Partida Rol por web

Escucho en silencio la conversación entre mis dos acompañantes, no creo que deba aportar nada, aun me estoy aclarando con todo esto de ser la "pieza" de alguien en este extraño juego que parece estar formandose. Demasiadas dudas, demasiadas cosas que no comprendo, demonios, caballeros, entidades cosmicas... El día había sido raro pero esto se pasaba de rosca, ¿cómo había acabado metido en esto?

Cuando la niña deja de hablar la miro intentando que vea mis dudas, no quiero decirlas en voz alta, no quiero asustar a Inoa, pero la verdad es que no se qué tengo que hacer, todo ese rollo del caballero no me cuadra. Por instinto vuelvo a llevar mi mano derecha al bolsillo de la chaqueta, buscando mi "regalo", antes me ha reconfortado solo con el tacto así que busco la misma sensación para tranquilizarme.

- Demonios... - Una de esas palabras en las que nunca creyó. Una tontería residual del folclore religioso de la humanidad. O puede que no tuviese nada que ver. Puede que sólo fuese una palabra ambigua como "Entidad", "Fantasma" o "Brujo", o...

En algún momento había cogido el chocolate de la niña y le había dado un trago. El sabor era agradable. Hasta aquello parecía absurdo.

Mira de reojo a Rick. Su postura delataba que no estaba cómodo, pero todo lo demás parecía absolutamente hermético.

- Mi incredulidad ha vivido tiempos mejores. En eso tienes razón - Era tan increíble que hasta se lo creía. ¿O no debería creérselo? Traga saliva. - Pero lo que cuentas sigue siendo... - Mira de nuevo al camarero, quedándose fija durante varios segundos. - Difícil de digerir.

Aprieta las mandíbulas. - Si no sabes lo que tengo que decidir ¿Cómo sabes siquiera que te conviene protegerme? O si merece la pena ocultarme, respaldarme o... - Demasiadas preguntas sin respuesta - El altruismo es una metáfora poco convincente en esta ciudad.

Pero no podía negar que la parte de las deudas era total y absolutamente cierta. Ya había tenido que lidiar con las consecuencias más mundanas de esa decisión, pero nunca se hubiese imaginado todo aquello.

Entonces mira a Rick, buscando en él alguna clase de apoyo y le da una patadita ligera por debajo de la mesa - ¿No dices nada? Si de verdad no conocías esta historia, deberías... no sé, cabrearte, asustarte ¡Algo! ¿O se siente bien ser una pieza de ajedrez? ¿Eres un monigote sin opinión? Porque los extras sin voz ni rostro no son más que un elemento de atrezo al que descuartizar, en esta clase de películas. - Trata de sacarlo de su estupor, medio hiriente y medio en broma. Estaba demasiado asustada, y eso elevaba unos cuantos grados su agresividad habital.

La sensación vuelve a ser cálida. Sientes un impulso... sientes que Inoa es inocente en todo este juego. Ella no ha decidido participar... y que su vida está en riesgo.

Al menos tú has tenido elección, aunque no fueses demasiado consciente de todo lo que estaba pasando en realidad.

Sabes que necesitará tu ayuda.

Pero debes jurar.

Y ella debe aceptar.

Ambos están bastante enfrascados, tanto que no se percatan de que un pequeño cuadro se ha caído al lado nuestra.

De lo que sí se percatan es del gritito de susto que doy cuando escucho el golpe del cuadro. Hasta el punto de que el tiempo vuelve a fluir con normalidad.

Uf... qué... susto...

Me llevo una mano al pecho. Pero entonces me percato de algo que me hace morderme el labio inferior con cierta frustación.

Voy a abrir la boca para responder, pero entonces...

Ha sido un segundo demasiado largo.

Tras el "accidente" del cuadro me acerco hacia los clientes de la mesa, siempre enarbolando una sonrisa amable y blandiendo una mirada capaz de derretir a cualquiera.

Suspiro en una búsqueda de paciencia casi infinita antes de inclinarme un poco hacia ellos y hablar en un tono muy bajito, confidencial y comprensivo.

No está permitido moldear el espacio-tiempo en este bar. Por muy poderosa que sea usted, señorita -es entonces cuando mi sonrisa se torna más encantadora-. Y perdón por el susto. A esta invita la casa, por las molestias.

Me inclino entonces a recoger el cuadro caído.

Miro al hombre de ojos azules, bastante desconcertada. Aprieto los labios e inflo los mofletes conteniendo una rabieta.

Me he perdido.

Confieso, a regañadientes. Ya no sabía ni lo que iba a decir. Todo por culpa de ojos de zafiro.

Pero tras meterle un trago a mi chocolate recuerdo algo de lo que estaba hablando. Bajo mucho el tono, esperando no ser escuchada.

¿Prefieres que diga que porque así me deberás una? -pregunto a Inoa, ante la metáfora del altruismo, pero parpadeo un par de veces, desconcertada- Hago lo que me han enseñado. Además, Abuela me habló de tí hace unas -saco los dedos y comienzo a contar-... 33 vueltas al sol. Tenía ganas de conocerte -le sonrío mostrando los dientes-. Tu decisión afectará a las entidades cósmicas, y en consecuencia a mí -mi sonrisa se vuelve aún más grande, como si mi razonamiento, claramente infantil, fuese irrefutable- así que si tu decisión es buena, puedo salir ganando -alzo un índice, para añadir algo- y si te salvamos, los amigos de tu padre estarán en deuda conmigo.

Le guiño un ojo, como si de repente mi cerebro se hubiese puesto a trabajar a un nivel al que no estaba demasiado acostumbrado.

Me giro para mirar a Rick y negar un poco enfurruñada.

Tiene razón. Dí algo. No quiero tener que leer tu mente.

Pero busquemos otro sitio donde hablar... el segundito ha terminado.

Mi cara entristece un poco por ello.

Nunca me acordaba de la maldita mampara.

Sonrojada y alejándome a la pared contraria lo suficiente para que no pudiera verme cambiarme, dejé el vestido sobre la cama y cogí de la cómoda un peto corto vaquero, acompañándola con una camiseta blanca con la silueta en el superior del pecho de Campanilla. Gran compra en Amazon, me costó encontrar esta joyita.

Escuché el timbre pero no la puerta, algo extraño tras pedirle que la abriera, ¿será que no se enteraría? Sin embargo mis sospechas se acallaron rápidamente al escucharle, bajando con cuidado las escaleras mientras intercalaba la mirada entre la puerta y Frank, intentando no hacer más ruido del necesario.

Pero la precaución perdió contra la curiosidad. Sobre la mesa el montón de cartas que había dejado, sobresaliendo una que me llamó en especial la atención, acercándome a ella para cogerla y leerla mientras no dejaba de mirar una y otra vez la puerta.

Sigo perdido en mis pensamientos mientras Inoa y la niña hablan entre ellas, no les presto mucha atención mientras coloco mi mano en mi regalo, la sensación es reconfortante como antes, pero hay algo más... parece que me otorga cierta seguridad, lucha contra mis dudas y todo se vuelve cada vez más confuso. Me duele la cabeza y solo quiero irme a casa y olvidarme de todo, cierro los ojos mientras apoyo mi cabeza en mis manos cuando escucho que Inoa me habla directamente, sus palabras son el detonante que me faltaba.

-¡¿A quien llamas monigote sin opinión?! ¡No sabes nada sobre mí, quien soy o de donde vengo!-tras el estallido repentino respiro un poco mientras miro a mi alrededor antes de seguir hablando, con un tono enfadado aunque sin llegar a gritar.- A lo mejor esto para tí es un juego, una aventura para entretenerte pero algunos tenemos una vida y gente que no queremos que resulte herida, no puedo lanzarme de cabeza a esta especie de cruzada sobrenatural sin pensar en las consecuencias.- Dejo de hablar de golpe y cierro los ojos para tranquilizarme del todo. Miro a la chica a los ojos intentando parecer más amigable.

-No puedo dejar que mis problemas lleguen a mi familia...- "otra vez no" esto ultimo no lo digo en voz alta, solo lo pienso recordando sucesos que prefiero tener enterrados. El cuadro cayendose me saca de mis cavilaciones, las palabras del camarero me llaman la atencion, parece que si que sabe más de lo que cuenta después de todo.

Miro a la Niña cuando parece que las cosas se han calmado.

-Dicho esto, puedo ayudarte en todo esto siempre y cuando me prometas tu ayuda para mantener a mi familia fuera de todo esto. Si no sufren daño seré tu caballero o lo que sea...-

Mirar directamente a Areitz e ir más allá para tratar de Verlo no era tan difícil como podría haber parecido. Ya no lo era.

Lo más llamativo era el brillo que parecía provenir de su interior. Una luz que lo inundaba todo y generaba reflejos extraños en el entorno. Rodeándolo había una especie de gran manta... ¿O puede que fuesen alas?

Pero lo más llamativo de todo eran sus ojos. Una mirada comprensiva que transmitía serenidad y seguridad. La mirada de alguien que parecía decir "Pase lo que pase, sé lo que es estar en tu piel" y aún así había... algo tremendamente desconcertante en todo lo que veía, como si aún pudiese haber más. Pequeños misterios imperceptibles a la vista.

La respuesta de Rick la sorprendió, haciéndola dar un respingo en su asiento. Si, definitivamente se había pasado. Pero al menos había respondido. Aquello era mejor que seguir hablando con alguien con aspecto de zombie al lado. Su familia... así que de alguna manera, para él asociarse con aquella niña significaba algún beneficio para su familia.

- Lo siento. Estoy tan nerviosa que no pienso en las cosas que digo - Trató de disculparse no porque le importase, sino porque no estaba la situación como para ir ofendiendo a quien podría ayudarla - Más, considerando los pocos aliados que Tengo a momento de ahora - . Aunque algunas de las cosas que decía no tenía claro si se las dirigía a ella o a la mocosa. ¿Un juego? Ojalá, pero no tenía sentido avivar esa línea.

Momento en el que algo más captura enteramente su atención, entreabriendo ligeramente los labios mientras veía... no, mientras realmente Veía al camarero tras la barra. Lo que sea que estaba viendo la hace entrecerrar los ojos y alzar la mano, como si se protegiera de un foco muy potente que le alumbrase a la cara. - Guau...

El marco a su espalda la saca de su contemplación como a todos los demás, y cuando el camarero habla no puede sino echarse a reír - Esto es tremendo... No te preocupes, Sol, no ha sido ninguna molestia. Y por cierto - Inclinándose un poco hacia él, con un gesto coqueto - Estoy deseando conocer tu historia, don misterioso. - Aguarda un poco más por si el contrario quisiera responderle.

Presta atención a las últimas palabras susurradas de la niña - Eso al menos tiene algo de sentido... - aún sin tenerlas todas consigo.

Se levanta de la mesa - Está bien, tú dirás. ¿Dónde quieres que vayamos? Mis citas han sido recientemente aplazadas de forma indefinida.

Cae entonces en la cuenta de algo y mira al conductor - Si no es indiscreto ¿Cuanto sueles ganar al día*? Porque alguien tendrá que pagar el heno, caballero de corcel metálico.

Respiro de nuevo, calmandome del todo antes de hablar. Parece que nos tenemos que mover de sitio así que me levanto mientras le hago un gesto con la cabeza a Areitz para indicarle nuestras intenciones.

-Bueno, pues volvamos al taxi, indicame donde quieres ir y os llevaré en un momento.- le digo a la niña mientras apuro lo que quedaba del cafe sin volver a sentarme.

En ese momento escucho la pregunta de Inoa y empiezo a hacer numeros antes de decirle la cifra aproximada.- No es demasiado pero me da para vivir y para mantener el taxi en marcha. ¿Por qué esta curiosidad?- no puedo evitar soltar una ligera sonrisa con lo del "corcel metálico" curiosa comparación, nunca se me habría ocurrido.

Sólo hay algo más aterrador que descubrir la verdad por accidente...

... y es descubrir que ya no puedes cerrar los ojos, que la verás también cuando lo desees...

¿Sol? -respondo, un tanto sorprendido ante la respuesta de la mujer, no obstante le dedico una sonrisa de esas que desarma y una mirada de esas que llegan a lo más profundo- Estaré encantado de dejarte intentarlo. Pero ten cuidado, podrían ser tus secretos los que quedasen al descubierto...

No obstante, inclino mi cabeza con respeto hacia ambos cuando se marchan.

Aún tengo mucho trabajo por delante...

Les sigo silenciosa hasta el taxi, sólo interrumpiendo para reír cuando hablan de un corcel metálico y asentir enérgicamente.

Y me siento detrás, abrochándome el cinturón, antes de que decidan dónde ir o cómo movernos y, sólo entonces, abro mis labios para decir cosas, mirando a ambos con cierta ternura.

Ya elegiste, mi Paladín, ¿recuerdas?

Comienzo a sisear con un dedo en mis labios, de aspecto travieso.

Madre ha desaparecido y Abuela está en casa, lejos. Soy soy Niña, Hija y Hermana, entre otros nombres que me han dado. Tu hermana... tu hermana está en peligro, pero hay tiempo para eso, Rick. Lo que no hay tiempo es para actuar: los demás ya han salido y tú aún ni has arrancado el coche.

Te voy a hacer esta oferta una única vez: ¿Quieres jugar a ser mi Paladín?

Y aceptaste.

Tras concluir me cruzo de brazos y hago un mohín con los labios.

Tu hermana es... parte. Vi como la salvaste. Tu ser me llamó y por eso te elegí. Puedo hacer algo por ella, pero me llevará tiempo, y no nos sobra. Despejemos las dudas lo antes posible.

Je... no te preocupes, a veces lo hace...

Comento, un poco nerviosa, cuando mi amiga me abandona a solas sin saber bien el porqué.

Estás muy callado... ¿tanto te ha afectado lo que ha dicho?

Es sólo... -le miro a los ojos y suspiro- que se preocupa mucho por los animales. Y por Lony... ¿sabes? Es muy querido en el refugio, pero parece como si la mala suerte le acompañase... y ahora, con lo de las muertes... pues se preocupa. Creo que me estoy repitiendo. Por favor, deténme.

Sonrío un poco nerviosa aún. Je, je...

Como humana es más difícil: tu sentido es menos agudo. El alrededor apesta a mezclas de colonias, sudores y... oh, dios, un adolescente hyperhormonado que no os quita ojo. Comidas y bebidas.

Por un momento te planteas que la jungla de asfalto apesta, en más de un sentido.

Tardas cerca de medio minuto en agudizar tus sentidos lo suficiente para saber que, quien sea, está en el local. Pero el aire acondicionado hace que todo el aire se remueva.

Quizá si te mueves más entre la gente... pero eso te haría ser muy llamativa.

Y convertirte en zorra tampoco es una opción.

¿Entonces...?