Partida Rol por web

Mire sorprendido el lugar, realmente no se parecía a los lugares a los que solía dormir mi hermano, aunque después de un siglo y pico durmiendo en una cueva igual sus gustos habían cambiado.  Aun con dudas entre sin preocuparme demasiado, parecía una trampa, aunque no me preocupaba demasiado la verdad, a ver que me encontraba, ¿Tendría mi hermano valor para jugármela? Ahora lo descubriríamos.

Caminas hasta las escaleras al fondo de un largo pasillo. Apartamento 406, debe ser el cuarto piso. Así que subes junto con Elizabeth que va mirando todo con curiosidad. En las escaleras pasa un dedo sobre el pasamanos lleno de polvo. -Que lugarcito tan interesante. -Te dice, y se sacude el polvo.

Al llegar al cuarto piso avanzas por e pasillo. Pasas el primer par de puertas, 401 y 402, una enfrente de la otra. Sigues caminando hasta dar con el 406. Una puerta vieja con una cerradura oxidada. Cerrada

Mire la puerta durante unos segundos, no estaba seguro si derribarla o llamar, la forma mas fácil de entrar era destruir la entrada, pero era si quería ir a buenas lo mejor sería ser educado, asique llame a la puerta tranquilamente. Después mire a Elizabeth.

- Esperemos que haya alguien en casa, mira que si nos dimos un paseo a lo tonto... que tontería habría sido la verdad. – Después de decir eso me quede callado esperando ver si alguien abría la puerta.

Esperas por unos segundos, que se transforman en un minuto. Nadie responde. Todo esta en silencio. Solo el silbido del viento al filtrarse por una ventana rota del pasillo donde te encuentras.

-Quería darles una buena primera impresión pero estos hermanos tuyos de verdad que ponen a prueba mi paciencia con sus jueguitos, Anthony.

- Sí, yo también quería parecer simpático, probemos a ver si esta la puerta abierta. – Di un golpe seco a la puerta, el cual parecía un simple golpe, pero realmente tenía más fuerza de la que aparentaba, era lo bueno de ser vástago, que se tenía mucha más fuerza de la que se aparentaba.

La vieja y gastada cerradura oxidada cede ante tu golpe. El sonido hace eco en el pasillo y escuchas como al fondo, cerca de las escaleras por donde llegaste, algún mortal asustado hecha llave a su puerta.

Ante ti tienes un departamento en muy mal estado y sin muebles, solo basura y polvo. Las ventanas tapizadas para que incluso de día la luz no pase.

Exploras el pequeño departamento. Nada de interés en la cocina ni el baño. Ademas de la sala principal solo hay otra habitación. Dentro solo hay un colchón en el suelo. Recostado en el colchón vez la silueta de un hombre con una manta encima cubriéndolo completamente.

Mire por todo el apartamento, no tenía nada de interés, al menos no hasta que llegue a la habitación, ahí había un cuerpo cubierto por una manta, al verlo no pude evitar sonreír, me volví a Elizabeth y sin quitar mi sonrisa dije:

- Veamos que regalo nos encontramos debajo de la manta, igual tenemos suerte de ver a uno de mis hermanos, aunque un poco triste que sea así. – Después me quede callado unos segundos y se me borro la sonrisa. – También puede ser Demon… si es así tendré que cabrearme… que culpa tendrá el pobre de mis actos. – Sin decir nada mas levante la manta a ver que me encontraba.

Al quitar la manta te encuentras con un cuerpo momificado. Lo primero que notas es una estaca en el pecho. Te cuesta trabajo reconocerlo en un inicio; a tal grado llega la decadencia del cuerpo. Pero comparándolo con la otrora imponente figura de Demon, empiezas a ver rasgos familiares.

Tu viejo amigo yace ahí, impotente. Por su aspecto, lleva al menos un año así. Probablemente desde que perdieron contacto.

Al ver el cuerpo y descubrir quién era me cabree bastante, era una posibilidad, una que no me agradaba demasiado, aunque en teoría debía de seguir vivo aun. Saque la estaca de su pecho y me volví hacia Elizabeth.

- Querida, me gustaría que trajeses a alguno de esos vecinos, debemos alimentarle, debe estar completamente vacío, debe de estar muy hambriento, asique hazme el favor y trae a alguno de los que viven aquí, nadie les va a echar en falta.

-¿Estas seguro? ¿Porque no darle un poco de la nuestra?

- Creo que después de tanto tiempo es mejor que reciba sangre humana, al menos yo agradecería que fuese sangre humana lo que entrase por mi gaznate, asique por favor, ves y tráeme a alguno de los inquilinos de este edificio. – Se que a Elizabeth no le gustaba matar humanos, pero ahora era mejor olvidar esas cosas. Hay que despertar a Demon. – Elizabeth, sé que no es lo que más te agrada, pero es lo mejor, si quieres te puedes quedar aquí y voy yo a por el humano, igual te sientes mejor así.

-Pfff -deja escapar un resoplido-. ¡Bien, hazlo tu entonces! Estaré afuera, esperando.

Dicho esto se da media vuelta y escuchas sus pasos por el pasillo del edificio. No rumbo a las escaleras, sino a la ventana en el lado opuesto. Por lo que escuchas, Elizabeth termina de romper la ventana y, supones, sale por ahí.

Solo tenia unos pocos años como no-muerta. La bestia y los horrores de la inmortalidad aun no marcaban su alma humana. No puedes evitar pensar que es en parte tu culpa, después de todo, siempre la has estado cuidando.

Me levante sin decir nada más y me dirigí a la puerta más cercana de la cual escuchase ruido, después tranquilamente llame a la puerta, esperando que mi simpatía me ayudase primero, sino lo haría por las malas, algo que no sería excesivamente bonito para el humano, aunque igualmente es probable que no sobreviva por mucho tiempo.

- ¿Disculpe por favor, puede abrir la puerta?

-Largo de aquí, vago. O llamare a la policía. -te responde una voz masculina detrás de la puerta-. También estoy armado así que no intentes nada o te vuelo los sesos.

Esta vez escuchas el pestillo y los seguros de mas de una puerta en el pasillo.

Abrí los ojos sorprendido ante la respuesta, asique ese humano se atrevía a desafiarme, y encima me llamaba vago…  levante la pierna dándole una patada a la puerta intentando arrancarla de cuajo, cuando la puerta salió volando saque los colmillos y sonreí, después le dije al hombre que me había amenazado.

- ¿Vago? Voy a demostrarte lo que hace este vago, vas a ayudarme quieras o no… antes era por las buenas, ahora vamos a hacer las cosas a mi manera. – Aun no había decidido si ese humano iba a vivir o no, pero acababa de decidir como iba a acabar su vida.

La puerta sale volando partida en pedazos. El hombre, un adulto negro con barba muy crecida, acaba en el suelo. Asustado, escucha lo que dices y temiendo por su vida levanta una pistola,en su mano izquierda. Es un revolver de bajo calibre.

Te dispara.

O es lo que intenta. Con la tensión de la situación se le olvido quitar el seguro. Intenta disparar una... dos veces y el gatillo no se mueve. -¡Aaahhh!-. Deja escapar un gritillo de terror. 

Mire al hombre sorprendido, parecía que era un poco inútil, o el terror lo hacía inútil, lo mejor sería acabar con todo rápido, ya que no me agradaba demasiado que se le pasase el miedo y me disparase, cierto era que siendo lo que soy no me haría mucho daño, pero no me apetecía perder el tiempo en eso.

- Bien, ahora te vendrás conmigo, si hubieses sido más simpático… es posible que hubieses sobrevivido, pero ahora es imposible. – Me acerque al humano y le arrebate el arma, después lo levante con un brazo del cuello y lo observe, el miedo humano me parecía divertido.

El humano tenia el aspecto de poder cuidarse a si mismo, era alto y pesado. Desgraciadamente para el, no hay mucho que pueda hacer contra tu fuerza sobrenatural. Le quitas el arma sin problema y lo levantas por los aires. Primero intenta liberarse de tu presa, pero al ver que es inútil cambia de idea y decide patearte.

En su desesperación logra golpearte a la altura del pecho con su pie derecho.

Mire al humano y levante las cejas, no había sido muy inteligente por su parte, aunque me era curioso que siguiese intentando combatir, aunque había comprendido que su vida había terminado, aun así seguía combatiendo, algo digno de admirar.

- Lo siento, pero eres patético,  deberías dejar de combatir. – aun levantándolo como si nada lo lleve hacia la habitación donde había dejado a Elizabeth, debía alimentar ya a su viejo amigo. Cuando llegue sonreí a Elizabeth. – Ya encontré una buena comida para Demon, es un luchador. – Mordí el brazo del humano y se lo puse en la boca a Demon para que se recuperase.

La sangre del humano comienza a escurrir lentamente, alimentando a Demon. El humano seguía resistiéndose, pero después de que la vida comienza a escaparse le se debilita y deja de resistirse. Al final acaba inconsciente.

Demon no muestra señales de vida. Tienes que esperar por largos minutos antes de que notes pequeños movimientos en sus extremidades y por fin, después de aun mas tiempo, un gemido digno de una película de zombis.

-Aaaarrrggh... Aaaaa... ¿Anthony? ¿Do... donde eeestoy?