Partida Rol por web

Esta vez no se alejó cuando sus labios se tocaron. Sus manos seguían apoyadas en el pecho de él, y un relámpago de miedo y dolor pasó por sus ojos cuando se separó. Apenas hubo terminado de hablar, fue ella quien acortó la distancia y rodeó su cuello con sus brazos, fundiéndose en su boca con un beso más intenso. Había sentido la muerte demasiado cerca, y aún podía sentirla rondando cerca de ellos. No quería abandonarlo a su suerte, pero igual que ella, sospechaba que era un cabezadura y no se dejaría convencer. Si era la última vez que se veían... No, saldrían de esta. ¿Cómo? No estaba segura. Pero quería creer. Debía hacerlo.

Se separó unos centímetros de sus labios, jadeando. -Vuelve a mi.- Abrió los ojos de nuevo. -Promete que lo harás.-

Eres una sombra que se arrastra en la semi oscuridad. No haces ningún tipo de ruido. Nadie se percata de tu presencia.
Bajo la lluvia torrencial te mueves como un sueño que no deja rastro y llegas al edificio donde tenéis los dormitorios.
Como si fueses una pesadilla que vaga por la noche en busca de alguna victima, recorres las habitaciones. No hay nadie, y por las escasas pertenencias depositadas en distintos dormitorios sabes que ninguno de los alumnos ha abandonado la academia.

Consigues que Selene se ponga en pie y abandonáis el comedor. La mujer camina hacia donde tu quieres ir, pero muestra signos de que no tiene ningún tipo de voluntad. Sus ojos están muy abiertos y sólo es capaz de mirar hacia el suelo. Abre mucho la boca, como si le faltase el aire y no pudiese respirar, lo cual no es el caso.

Camináis bajo la tormenta. La lluvia y el barro os dificultan vuestro avance, pero no logran deteneros debido a tu determinación. Tienes tan claro que debes sobrevivir que estás segura que nada puede pararte.

Conseguís llegar hasta la torre del maestro y dejas a Selene en la entrada, para que la lluvia no se cebe más en ella. De reojo ves algo que llama tu atención. Unos metros más allá, entre la torre del maestro y el edificio destinado a los criados, ves algo. El suelo está destrozado, debido a un esfera brillante de color violeta que salió del subsuelo.
No tardas en darte cuenta que cuando el fin del mundo pareció cernirse sobre vosotros, hubo un temblor de tierra. No te cabe duda de que fue debido a que algo quebró la tierra para abandonarla.

Haces ruido, mucho ruido. Tanto que ni los mismos dioses podrían ignorar tu presencia.

Cuando te tomas un respiro, para recuperar fuerzas y continuar, notas que alguien te mira. Te das la vuelta y le ves.

Te sonríe de forma burlona y te señala.
- ¿Acaso quieres ser el próximo en morir?

Luego de besar a la hermosa May, intentando evitar que le temblaran las piernas, se despidió de ella, extrañando el calor de su cuerpo, mientras ella llevaba a la agotada Selene.
La miro como sabiendo que se enfrenta a la muerte, pero no podía hacer menos por la medioelfa. Luego agarro una sarten y una olla…

Valerius sintió antes que nadie la presencia de aquella criatura, porque sus piernas empezaron a temblar y sus pantalones amenazaban con mojarse y su respiración se hizo entrecortada. Por eso, no le costó demasiado que su voz temblara cuando le respondió a esa espantosa criatura que estaba detrás suyo y a la cual evito mirar directamente.
- No busco la muerte, Poderoso. Pero esta llegara, eventualmente. – dijo en tono bajo, y sin embargo, audible. – Se que no soy rival para vuestra magia. Por eso, me atrevo a pedirle… ¿me respondería tres preguntas antes de lo inevitable? -

Se ríe. Está tan seguro de si mismo y de su poder, que no le importa perder algo de tiempo con alguien al que considera inferior.

- Sea pues ¿cuales son tus preguntas?

¿Donde pueden estar? me digo a mi mismo mientras reviso los cuartos Tal vez en la enfermeria o en el comedor  digo mientras me terminaba de asegurar que nadie quedara en las habitaciones.
Me dirijo rumbo al comedor 

Había procurado no mirar hacia atrás, llevando junto a ella a Selene. Le sorprendió que fuera tan ligera, o más bien, que ella misma tuviera la fuerza de llevar el peso de la hechicera sobre sus hombros cuando su propio cuerpo estaba cansado. Pero la determinación le daba fuerzas, su instinto de supervivencia, y el deseo de poder ayudar a sus compañeros.

Un suspiro de alivio escapó de sus labios cuando pudo depositar a Selene bajo el portal de la torre del mago. Sus ojos se fijaron en la grieta, donde salia la esfera violeta. Dudando un minuto, mordió el interior de su labio inferior. -Selene, no se mueva de aquí.- Indicó a la maga, y sin perderla de vista se acercó un poco más a la grieta para poder ver mejor lo que había provocado el temblor.

Te deslizas bajo la fuerza de la tormenta con tanta rapidez como te es posible.
Cuando te dispones a entrar en el comedor oyes una risa en su interior. Consigues mirar por alguna grieta y ves al extraño que destruyó las pociones de curación de pie frente a Valerius.

- Sea pues ¿cuales son tus preguntas?
Le dice el desconocido a Valerius.

Te acercas y notas una fuerza que te atrae. Sin poder evitarlo estiras tus brazos y tocas la esfera. Está tibia al tacto y tus manos no se queman.
Te mareas unos instantes y unas imágenes del pasado se abren paso hasta tu mente.

Ves al extraño que intentó drenarte la vida tirado en el suelo, exhalando su último aliento. Está bajo tierra en algún tipo de cueva natural modificada mediante la magia.

Ves a un grupo de magos - a los que apenas puedes considerar adultos - cerca del cadáver del extraño. Dos de ellos están muertos y sus cuerpos, parcialmente calcinados, aún están humeantes.

Ves a Selene hecha un ovillo en un rincón de la cueva, sollozando con la mirada perdida mientras trata de arrancarse mechones de pelo.

Ves a Mirta gritándole a Marcus, aunque no entiendes lo que dicen.

Ves como Marcus vuelve solo y como guarda la esfera que estás tocando dentro de un saco con signos mágicos bordados. Sin ningún tipo de duda la esfera es la fuente de energía mística que aumenta los poderes de todos los que estáis en la academia.

Finalmente logras separar las manos y retrocedes unos pasos.

Valerius bajo la mirada, temeroso de mostrase como desafiante ante aquel mago tan poderoso. ¿Mago? Más bien entidad. Era mucho lo que quería consultarle, saber si era la criatura que Selene había descripto en su diario. Pero… ¿quién mas podía ser? Debía asumir que lo era, y actuar en consecuencia. Sabía que la primer pregunta debía de ser interesante, o perdería interés y con eso, el perdería la vida.
- ¿Por qué has vuelto?. Podrías haber tomado cualquier otro lugar y sin embargo, has venido a terminar el trabajo que empezasteis hace años. Quiero saber porque. -
Dijo, como para empezar a ganar tiempo.

-Regresé para vengarme.

El extraño da un paso más hacia Valerius.

-Ahora sólo tengo hambre.

May retrocedió un paso al despertar de su visión. Aunque volvía a estar calada bajo la lluvia, la impresión de lo que había visto la tenía paralizada en el lugar. Habia visto el final de la historia que Val había averiguado. No había podido escuchar las palabras de la maga Mirta, pero sospechaba que se trataba de una advertencia, ¿relacionada con la esfera? Supo que era esa esfera la razón por la cual estaba ocurriendo todo aquello.

Volvió corriendo junto a Selene. La respuesta a lo que estaba ocurriendo, y como detenerlo, estaba en el pasado. Aporreó la puerta de la torre, girandose hacia la maga transtornada. -Es la esfera, ¿cierto? ¿Marcus debía destruirla y no lo hizo?-

Selene está arrodillada con la cabeza casi tocando el suelo. Es incapaz de hablar.
Bajo la tormenta la puerta principal de la torre se abre, en el más absoluto silencio.
Miras hacia el pasillo, más largo de lo que esperabas, y al fondo ves unas escaleras de caracol.
Una figura se va acercando hacia tí, sin hacer ni un sólo ruido. Aguantas la respiración mientras lo que parece una sombra llega a tu lado.
Resoplas aliviada, se trata de Ra.

Ante el paso, Valerius no retrocedió, si no que tomo una de las lámparas de aceite, y la sostuvo entre sus manos, como si tuviera frio y el calor de la llama sirviera para abrigarlo.

- Alguien tan poderoso debe tener un nombre, no puede pasar desapercibido. ¿Cuál es el vuestro? pregunto a la figura, aguantándose las ganas de irse corriendo.

Recordó cuando vivía en la calle, cuando escapo de su casa, había un matón que siempre se la agarraba con él, lo que había dado una paliza, y le había sacado todo el dinero que había juntado durante el día. Eso lo había dejado golpeado y hambriento. Hasta que la tercera vez que ocurrió decidió huir, y el matón lo persiguió.
El escapo, hasta que el matón lo persiguió en la zona de los puertos, donde lo arrincono contra un muelle.

Si el Ser respondía a la pregunta, o no lo hacía, no tenía demasiado sentido, aunque le hubiera encantado escuchar la respuesta, Val sabía que no podía usar magia alguna, o estaría perdido. En cambio, uso lo que si tenía, competencia y destreza.
De pronto, puso el plan en acción. Hizo la tercera pregunta.
- ¿Alcanzan dos kilos harina para hacer tres pasteles?- Sonrió de forma picara, no había forma de que el Ser esperase una pregunta no esotérica, y una resolución matemática. No era el mejor de los acertijos, pero era lo que había podido pensar en tan poco tiempo. Esperaba ganar alguna cuota de desconcierto.
El pie de Valerius oculto por la mesa deslizo hacia abajo el balde metálico lleno de alcohol y aceite, dejando que se impregnara por el suelo, y de pronto, salió disparado hacia la ventana, al tiempo que dejaba caer al suelo la lámpara, si tenía suerte, el desconcierto inicial valdría para darle esos segundos preciosos de huida. Salto por la ventana y rodo por el otro lado, sintiendo el frio del exterior.
¡Ojala se incendiara esa maldita criatura! Todo el mundo le tenía miedo al fuego.
El recuerdo final vino a la mente del aprendiz. El matón se había sentido muy confiado, olvidado que pesaba el doble que el chico. La madera podrida del muelle apenas habia soportado su peso y el sabia como pararse en las vigas que habia por debajo de los tablones. El matón no. Se había hundido y no sabia nadar. No volvió a molestarlo nunca mas.

El extraño no responde ante tu pregunta, no desea desvelarte su nombre. Avanza otro paso cuando lanzas la pregunta de la harina y sonríe pensando que el miedo te hace desvariar.

Lanzas la lámpara y el fuego se expande mientras saltas por la ventana. Aterrizas en un charco bajo la lluvia. Te pones en pie en apenas unos segundos y puedes ver como las llamas elevan hasta el techo.

Oyes un lamento ahogado por la furia de la tormenta.

Tus oídos zumban y ya no eres capaz de escuchar a Valerius ni al extraño. Ves como el extraño da un paso más hacia tu compañero y como le sonríe.

Con un hábil movimiento de manos, Val esconde una lámpara de aceite tras su espalda y vierte su contenido con disimulo en el suelo. Con la rapidez de un felino lanza el objeto antes que las llamas se apaguen y salta por la ventana.

Te apartas mientras las llamas suben hasta el techo y el oyes un lamento amortiguado por la furia de la tormenta.

La semielfa colocó sus manos frente a ella, conteniendo la respiración y dispuesta a defenderse, sabiendo que no había defensa contra el poder de aquel ser sin ojos... Volvió a respirar al reconocer al minino. Se agachó para acariciarle detrás de las orejas. -Me asustaste Ra, que buen guardian eres.- Sonrió, pero volvió a ponerse seria. -Debo ver al mago, todos estamos en peligro y es posible que él tenga parte de la culpa.- Apretó levemente sus labios, recogiendo a Selene del suelo y adentrándose en el pasillo hacia la escalera de caracol.