Partida Rol por web

- Un momento, queridos compañeros. Déjenme ver esa carta. - Otho revisa atentamente el papel, la escritura, la mira a trasluz - No puedo asegurar que esta sea la letra del señor Gandalf. Lo he visto alguna vez rondando por la Comarca con el señor Bilbo pero nunca he podido ver nada escrito de su puño y letra. Sin embargo les aseguro que yo he escuchado estas palabras antes. Creo que se trata del mismo mensaje que el señor Gandalf al señor Bilbo Bolsón.

Varamis había permanecido en silencio durante el trayecto por el mercado y la ciudad. Acostumbrado a la espesura del bosque,  no le atraía el bullicio. Y tenía mucho en que pensar. Su corazón se alegró de reencontrarse con Alberthorn, y el abrazo sentido le había reconfortado, pero también le había traído recuerdos de grandes peligros y desafíos. El mundo distaba mucho de ser un lugar seguro. Esas preocupaciones le ensombrecieron el ánimo y optó por quedarse en un segundo plano en la taberna. Mis sombríos recuerdos no tienen por qué amargar el dulce reencuentro de viejos y nuevos amigos.

Por desgracia, su intuición parecía no estar muy equivocada. Una carta de Mithrandir advirtiendo sobre un peligro aún desconocido. Aunque compartía las sospechas sobre su autenticidad.

-Sugiero que Otho hable con el cazador. Uno de nosotros debería tener vigilada la salida sin levantar sospechas ni llamar la atención. Pero … miró a Luriend y Alberthorn, no pasamos precisamente desapercibidos en esta ciudad. Queda Calántir que está ahora con el posadero.

Varamis se preparaba para salir a cortarle el paso al cazador si éste optaba por abandonar la taberna.

- Está bien, está bien. Ese hombre me parece algo rudo y no sé qué puede ofrecerle un hobbit como yo pero trataré de sonsacarle alguna cosa. ¿Os apetece si le invito a juntarse con nosotros? El pequeño se acerca alegremente a la mesa donde se sienta el misterioso cazador, tratando de quedar siempre a la vista de sus compañeros. Se le encara y piensa "Maldita vena Tuk ¿dónde me habré metido? El rostro de este hombre parece realmente frío". - Ehem, estimado señor cazador. Permítame que me presente, soy Otho Acebuche, soy un hobbit de la Comarca, como habrá podido observar - Otho escenifica una esmerada reverencia - Mis compañeros y yo acabamos de llegar a la ciudad y no hemos podido evitar observar su presencia en este entorno. Creemos que podría ayudarnos en algunos aspectos que nos vienen ocurriendo. Si gusta, puede acompañarnos en nuestra mesa.

Durante vuestra estancia en la posada no os habíais percatado de un enano ¡Sí un enano! Que estaba en una mesa que antes se encontraba vacía, quizás se metió en la taberna después de vosotros, pero... estabáis tan ensimismados en la mesa que os señaló el tabernero y en la carta que había sobre ella, que no visteis a este enano entrar y sentarse.

El hobbit habló demasiado alto como siempre compete a la imprudencia de esta raza, ya cuando os habíais puesto la mano en la cabeza y otros queríais pararlo estaba conversando tan amistosamente con el cazador. Entonces algo pasó algo pasa siempre con la imprudencia de los hobbit, rápidos en meterse en líos y tardíos en salir de ellos. El hombre tocó el pecho de vuestro compañero que se calló al momento recostando su cabecita sobre la barra como dormido. Seguidamente el cazador intentó salir pero allí estaba Varamis impidiéndole el paso, con ojos fieros corrió hacia una de las ventanas y se tiró por ella llevándose unos cuantos cristales tras de sí.

Ante tu pregunta el posadero te responde - No lo sé señor ha venido cuando han empezado las reuniones del consejo, y bebe solo... Entonces sucedió la calamidad del hobbit...

Bebía tranquilamente en mi mesa tras tan duro viaje, era la maldita reunión celebrando la batalla de los cinco ejércitos. Yo bebía en memoria de mis hermanos caídos allí “Fue una gran batalla, una gran muerte” Pensaba con cada trago, al acabar la jarra golpee la mesa con ella, alguna astilla salto al impacto con mi puño.

Tabernero otra jarra de ese maldito mejunje que llamas cerveza y la carne asada, mi estómago ya ruge hace rato. Brame desde mi lugar. Entonces vi una imagen que me incomodo, un oreja puntiagudas entro en el sitio, cuchicheo algo al tabernero “Seguramente trame algo como siempre malditos elfos” Maldije al verla.

Guardad las bolsas entro un orejón en el lugar. Comente de forma que se notara. El tronco que hacía de taburete se quejaba con mi peso y el de la armadura.

Controlando la escena desde lejos ve como se desencadena la catástrofe, el cazador mueve una mano y, antes de poder reaccionar, Otto yace sobre la barra de la taberna.

¡¡Otto, nooo!!! - corre hacia el cazador pero este salta por la ventana así que sin dudarlo ni un segundo se lanza tras él a la par que avisa a su viejo amigo para que le apoye - ¡Varamis, el callejón!

Acto seguido desaparece tras el agresor del hobbit.

No sabía exactamente que había ocurrido pude ver a un tipo saltar por la ventana y un mediano tumbado en la barra, si esos elfos tramaban algo debía enterarme y estar atento para informar al rey. Me levante, tome mi escudo y me puse en movimiento en dirección a la puerta abriéndome paso entre la gente sin mayores problemas.

Dejar pasar. Rugía a la vez que me movía, ese ruido y el de la armadura al chocar entre si era suficiente para que la gente se apartara. Eh ¿Qué ocurre aquí? Pregunte al tipo que había gritado un nombre y salía a la calle. Le seguí tomando el yelmo y colocandomelo, para luego agarrar mi hacha que use su parte roma para golpear el casco y acabar de ajustarlo “Bien algo de ejercicio será bueno”

Varamis vio saltar al cazador por la ventana, y cómo Alberthorn se puso a seguirle. Como en los viejos tiempos.

-¡Cuidad del mediano!, dijo a los que seguían sentados. Acto seguido, se dirigió a la puerta para salir al callejón y perseguir al cazador.

Calántir era demasiado joven e impulsivo como para quedarse parado en dicha situación, miró a Luriend y pensó que el amistoso hobbit estaría mejor en sus manos y poco podía aportar él al gran arte de la curación élfica por lo que le dijo:

-Luriend tengo que ir tras ellos - dijo en un tono que más parecía una súplica que una afirmación, como si fuera una madre a la que le tuviera que pedir permiso - cuida tú del Señor Acebuche, estoy seguro de que tu dominio de la curación es mayor que el mío; haré que el maldito cazador pague por ésto. Y sin entretenerse más salió a la carrera como un rayo, mientras salía se colocó su arco en la mano y una flecha por si tenía que hacer algún tiro lejano.

Salís detrás del cazador, las calles se encuentran abarrotadas debido a la festividad del día. Aquel a quién perseguís se aleja dando empujones por doquier, lo que hace que la gente se enfade y profieran insultos y otras amenazas. Pero abre hueco entre la muchedumbre y también os facilita la persecución, no obstante si se va distanciando será cada vez más difícil seguirle ya que la gente al poco sigue andando y obstaculiza vuestro intento de darle alcance y detenerlo.

Varamis salió a la calle y se encontró con una multitud que avanzaba hacia el mercado al parecer. Intentaba avanzar y buscar con la mirada al cazador. Corría rápido, pero no lo suficiente, y los lugareños le dificultaban la tarea. Solamente podía rezar a los valar que sus compañeros tuvieran mejor fortuna.

El tipo corría demasiado, no conseguía aguantar el ritmo, el peso de la armadura y el mío propio hacia que correr me supusiera un problema, podría trotar horas pero esprintar era otra cosa. Veía como poco a poco se alejaba y yo comenzaba a respirar con más y más fuerza. Sentía las gotas de sudor correr por mi cara.

Calántir fue el último en salir pero gracias a la fuerza que le daba el deseo de vengarse del cazador (dado que se sentía culpable porque fue él quien sugirió la idea de que el pequeño hobbit hablara con él) y también el poder ver como el resto de sus compañeros tomaban los caminos erróneos y él los iba descartando, consiguió llegar hasta el cazador; y cuando lo tenía al alcance de la mano usó su arco como si de un palo se tratara, le golpeo uno de los tobillos durante la carrera haciendo que ese pie chocara con la otra pierna y que el cazador cayera de bruces en el suelo al ser zancadilleado. Luego encordó una flecha la puso en el arco y se la puso en la coronilla al hombre, asegurándose que sintiera la fría punta de hierro.

-Ni se te ocurra moverte. - Luego a pleno pulmón siguió diciendo - ¡Lo he encontrado amigos,venid!

Fue presurosa hacia donde se encontraba Otho, realmente parecía un niño durmiendo plácidamente -No creo que se más que un hechizo para dormir o eso espero- vio como sus compañeros corrían valerosos a por el agresor y... ¿un enano? que cosa más rara.

Se quedo junto al Hobbit por si despertaba o podía averiguar algo más sobre aquel encantamiento, cabía la posibilidad de que no fuese de dormir y estuviese matando al pequeño.

Alberthorn salta justo detrás del cazador, más su vestimenta se engancha en los restos de la ventana desequilibrando su salto y arrancando un poco más de ésta. Aterriza sobre los cristales rotos que ha dejado el agresor de Otto en su huida y esto termina por desestabilizarle y debe buscar el apoyo de una pared cercana para no acabar en el suelo

Ya no estoy para estos trotes - piensa mientras vé como el más joven y ágil Calántir, como en un reflejo de su propia juventud pasa como una exhalación a su lado, seguido de Varamis y un enano que a duras penas puede continuar la carrera.

En cuanto recupera el equilibrio echa a correr detrás del elfo aprovechando el hueco que abría entre la gente para avanzar antes de que dicho hueco volviera a cerrarse.

El hombre tiene unos ojos raros, parece estar hechizado por alguna fuerza que desconocéis... está de rodillas a tu merced apuntado con el arco, el hombre posee una mirada perdida y es algo que nunca habías visto. Tus compañeros vienen junto con el coro que se va formando alrededor de aquel hombre, la curiosidad es simplemente el mejor amigo de los cotilleos que se producen en las calles de Ciudad de Lago.

Entre la muchedumbre un anciano envuelto en un manto con capucha sale para deciros - está imbuido y se acerca a vosotros para que sólo vosotros lo escuchéis con una sombra de miedo. Después se pone recto y le grita a la gente ¡UN ASESINO! es un asesino sus flechas lo demuestran tres de ellas forjadas en Angmar. Pronto los soldados de la ciudad ya están allí y hacen el cerco, ante la orden del anciano lo llevan custodiado antes que lo apaleen después os mira y se presenta mi nombre es Gandalf y habéis hecho una gran labor, vayamos a la taberna os lo contaré todo...

Inspeccionas a Otho y ves que ha sido apuñalado en el pecho...según tus dones curativas podrías intentar extirpar el puñal y cortar la hemorragia, además de ver si el mismo puñal está envenenado o no, todo sería bajo tus conocimientos de sanación que aunque no son altos son lo suficiente para intentarlo. 

Ves que eres la única oportunidad para Otho, y si fallas Otho morirá... aunque nunca sabes si el hado puede proporcionar otro camino, por ahora tu eres la única.

El tabernero te mira y ve el puñal - ¡oh mi señora! te dice perturbado por el suceso, debe salvarlo, los elfos sois conocidos por vuestras dotes curativas, si muere no será bueno ni para él ni para nosotros. Ya entre lágrimas.

-¡Mithrandir!, pronunció el elfo del bosque sorprendido, y bajó la mirada al suelo como reverancia al Peregrino Gris. Luego esperó para seguirle hasta la taberna. No obstante, de reojo miró a Alberthorn. La mano Varamis descansaba sobre el pomo de la espada, de una forma aparentemente casual. Pero quería indicarle a su amigo de que no se fiaba del todo.

El Enemigo nos puede intentar engañar con artimañas de todo tipo.