Partida Rol por web

Nggggggh...

Brisa se comporta bien: mantiene la compostura con tanto ahinco como la posición. Sin embargo el jinete no es tan cumplidor. El encontronazo sobre la montura hace que Phey se retuerza hasta casi caer de la silla. El cruzado nota cómo el puño del gigante le golpea el pecho y quiebra sus costillas, pero en el último instante es capaz de enderezarse tirando de las riendas para trepar de nuevo hasta la silla de montar.

Udokal esquivó a duras penas la patada que le lanzó el graunt rodando hacia uno de los lados. Mientras se levantaba vio como Phey recibía un tremendo golpe que casi lo hace caer pero el caballero consiguió mantenerse encima de su montura. Antes de que el monstruo pudiera volver a descargar otro golpe dirigió su hacha hacia atrás y descargó un golpe con toda su fuerza.

El poderoso hachazo de Udokal consiguió abrirse paso entre los brazos en movimiento del Graunt y golpear a la enorme criatura en uno de sus costados haciéndola tambalearse para finalmente caer al suelo derrumbada. Junto al golpe el bárbaro descargó un enorme grito de furia.

-¡¡UUUUUAAAARRRRRGGGGG!!

Udokal siguió en tensión atento a cualquier movimiento que el graunt pudiera realizar desde el suelo, no era dado a confiarse hasta asegurarse que su rival estaba muerto.

Udokal comprobó que el graunt estuviera muerto y para asegurarse dio un par de hachazos en su cuello. Su hacha chorreaba de sangre verde de aquellos monstruos y teñía la nieve donde el estaba. Miró a su alrededor, todos parecían estar bien, tan solo Phey había sido alcanzado por un tremendo golpe, pero permanecía montado sobre su caballo. Udokal apoyó su hacha en el suelo y se sentó sobre la nieve. Necesitaba descansar, ahora se sentía agotado por el esfuerzo.
Miró a Keloa y le señaló las pieles de lobo que uno de ellos llevaba, podría hacerse algo de abrigo con ellas cuando tuvieran las herramientas adecuadas. De momento servirían para cubrirla o para improvisarse un calzado.

La sacerdotisa se acerca despacio en su montura para ver el resultado del combate. Al ver los cuerpos machacados de los dos Graunts, todo lleno de sangre, pone cara de disgusto.

Luego su atención vuelve hacia Phey, el cual parece haber recibido un buen golpe pues da la impresión de que respira con dificultad, pero no se le ve ninguna herida o que este sangrando, pues toda la sangre que cubre su cuerpo, es mucho mas negra y espesa, propia de los Graunts y otros pieles verdes.

La joven refrenó el galope de la yegua cuando vio como el Graunt caía pesadamente sobre la nieve abatido por el hacha del guerrero Oshar. Se acercó al paso hasta donde se encontraban el resto de sus compañeros.

- Sois grandes guerreros sin lugar a dudas. -Le dijo a Udokal en su lengua mirándole desde lo alto de su montura.- Seguro que esas pieles le vendrán muy bien a tu compañera.

Aeryn se encontraba un tanto molesta por no haber podido participar ella también en la pelea mostrando su buen hacer, desde luego de esa forma no iba a ganarse los halagos de los demás.

Udokal miró a la guerrera sentado desde el suelo mientras descansaba. No había conseguido detener su carrera a tiempo y darse la vuelta para luchar antes de que terminaran con los graunts, por fortuna no había sido necesaria su intervención. Tardó en responder, estaba todavía cansado, y se limitó a limpiar su hacha con el taparrabos del graunt. Se sentía contento por haber podido derrotar a aquellos pieles verdes, pero todavía quedaban muchos más con los que poder ajustar cuentas. Era consciente que no era ni mucho menos el mejor guerrero O'Shar, en su tribu otros muchos eran mejores que él, claro que aquella mujer nunca los había visto en acción.

-No, no todavía. Algún día llegaría a ser quizá tan buen luchador como los mejores de su tribu. Pondría todo su empeño en eso.

Terminó de limpiar el hacha y se puso en pie, ya se encontraba más descansado. Miró las pieles de lobo que había señalado Aeryn y asintió con la cabeza. Para algo tendrían que servir, al menos de momento. Inspeccionó a las dos bestias en busca de algo que pudiera serles de utilidad.

Aeryn...-dijo Phey al ver cómo Udokal examinaba los cadáveres-No tenemos tiempo para esto. Dile al Oshar que tenemos que ponernos en march... Ngggg...

Se llevó la mano al pecho como si sujetara el dolor para que no se le saliera de dentro.

Todo esto es culpa de los Oshar... si no nos acompañasen, si hubiesen seguido su camino hacia el sur... nggg... No habría sido necesario repartir el peso de mi armadura. La llevaría puesta, como corresponde a un hombre santo. Esos Graunts no me habrían inflingido ni una herida si vistiese mi coraza.

Incluso los caballos irían lo suficientemente ligeros como para escapar de los gigantes, evitando este enfrentamiento. Todo por culpa de los Oshar...

No dejó que los otros pudiesen apreciar sus heridas y puso la espalda recta disimulando el dolor. Enfiló a Brisa hacia el norte, al paso, mientras sacaba un paño de las alforjas para limpiar con mimo su espada. Despacio, minuciosamente.

Alegre extrajo, con algo de esfuerzo, las dos flechas del cuerpo del como se llamase esa cosa de cuatro brazos y limpió la sangre con un trozo de los andrajos del monstruo. Las volvió a colocar en su carcaj y miró alrededor. Maldito norte y sus jodidos pieles verdes.

Miró alrededor, tratando de ubicarse. Tantas corridas los habían alejado un buen trecho del camino que estaban siguiendo. Aeryn se puso a charlar con el O’shar y Phey la interrumpió, apremiándoles para que reanudaran el viaje. Sus palabras se vieron cortadas por un gemido de dolor, y un gesto agónico, que hizo pensar a Alegre que estaba por caerse del caballo, pero pudo recomponerse, dar la vuelta a su yegua y alejarse. Alegre lo siguió con la mirada y luego se volvió hacia la sacerdotisa.

—Eso no se ha oído bien. Tu custodio está herido, mujer. Quizás debas usar tu magia con él.

¡NO!-se apresuró a decir en voz alta.

Lo que quiero decir es que estoy bien. Necesitaré todas mis fuerzas para mantenerme a lomos del caballo... y esto solo es un rasguño...

¡Voki!-dijo intentando cambiar de tema-¡No molestes a la Sacerdotisa con menudencias!

No es que no quisiese y valorase la ayuda de Hanne... Es solo que Phey no quería dormirse cuando aún faltaba toda una jornada de peligros y amenazas por enfrentar. No quería ser una carga, como lo fueron los Oshar tras el combate con los orcos.

Hanne le dirigio a Voki una mirada de pocos amigos

- Se supone que es un Guerrero Sagrado de Ihvist. Sus poderes curativos son casi tan buenos como los mios - fue toda su respuesta.

Alegre no sabía que el sacerdote pudiera curar a la gente también. Le resultó extraño que le dejara la tarea de curar a los O'shar a su protegida y él no se ofreciera a mover un dedo. Pero bueno, ¿A él qué le importaba, después de todo?

Se encogió de hombros.

—Cómo quieras, sacerdote. No es asunto mío, pero si te caes del caballo, no te voy a levantar.

Se encaminó hacia la yegua de Phey y se montó en la parte de atrás.

—Entonces, en camino todo el mundo.

El sacerdote, además de herido, parecía un tanto enfadado y Aeryn, aunque se mostró un tanto extrañada, no le dio más importancia al tema... parecía perfectamente capaz de cuidarse él solo. Se giró hacia Voki dispuesta a discutir sus órdenes pero se limitó a fruncir el ceño y dirigir su atención a los Oshar.

- ¿Podéis seguir a pie? o ¿preferís descansar un poco antes de continuar camino? -Sabía que el explorador pondría el grito en el cielo al oír la pregunta pero no le importó.