto por las rocas...

No me doy mucho tiempo a pensar, esta claro que aunque corriera no llegaría a alcanzar a ese maldito mago rojo. Así que, saco mi arco y tenso la cuerda después de colocar firmemente una flecha en él.

Apunto y trato de darle, aunque desde esa distancia sé que es bastante improbable.

-Están desapareciendo detrás de unas rocas-informo al resto de equipo antes de dejar volar la saeta...

Pese a todo, la puntería de Dailena es excelente y logra dar en el hombro al mago.  Este intenta mantener el equilibrio, pero el repentino dolor en el brazo le hace perder asidero y caer! Desaparece por completo de la vista de la elfa, pero no así su presencia.

-GUAAAAAAA!!

La aguda exclamación resuena alta y clara, aunque se corta segundos después. No oyen el sonido de impacto o algo, pero el valle disimula esos sonidos. ..

-¡Le dí!-les digo a mis compañeros con evidente satisfacción.

La saeta ha hecho su trabajo, pero no está herido de muerte. Al menos nos dará tiempo de ir hasta ellos.

-No está herdo de muerte. Sólo le di en un hombro, pero eso nos da algo de tiempo. ¿vamos?-les digo a mis compañeros.

En fin, que remedio- Respondo perezosamente, mietras me levanto dispuesta a seguir a Dailena - Tú! medianía con ínfulas- Le digo a Trollstein o cómo-se-llame tirándole una piedra al casco para despertarle -¿No tienes término medio? O no calla o no habla... aunque casi mejor que siga así.

Anda vamos nosotras- Le digo a la elfa, mientras avanzo a grandes zancadas- Cúbreme, pero te juro que cómo al girar la esquina me tope con otro batallón de mamarrachos dispuestos a ensartarme, plego el chiringuito y me vuelvo al campamento.

La elfa y la semiorca van solas a revisar al otro lado del montículo, y cuando están cerca de la esquina logran apreciar una serie de bajos gemidos, pero a ninguna amenaza patente… Sinceramente, no queda otra que asomarse a ver para despejar las dudas.

Uno de los magos rojos yace con el cuerpo doblado contra una roca, mortalmente inmóvil. A escasos metros de donde la misma Glavra se diera un porrazo al intentar trepar. Solo que evidentemente este encontró su final en la caída, ayudado sin duda a que no estaba en buenas condiciones con el par de saetas que asoman en su costado.

El segundo se aleja cojeando hacia el altar del Sur, y sujeta una flecha en su brazo. Es el que hiriera Dailena!. Ya sin ánimo combativo, va en busca de la misma salida que su anterior compañero probablemente…

Tú, para ahí si no quieres que la elfa te meta otra flecha por el culo. -Le grito para que se detenga.- Grrrumm. Cómo me hagas correr, será peor- Le advierto, mientras empiezo a perseguirle a grandes zancadas. 

Escucho las palabras de la semiorca y tenso la cuerda de mi arco dispuesta a disparar si es necesario.

Esos malditos magos nos han traído por el camino de la amargura, casi morimos todos, casi... y gracias a ese casi, ellos no van a contarlo si es posible.

-Yo que tú haría caso a mi amiga-le digo al mano con la cuerda del arco pegada a mi piel blanca.

El nigromante se detiene, mirando a ambas perseguidoras con una vaga sonrisa, en tanto jadea entrecortadamente.

-Je… ¿Peor que la señora Valindra?... Eso quisiera verlo… Muy bien… adelante… tómenme prisionero. No volverán a sus líneas con vida.

Mientras toma una postura erguida para detenerse, las piernas ligeramente abiertas, su expresión casi parece alegre. Considerando a los magos rojos, da mas miedo que verlo iracundo por ser capturado, y el brillo inquieto en sus ojos tampoco ayuda. Es como un atisbo de locura que mira junto con ellos.

En cuanto llego a la altura del mago le atizo un puñetazo en la boca con todas mis fuerzas.- Tal vez. Pero mira, de momento voy a ver si te quito esa estúpida sonrisa de la cara.  -Comento mientras uno a uno, procedo a romperle todos los dedos de las manos, para asegurarme de que no vuelva a conjurar nada. Cómo precauciones adicionales lo desnudo por completo y uso su propia ropa interior para amordazarle la boca y atarle las manos.

Ale. -Digo tirándome el mago a la espalda, cómo si fuera un fardo-  Creo que así ya podemos llevárnoslo al campamento- Le digo a Dailena -Yo aún le pondría un lacito rosa en la cabeza antes de entregárselo al Sargento Knox -Sugiero- Quedaría mono, pero supongo que no hay tiempo.  

El puñetazo basta para noquearlo; no estaba en buena forma para empezar, no después de la pelea y la herida previa…. Sin embargo, igualmente su rostro se crispa mientras le rompen los dedos y es un bulto laxo lo que regresan con el resto.

Windle ya esta en pie y Daren ha quemado algo mas de telas para no tener problemas al moverse, ya que todavía falta para que el conjuro desaparezca. Los enanos se les han unido y están a la espera. Así pues, todos que se quedaron atrás ven a las dos mujeres regresar con un mago rojo inconsciente y bastante maltrecho a cuestas….

La exploradora le da un ojo; sigue vivo, aunque apenas. No solo es la flecha en el brazo lo que le ha pasado; se aprecian los dedos quebrados al final de los brazos fláccidos. Lamentablemente es algo que ya ha visto otras veces en esta lucha. Una mirada de disgusto evidente es dedicada a Glavra…

-Esta barbarie no era necesaria. Bastaba atarle las manos a la espalda y amordazarlo en todo caso para que no conjure. +declara secamente+ Somos mejores que ellos; deberías recordar demostrarlo.

Novatos; casi tan malos como los noyverenses en busca de venganza. Alza la cabeza y aguza el oído.

-Vamos a volver por el camino alto. La batalla principal debe estar acabando y esto va a llenarse pronto de thayanos en retirada. Si quieren recuperar algo de botin, tienen 5 minutos.

El enano se encogió de hombros, si la autoridad, que era la misma Windle, no detuvo a la orca, poco podía hacer él, salvo que quisiera iniciar una batalla por defender a un ser que bien merecía la muerte. Para Thorsteinn las cosas habían ido muy mal y había habido muy poco coordinación, pero ya le era claro que todos aquellos mercenarios no buscaban cumplir con el mejor desempeño, sino simplemente obtener una recompensa al menor coste posible.

– Partamos entonces – se limitó a decir el enano tras revisar los cadáveres y recoger algunas cosas de estos.