Partida Rol por web

Primavera de 2948

Habían pasado unos meses desde que la Compañía afortunada había completado con éxito el encargo de Ptek. El otoño había dado paso al invierno y el invierno había terminado hacía unos días dando paso a la primavera.

Se cumplía un año desde que Ptek, el mercader, había contratado los servicios de los héroes de la Compañía afortunada. Habían descansado el otoño y el invierno cumpliendo pequeños encargos para el propio Ptek que había comenzado a apreciar a la compañía y ahora se consideraba su mecenas. 

Pocos días después del comienzo de la primavera uno de los mensajeros de Ptek se personó en la casa en la que habitaban los héroes y les entregó un mensaje. Al parecer Ptek es amigo de Gloin, uno de los enanos que había sido miembro de la compañía de Thorin hacía unos años, cuando la desolación de Smaug y tiene un encargo para vosotros.

En la carta, Ptek os cuenta que Gloin quiere hablar con vosotros y que os cita esa noche en su casa de la Ciudad del Lago. Sonreís pues tenéis un nuevo encargo y además para uno de los enanos más famosos del Valle y de Esgaroth. Seguro que paga bien.

-¡Aahhh! Magnífico, ¡magnífico!- dijo el joven Hojarasca soltando una gran bocanada de aire. El tunante hobbit iba abriendo el paso, un par de metros por delante del resto. Brazos extendidos como tratando de abrazar el horizonte, brillante sonrisa -Estaba deseando salir otra vez hacia lo desconocido, hacia lo salvaje...¿Vosotros no? Y vamos a conocer al señor Glóin. Con esto obtendré la inspiración que necesito para mis próximos escritos. ¿Cuál fue el último encargo del señor Ptek?- preguntó volteando ligeramente la cabeza. Una voz, entre risitas, replicó -¿Sacaros a vos de la posada el Gusano Sumergido tras una buena fiesta?-. Sorprendido por la respuesta Felggo dio un saltito y abrió los ojos con el ceño fruncido -Eh uh, no, no me refería a ese. Es igual...-. El mediano se encorvó ligeramente y susurró para sí -Ah si, eso es, pero ¿dónde he dejado esos borradores? Bueno, es igual, con esta libreta tengo suficiente para lo que nos espera...- y retornando al humor inicial alzó la voz -¡A la aventura! 

El entusiasmado mediano había ya enviado un par de cartas a la posada familiar ubicada en Bree. Aunque no estaba cien por cien seguro de que estuvieran llegando, ya que el tipo al que se lo encargaba volvía del viaje demasiado pronto, pero estaba pagando buen dinero por ello y no sabía bien como se movía por aquí la correspondencia. Probablemente el señor Skarf la llevara a algún puesto en el bosque, donde pasaría a otro mensajero, y de ahí al siguiente. Con la primera misiva Felggo hacía saber a su familia que se encontraba bien. Si el mensaje había llegado, debió haber sido un petardazo como esos que solo lanzan los magos. Le habría gustado personarse él mismo, pero se necesitaban muchas manos en esta zona para relanzar la vida tal y como era antes, o incluso mejorarla con las nuevas posibilidades de amistad y alianza. En la segunda misiva había incluido algunas historias tanto heroicas como graciosas que había vivido con la compañía, y explicaba brevemente como se desarrollaba la vida aquí, las diferencias con la Comarca, etc. Felggo pensaba que, de quedarse, quizás podría dentro de unos años montar una posada a semejanza del Mediano Errante. Aunque no tenía claro que él tuviera la suficiente voluntad y ánimo como para llevar tan arduo trabajo adelante como lo hacia su tía Enrisaura. Quizá dentro de muchos años.

Mesándose el pelo y pensando en sacar la pipa, recordó otro encargo -¡Oh, mi señora Pies Ligeros!- dijo echando la vista atrás. -En la mochila tengo lo que me pediste del mercado. Esta vez no lo olvidé- siguió con una sonrisa -Bueno, para ser justos no he encontrado todo. Pude conseguir hojas de Darsurion, Megillos,, raiz de Arlan y algunas bayas. Lamentablemente no hay forma de encontrar ni ese cactus... ¿Gariig?, ni esa otra fruta que pediste... ¿llave de león* se llamaba?

La charla sobre plantas llamó la atención de Anaryenel más que el mensaje del Ptek. Inmediatamente, bajó de la terraza, donde meditaba junto a algunas plantas que cuidaba, y desde dónde había oído toda la charla del parloteante hobbit. Suspiró con paciencia, mientras les decía a los dos medianos: -Yavethalion, como viene del mar, es posible que no haya demasiadas existencias, pues estamos muy alejados de él, amigos. Gariig me extraña, pues debería haber algo al norte de aquí. En cualquier caso, seguro que localizamos en breve. - Sonrió a Patukkas, que había pedido sus plantas, y a Felggo. Aquel acelerado mediano era un auténtico terremoto, pero siempre con alegría. Inclinó la cabeza agradeciendo su compra. 

Anaryenel miró las plantas que había traído el mediano, y les dijo unas pocas palabras en élfico silvano, implorando la bendición sobre la función que fueran a hacer, siempre que fuera buena. Y les sonrió. Luego, recordó las palabras del enviado de Ptek, y asintió. - Dile que iremos en breve. Estaremos orgullosos de presentarnos al señor Gloin, que es bien recibido ahora en las moradas de mi señor Thranduil. - Tras esas palabras, el elfo del bosque Negro hizo una inclinación, y se puso a tararear una breve tonada, dulce y pausada, sobre la primavera y los árboles que le daban la bienvenida. 

Miró a la vez, al resto de sus compañeros. Quería saber la respuesta de todos ellos a lo que acababa de decir. Sabía que había hablado con premura y había hablado por ellos, pero las misiones de Ptek eran siempre bien recibidas, así que había hablado en consecuencia. Y ya tan sólo esperaba el momento de partir. El Mal debía ser combatido

Había pasado bastante tiempo desde que nos contrataron, yo seguía trabajando en una forja, pues no en vano ha sido el trabajo que he realizado durante toda mi vida, bajo las enseñanza de mi difunto padre, mientras esperaba que nos llamaran de nuevo para alguna misión, la misión del mercader había sido entretenido, pero cuando llego a casa, y me cuentan lo de la carta, "es algo importante, estamos hablando de uno de los miembros de la compañía de Tobrin escudo de roble, es todo un honor que quieran confiar en nosotros" digo a mis compañeros, aunque no consigo evitar que recordar la montaña solitaria me devuelva a la batalla de los cinco ejercitos, donde el mi padre cayo, y también recuerdo que cuando terminamos la misión para el comerciante, envié por fin una carta a mi familia, y llevo un año sin enviar ninguna.

Mientras el hobbit y el elfo hablan de sus plantas, yo vuelvo a mi habitación, donde tengo en un baul todo mi equipo de aventurero, esperaba que tuviera la oportunidad de derrotar orcos y poder vengar a todos los que cayeron a sus sucias manos, por lo que primero hago es empezar a limpiar mi y preparar mi equipo, algo que hacía cada semana por si hiciera falta, "si alguno necesita que eche un vistazo a su equipo para tenerlo en optimas condiciones, que me avise" le digo al resto de la compañía.

Tras completar el encargo de Ptek, volví unos meses a mi oficio de Guardián de caminos en la zona de Ciudad del Lago, dado que ahora residía allí. Volver a la rutina es lo que más me gustaba, encontrar a mi presa, darle caza y acabar con ella. Tras un año de actividad, entre medias realizando algún encargo para Ptek, la mañana de la notificación para ir a ver a Gloin, compañero de Thorin Escudo de Roble, estaba cazando huargos del bosque. Son algo más delgados que los huargos de las llanuras pero igual o más fieros. Abatí al alfa y dos más antes de que la manada se dispersara. Con una mueca, saqué mi cuchillo de desuello y quité las pieles de las tres bestias y corté el cráneo del alfa, lo metí en un saco y envolví las pieles antes de volver a la ciudad para informar. 

Tras recibir parte de la recompensa por el encargo, les dije que había dejado los cuerpos de los huargos para que se los comieran el resto de la manada, si iban unas horas después podrían encargarse del resto. Me llevé la cabeza y las pieles de vuelta a la casa con el resto. Al llegar dejé la cabeza del Alfa sobre la mesa:-Béli, tengo algo que contarte. Este huargo, estuvo en la batalla de los cinco ejércitos, ves las marcas en la piel? A este huargo lo hirieron armas enanas y creo que por lo que me contaste del orco que acabó con tu padre, este huargo pertenecía a ese orco. Ves esta marca? Cada clan orco marca a sus monturas y este es del clan de ese orco.-le expliqué mientras le iba enseñando las marcas de heridas enanas y la marca del clan orco:-Espero que te sirva en tu venganza.-le dije apoyando una mano en su hombro. 

.-Curtiré las pieles para hacer capas de invierno para todos. Béli dejo a tu decisión lo que quieras hacer con la cabeza del huargo.-dije y llevé las pieles a la forja de Béli para colocarlas en el soporte para curtir, tensé las cuerdas de sujeción y dejé secar las pieles para trabajar con ellas más tarde. Volví adentro con el resto y entonces llegó Ptek para informarnos sobre la petición de Gloin:-Si todos estáis de acuerdo vayamos a verle.-dije al ver la expectación de el resto por ir a ver al compañero de Escudo de roble. 

ante la llamada de Lurick me acerco al huargo, la marca del clan orco que mencionaba el cazador la había visto, tal como decía, "Muchas gracias, pero dudo que encontréis a ese orco, ya está muerto, cuando mato a mi padre, mi hermano y yo nos lanzamos a por el, dudo que sobreviviera a un hachazo en la cabeza" le digo al humano, "Esta cabeza esta bien, guardalo como un trofeo, no todo los días se encuentran lobos como estos" de todas maneras guardo la idea del clan orco al que pertenecía el dueño de este ser, esperaba que vuelva a querer vengarla, entonces podría matar a mas miembros de ese clan y seguir vengando la memoria de mi padre.

–¡Eso es! Y-yav-veth-aleon... Yavethalion, eso es. Yavethalion– dijo Felggo señalando a su amigo y salvador. –¿Gaarig? No tengo ni idea. Con estos encargos estoy sólo aprendiendo sus nombres y asociándolos al olor de las hojas secas o la forma del fruto. Demasiado complejo me resulta ya, como para también conocer su origen o donde encontrarlos. Eso se lo dejo a nuestra sabia compañera. Pero poco a poco voy conociendo los puestos de venta, los mercaderes más abiertos a negociar, y la propia ciudad– siguió mientras el resto reaccionaba a las nuevas que había traído el mensajero.

–Oh, si, es toda un eminencia. Y supongo que para usted, mi buen señor Hachahierro, deberá ser incluso más emocionante el poder conocer a tal legendario enano– indicó tras el comentario de Béli. –Le agradezco su ofrecimiento pero en mi caso no será necesario. Como ya sabe, suelo viajar corto de equipaje. Para mi lo imprescindible es la espada, la pipa y mi flautín. Y a la primera le doy un mayor uso de abrecartas que para otro menester. Ah, y un buen abrigo para cuando refresca por la noche...– respondió el dicharachero hobbit con los sonidos de la forja de fondo. Cuando se conocieron, en los primeros momentos el joven Felggo sentía más pavor del enano que otra cosa. En general no le daban buenas vibraciones los rudos guerreros siempre prestos para la batalla. Pero después de tantas vivencias relacionadas con la lucha contra la sombra, la confianza entre ellos aumentó y el chico descubrió el lado bueno del khazâd originario de las Colinas de Hierro. Y lo cierto es que al chaval le encantaba sentarse frente a la forja con su pipa y ver al orgulloso enano trabajar el metal con una sonrisa en el rostro.

Por allí apareció luego Lurick hablando sobre las piezas de huargos que había cazado, y el muchacho se estremeció. Tenía poco estómago para esas cosas, y prefirió retirarse a terminar de preparar las cosas, aunque finalmente terminó de escucharlos desde la distancia. El hijo de trotamundos también tuvo sus más y sus menos con el bárdido en sus inicios. Algo semejante a lo que le pasó con Béli. La inquina que tenían hacia los orcos, su obsesión por dar caza a todos y cada uno de ellos, el deleite con el que terminaban de asesinarlos... el joven Felggo no terminaba de entenderlo, posiblemente porque él no había tenido la desgracia de perder a ningún ser querido por los pérfidos agentes de la sombra.

- Perfectamente pronunciado, inquieto mediano. Yavethalion. Me alegra ver que progresas en todos los sentidos, incluso en el de las plantas de nuestra hermosa Yavanna. Pero no te agobies por los usos y desusos. Eso le estoy enseñando a Patukkas. - Dijo Anaryenel, bastante orgulloso de los progresos de su amigo hobbit. Para alguien como él era una alegría ver cómo sus amigos veían las plantas como algo más que lugares de pisarlas. 

- Béli Hachahierro, compañero, gracias por tu ofrecimiento. Pero mi espada la afilaste la semana pasada, y creo que habías dicho que habías terminado de preparar las nuevas flechas la otra noche. Por mi lado, estoy dispuesto. - En el pequeño salón en el que estaban, Lurick había hecho su entrada, con un presente para Béli. Anaryenel le saludó con gracilidad y amabilidad, y se dispuso a escucharles. Sabía del dolor de Béli, y agradecía que Lurick intentase paliarlo, pero el honor de los enanos era cosa compleja, según se cantaba en los salones de Thranduil, y por eso comprendió su reacción. De hecho, quizás la visita al propio Gloin podría removerle recuerdos. 

Se dirigió entonces a por sus cosas, dispuesto a salir a la reunión. No sabía que esperar de aquel enano de la compañía de Thorin, a quien vio de lejos en el Bosque Negro cuando las aventuras que les llevaron a la muerte de Smaug, pero si sabía que siempre sería en contra de la Sombra. Y eso era bueno.

Había estado distraída. Seguía pensando en volver a la comarca y trabajar las tierras de su padre o seguir con la compañía. Poco a poco, todos se habían reunido alrededor de la mesa. La comida estaba casi a punto.

-Patukkas - corrijo a Felggo - o Pat si lo prefieres. La señora Pies Ligeros es mi tía Brunna.

Me levanto a la cocina y tras unos minutos regreso empujando una mesita rodante donde descansa una marmita humeante.

-Marmitako -explico - he seguido una receta de unos Hobbits del norte de la comarca, buenos pescadores y mejores personas. Espero os guste.

Escucho con atención las distintas conversaciones para hacerme una idea de la nueva misión. 

Cuando Lurick deosita, casi arroja, la cabeza de huargo sobre la mesa, me sobresalto un poco. Hacía que no veía uno tan cerca desde la batalla de los cinco ejércitos.

-Aparta eso de la mesa joven. Vamos a comer. Ocas cosas tan importantes como llenar bien la tripa antes de una larga marcha. 

Voy sirviendo los cuencos del guiso. 

-Uno bien colmado para ti Beli. No te quedes con hambre que estamos creciendo - ofrezco en tono burlón.

-Anaryenel, dudaba entre ponerle laurel o albahaca. Me he saltado la receta y le he puesto esta última. Creo que resulta más fresco así 

Tras volver a entrar, Patillas esta sirviendo la comida:-Te pido disculpas, Patukkas. La cabeza de ese Huergo era importante y no sabía que ibamos a comer tan pronto.-le digo a la hobbit con sinceridad y le agradezco el cuenco de marmitaco a sintiendo con la cabeza. 

. -Anaryenel, con alguna las patas de las pieles puedo hacerte unos nuevos antebrazos para el invierno. Lo mismo para todos.- les digo al resto sobre la próxima cosa que he de hacerles y me pongo a comerme el contenido del cuenco que tan amable ha sido Patukkas de prepararlo. 

Sonrio grande a Lurick. 

-No es necesario que te disculpes. Y... -añado avergonzada -puede que tengas razón y sea algo pronto para la comida. Pero todavía me pongo nerviosa ante ciertos eventos y conocer a un enano tan importante como Gloin es uno de ellos. Miro a Beli para que sepa que no estoy menospreciando su amistad para nada. -Además, cocinar me relaja. 

-Felggo. Para ti también, doble ración y recordad que podéis repetir. Luego, en el camino, no tendremos tiempo para degustar ricos guisos

Ya con las cosas preparadas para salir, dejadas respetuosamente en una de las paredes, Pittien miró sonriente a la hobbit, que había sacado aquella comida deliciosa a la mesa. La mediana le sorprendía con diferentes platos de cuando en vez, y el elfo lo agradecía, porque eran generalmente delicias que no se podían probar en el palacio del rey. Así que, pese a la premura de la reunión con Gloin, asintió a la necesidad de comer algo. 

- Patukkas, me parece que el laurel sería más para un guiso de invierno, así que mi paladar se alegra al poder saborear algo más primaveral. Ha sido una excelente elección. Y unos deliciosos ingredientes. Disfrutemos de esta comida y vayamos a ver qué desea el señor enano. - Miró a Lurick, tras su ofrecimiento.- Me parece un ofrecimiento muy amable. Yo lo aceptaré, y si lo deseas, te ayudaré, aunque lo mío es el trabajo de la madera, amigo.  

Pittien tomó su comida con pausa, paladeando los sabores de aquel manjar. Los elfos, aunque inmortales, disfrutaban de la buena comida, bebida y compañía como cualquier otro, así que les sirvió un buen vino de Dorwinion en las copas de madera que les había regalado al comenzar el otoño, ligeras y suaves como el cristal, que cuidaban el sabor de las bebidas con mimo. 

–Nunca es demasiado pronto para una comida. De hecho hace poco tuvimos el cuarto desayuno pero... Hmm al oler el aroma que sale de la cocina ya tengo hambre –dijo el alegre hobbit acariciándose la panza con la mano.

–¿Marmitako dices que se llama? Te adoro, Pat, cada día nos sorprendes con algo nuevo –siguió dando algún saltito de emoción. 

Tras los comentarios de sus compañeros, al joven mediano le asaltó una duda de suma importancia para él– Entiendo que este nuevo encargo trata de un asunto importante, pero... Después del almuerzo supongo que habrá algo de tiempo para reposar la comida, ¿verdad?

Teniendo todo su equipo a punto, Felggo esperó a que limpiaran la mesa de restos de huargo y ayudó a preparar la mesa. Colocó un mantel finísimo con bordes de hojas y flores, unos paños de tela para cada uno, y encima de éstos depositó los ornamentados cubiertos de madera hechos por Anaryenel.

La compañia afortunada se sentó a la mesa alrededor del marmitako que había preparado Patukkas gracias en parte a las mercancías que Felggo le había traído del mercado.

Anaryenel enseñaba al joven Felggo pronunciaciones complicadas y también estaba preocupado del equipo que iban a llevar a la casa de Gloin.

Lurick había traído un presente para el enano, toda la compañía sabía del dolor de Hachahierro por la pérdida y cómo en cada momento trataba de encontrar la venganza. La cabeza de huargo rodó hasta que Patukkas pidió que se apartara de la mesa, que iban a comer.

Estaban los cinco nerviosos, cada uno a su manera, pues Gloin era un enano famoso, había pertenecido a la compañia de Thorin como bien habían recordado alguno de los miembros de la compañía. Era amigo del Rey Daín. Para la compañía era un gran salto de calidad en el contratista. Ptek era un hombre influyente dentro de Esgaroth, un mercader con contactos, pero era eso, un mercader, Gloin era amigo del Rey, aquello sin duda era un paso hacia delante en el futuro de la compañía. Seguro que el encargo no era pequeño tampoco, y posiblemente fuera algo delicado, pues Gloin no se rodeaba de cualquiera.

Patukkas comenzó a servir la comida. Una ración similar para todos, un poco más para Beli y Felggo. No había disimulo en la acción pero tampoco maldad pues todavía quedaba marmitako en la cazuela para quien quisiera repetir. Los héroes disfrutaron de quella comida, sentados en la mesa, degustando la buena mano de Patukkas. Si pronto comenzaba un viaje.. seguramente no iban a tener posibilidad de degustar una comida tan buena y tan tranquila.

Cuando terminaron de cenar, los héroes se pertrecharon y marcho en dirección a la casa de Gloin. No tardaron mucho en llegar, todo el mundo sabía dónde vivía Gloin, el amigo del Rey Dain. Cuando llegaron, Ptek estaba en la puerta esperando y les saludó con una gran sonrisa.

- ¡Oh amigos de la compañía afortunada! - dice sonriendo - Me da pena, no creáis, que Gloin quiera que os encarguéis de un asunto.. importante, pues vuestros servicios conmigo han sido fantásticos y eficaces - os dice y notáis sinceridad en sus palabras - Pero.. cuando Gloin me pidió que le ayudara a buscar una compañía de héroes valientes para llevar a cabo un encargo del mismísimo Rey Dain.. sólo pude pensar en vosotros, en lo buen equipo que hacéis. Espero que cuando terminéis, no os olvidéis de quien os puso en el sendero de la fama - dice con cierta diversión, así es Ptek, un poco arrogante, algo burlón, pero buena persona que siempre ha cumplido su palabra con vosotros.

Entráis con él a la casa de Gloin y este os recibe en el salón. Hay un gran banquete preparado, y junto a él podéis ver que hay dos enanos que reconocéis como Balin y Oin, dos enanos también famosos por pertenecer a la compañía de Thorin como Gloin. También hay un- cuarto enano, que se os hace más joven al que no reconocéis.

- ¡Bienvenidos a la casa de Gloin! - os dice Gloin que se levanta de la mesa - Me acompañan Balin y Oin, sí, los famosos - sonríe orgulloso - Y también Bofri, hijo de Bofur - señala al muchacho que no reconocíais. - Ptek me ha hablado mucho y muy bien de vosotros, pero quiero conoceros, por favor, adelante - os invita a presentaros. Ptek por su parte hace una pequeña reverencia y se sienta en la mesa, cerca de la cabecera.

Era demasiado serio para reirle la gracias a un chiste de altura, sobre todo viniendo de una hobbit, que eran casi indistinguible de un niño humano, salvo por los pies, pero igualmente agradezco la comida y como mi plato y dejo lo que han sobrado para mis compañeros, aunque el plato estaba bueno no era de repetir, en mi mente solo tenía la idea de que íbamos a trabajar para Gloin, y esperaba estar a la altura, por lo que tras la cena, subo a por mi equipo para poder marchar a casa de Gloin, en la cual nos esta esperando ptek, el cual parece un poco triste por ceder la capacidad de contratarnos, "No os preocupéis, si necesitáis algo, siempre estaremos para ayudarte, y nunca olvidaremos la ayuda que nos has prestado" le digo al comerciante.

Cuando entramos en la casa, el cual traía un banquete, y aunque había comido, iba a probar la comida para no hacer un feo a nuestro anfitrión, "Mi nombre es Béli hachahierro, Hijo de Ferin" le digo a Gloin para empezar yo la presentación formal.

–¡Aaah, delicioso, Pat! –dijo Felggo tras terminar el segundo plato. –Sin duda he de anotar las sensaciones que me han producido este guiso en mi diario –añadió, agradecido.

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Finalmente no hubo mucho tiempo para reposar la comida, pero el camino no le molestó. Tenía muchas ganas de partir y de conocer al ilustre enano, poco había que pudiera ahora mismo provocarle una indigestión.

Tras el saludo y la respuesta del enano, el muchacho agregó –Como bien dice el señor Hachahierro, siempre estaremos ahí para tí, mi buen Ptek. Además, tu nombre se encuentra ya en diversas historias que pronto podrán leer algunos privilegiados del Oeste –refiriéndose al par de cartas que había enviado a sus familiares.

El curioso hobbit estaba nervioso cuando abrieron la puerta de la casa. Al entrar, nuevos y variados olores le llegaron, haciendo que su nariz se moviera como la de un perrillo y que su estómago se abriera nuevamente como si estuviese vacío largo desde hacía largo tiempo. 

Luego descubrió que Glóin no estaba sólo sino que habían más enanos, y algunos tan legendarios como él.

Con una brillante sonrisa y una reverencia fue saludando a todos los presentes. A semejanza del enano se presentó, como si los nombres de sus progenitores dijeran algo al resto –Mi nombre es Felggo, hijo de Findo Hojarasca y Tilga Suabrisa. 

Al terminar mi plato, hizo Anaryenel una inclinación amable a Patukkas, apreciando lo que había hecho por ellos. Luego, rechazó amablemente mayor cantidad del plato de comida, y Espero a que todos terminasen. Luego, ayudó a recoger y se preparó para ir a la visita. Tenía cierta tensión por ella, sabiendo que los enanos y los elfos siempre tenían sus resquemores, y ello le inquietaba. 

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Caminando hacia el lugar, vió la compañía a Ptek, su mecenas. Llevándose la mano al pecho, Anaryenel le saludó, y ante su preocupación, le dijo:  -Señor Ptek, es de ingratos olvidar a los benefactores, y un elfo recuerda eternamente a todos. Como dicen el buen Béli y Felggo, no dudaremos en responder a tus llamadas. -Luego, entraron en la casa de Gloin, y comenzaron las presentaciones. 

En ese momento, Anaryenel tuvo una pequeña punzada de angustia, por estar entrando en el hogar de un enano, y con ello, siendo su invitado, y compartiendo mesa. Aunque ha oído cosas buenas de la compañía, Anaryenel se pregunta  si los enanos le tendrían algún resquemor, pues tres de ellos estuvieron en la compañía de Thorin, y fueron atrapados por los elfos de Thranduil. Anaryenel lo había visto, pero... No había tenido parte activa, no era soldado ni nada semejante en aquella época... Pero le asustaba que los tres enanos reaccionasen mal. 

-Mi nombre es Anaryenel, elfo Silvano- dije omitiendo que venía del bosque Negro y servía a Thranduil,-​​​​​​-estoy alegre de conoceros en persona, señores, y dispuesto a ayudaros en lo que sea necesario. 

Terminada nuestra comida, fui a dejar las cosas a mi cuarto y me quedé tan sólo con la espada en el cinto, por lo que pudiera pasar. Bajé a la forja de Gloin y repuse las flechas gastadas en la cacería de huargos y empecé a preparar los antebrazos para todos con la patas de los huargos. Corté las secciones a la medida necesaria y las colgué para curar, después comprobé el estado de las pieles para las capas, aún les quedaban unas horas para estar listas para trabajar con ellas. 

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El tiempo hasta la noche lo aproveché en ayudar hacer el mantenimiento del arco y la espada hasta que llegó el momento de ir a ver a Gloin. Al llegar a su residencia, en la puerta nos está esperando Ptek, sentía envidia de que fuéramos a prestar servicio a Gloin, pobre hombre:-Estate tranquilo, aunque no formes parte de esta compañía, eres un buen amigo y a un amigo se le presta ayuda cuando lo necesite.-le dije apoyando una mano en su hombro antes de internarnos en la residencia de Gloin, donde es él mismo el que nos atiende al entrar. Con un banquete, que parecía un festival. Reconocí a dos enanos más que habían allí, Balin y Oin, pero había un cuarto enano que no reconocía, luego presentado por Gloin al darnos la bienvenida. 

Mis compañeros se fueron presentando uno a uno y me tocó a mí. Pensé en saludar en su misma lengua pero deseché la idea por no faltar al respeto a los enanos:-Saludos, buen Gloin. Mi nombre es Lurick, Guardián de caminos de Valle, Erebor y, ahora Ciudad del lago, es un placer conocerle.-dije formalmente llevando una mano al pecho e inclinandome un poco. acto seguido dirigí mi vista a los otros tres enanos:-Lo es también conocerles a ustedes tres, Balin, Oin y Bofri.-realicé de nuevo la reverencia y quedaba esperar que Patukkas se presentara. 

Tras recoger la mesa y preparar mi petate, salimos a la casa de Gloin.

Ptek siempre me había gustado. Siempre había cuidado de nosotros, y nosotros de sus encargos... Pero era de bien nacidos es el ser agradecidos. O eso decía siempre su madre.

-Gracias maese Ptek. Siempre será nuestro amigo. 

Ya en la casa de Gloin mis compañeros van presentándose. Avergonzada me quedo por detrás con la esperanza de pasar desapercibida. Pero al final, las miradas de todos recaen sobre mi persona.

-Yo... Yo soy Patukkas. Patukkas Pies ligeros hija de Lorna Piesligeros, de la Comarca. 

Ptek estaba contento, todos habían asegurado que si los necesitaba acudirían a su llamada. Así que el mercader disfrutó del baile de presentaciones.

Las presentaciones de todos se fueron sucediendo y visteis cómo los enanos las aceptaban y asentían conformes. Con todas menos con Anaryenel. El elfo hizo bien en omitir ciertas partes de su historia pues tres de los cuatro enanos allí presentes habían sido tratados no adecuadamente a su entender en el Bosque Negro. Los enanos le miraron con cierta suspicacia pero no fue a más gracias a la omisión oportuna de Anaryenel. Después de todo enanos y elfos habían mejorado sus relaciones en general después de la batalla de los cinco ejércitos.

Cuando todos se hubieran presentado Gloin alzó la copa y propuso un brindis. 

- ¡Por los caídos en la batalla de los cinco ejércitos! ¡Por los caídos contra Smaug! ¡Por Bardo y el Rey bajo la montaña! - brindó y los demás enanos brindaron con él.

Comenzasteis a cenar y no tardasteis en daros cuenta de que Patukkas cocinaba mejor que lo que había en la mesa pero evidentemente no comentasteis nada. Beli estaba contento con sus hermanos de la montaña solitaria, él, que venía de las colinas de hierro los sentía muy cercanos. Por su parte Felggo estaba mirando todos y cada uno de los platos que había en la mesa para luego pedirle a Patukkas que los reprodujera con su buena mano, Lurick observaba la escena con atención y paciencia, su experiencia le decía que enseguida vendría el encargo. Por su parte Anaryenel se mantenía ligeramente apartado sin llamar demasiado la atención, era consciente de lo complicado de la situación pero de momento lo había llevado bien. 

- Ptek dice que sois la mejor compañía de héroes de por aquí. Había otras, como la Hermandad de los Caminos, que partieron en busca de aventuras lejos de Erebor, Esgaroth y alrededores. Así que vosotros, de la compañía afortunada, contadme vuestras hazañas para poder probar vuestra valía... tengo un encargo muy delicado para vosotros. El Rey Dain ha elegido a Bofur para llevar acabo una tarea importante y me gustaría contrataros para que le escoltéis y ayudéis en dicha tarea - comentó dejando un halo de misterio en el salón.