Partida Rol por web

El escudero se irguió, clavando la lanza en la tierra y lanzando una potente carcajada. Realmente le parecía un chiste haberse preocupado así por las aves que los observaban desde el enramado.

Dejó que lo ridículo de la situación se llevase cualquier pesar, al menos por el momento. Sabía que necesitaba un corazón ligero y un mejor ánimo para poder servir a su general como debía, aquello le vino bien.

- ¡Una lechuza, Ischyros! - respondió a su compañero, afirmando con una amplia sonrisa, para luego voltearse y palmear el hombro de Atreo que parecía tan tenso como la cuerda de su arco.

- Con vuestro permiso general - le dijo a Spyridon cuando Theron explicó sus intenciones de continuar con la tarea de selar el pozo. Él había orquestado la adquisición de provisiones y enseres, así como la organización de los mismos en el carro. Sabía el orden de aquellas cosas, no le costaría mucho encontrar las herramientas necesarias para el trabajo.

Se internó dentro del carro luego de guardar su escudo y lanza, uno colgado al hombro y la otra cruzada en su espalda.

Me relajé notoriamente al comprobar que sólo era una lechuza lo que había alertado al ateniense, sonriendo ante el gesto de Akintos. Aún así, no le eché en cara su error: en momentos de tensión como aquél, cualquier cosa podría parecer una amenaza. Cualquiera hubiera hecho lo mismo en su lugar: era mejor prevenir que curar.

relajé los hombros y me giré hacia el general Spyridon y el gigante Talios.

- General, si me lo permite, creo que lo mejor para sellar el agujero sería usar las propias cenizas de la casa. Eso, con un poco de agua y junto a la madera y la tierra debería crear un buen sello, como si fuera argamasa. No detendrá a esas criaturas, pero definitivamente les pondrá difícil sorprendernos por ahí. Además, para asegurar, sugiero derrumbar sobre todo el árbol que hay junto a la casa.

Miré hacia el carro, intentando averiguar cómo les iba a mi hermana y a la sacerdotisa, al igual que al resto de los aldeanos. Cuando mi hermano mayor solicitó una reunión con el general, me pareció una buena idea. Sin duda, su brillante mente habría visto mucho más de lo que aparentaba todo aquéllo. Aun así, mantenía la idea de hablar a solas con mis hermanos y mi tío en algún momento a lo largo de la noche, que ya se nos echaba encima.

- Tío Theron, hermano, quizá deberíamos reunirnos todos los de la familia esta noche. Han pasado demasiadas cosas extrañas desde que salimos de Micenas.

Me quedé entonces a la espera de las órdenes del general, dispuesto a hacer guardia o a ayudar a Akintos a acabar de sellar el agujero.

Spyridon veía como todos trabajaban para dejar cerrado el agujero. Todas las ideas eran buenas, necesitaba alguien que coordinase al grupo y así él podría ir a atender a Lykaios. Una vez más delegó en su escudero.

- Theon y yo vamos a vernos con Lykaios, hazte cargo de coordinar a todos para que el agujero quedé bien cerrado. - comentó a Akintos mientas daba muestras a todo el mundo de agradecer la ideas mostradas.

Parece que Ischyros tiene mejor vista que yo al distinguir que se trataba de una lechuza y no de una arpía:-Maldita sea!! No doy una!-grito para mí mismo y doy un puntapié al suelo. Con el arco destensado guardo la flecha que había preparado en el carcaj. 

Veo a mi hermano que le saca más partido a su fuerza que yo a mi vista. Me deprimo un poco y vuelvo a patear el suelo, esperando que alguien necesite mi ayuda.

Sellar el agujero no parecía ser tan problemático dadas las exigencias auto impuestas, con el trabajo que ya había hecho Talios, le fue fácil a Ischyros derribar otra sección mas sobre aquella aparente entrada al inframundo; ya con la ayuda de los presentes fue apilando la madera suelta. Aunque aun quedaba una sección de la casa quemada en pie y que también habría de ser derribada.

No obstante, la propuesta de Theron iba mas allá, su idea era apilar ceniza y tierra y luego echar algo de agua a la mezcla para formar un sello natural, por suerte contaban con todos los ingredientes y de sobra en aquellos momentos, solo había que ponerse a trabajar. Y claro, habría también que cortar aquel árbol y tumbarlo sobre el túnel, aunque eso si podría ser complicado. No obstante, ante las intenciones de Lykaios, el general Spyridon dejo a cargo de ese trabajo a Akintos para así reunirse junto a Theron y Lykaios con la sacerdotisa quien aun atendía a heridos en el centro de la aldea.

El imponente espartano quien había causado conmoción entre los aldeanos sugirió tirar a todos los engendros por donde habían venido, y aunque la propuesta era buena, realmente llegaba muy tarde pues ya habían echado tres cuartas parte de la casa encima de aquella entrada.

Mientras tanto, ya en el centro de la aldea, Ifianasa había cauterizado la pierna amputada de aquel hombre como mejor había podido con el cuchillo al rojo vivo que les dieran antes. El hombre, a pesar de estar moribundo, se había retorcido con intensidad, por suerte Hypatia había logrado sostenerlo sin muchos problemas, incluso para sorpresa de ella misma. Ahora con aquel hombre ya atendido, solo debían solicitar a los hombres que algunos lo movieran con cuidado al interior de alguna de las casas para que pudiese recuperarse; por suerte Dareios se había presentado voluntario para ayudar, aunque dejando al carro por completo abandonado. El joven que se había torcido la pierna ya parecía estar muy bien por lo que no requeriría atención, pero el hombre mayor que le acompañaba y que estaba ahora tirado en el suelo por el dolor de espalda, si que la requería. Tenía la espalda y ambas piernas llenas de heridas lacerantes producidas por las garras de aquellos engendros del Hades; era importante limpiarlas por completo y vendarlas para que no se infectasen y le causasen la muerte.
Mientras Theron, Spyridon y Lykaios regresaban al centro de la aldea, contemplaron una escena peculiar que quizá no tendría mucha importancia. La pareja de esposos que rescatase Atreo estaban ahora discutiendo, y de hecho el esposo parecía echarle en cara algo a la mujer mientras señalaba al espartano Ebalo quien se encontraba ahora algo lejos y no se percataba de ello.

Ante la situación el gigante se acerca a su hermano

Tranquilo hermano, estoy seguro que todos preferimos que nos den una falsa alarma a que no estén cuidando! Ya nos han tomado por sorpresa antes y eso realmente fue desastroso.

Al decir esas palabras, Talios le dio una palmada en el hombro; sabía que los hombres de verdad no necesitaban tantas muestras de cariño, de hecho lo que le hacía falta a su hermano era que sus flechas provasen sangre. Luego se retiro a ayudar con las tareas que hacían falta, procedió a derribar lo que faltaba de la casa y acarrear lo que Theron pidiese.

Viendo que todos se pusieron manos a la obra, guardé la flecha y me colgué el arco a la espalda, dispuesto a arrimar el hombro a la hora de tapar el agujero. Me puse a empujar las cenizas que podía encontrar hacia el hueco, mientras miraba alrededor en busca de algún poco y otra fuente de agua. También empecé a pensar en cómo podía derribar aquél árbol de la forma más sencilla y eficaz.

Las muestras de ánimo de mi hermano me ayudan un poco:-Gracias hermano, lo único que necesito para terminar de animarme es acertarle a algo con una flecha y a la primera.-le comento a mi hermano, que acto seguido se va a seguir derribando cosas.

Veo el carro, ahí en medio de todo sin protección, por lo que me acerco a hacer guardia en él.

Finalmente las mujeres prescindieron de la ayuda de Dareios para agarrar al hombre mientras intentaban cauterizar una herida que con muchas probabilidades le produciría la muerte, pero a la hora de acarrearlo a una de las casas cercanas, su fuerza fue bien recibida. En cuanto hubo dejado al hombre a resguardo volvió a su posición. Ahora las mujeres curarían al resto, así que por el momento no necesitaban su ayuda por lo que avanzó unos pasos separándose del carro hacia la oscuridad intentando ver si había señales de los aldeanos que habían huido anteriormente.

-A ver si regresa la gente y nos podemos organizar para descansar.

Esperaba que toda amenaza hubiera desaparecido por fin y a esos escasos diez pasos que le separaban de las mujeres y el carro, Dareios buscó un silencio para intentar pensar en lo que ocurría. Todos estaban dando por hecho que esta era una muestra de que algunos dioses querían interponerse en su misión, pero ¿y si no fuera así?. Su amada madre había muerto y hacían esto para demostrar con la ayuda de los dioses que su padre era inocente pero ¿y si esta señal de los dioses indicaba que no estaban contentos con su misión?

Dareios echó una mirada hacia el poblado, bastante preocupado por sus pensamientos. Debía pensar bien en ello, no podía dejarse llevar por un solo pensamiento.

-¿Y si padre realmente la mató y esta es la forma que tienen los dioses de mostrar que estamos errando?

Al regresar al centro de la aldea, Lykaios observa una escena entre lo que parece un matrimonio. Por los gestos que hacía el supuesto marido indicando a Ebalo, no era muy difícil dilucidar que es lo que estaba ocurriendo.

Que extraña es la naturaleza humana y los distintos y potentes sentimientos que en nosotros habitan. No hace ni un momento que ambos podían haber sufrido una de las peores muertes, a manos de una criatura nacida para provocar tal dolor y ahí está discutiendo por burdos celos. Celos que te ciegan la verdad... Pero como culparle, quién no ha estado antes en su lugar...

General, mientras Ifianasa termina con el resto de heridos iré adelantándome en la lectura de la tablilla, señor. Serio y con un simple gesto de la cabeza a modo de despedida, se dirigió hacia la sacerdotisa.

Cuando llegó hasta las improvisadas sanitarias, dijo. _ Veo que seguís ocupadas tratando a los heridos y por lo que he podido comprobar estáis haciendo un gran trabajo. Soltó señalando al hombre que había perdido una pierna.

_ Madre estaría asombrada de la gran mujer en la que te vas convertir, Hypatia. _ Le dijo a su hermana mientras le acariciaba el pelo._ Aunque si estuviese aquí, nos llevaría arrastras de los pelos hacia Micenas y a mi me dejaría el culo en carne viva a base de puntapiés. Jaj... _ La risa se corta casi al empezar, mientras dirigía su mirada hacia el cielo nocturno. Una vez se recompuso volvió a hablar pero esta vez se dirigía a las dos. _ Bueno, no he venido para entorpecer vuestro trabajo como ya imagináis. El general Spyridon me ha ordenado que descifre lo contenido en la tablilla. _ Esta vez tenía los ojos puestos en los de Ifianasa. _ Cuando termines, te estaré esperando para que me eches una mano si es que no he finalizado para entonces. _ Extendió la mano esperando el objeto de la discordia.

Se había vencido a las criaturas que nos acosaban, en principio nada mas debería ser un problema. Una vez cerrado el agujero por donde estas criaturas habían entrado en la aldea podríamos relajarnos un poco. Pero aun quedaban heridos y cadáveres tendidos en el frío suelo esperando a ser atendidos. Por ahora cada uno de nosotros estaba concentrado en algo Akintos, Ebalo, Ischyros y Atreo ocupados en terminar de cerrar la salida de seres monstruosos, Ifianasa e Hypatia atendiendo a los heridos, con Dareios y Anatolius vigilando. Spyridon y yo solo podíamos esperar a que Lykaios o la propia Ifianasa pudieran descifrar la dichosa tablilla. A la espera de esto y viendo lo que habíamos causado solo podía comentar lo sucedido con Spyridon.

- Esta claro que de ser la tablilla lo que suponemos que es....algo enviado por los dioses o relacionado con ellos, todo esto. Señalo a las casa en llamas, los heridos y los muertos. - Estaría causado por nuestra presencia...¿cuantos pueblos mas, arrasaremos antes de terminar?. Respiro profundamente antes de continuar y cerca de donde nos encontramos miro hacia la sacerdotisa y así me dirijo a ella. - Ifianasa quizás puedas decirnos que ritos utilizan en  este pueblo con los muertos...paliaríamos su desdicha si pudiéramos darles digno descanso.

La sacerdotisa sonrió cuando terminó de cauterizar la herida aunque todavía quedaba mucho por hacer si querían salvar la vida de aquellos hombres hasta los que habían arrastrado el mal. 

Madre perdónanos por las desgracias que hemos precipitado sobre inocentes... 

Para la sacerdotisa no había más opciones. Tenía que salvarles. Una parte de ella no entendía cómo podían estar perdiendo el tiempo en temas tan baladíes.. miró a su alrededor y suspiró. 

- Ébalo. Creo que es mejor darles sepultura aquí, pues aquí murieron y en el Hades no podremos enterrarles, además, quien sabe cómo operan las bestias allá abajo.. tal vez tuvieran.. tal vez.. no sé, es mejor no recordarles que les hemos dado muerte. Aunque sin duda lo sabrán. Cerrarlo está bien. No se puede sellar definitivamente ningun lugar pues el poder de los dioses para entrar y salir de sus moradas es ilimitado y nosotros simples mortales poco podemos hacer. 

Agradeció las palabras de Theron pues al menos alguien parecía escucharla. - Dar sepultura a los muertos es algo vital. Deberíamos incinerarlos depositando en ellos las monedas para el barquero**. Con eso los dioses los reconocerán y podrán descansar en la morada eterna. Gracias Theron por entender la importancia de dar seulputura a los muertos.- le dijo la sacerdotisa con sinceridad.

Suspiró para volver a sus tareas pero entonces apareció Lykaios. El hombre parecía muy convencido de lo que estaba haciendo y tenía órdenes del general ni más ni menos. Ifianasia agarró la tablilla inconscientemente mientras Lykaios, el mercader, le pedía... o exigía que se la diera. La sacerdotisa había ignorado al mercader momentos antes y estaba prácticamente segura de que no lo pasaría por alto una segunda vez. Miró a su amiga y se percató rápidamente de lo que Lykaios pretendía. Suspiró. 

- No debo dejaros la tablilla Lykaios. Y no lo haría. le dijo al mercader.  A la sacerdotisa le cuesta convencerse para dejarle la tablilla al mercader, después de todo es cuestión de rangos y responsabilidades para ella. A ella le encomendaron la tablilla, a ella, la sacerdotisa de Hera, no al mercader.  Sin embargo considero que los acontecimientos han podido propiciar un cambio. Alguien quiere nuestro mal, resulta evidente y algo me dice que no es un mal ajeno o extraño. - le miró.- A mi se me encomendó su custodia y así lo haré cumplir mas os dejaré leerla y os acompañaré en el desciframiento si así lo aceptáis. - le dijo con un tono respetuoso. Ella quería descifrar la tablilla pero era su misión, custodiarla. 

Spyridon asintió ante las palabras de la sacerdotisa. Le había encargado una tarea y la estaba cumpliendo muy bien. Observó con cierta reticencia a Lykaios. Estaba claro que todos queríamos que la misión se llevase a cabo y salvar a su padre era la mayor prioridad, pero no le hizo mucha gracia la forma de exigir la tablilla.

- Es mejor que ambos trabajéis juntos para descifrar la tablilla, tengo muy mal presentimiento acerca de ella. No es normal ser atacado por tantas criaturas en tan poco tiempo... podría ser maligna. - Observó a su alrededor por si algún aldeano había oído sus palabras, no quería que cundiera el pánico.

- Ifianasa habla con sabiduría. Ebalo, es mejor enterrar aquí tanto los muertos como las criaturas. - Spyridon echó mano de su bolsillo y sacó algunas monedas - Que no le falte a nadie la dádiva para Caronte y que su viaje les sea propicio.

Señaló a la tablilla - Y hay que descrifar eso, cuanto antes.

Las palabras de la sacerdotisa se le clavaron como mil agujas candentes. Nada en sus palabras habían hecho mención de quedársela y así se lo haría saber. Si bien le importaban muy poco aquellos aldeanos y mucho menos sus sepulturas, su misión era mas importante.

_ Ifianasa, sacerdotisa de Hera. En ningún momento he dicho o mostrado interés en quedarme la tablilla, y no es mi deseo. Las palabras de Lykaios salían con calma y tranquilidad. No soy soldado y nada puedo aportar en ello. No tengo conocimientos en medicina y no haría mas que estorbar si me pusiera a ello. No tengo la fortaleza de estos bravos guerreros como para derribar una casa y mucho menos tengo la experiencia y el conocimiento estratégico como para comandar a todo nuestro grupo.  Agachó la cabeza y dirigió la mirada al suelo. Soy un humilde mercader, que tuvo la suerte de nacer en una familia adinerada con la que pude formarme en estudios mejor que otro ciudadano de a pié.

_ No creo que la tablilla provenga de los dioses ni que sea vil o contenga una maldición. En mi opinión, nada sacaremos en claro de lo que allí está escrito. Pero necesitamos saber que es lo que pone, y si está escrito en alguna lengua que conozca lo averiguaré.

Se tomó un tiempo para que los interlocutores pensaran en lo que acababa de decir y prosiguió.

_ Todos estáis ayudando a mi familia y nadie os lo pidió, y es algo que siempre agradeceré. Se bien Ifianasa, que no lo hicisteis por mi, y no me importa pues aquí estáis. Vendando a los heridos, tratando sus heridas... incluso no dudasteis en hacerle frente a una de esas criaturas, mientras que yo no fui mas que un estorbo. Ahora puedo ayudar, y es lo que he ofrecido._ Sus palabras no estaba faltas de verdad y continuó. Olvida nuestras diferencias, pues hay gente inocente que depende de nosotros. No quiero la tablilla, tuya es la custodia y nada en mi mano evitará tal destino.

_ En cuanto a las extrañas circunstancias en las que nos hemos visto envueltos esta noche, creo tener una cierta idea del por qué. Por ello, he solicitado una reunión a Spyridon donde tu serás una parte importante de la misma. Si no he dado a conocer mis pensamientos antes, es porque bien pudiera estar equivocado y no quería crear incertidumbre en el grupo.

El carro era ahora un desastre luego de la desafortunada intervención de las harpías. No solamente el orden había sido alterado, sino que había tierra barrosa por todos lados.

No le costó mucho al escudero hacerse con las herramientas necesarias para comenzar la labor, y corrió junto a Atreo ofreciéndole una de las palas, sonriente - Con esto podremos juntar tierra y ceniza de forma eficaz - movió la cabeza en derredor, buscando.

- Allí - le dijo al arquero señalando con la otra pala una zona de tierra despejada cercana a la casa derrumbada - apilemos los materiales en ese lugar, luego agregaremos agua como has sugerido -

Saltó ágilmente y se puso mano a la obra, acarreando ceniza junto con algo de tierra al lugar elegido, intentado dar lo mejor de si. No podría atender a los heridos ni descifrar extraños símbolos, pero demostraría su fortaleza trabajando aún luego de llegar al punto del agotamiento físico y mental.

Sonreí a Akintos cuando lo vi ofreciéndome la pala y la acepté con agradecimiento.

- Desde luego, así será mucho más rápido y fácil

Nos pusimos manos a la obra, a pesar del dolor y la tirantez que empezaba a sentir por mis heridas, y del cansancion por el esfuerzo y la tensión constantes, que empezaba a acumularse.

Termino de atender mis heridas cuando el resto se organiza para sellar el agujero y realizar los ritos funerarios para los muertos. Me pongo de pie de un salto cuando veo a Akintos y Atreo moviéndose con las herramientas necesarias para ello. Me acerco y les hablo:

 - "Yo también les ayudaré a cerrar aquel agujero."

Me pongo manos a la obra junto con mi mejor amigo y mi hermano pues entiendo la importancia de sellar o más posible ese agujero infernal que solo puede conducir a la tierra de los demonios. Si lo mantenemos lo más cerrado posible, el ruido y el escándalo que se armará en cualquier intento de atravesarlo nos pondrá sobre aviso lo suficiente como para poder reaccionar a tiempo.

Spyridon se relajó. Había malinterpretado totalmente el gesto de Lykaios, posiblemente debido al estrés de la batalla. Seguía nervioso por no saber nada. En cualquier batalla normalmente contaba con información suficiente del enemigo, aunque muchas veces le podían sorprender, pero en este caso se veía totalmente perdido.

- Gracias por tu ayuda Lykaios, a ver qué podéis entender de esta tablilla... yo sigo sospechando de algún tipo de maldición asociada a ella.

Aunque Spyridon no era muy supersticioso, respetaba y temía a los dioses.

Consiguen cerrar la herida del hombre. Por raro que parezca, ha conseguido sujetar al hombre para poder cauterizar la herida de la pierna. Deja de sujetarlo una vez se asegura de que no tiene que hacer nada más y se coloca al lado. Sonríe a su Dareios.

-Gracias por tu ayuda hermano. Ahora necesito que alguien lleve a este hombre a una casa segura... debe descansar lo más cómodo posible y cuando despierte debe beber primero agua para saber si puede comer algo o es demasiado pronto. ¿Podrás hacerlo por mí? 

Aun nos queda otro aldeano más al que atender.

-Ifianasa, ve con mi hermano. Creo que descifrar esa tablilla es importante. Siempre he sospechado del mensaje que lleva grabado.