Partida Rol por web

No pude si no sentir alivio al ver caer a la bestia que atacaba a mi hermano. Al menos esta vez habíamos actuado rápido y de forma conjunta, lo que nos había permitido abatirla rápidamente, minimizando los daños. Me acerqué a Ischyros, al general y el resto, mientras ayudaban a bajar del árbol a aquél hombre e intentaban esclarecer todo lo que había pasado.

Mientras, con la flecha aún preparada y el arco listo, me acerqué con precaución al gran agujero del suelo, echando un vistazo a su interior, preguntándome qué demonios sería aquéllo. Una cosa parecía evidente, al menos: me apostaría lo que fuera a que aquellos engendros había surgido de ahí.

- Mi general, quizá debiéramos sellar este agujero de alguna forma. Temo no estemos seguros hasta que no lo hagamos.

Aproveché para intentar confirmar mis sospechas, y busqué los posibles rastros que las bestias hubiesen podido dejar al salir del agujero. Quién sabía si aún había alguna suelta por algún lugar, acechándonos entre las sombras.

Un combate límpio. Spyridon estaba contento. Los hombres habían respondido rápidamente y la amenaza había sido anulada en un instante. El general agradeció a todos el trabajo realizado.

- Lo habéis hecho muy bien, todos. - El general prefirió no insistir en el tema de la disciplina - El trabajo en equipo es lo que nos permitirá llevar a cabo la misión. Hemos de confiar los unos en los otros.

El general había escuchado a sus compañeros acerca de neutralizar completamente la amenaza tapando de alguna manera el nauseabundo agujero. Lo miró de nuevo.

- Lo único que se me ocurre es derribar la casa encima, quizás así se tape el agujero, pero no evitará que nuevas criaturas del Hades vuelvan a surgir de ahí. - Spyridon daba muestras de no saber qué hacer - Si alguien tiene una idea mejor o conoce algo acerca de estas criaturas, estaré encantado de escucharlo...

- Volvamos al carro, establezcamos unas guardias y veamos qué podemos hacer por esta gente. Necesitamos descansar para proseguir a la mayor brevedad nuestro camino.

Había corrido hacia la casa esperando encontrar otra batalla en la que probar que aun no estaba lejos de mis mejores años, pero cuando llegué los jóvenes ya se habían encargado de la bestia. Puede que esta fuera a la que habíamos estado dando caza de manera infructuosa, como dije podía ser ella la que terminara intentando cazarnos a nosotros....como había terminado pasando.

- Esta claro que con decisión, un buen brazo y hierro estas bestias pueden ser rápidamente abatidas. Buen trabajo muchachos.

Por lo que veía desde el marco de la puerta en la sala había aparte de los nuestros y el cadáver de la bestia, un superviviente. Este si contestaba a mi sobrino Ischyros podría aportarnos las piezas que nos faltaban para entender lo que había sucedido en el pueblo, antes de que nos contestara Atreo y Spyridon comentaron lo obvio que era el hueco desde donde probablemente salieron las bestias.

- Mi general, taparlo nos daría tiempo de escuchar si nuevas bestias vienen y estar prevenidos a tal efecto. No creo que a los aldeanos les importe que derruyamos la casa...si yo fuera ellos me largaría de estas malogradas tierras.   

Tras mover el carro ayudando a su hermano y manteniéndose siempre vigilante, Dareios no dejó de echar un vistazo a lo acontecido con la última criatura. Ciertamente, manteniendo el grupo unido, su fuerza era mucho mayor, cosa que momentos antes no hicieron y podía haberles costado caro.

-Tal vez no haga falta moverlos por ahora, parece que han acabado con la criatura y ahora estaremos más protegidos.

Sentía rabia por quedarse fuera de los combates, puesto que así no podría demostrar de lo que estaba hecho, pero también se decía que eso no tenía que volver a cegarlo. Como todos los jóvenes, quería gloria rápida y esa era la que se conseguía matando a criaturas extrañas y luchando valerosamente, pero había otra gloria, otros honores para el que sabía esperar y utilizar pacientemente sus recursos como demostraba Lykaios y él solo era un chico que aún tenía mucho que aprender...

Al escuchar que el general dejó abierta la puerta a sugerencias, Talios rápidamente comentó.

Mi general, debemos reunir a un grupo de expertos para que analicen la situación antes de tomar una decisión, nosotros somos guerreros; supongo la sacerdotiza será alguien más especializada en dicho tema.

Luego de una breve pausa, en la que volteó para ver que todo se encuentre en orden, prosiguió.

Y también asignarle una guardia personal a la tablilla, si estas bestías quieren entorpecer nuestra misión la tablilla seguro será su objetivo.

Talios se encontraba calmado, Zeus mismo le había otorgado la oportunidad de una gran y noble misión, la cual era comandada por gente que no solo sabía mandar sino también escuchar.

Spyridon asintió...

- Es mejor consultar primero a la sacerdotisa, buena idea, pero aún así estoy con Theron y Atreo en que hay que sellar ese agujero.

En la cabaña quemada donde todo había iniciado aparentemente, el grupo liderado por Spyridon se encontraba discutiendo acerca de que hacer con aquel agujero que se ubicaba en medio del lugar y que despedía intensos gases nauseabundos. La mayoría querían sellar aquel agujero, aunque el como hacerlo rondaba en las mentes de todos.

Allí mismo, Ischyros por su parte hablaba con el asustado y traumatizado hombre que se había refugiado en las alturas por probablemente mucho tiempo. En un principio aquel hombre no parecía querer hablar y solo temblaba, pero después entre balbuceos, empezó a soltar algunos problemas.

-Estábamos cenando. Mi padre..., salieron de la nada, justo bajo nuestros pies. El olor, y los gritos. Padre..., mi instinto fue correr, cargue a mi pequeña y eso hice. Mi esposa y mis hijos venían detrás de mi. Tuve que regresar, no podía dejarlo solo- exclamó mirando a los restos humanos que había en una de las extintas paredes laterales de la casa, los mismos que estuvieran devorando aquella criatura cuando el mismo Ischyros llegará hasta allí. -No pude hacer nada, tuve que huir de nuevo,.. y mirar-.

Talios asintió con la cabeza al general y agregó...

Mi general, si usted me lo permite puedo derribar la casa. Sin embargo no olvide por favor asignar ya una escolta a la tablilla, su seguridad es de menester.

Luego de pronunciar las palabras envió una mirada a su hermano mientras caminaba a la casa; para que sepa que él debe estar atento ya que tiene mayor rango de acción.

Me incorporé de nuevo, tras examinar el confuso rastro, y me acerqué a Spyridon y el resto, pensativo, cabilando sobre las posibles interpretaciones de lo que había visto.

- Creo que hemos abatido a todas, pero no estoy seguro. El rastro es confuso. Diría, que como mucho, salieron 10 de esas criaturas de esta casa. Aunque estoy casi segurode que solo fueron siete. Aún así, no creo que sea prudente confiarnos, mi general.

Lykaios se mantuvo atento a todo lo que su vista y oídos captaban. La bestia había sido abatida, nadie había resultado herido en este último enfrentamiento pero algo sobre obstruir un agujero por el que se supone provenían esas criaturas le llenó de curiosidad.

_ Hermano, aguarda aquí un momento y asiste a nuestra hermana e Ifianasa en lo que te puedas. Ahora regreso. Y dejando a su Dareios junto al carro se aproximó al lugar de los hechos y a los generales.

_ General Spyridon, amado tío. _ Hizo una breve pausa esperando a que estos le prestasen la atención que requería. _ Si mi memoria no me falla, y no suele ser el caso, esas criaturas viven en el tártaro devorando y torturando a los que allí residen. Antes que ellas, nos visitaron las arpías. Las criaturas aladas que nos desperdiciaron el preciado aceite sobre nuestros víveres. Carraspeó un momento a causa del humo para aclararse la garganta y aprovechar para que sus interlocutores meditasen sus palabras. _ Como bien ha sugerido el espartano, por el motivo que ya en todos nos hacemos una idea, es menester proteger la tablilla. Ésta es objetivo de al menos el señor del inframundo, cuyo nombre no pronunciaré. Pero creo que no debemos demorarnos y averiguar ya mismo el contenido de la misma, antes de que perezca algún miembro de esta empresa.

Mientras los generales pensaba que respuesta y órdenes impartir, el primogénito se acercó a su hermano. Al vislumbrar el cuerpo lleno de flechas cual puerco espín, una sensación de orgullo lo invadió. _ Atreo, padre estaría orgulloso por el gran soldado en el que te has convertido. _ Le susurro con afecto colocando se mano sobre su hombro. Aprovechó para echar un vistazo al interior desde la puerta y observar el agujero por donde habían salido aquellas bestias.

La rápida victoria hizo enardecer el corazón de Akintos. Todo había sido trabajo de Ischyros y Atreo, sin organizarse habían actuado como un gran equipo.

- Mi dori solamente ha probado carne muerta - comentó mientras limpiaba el filo del arma y observaba con malos ojos la grieta por las cuales se colaban aquellos inmundos vapores.

_ Atreo, padre estaría orgulloso por el gran soldado en el que te has convertido. _ Le susurro con afecto colocando se mano sobre su hombro.

- Nunca mejor dicho, Lykaios, tu habilidad con el arco mejora cada día - Comentó mirando al hombre que antes fuera un muchacho entrenando solitario día tras día. Una sonrisa de orgullo se mostró en su rostro, le alegraba sinceramente saber que se estaba convirtiendo en lo que siempre había anhelado.

Viendo que la intención era que el gigante de Talios derrumbara la casa sobre el foso, Akintos se apresuró a tomar distancia de aquellas ruinas y colocarse junto a su general.

- Aun habiendo derrumbado la casa sobre aquella grieta, no deberíamos dejar de vigilarla, al menos hasta que encontremos una solución permanente - miró en la dirección de donde estaba aquello, ahora enterado entre escombros y ceniza.

- No sabemos si más cosas intentarán escabullirse mientras permanecemos aquí -

Spyridon enarcó una ceja ante el comentario de Talios y ya no pudo menos que esbozar una sonrisa ante los comentarios de los demás.

Desde que habían salido de la ciudad, Spyridon había tratado de proteger la tablilla de forma casi enfermiza. Había asignado a una sacerdotisa a su cuidado y estudio y además nunca la había dejado sola.

Como general sabía cuando unas tropas era sacrificables y cuando un objetivo era prioritario. EL no era mal hombre, pero hubiera dejado a la gente de la aldea a su suerte en aras de proteger un bien mayor. Esperaba que le comprendieran. En una guerra hay otros codigos que no se aplican en la vida normal. El daría la vida por la gente de la aldea, pero antes estaba su mision y la proteccion de la tablilla.

- Echemos la casa abajo y que quede uno de guardia, cambios cada dos horas. Descansemos. Hay que poner el mayor empeño en descrifar la tablilla, de todas formas aunque hubiera sido escrita del mismísimo puño y letra del propio Hades y arrastrara una terrible maldición, nuestra misión de llevarla a su destino siguen en pie.

Mientras monto guardia, durante unos instantes no ocurre nada, oigo de lejos hablar a Spyridon y al resto sobre derribar la casa para retrasar un futuro regreso de los engendros:-No es mala idea, así no dará tiempo de preparar una trampa.-pienso mientras sigo observando.

De pronto veo de reojo un destello a lo lejos y en altura, muy fugaz. Concentro la vista y lo veo claramente, un brillo de ojos puntiagudos. No logro definir qué se esconde detrás de esos ojos pero me imagino qué puede ser:-CONTACTO!! En los árboles!.-les grito al resto.

El combate acaba tan rápido como empezó, esta vez prevenidos y buscando a nuestro enemigo, este no tuvo ninguna oportunidad. Cuando estoy a punto de sacar mi espada de modo reflejo, mi mano se queda en la empuñadura ya que la mujer ha saltado a mis brazos y se me ha colgado con los ojos cerrados con fuerza. Un segundo de pánico se apodera de mí si el enemigo se cierne de cualquier otra dirección y no tengo el escudo listo.

Sin embargo  todo parece tranquilo así que con delicadeza pero con firmeza separo a la mujer que inevitablemente se ha percatado de quien es el guerrero más válido y bello, por qué no decirlo. Iba a regalarle unas palabras de coraje para que se tranquilizara, cuando llega un nuevo aviso de peligro, se me ha pedido que apague los fuegos, pero con tanto ajetreo es imposible, soy un profesional y no me dejan concentrarme a una tarea.

-Quedaros contra el muro, os defiende un guerrero puro- les pido que se sienten con la espalda contra el pozo y me coloco delante de ellos con espada y escudo en alto, con un fluido movimiento mientras mi pelo se agita al mirar hacia donde indican.. Me debo a mi público.

Agradecido ante las palabras de mi hermano y Akintos, les sonreí a ambos y les devolví gestos de cariño y afecto.

- Os agradezco vuestras palabras de corazón y, aunque me honran, debo decir en honor a la verdad que esta vez ha sido más obra de la suerte que de mi tino al disparar. Además, Ischyros ha mantenido a raya a la criatura a brazo partido. Sin él, quizá estaríamos lamentando más desastres.

Escuchando las palabras de mi hermano Lykaios, todo parecía encajar, aunque seguía careciendo de sentido. ¿Por qué el señor del Hades iba a ir tras aquélla tablilla? No tenía ni pies de cabeza, y empezaba a estar seguro de que allí pasaba algo más, mucho más siniestro, quizá, de lo que nos habían contado. La idea de que nos hubieran manipulado con otro fin que no fuera el de ayudar a Padre me repugnaba, pero me guardé de decir nada en aquel momento; entendí que era un tema que era mejor tratarlo en privado, con mi familia, primero.

Me mantuve cerca de Akintos, mirando cómo el mercenario intentaba bloquear la entrada al túnel con su colosal fuerza, meditando sobre si habría alguna forma de asegurar mejor aquel nauseabundo agujero, cuando oí el grito de alerta de Anatolius. Me puse en tensión rápidamente, con la flecha y el arco, que nunca habían dejado de estar preparados, y miré a un lado y a otro, buscando el origen de la alerta, listo para entrar en combate de nuevo si era necesario.

Mientras el joven escudero escuchaba las órdenes de Spyridon con atención, sobre todo a la parte que mencionaba descansar, ya que todos necesitaban recuperar fuerzas y sobre todo recuperarse de las heridas, la advertencia de Anatolius lo hizo sobresaltarse y empuñar su arma instintivamente.

Su reacción en ese momento fue colocarse en posición de falange, flanqueando tanto a su general que se encontraba a se derecha como a su compañero Atrea, a su izquierda, dejándole el espacio justo para poder disparar y mover es escudo para defenderlo si era necesario.

Sus pupilas se hundieron en la oscuridad que reptaba entre las hojas y ramas de la enorme vegetación.

- Una voluntad mayor no cesará en atacarnos, pero otras voluntades nos darán la fortaleza para no flaquear en nuestra misión -

- No temais, hay más olímpicos de nuestro lado que en nuestra contra - murmuró para quienes tenía cerca. Antes que preocuparse por su propio bienestar, lo importante para él era hacer lo que sus seres queridos necesitaban, sus amigos, la familia que había elegido.

Talios procedió a derrumbar la casa, la tarea no fue difícil, solo requirió un poco de su fuerza. Sin embargo la duda quedó en la mente del gigante al ver el gesto del general, "será que me ha mal interpretado?" "Habré dicho algo mal", aquellas ideas rondaban cuando su hermano pone en alerta al grupo. Acto seguido corrió en dirección de la tablilla.

El muchacho al que mis sobrinos habían rescatado, balbució una explicación de lo que había ocurrido...habría que creerle, nadie pasaba por algo parecido sin sufrir traumas. Spyridon había considerado nuestras palabras sobre derribar el muro y tras una pequeña deliberación Talios se había puesto a ello se notaba que el ateniense tenía fuerza de sobra para derruir la casa el solo de sobra. Ahora otra cosa sería que el agujero quedara tapado de la manera correcta....un rato después de mirar las ruinas de la casa me pongo a derruirla junto al ateniense.

-  Que no se diga de la gente de Micenas, que no sabemos derribar paredes como el mejor.

Aun empujando una de las paredes de la casa, estaba atento a las conversaciones que había a nuestro alrededor. A Lykaios explicando la procedencia de las criaturas a las que habíamos abatido, cosa que temía y que había esperando que solo fuera cosa mía estaba tornando realidad. La dichosa tablilla podría estar causando todo esto y poniendo a mi familia en peligro.

- Dichosa tablilla..... Con un gruñido nacido de la frustración, empujo un poco mas los restos de pared. - Este viaje se esta complicando por momentos.

No acababa de decir esto cuando el otro hermano ateniense nos advirtió sobre un nuevo peligro. Parecía que en esta noche interminable mas y mas criaturas venían a probar nuestros brazos.

- Señores ya saben lo que hay que hacer y tras las últimas interpretaciones ya sabemos tras que pueden ir esas criaturas.