Partida Rol por web

Después de analizar los cuerpos y la situación, el gigante se quedó pensativo y en unos instantes rompió el silencio de la noche

La bestia ha escapado, seguro es un felino de gran tamaño, y los felinos ven bien en la oscuridad; mí general, sugiero que nos retiremos mientras aún quede luz de la antorcha, nuestra misión no es cazar ningún gato sino salvar la vida de un hombre inocente.

Al finalizar las palabras, perdió su mirada en el bosque, esperando estar listo para cualquier situación.

Spyridon asintió a Talios.

- Regresamos, pero todo el mundo prevenido y con las armas a mano.

El propio general llevaba su espada y escudo listos para la acción.

Las heridas de los cuerpos me dicen lo mismo que Talios le ha informado al General, que fue un felino de gran tamaño, una criatura muy grande del tipo que me parece raro que haya podido pasar tan desapercibido. Miro a mi alrededor, desconfiado y confundido, sin saber si la criatura está a nuestro alrededor, acechando o simplemente ya se ha ido.

El General da órdenes y yo las obedezco sin pensarlo. Desenfundo mis dos filos y comienzo a caminar en la formación que disponen para el regreso mientras mantengo mi atenta mirada a nuestro alrededor, ya no concentrándome en el cielo sino en los árboles cercanos y matorrales donde un felino pueda camuflarse.

El Espartano estaba un poco decepcionado con el general. Esperaba un alarde de liderazgo y de saber proceder de años de experiencia, sin embargo sólo se hace eco de lo que los demás dicen, repitiendo como haría el contramestre de un barco. Si bien es cierto que son buenas ideas todas ellas, me resulta muy poco práctico que en un escenario de batalla hayan tantas voces. Supongo que es la falta de costumbre. Cuando vuelve a hablar el gigantón, vuelve a sugerir el método de actuación. Me ha ignorado por completo, es algo a lo que Ébalo tampoco estaba acostumbrado y no cejará en su empeño, en que el guerrero llamado Talios y él se hagan buenos amigos.

Al ver que no se podían quemar los cuerpos y ya teníamos palos suficientes para improvisar unas literas propongo una salida digna para guerreros como nosotros.

- Mi general a de saber, que una salida honrosa, de esta situación horrorosa, creo tener- señalo a los cuerpos- devolvérselos a sus familiares, en lugar de dejarlos abandonados, tenemos para usar palos amontonados, será un regreso honorable.

Es sólo una hora de camino, entre Talios y yo deberíamos poder llevar los cuerpos, y si nos cansamos mucho podemos cambiar con Ischyros y Akintos. Visto de una manera más heroica hemos ido hasta el cubil de la bestia y ha huído, pudiendo impedir que los devorase y no darles una entrada digna al inframundo. Y en un rincón malévolo de su cabeza, tiene pensado que si la criatura no quiere dejar escapar su cena, tendrá que salir...

Spyridon escuchó las palabras de Ebalo, pero tuvo que declinar.

- Tienes razón, Ebalo, pero no podemos hacerlo. Con un gran felino acechándonos en la oscuridad no puedo prescindir de dos guerreros para cargar cuerpos. Mi idea era quemarlos y que tuvieran al menos un final más digno, pero no ha sido posible.

- Como he dicho, os quiero alertas y en formación cerrada, vigilando los flancos. Si es un gran felino no lo veremos llegar hasta que lo tengamos encima.

La antorcha parecía vacilar por momentos, el fuego jugueteaba y lamía con fuerza la madera.
- No nos queda mucha luz - comentó en voz alta a ninguno en particular.

Muy entusiasmado había salido, esperando poder al fin luchar espalda a espalda junto a sus amigos y su mentor. Lo infructuoso de esta cacería lo había puesto algo inquieto.
Los dioses les estaban dando batallas cuando estaban poco preparados y paz cuando estaban listos para una escaramuza.

- Mi dori volverá sedienta - comentó, vigilando su formación e intentando aprovechar las últimas migajas de luz que se desprendían de la antorcha.

- Con la bestia aún suelta no podremos seguir el viaje - se quejó, aunque la verdad es que deseaba entrar en batalla, ahora se arrepentía de no haber comenzado una pelea en la taberna.

El examen a los cuerpos no rebelaban nada que no hubiesen podido adivinar a simple vista y la falta de rastros o pistas que sirvieran para terminar de dar caza a la escurridiza bestia. Sin poder decir nada que fuese de ayuda, pues ni pudo averiguar nada de los cuerpos ni tampoco podía ayudar con el problema de la falta de luz, el joven guerrero se posicionó siguiendo las órdenes de Spyridon. 

Con la amenaza constante de un acechante desconocido no podían hacer más que extremar las precauciones. Y, por amarga que fuese la decisión, debían dejar allí los cuerpos y volver mientras todavía aguantasen sus antorchas. Daeiros, con la ayuda de la luz, se esforzaba por mantenerse vigilante ante cualquier movimiento extraño o que pudiera resultar amenazante. Ya vieron de lo que es capaz la criatura que tanta muerte está sembrando. No podían despistarse si no querían terminar del mismo modo...

Ante las palabras del espartano, el gigante ateniense asintió con la cabeza, aquellas familias deberían poder al menos ver sus difuntos; pero al escuchar las decisión del general Talios bajó la mirada. Yo quién tanto ha criticado a los que se desvían de la misión estaba a punto de favorecer un plan que nos pondría en riesgo.

Aquello dejó pensativo al guerrero, una vez más se veía la determinación del general; seguramente la experiencia le ha enseñado a escuchar pero no pierde de vista la misión.

Después de unos instantes de silencio, rompió su propia reflexión, levantando la cabeza y extendiendo los hombros dijo

A sus órdenes!

Luego procedió a cumplir con la formación, procurando estar cerca del general. Y dirigió la mirada al espartano, tratándo de transmitir la aprobación de su idea pero la resignación de que se tiene que hacer lo correcto.

Las palabras de Ébalo son muy acertadas. Los familiares de estos buenos hombres necesitan tener los cuerpos de sus caídos para darles justa sepultura y ellos mismos necesitan el rito para poder entrar bien en el inframundo. Es una necesidad de esas pobres víctimas que no podemos desoír.

Por otro lado, las palabras del General son también ciertas. Pienso un momento entre los pros y contras de llevar los cuerpos, intentando justificar lo que planeo hacer. Habiendo encontrado algo, pero sabiendo que Spyridon igual se negará por lo obtuso que es, tuerzo el gesto de mi rostro y niego con la cabeza antes de volver a los cuerpos.

 - "No puedo dejarlos aquí, no es justo. Luego de todo lo dicho y ya que no hemos matado a la criatura, nadie volverá por estos pobres hombres. No es justo para ellos ni para sus familias. Además, puede que vernos con ellos le haga salir de su escondite y nos facilite la misión."

Guardo mis filos y me cargo el más entero de ellos sobre los hombros, como si de un enorme saco de grano se tratase. Luego miro al resto y pregunto:

 - "¿Alguien me podría ayudar con el otro?"

Camino hacia la formación con el cuerpo sobre mí, a sabiendas de que al General no le gustarán mucho mis actos (otra vez) pero soy un esclavo de mis valores y simplemente no puedo dejarlo como está. Además, no le temo a un maldito gato enorme, así que si los quiere, que venga por ellos.

Spyridon miró a Ischyros pero no dijo nada. Esto no era una operación militar y no tenía mando efectivo, por lo que decidió no hacer comentarios acerca de la insubordinación, pero mentalmente consideró el tener un hombre efectivo menos en el grupo.

Ya había dado sus órdenes. Inició la marcha de retorno.

- El viaje debe continuar, pero tendremos que hacerlo con mayores precauciones. - respondió a Akintos - Esto no ha terminado.

El espartano miró durante un segundo al general, había escuchado su idea y la había desechado. Poco más podía hacer, el general es mucho más práctico que él, tiene una visión más panorámica de la situación. Asiente con un suspiro de pena por los cuerpos y pasa junto al gigantón que le devuelve la mirada, levanta las cejas y ladea la boca, que le vamos a hacer.

Sin embargo sus palabras dirigidas al general también calan en Ischyros, hombre de honor y de sentimientos profundos, que comparte su visión heroíca en todo aquello que emprende. El joven hijo de Ptlomeo será un gran hombre, pero ahora mismo Ébalo se siente responsable de una posible fisura entre Spyridon e Ischyros.

En cualquier caso el general dijo que no podía prescindir de dos hombres, no dijo que no pudiera priscindir de uno. Me pongo en la formación junto a Ischyros y le sonrío, con la risa casi asomándome, muy listo.

Los Héroes se vieron por un momento ante la dura decisión de tener que dejar atrás a los cadáveres de aquellos cazadores, decisión que causo polémica pues había quienes con gran firmeza, se rehusaban a dejarlos atrás, y tal era el caso de Ischyros y Ebalo, dos de los mejores combatientes cuerpo a cuerpo del grupo.

Con el rumbo tomado y la meta clara, no hubo mucho que hacer por lo que se emprendió la marcha de regreso a Midea, tarea que no fue nada fácil aun con las antorchas pues el bosque era denso y encontrar el camino correcto era una tarea muy difícil cuando se trataba de recordar patrones y puntos con que guiarse por el camino. Buscar el rastro era una opción, pero sin la guía del cazador, podría tomarles mas de dos horas.

El fuego en el bosque, que había sido originalmente hecho por el grupo de Héroes dirigido por Ischyros tal como estos les contarán mas tarde, se habría extinguido muy rápido pues los héroes no habían tenido la capacidad de mantenerlo. Según les contaran estos a su llegada, estuvieron de ambulando solos por el bosque por cerca de una hora y media debido a que el cazador guía les había abandonado en medio de la oscuridad, victima del miedo. Y por esto, un fácil retorno había sido una tarea sumamente difícil.

En total, el grupo de Heroes había estado en aquel bosque por algo mas de 2 horas y ahora a su regreso a la aldea, tras dirigirse directamente a la posada, se toparon con el general Theron y Anatolius algo nerviosos en la entrada, sin saber si partir a ayudarlos dejando a los demás atrás o cumplir las ordenes y permanecer allí a la espera.

Las noticias de ambos bandos fueron malas, por un lado el grupo de cacería solo había encontrado sangre y muerte sin poder cazar a la bestia mientras que el grupo que se quedo en la posada se vio en la dura experiencia de ver una vida perderse en medio de la intensa agonía.

Tras la partida del médico, salí de la posada para que me diese el aire, en ese momento vi a los lejos un incendio, en el centro del bosque. Avisé al resto, Theron y yo nos quedamos en la entrada de la posada debatiendo entre ir a ayudar al resto del grupo o quedarnos a esperar. Entre debate y debate, vi aparecer al General Spyridon y el resto de guerreros volviendo del bosque:-Ya no tenemos que ir a buscarlos, Theron. Mira.-le dije al general micénico mientras señalaba a Spyridon y al resto.

-Bien hallado General Spyridon.-le dije con respeto. A continuación vi a mi hermano:-Espero que hayáis tenido más suerte que nosotros, hermano. Vamos adentro para hablar.-le dije. 

Después de horas de caminata en el bosque, al fin se observan caras conocidas en la entrada de la posada, aunque sus rostros no reflejan felicidad. Instantes después escucha su hermano hablar, aquel mensaje que implícitamente hablaba de que no habían terminado los problemas.

No sabría exactamente como llamarle, no hemos encontrado a la bestia, solo restos de aquellos quienes merendó.

Al termino de sus palabras, se acercó a darle una palmada en la espalda para entrar a platicar.

Spyridon apenas dijo nada. Saludo a Anatoilus con un ademán y fue a la barra a pedir una bebida. La noche había pasado en balde, no habían encontrado a la bestia y además ahora estaban cansados como para continuar. Pensó en retrasar un día la comitiva, pero el tiempo era crucial para Ptolomeo, no podían permitírselo.

- Descansaremos unas horas, pero almorzaremos pronto y emprenderemos camino inmediatamente después. No quiero que estemos todos cansados y es probable que nos encontremos a la bestia por el camino - Con la suerte que estamos teniendo - La última reflexión prefirió no decirla en alto.

- Si alguien ha descansado, que se ocupe de preparar lo que pueda del carro y de repasar que llevamos todas las cosas que nos hacen falta.

Espero unos minutos por si alguien tenía algo que decir antes de retirarse a descansar hasta el mediodia.

El pesar y la decepción por la fallida partida de caza rondaba por la mente de Daerios. Una oportunidad para probar su valor como guerrero que se había esfumado en la negra noche. Además de ello, sin el cazador a su lado el camino de regreso resultó más complicado y tortuoso de lo esperado. 

Una vez llegaron a la taberna, la suerte tampoco había sonreído al resto del grupo. El convaleciente amigo del cazador sucumbió a la llamada del Hades. -Si me lo permitís, me gustaría descansar.- Dijo sin llegar a opinar nada en voz alta sobre el resultado de su búsqueda. -Ha sido un día muy largo.- Añadió en respuesta a las palabras de Spyridon. Realmente se sentía exhausto por la dura caminata y la constante tensión por la amenaza constante de la bestia. Con la mente despejada y el cuerpo descansado, podrían probar suerte al día siguiente.