Partida Rol por web

Llegáis a la posada del dragón oxidado, tras los acontecimientos del día y enseguida os sirven la apetitosa cena, enseguida os encontráis en la sobremesa con un rato de tranquilidad.

Gozo parece extasiada ante la cena y a diferencia que en la comida come como si no hubiese un mañana. Parece incluso difícil pensar que en un cuerpo tan pequeño quepa tanta comida, o que se mantenga así de esbelto y delgado.

No obstante aún deja tiempo para decir tras tragar un gran trozo de salmón -que gran aventura eh, día uno, ¿que nos espera? ¿Miedo? ¿Excitación?- parece bastante animada, mucho mas que antes desde luego.

Idarie dejó escapar un suspiro de sincero alivio al poder tomar asiento ante la mesa. Parecía que hubiera pasado demasiado tiempo desde que estuvieran allí compartiendo un almuerzo agradable y disfrutando del festival. Aunque el ánimo alrededor ya no es tan alegre como en aquel momento, parecía que los sobrevivientes de Punta Arena aprovechaban para comentar los sucesos de la tarde. No le pasaba desapercibida las miradas que algunos lanzaban a su mesa.

A las palabras de Gozo, mostró una sonrisa. -No era exactamente como pensaba que acabaría este día, honestamente.- Admitió. -Aunque fue una manera interesante de probar nuestra valía como grupo junto a nuestras habilidades. Las bombas de Trakka son ciertamente increíbles, y la magia que manejas... bien, admito que es inusual.- Dijo, sin poder evitar un estremecimiento al recordar la sensación helada de aquellos tentáculos de sombra. -Pero pareció muy efectiva para evitar que los goblins continuaran atacando. Señor Aurelius, usted es sin duda un digno guerrero, fue admirable como se enfrentó con aquel goblin montado sin miedo alguno. Y la puntería de Geache con el apoyo de Ruperto fue increíble. Realmente estoy agradecida de contar con ustedes como compañeros. ¡Salud!- Dijo la paladina, alzando su pinta a modo de brindis.

El cazador se arrellana en su silla mientras come cuidadosamente, tomándose su tiempo para obsequiar a Ruperto con parte de la comida de su plato. A diferencia de Gozo, no parece tan excitado, sino solo concentrado en la tarea que realizarán en la mañana.

- Ni miedo ni excitación - le contesta a su extraña compañera - Solo el deseo de que no nos encontremos demasiadas sorpresas - agrega con calma - No sabemos quien se puede esconder en ese cementerio, pero el hecho de que haya elegido ese lugar no habla bien de él - explica mientras menea la cabeza.

Elevando su copa ante el brindis de la paladina, asiente ante las virtudes que ella enumera, excepto cuando hace referencia a sus propias acciones, las que minimiza mientras palmea el peludo brazo de su compañero - No, lo mío no fue tan bueno, aunque debo reconocer que Ruperto sabe como acabar con un enemigo cuando lo tiene enfrente -

Tras una pausa comenta - Y pensar que yo pensé que el problema de esta ciudad serían unos gigantes. Odio a los gigantes! - comenta como al pasar, demostrando con el tono de su voz la sinceridad de sus palabras. Mientras continúa comiendo y dándole de gomer a su gorila agrega, volviendo al tema original - Nunca pensé que termináramos combatiendo con esos goblins y su jefe, pero tampoco podemos dejar pasar eso. Ahora tengo curiosidad por saber quien y porqué instigó esos ataques -

Trakka entró y buscó un lugar donde no llamara mucho la atención. La semiorca se puso roja ante los elogios a sus bombas.

-Muchas gracias, Idarie, tú también has aguantado los ataques de esos goblins de maravilla! Estoy trabajando en mis fórmulas para perfeccionar mis bombas aún más pero no es fácil encontrar bibliografía sobre el tema.

Por mi parte, yo me encuentro asombrada por lo bien que colaboran y se complementan Geache y Ruperto. Nunca había visto un dúo así en mi tiempo en la Sociedad. Y tampoco la magia de Gozo, que da un poco de miedo pero es muy efectiva.

En general creo que nuestro grupo es muy efectivo. ¿Que piensa usted, Srta. Kaijitsu? Hemos oido que sabe usted de estas cosas.

La mencionada Ameiko levanta la cabeza mientras estaba recogiendo vuestros platos, por el brillo de sus ojos, se ve que le interesa mucho lo que estabais hablando y la idea de participar.

- Oh, siempre me ha interesado la vida del aventurero, pero por aquí es difícil encontrar aventureros como vosotros, pathfinders nada menos! Se defenderme sola, pero me gustaría dejar la posada y salir al mundo, pero mi padre... no esta por la labor - su rostro se ensombrece mientras comenta esto, algunos de los parroquianos que no se han dado cuenta, le ruegan que no les abandone.

La paladina se quedó un momento pensativa al escuchar la preocupación de Geache por lo que pudiera pasar en el cementerio. Ciertamente todo era muy extraño, pero hasta el día siguiente no podían hacer más que supocisiones. El comentario de Geache le recordó la conversación que tuvieran durante el almuerzo, sobre las motivaciones de cada uno para salir de aventura.

Escuchó a la señorita Ameiko, notando ese deseo de aventuras contenido y le sonrió. -Nunca se sabe, señorita Kaijitsu; ya ha visto lo que ocurrió ayer, no es necesario alejarse mucho de casa para vivir una aventura. ¿Qué habilidades tiene?- Preguntó a la mujer, animándola a hablar con ellos. En un momento dado, bajó la voz acercándose a Geache. -Es la segunda vez que te oigo hablar de los gigantes con tanta pasión... ¿Puedo preguntar... qué ocurrió?- Dijo, tratando de mantener la conversación baja por si se trataba de algo muy personal para el explorador.

Oh si- dijo con excitación cuando salió el tema de su magia -es inusual sin duda, casi nadie es capaz de comprender los misterios que llevan a ser capaz de usarla. Necesitas comprender como el espacio-tiempo se distorsiona e invocarlo, darle un sentido y una dirección, permitir que surja y... dejar que las Estrellas actúen. ¡Iä! ¡Iä! ¡Iä!

Parecía emocionada al intentar explicar su magia, incluso se esforzaba por utilizar términos mundanos, no obstante tampoco explicaba realmente como funcionaba su poder. De hecho incluso parecía ser capaz de hablar en presente.

Una vez actúa el resultado es una aceleración espontánea de la entropía de carne y seres vivos hasta dividirlos en sus elementos básicos. Vamos que la pudre y, si aplicas mucho poder, la desintegra.

Sin embargo las palabras de Geache rompieron un poco esa excitación, ese hombre parecía incapaz de relajarse o dejar de preocuparse, ¿para que servía preocuparse tanto? Su final estaba ya escrito, tanto valía disfrutar de los placeres de la vida. De hecho le replica -¿pero por que preocuparse? Da igual que encontramos, lo afrontaramos en su momento- dibujó una sonrisa mordaz cuando añade -estarás rodeado de bellas mujeres, una paladina sonreída por el sol, una exótica estudiosa de la pólvora y todo lo que explota, la posadera con mayor estilo del continente... ¿no estuviste concentrado en otras cosas? O compitiendo con Alistair en quien puede tragar mas alcohol sin desmayarse, cualquier cosa antes que un cementerio.

¡O encandilar a Ameiko y convencer a su padre!- terminó exclamando -¡eso sería algo magnífico sin duda!

E interesante de ver sea cual sea el resultado - y es que añadir un poco de caos siempre era buena idea, incluso en pequeñas pizcas, cambiar, siempre buscar el cambio. 

Geache observó a la paladina y no pudo menos que notar el sincero interés de su pregunta - Tengo una vieja cuenta que saldar con ellos - se explicó - Y Ruperto también. En ambos casos hemos perdido a nuestra familia por sus ataques -

Tras una pausa, para acomodar sus ideas, no era un tema sobre el que estaba acostumbrado a hablar trató de explicarse, aprovechando el silencio que se formó en el grupo - Cuando mis padres murieron yo estaba cazando. Volví a mi pueblo y solo encontré cadáveres - por un momento su tono de voz se vuelve frío, casi monótono, como si no quisiera pensar demasiado en lo que estaba diciendo - Pensé que era el único sobreviviente, pero poco a poco algunos niños y ancianos surgieron del bosque. Mis padres, junto con todos los adultos de la población, dieron su vida para darles a ellos la posibilidad de sobrevivir. Se portaron como héroes - agrega sin dar lugar a que nadie discuta su ultima afirmación - Incluso Lida, la que iba a ser mi mujer - agrega en voz mucho más baja.

- Pensé en irme, pero el pueblo, lo poco que quedaba de el, necesitaba de mis habilidades para conseguir comida - continúa mientras se encoge de hombros, reacio a querer darle a su decisión demasiada importancia - Lo cierto es que, con la llegada de algunas nuevas familias, aprendimos alguna cosas sobre la forma de combatir a esos enormes seres. Y aprendimos bien. Antes de irme, intentaron volver a atacar el poblado y no pudieron hacerlo - se explicó - Fue en ese entonces que conocía a Ruperto. Aparentemente los gigantes sobrevivientes, cuando se iban con la cola entre las patas encontraron a "su" familia - Geache se encoge de hombros antes de agregar - Yo no estaba presente. Pasé por el lugar unos días después e interpreté lo que había pasado solo por los rastros. "Rup" estaba herido, casi muerto y su familia, los enormes gorilas de montaña habían acabado con muchos gigantes, quizás con todos ellos. Vi sus cadáveres, pero también ellos habían muerto al hacerlo. El era solo un cachorro y supongo que si no lo hubiese adoptado habría muerto también. Desde ese momento me acompaña -

Tras una pausa agrega, en voz mucho más baja, mientras acaricia, en forma inconsciente la espalda de su compañero animal - No podría dejarlo. El es, de alguna manera, mi familia. Incluso cuando algunos de los ancianos... No importa. A algunas personas les asusta su tamaño y su fuerza, O por lo menos el tamaño y la fuerza que tendrá cuando crezca un poco más - se encoge de hombros - Decidimos salir del pueblo para evitar a esa personas - completa, sin ánimo de recordar el ultimatum que recibió para hacerlo.

Tras una pausa, mira a la paladina a los ojos y agrega - Como verás, ambos tenemos motivos para odiar  esos despreciables seres. A todos ellos. Te aseguro que, en su caso ni siquiera los deseos de misericordia de Saranrae me impedirán acabar con cada uno de los que encuentre -

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El momento pasó y, poco a poco, el aasimar, volvió a su estado habitual, bebiendo con calma, hasta que la extraña maga del grupo intentó explicar el poder del que hacía gala. Sus palabras fueron totalmente incomprensibles para el cazador que no pudo menos que comentar - Yo no entiendo mucho de magia, pero la madre naturaleza, a veces se digna permitirme usar parte de sus dones. Algo de curación, quizás un poco de poder sobre las plantas. Nada demasiado espectacular. No como la exhibición de poder puro que tu eres capaz de... irradiar es la palabra? - finalizó preguntando más que aseverando.

- Pero quizás tienes razón, no es tiempo de preocuparse. Mañana veremos que puede haber en ese cementerio y ahora beberemos entre amigos. Eso siempre es bueno - sin embargo, para su sorpresa un leve tono rojizo se asomó en su rostro ante las palabras finales de Gozo - Eh... quizás no es el momento - intentó explicarse - Y respecto a nuestra amable anfitriona... no seré yo quien"encandile" a nadie. Y ya quisiera tener, aún, un padre al que convencer - finalizó tratando de cambiar de tema.

Trakka ecuchaba embelesada al atractivo Aasimar. Su historia la conmovió y a punto estuvieron de saltarsele las lágrimas cuando mencionó a la mujer con la que iba a casarse, a sus padres...

-Pobrecito... -susurró a Idarie.

Luego miró a ruperto y Trakka no pudo evitar abrazarlo y achucharlo un poco, pese a la inmensa mole de músculos que era el simio. 

Cuando la historia acabó tenía los ojos enrojecidos, la voz ronca y la nariz tapada.

-AAAy que historia tan triste! Por qué no hay ni un Pathfinder con una historia iniciatica llena de amor y felicidad?

Nunca se sabe, señorita Kaijitsu; ya ha visto lo que ocurrió ayer, no es necesario alejarse mucho de casa para vivir una aventura. ¿Qué habilidades tiene?

- Bueno, siempre me he considerado más hábil que fuerte- hace unos malabares con un tenedor, para reforzar su argumento - hace tiempo recorrí los caminos con un grupo de compañeros, pero no salió demasiado bien... - podéis apreciar como se toca de forma inconsciente un tatuaje con forma de serpiente que tiene en el hombro - pero ya con 30 años pensé que era mejor asentarse y compre esta taberna, aunque ha veces pienso si hice lo correcto. 

Idarie admiró las habilidades de la diestra Ameiko con un tenue suspiro de envidia. También miró con curiosidad el tatuaje que mostraba en el brazo. -Vaya, ¡quizás sea usted quien debiera estarnos contando historias de sus aventuras!- Dijo la paladina, antes que su atención pasara al joven explorador. Realmente resultaba una historia triste, aunque se sobresaltó un poco con la reacción de Trakka. Ciertamente no había esperado que la joven fuera tan sensible, pero resultaba algo agradable, hasta tierno. Sonrió viendo como abrazaba al gran simio, y luego profirió una carcajada sin poder evitarlo al escuchar a Gozo haciendo de las suyas una vez más. ¿Tendría afición de casamentera?

-Perdona Geache.- Dijo, teniendo que controlarse un poco para volver a enseriarse. -Realmente siento lo de tu familia y tu aldea. También entiendo que te sea fácil ver en todos ellos a aquellos que te hirieron, a ti y a Ruperto.- Le miró con sinceridad. -No espero cambiar tu forma de pensar con palabras, ni tampoco te detendré si llegado el momento debemos enfrentarnos a uno. Pero si está en mi mano, espero poder ayudarte a sanar esa herida, que la venganza y el asesinato a sangre fría no podrá curar.-

Cuando Trakka dijo en tono lastimero aquellas palabras, la paladina tuvo que sonreír algo apenada. Ella, por ejemplo, no se había unido a la Sociedad con una búsqueda de venganza en su corazón, no había perdido familia ni personas a quienes quisiera a manos de bandidos, ni había sido injuriada por algún ser maligno. Su vida había sido simple y feliz, y se había unido a la Sociedad para llevar la luz de la Flor del Amanecer a tierras lejanas. ¿Acaso era ella un espécimen tan raro?

No le gustaban demasiado las historias tristes, la suya no lo era claro y en general la gente triste tendría a preocuparse demasiado, a esparcir tristeza. Y tampoco le interesaba consolar a Geache, por lo que evitar simplemente mencionar su historia era lo mejor, ya se estaban ocupando los demás de lamer sus heridas.

¡Ph'lloig! No todos tenemos historias tristes - dijo exclamando esa extraña palabra -yo estudiaré en un templo, una perfeccionista destacada que recibirá una enorme bendición, conocimiento, un nuevo cuerpo, una nueva senda. 

Parecía una respuesta a Trakka, aunque Gozo parecía algo molesta mientras lo decía -ahí es cuando mi nombre se borra. ¡Ph'lloig! ¡Iä! ¡Iä!- con una sonrisa que deja ver todos sus dientes y los ojos algo bizcos dice con voz extremadamente alegre -aunque me llamaron Gozo.

- Uhm... eso parece que requiere de bastante práctica - comenta Geache sorprendido por la destreza que demuestra la posadera - Evidentemente en esos años de aventuras algo habéis aprendido - agrega - Pero la idea de establecerse es un buena idea. Quizá en algún momento yo haga lo mismo. Hoy prefiero moverme por los caminos y conocer mundo, pero más adelante... quien sabe - se encoge de hombros al hablar - Pero será más adelante -

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- Es curioso que Ruperto acepte esas caricias. Está claro que le caes bien - comenta Geache al observar a la semiorca con una sonrisa en sus labios.

- No creo que sea una historia triste - agrega el cazador, encogiéndose de hombros - Simplemente fue lo que pasó. Ya no puedo corregirlo, pero si puedo evitar que a alguien más le pase lo mismo que a mi, será un satisfacción - 

Curiosamente, parece sincero en sus palabras, incluso cuando le contesta a la paladina - Puede que sea venganza, lo reconozco, pero asesinato a sangre fría? Me parece que no has tenido la oportunidad, por suerte, de conocer a esos seres. Disfrutan matando. Respeto más a los animales que a ellos. Por lo menos ellos, si deben matar, solo lo hacen en defensa propia, o defendiendo a sus crías - el aasimar sabe exactamente de lo que está hablando, ha dedicado su vida a estudiarlos.

Las palabras de Gozo, sin embargo, lo obligaron a mirarla con más cuidado - Estudiar? Pensé que... No lo sé, supuse que esa forma de manipular la energía era algo más bien "natural" - a él mismo le chirría el uso de la palabra para definir algo que, a todas luces no puede ser menos natural - No creí que se pudiera perfeccionar por el estudio - aclara finalmente totalmente confundido - pero espero que para conseguirlo no debas cambiarte el nombre - finaliza, tratando de encontrar un punto de coherencia en las extrañas palabras de la joven.

No ahondó más en el tema con Geache; después de todo él tenía razón al decir que Idarie no conocía respecto a los gigantes. De todas formas era algo que no tenía por qué preocuparlos en ese momento, ya que el problema más cercano ahora era la presencia extraña de los goblins. Sin embargo, como había dicho Gozo, ya podían pensar sobre eso al día siguiente. Lo que quedaba de esa noche pensaba dedicarlos a descansar, comer, y conocer un poco más a sus compañeros de viaje, además de crear un lazo social con la dueña del local, cosa que podría ser productivo para el futuro, tanto para ellos como grupo como para la Sociedad.

Parecía que Gozo aún tenía problemas para no confundir los tiempos al hablar, y ciertamente la paladina la notaba algo distinta desde que habían peleado con los goblins, aunque le dificultaba dar en el clavo. Había algo en su mirada, en su sonrisa, y en esa manera de hablar tan propio de ella, pero nada era claro. Idarie apuró un poco más del líquido en su pinta. -¿Así que perfeccionista? No lo hubiera imaginado.- Dijo sonriendo a la joven. -¿Qué hay de ti, Trakka? ¿Cómo aprendiste a crear esas bombas maravillosas? ¿Eres autodidacta o estudiaste con algún tutor?-

Trakka escuchó las palabras de la paladín y se quedó unos segundos en silencio mirando hacia un punto fijo. Luego, bajó la mirada un tanto y comenzó a hablar en voz baja.

-Me enseñó mi madre. A veces conscientemente y otras no tanto. Ella es alquimista de verdad, de las buenas, y tenía un taller en la ciudad y otro pequeño en nuestra casa. Ella trabajaba mucho, siendo madre soltera y yo pasaba horas sola en la casa. Así fue cómo empecé a estudiar y a experimentar por mi cuenta. Mi madre siempre dijo que tenía un don, que era muy inteligente y tal...

Pero no era más que una niña.

Y ahí se calló.

Oh... no... - responde a Geache algo aturullada -mi nombre es mío, no quiero cambiarlo ahora que lo tengo.

¿No acababa de decir lo contrario? Bueno, en su mente tenía sentido, siempre encajaba todo a la perfección, como un guante de seda recién tejido que no dejaba escapar nada.

Pero... ¿no atacan los lobos a los rebaños? - Gozo no había estudiado los animales. Algo tan natural y mundano era irrelevante en el gran eje de las cosas salvo para matarlo si era hostil o necesitaba comer, o jugar si quería jugar.

Su voz era dubitativa cuando añadió -la ausencia de ethos debida a la falta de inteligencia nunca ha proporcionado nobleza ni justicia. ¿No juegan los gatos con las ratas? ¡A veces ni se los comen y te dejan ahí el cuerpo! ¡Puaj!- no, desde luego puede que Geache supiese mucho de animales, pero la joven erudita empezó a pensar que quizá les atribuía cualidades que no poseían.

Después escuchó a Idarie y Trakka y comentó con curiosidad -¿porque no sales a jugar con los demás y disfrutar? ¿Estás obligada a quedarte en casa?- había cosas que no le cuadraban, lo de madre soltera era probable si asumía que el padre era orco. Ya bastante duro era pertenecer a una raza inferior, pero aún peor era si tu hija era un mestizaje de otra raza aún peor. Sin embargo... ¿porque iba a estar sola en casa? Hubo, hay y habrá manadas de chiquillos que corretean por las calles gritando, ensuciando, rompiendo y, en general, pasándoselo en grande.

Estar en casa parecerá mas un castigo que otra cosa, o quizá vergüenza si. Eso encajaría, Gozo se avergonzaría de tener un hijo inferior. Pero su mente está divagando, ¡Gozo vuelve! ¡Escucha la respuesta y quizá sepas algo mas que conjeturas!

Los pálidos ojos de Gozo habían perdido un poco de brillo durante unos instantes antes de volver a enfocarse en la semiorca.

Trakka miró a Gozo, consciente de la falta de empatía de la aasimar.

Los niños son crueles, Gozo. Y más en la Varisia adinerada. Yo disfrutaba más en casa leyendo y dibujando que afuera recibiendo insultos, patadas y vejaciones.

Geache miró con curiosidad a sus tres compañeras.

La paladina, dada la forma en que se cuidaba de hablar con todos los presentes, estaba claro era un alma amable, lo que no significaba que no pudiera ser hábil en el combate

Por otro lado, la extraña "sabiduría" de Gozo respecto a la forma de proceder de los animales le hizo dudar un momento, sin tener claro como rebatir sus argumentos - De cualquier manera, los prefiero - terminó diciendo algo avergonzado - Antes que a los gigantes, prefiero hasta a los goblins - terminó reconociendo con el tono de sus palabras que su odio era más visceral que racional.

Y respecto a la semiorca, sus bombas podían ser terribles, pero estaba claro que era tímida - Pues has aprendido bien - reconoció tras sus palabras - Y no tendrás ni insultos ni vejaciones mientras estemos juntos. Excepto que quien lo intente tenga intenciones de descubrir la ferocidad de Ruperto -

Gozo comprendía la crueldad muy bien, ella misma era cruel en cierto modos, en bastantes modos de hecho. Claro que había crecido...¿Cómo había crecido? -¡No entres ahí!- su memoria era perfecta después de todo, ¿no? Ya pensaría en ello mas tarde, claro que si.

Los iroritas te acogerán, enseñarán a eliminar tus imperfecciones y... en general a rezar y meditar mucho - contestó Gozo a Trakka sin comprender muy bien su respuesta -pero siempre puedes paliar la crueldad de muchas maneras. Encontraste aquellos que no eran crueles, ¿no?

La joven en cambio si comprendía el odio de Geache, lo comprendía muy bien por lo que dijo con una sonrisa amable intentando animar a Geache a seguir conversando -¿que hay de los niños gigantes? ¿O de un gigante que cambie sus motivos y abandone la crueldad que les asocias? ¿No temes cometer errores?- los dioses sabían que Gozo no temía cometer errores. El vacío les llegaba a todos y si ella aceleraba el proceso... mala suerte. No haberse interpuesto en su camino sin el poder para someterla, pero estaba segura que los ideales de Idarie y los de Geache entrarían en conflicto antes o después y, ya que tenía pensado haber estado mucho tiempo con ellos preferirá una relación fluida entre todos.

No se había olvidado de la posadera, pero a Gozo le costaba mantener la atención en tanta gente a la vez, ya la conocería mejor, parecía una mujer digna de ser conocida y el tiempo siempre estaba a su favor.