Partida Rol por web

Justo unos instantes antes de que Alexandra pronunciara el nombre de aquel que les había enviado la carta, Lotta recordó perfectamente a quién pertenecía el sello. Con curiosidad, leyó por encima del hombro de la detective lo que les proponía Klint y no pudo más que fruncir el ceño extrañada.

Mientras pensaba en la conveniencia de acudir a la cita propuesta o no, escuchó lo que sus compañeros decían, negando con la cabeza al ver el arrebato del mendigo. Kiran tenía razón, ninguno de los presentes se tomaba aquello a risa. Al contrario, todos y cada uno de ellos, llevados por unos motivos u otros, habían decidido reestablecer la Sociedad y dudaba mucho que alguno estuviera allí para pasar un buen rato simplemente.

—Deberíamos acudir. No tanto por el espectáculo, aunque nos vendrá bien divertirnos un poco, sino por mantener una conversación con el señor Klint —dijo, aceptando de esa forma la invitación del detective—. Que un hombre como él quiera hablar con nosotros... Me resulta intrigante.

Tras escuchar al resto del grupo Eamon calmó sus nervios y habló de nuevo.

-Discúlpenme los malos modos, llevo tiempo sin socializar demasiado, mi fiel perro es mi única compañía. Además la tragedia familiar me hace perder los nervios al recordar. Les acompañaré a la posada, quizás haya suerte y obtengamos algo de información.

Diciendo esto hizo una leve reverencia de disculpa agachando la cabeza a la vez que ponía firme su cuerpo.

La misiva contenía aquella extraña invitación, en un primer momento podía parecer que Olaus Klint les estaba invitando a ver un espectáculo cualquiera, y así pareció tomárselo en un primer momento Eamon. Intentaban reestablecer La Sociedad para trabajar al respecto de los Vaesen. Pero cuando lo pensaron con detenimiento, y en vista de la información que Alexandra les había proporcionado sobre el señor Klint, un detective serio y dedicado al ocultismo, allí podría haber un caso para La Sociedad.  A juzgar por los diferentes tipos de letra, Oalus Klint había tomado un folleto de la susodicha obra, "El baile de los sueños", y había hecho una anotación a pie de página. Qué relevancia podría tener la obra para ellos era, al igual que el motivo por el que se les requería, todo un misterio.

La detective preguntó al resto del grupo si conocían dónde podía ubicarse la posada referida en la misiva, y Lotta recordó que un año atrás había pasado allí una noche en uno de sus muchos viajes en busca de inspiración para sus libros. El Gato de la Bruja era una posada ubicada en un cruce de caminos al norte de Sigtuna, a unas tres horas largas en carruaje desde Upsala. A pesar de su curioso nombre, no encontró en el lugar nada que se saliera de lo habitual. Un pintoresco edificio regido por un hombre bajito, fornido y de fuerte carácter pero que trataba a sus clientes y el negocio con devoción ayudado por su hija y esposa, y un personal de lo más eficiente.

Todavía disponían de tiempo más que suficiente para investigar un poco sobre las pocas pistas que la carta les había dejado: sobre la función, el lugar dónde se ubicaba la posada, el teatro de sombras o cualquier otro detalle. Por fortuna, acababan de descubrir una gran librería donde sin duda habría información de todo tipo.

Tras agradecer el gesto de Eamon, Victor puso toda su atención en Lotta, pues ella conocía la ubicación de la posada “El Gato de la Bruja”, y mientras la oía hablar no pudo evitar que se encendiera una llama de ilusión en su interior. El señor Klint sería la primera persona en contactar con la recién creada Sociedad, y esta se ponía en marcha.

Cuando Lotta terminó de hablar, Victor sugirió —Si me permiten, voy a pasar por la biblioteca a ver si encuentro algo relacionado sobre el señor Oscar Hjort que se menciona en el folleto. Según nos dice, tuvo una batalla contra la oscuridad, o algo parecido. Posiblemente sea una leyenda o cuento local que desconozco y me gustaría saber algo sobre ello antes de acudir a la representación. Y si me da tiempo, aprovecharé también para cepillar mi levita antes de que salgamos esta noche hacia Sigtuna—

Pese a la curiosidad que sentía por lo que pudiese contarles el señor Klint, Kiran todavía no las tenía todas consigo. Había aceptado las disculpas de Eamon, pero su semblante apenas había cambiado. Su expresión hierática se mantuvo aún cuando se alejó unos pasos para poner a punto su revólver*. Todos los presentes sabían que iba armado, no era algo que ocultase, pero sabía que era de mala educación hacerlo a la vista de todos y prefería ser discreto.

—Si no le importa Victor, lo acompañaré a la biblioteca —dijo Lotta, dispuesta a seguir su exploración por la parte del castillo que más la atraia.

Pero no solo era curiosidad por aquel lugar y por los libros depositados allí, sino que le había despertado mucho interés el teatro de sombras y, en especial, la temática de la obra que se iba a representar. Nunca antes había visto un espectáculo parecido y quería saber en qué consistía exactamente. Pero en especial era la mención de espíritus e incluso del diablo como base de la obra.

¿Habría algún precedente parecido? ¿Se habría representado una obra similar en algún otro lado? Quizás si encontrase algo en los libros pudieran ir algo más preparados para lo que fuera que les esperaba en la posada; algo que pudiera responder a todas las cuestiones que bullían en su cabeza.

—Eh,..sí, no hay problema— dijo Victor tímidamente casi ruborizándose.

Victor sentía una gran estima por la señorita Sjöberg, sus relatos le habían ayudado a vivir con la carga de este don tan peculiar que compartía con ella y sus compañeros. En un principio fue aterrador para el sacerdote. Las historias de Lotta Sjöberg le ayudaron a comprender que no estaba loco y a superar esos momentos iniciales tan difíciles.

Eamon observó que Kiran se retiraba a una esquina escondiendo algo, enseguida el perro empezó a gruñir, a lo que Eamon lo sujetó y comenzó a acariciarlo para calmarlo. Eamon comprendió en seguida.

-He observado que va usted armado señor Kiran, dudo mucho que esa arma pueda hacer nada contra esas criaturas y tampoco la necesita contra nosotros, aquí no creo que nadie pretenda hacerle daño.

Eamon solía ser una persona bastante directa cuando tenía algo que decir.

La llegada de la misiva provocó diferentes reacciones entre los presentes. Algunos como el sacerdote Simonsson se ilusionaron al ver que su pequeño proyecto se ponía ya en marcha. Emprender una nueva aventura siempre provocaba una mezcolanza de emociones en quienes las vivían, especialmente cuando se preparaba el viaje sin saber qué se iría a encontrar en él. Kiran, por eso, se dedicó a poner a punto su revólver. Pese a las advertencias bien fundadas de Eamon, Kiran sabía que uno no siempre encontraba enemigos vaesen en viajes como aquel. Por otro lado, el joven padre Simonsson acudió junto a la señorita Lotta Sjöberg a la biblioteca recién descubierta del castillo. Era aquella una sala enorme que seguía la arquitectura predominante en el castillo de estancias de altos techos, solo que en aquella ocasión las paredes estaban cubiertas de gigantescas estanterías repletas de libros. Gruesos tomos, pergaminos enrollados, ejemplares tan antiguos que se caían a pedazos y otros que acumulaban el polvo de cientos de años; toda una gran variedad.

El sacerdote encontró un listado antiguo de miembros de La Sociedad que recogía desde la fundación de la Orden de Artemisa por el noble Mats Rosenberg y la labriega Tine Rasmussen en 1501, hasta la época de Linnea Elfeklint más recientemente. En la lista se mencionaba a un escritor llamado Oscar Hjort que vivió a finales del siglo XVIII. Residió un tiempo en París, donde estudió con el maestro Fraçois Dominique Seraphin, un famoso artista que representaba espectáculos de sombras chinescas para la corte de Versalles y el Palais Royal. Por su parte, la escritora encontró un tratado de artes escénicas en las que figuraba un breve comentario sobre el teatro de sombras, el cual tenía su origen en la India y en China, donde ya se practicaba varios siglos antes de Cristo. La actuación se realizaba sosteniendo unas figuras de papel recortadas frente a una fuente de luz, de modo que se creaban sombras en una parrilla de tela. Un marionetista habilidoso podría manipular las figuras y la luz para que diera la sensación de que las figuras están vivas. Esta expresión artística llegó a Italia en el siglo XVIII y se popularizó rápidamente, extendiéndose por el resto de Europa. Varios artistas de Inglaterra y Francia habían experimentado incluso con mecanismos de relojería para crear teatros de sombras automatizados.

Eamon decidió ir hacia la biblioteca y echar una ojeada, con un poco de suerte quizás encontraría alguna información útil sobre los vaesen. La mayoría de libros estaban escritos en sueco y algunos en latín, lo que dificultaba un poco su lectura. Su nivel de sueco no era tan avanzado. 

La biblioteca de La Sociedad era bastante grande y estaba muy bien surtida, había libros e informes que abarcaban todo tipo de materias, lo que la convertía en una fuente de información muy valiosa. Entre tanto volumen, Víctor encontró lo que estaba buscando.

--Vaya, es un listado de antiguos miembros de La Sociedad, y parece ser que Oscar Hjort fue uno de ellos-- pensó el sacerdote mientras leía con detenimiento los nombres y las anotaciones que había sobre cada uno de ellos. A continuación se guardó el documento en cuestión y se propuso comunicar su hallazgo a los demás.

Mientras recorría los pasillos pensó, en un primer momento, en la detective --..tal vez Alex pueda sacarle más jugo a esta información--, pero sabiendo que Oscar Hjort fue un escritor decidió ir a hablar con  Lotta en primer lugar, que además se encontraba en la biblioteca junto a él. En uno de los pasillos vio o a Eamon  escudriñar algunos libros cerca de unos estantes. Víctor se sintió gratamente sorprendido.

Kiran siguió poniendo a punto el revólver, haciendo labores de mantenimiento y comprobando cada pieza casi de manera rutinaria. No le gustaban las armas, pero había algo relajante en todo el proceso y le hacía sentirse útil.

Cuando Eamon le advirtió de que las armas de fuego eran inútiles contra lo que iban a enfrentarse, Kiran se encogió de hombros. No tenía conocimientos suficientes sobre aquellas criaturas, pero valoraba la sensación de poder proteger a los demás. De ser un muro aún cuando las balas eran inútiles.

Al ser un tema desconocido para Lotta, la información que encontró sobre el espectáculo de sombras le resultó muy curiosa e interesante. Cuanto más leía sobre el tema más ilusión le hacia tener la oportunidad de ver uno en vivo y en directo, olvidándose por unos instantes de la verdadera intención de acudir a la posada.

Fue cuando el sacerdote se acercó a ella cuando de nuevo regresó a la realidad y a lo que de verdad estaban buscando. Le resultó un dato muy significativo que aquel hombre, Oscar Hjort, hubiera tenido relación de alguna forma con el espectáculo que iban a ver.

—¿El actual señor Hjort será algún antepasado del que aparece en esa relación? —preguntó, más para ella misma que para Victor—. Curioso, muy curioso... Si en verdad es algún antepasado resulta bastante interesante que se llame igual y se dedique al teatro de sombras, ¿no le parece a usted?

Aunque una fugaz idea cruzó en ese momento por la cabeza de Lotta. ¿Y si en realidad era el mismo hombre que de alguna forma hubiera conseguido la inmortalidad? Negó con la cabeza buscando deshacerse de esa absurda idea ya que no tenía sentido alguno.

Solo se traba de una mera coincidencia...

Alex se planteó salir y visitar a Klint. Era conocido así que no tardaría en averiguar donde vivía, pero al mirar por la ventana vio que continuaba lloviendo y decidió quedarse. Tampoco tenía mucho sentido ir a buscarlo cuando se había citado con ellos en aquella posada. Sus compañeros se habían lanzado a buscar datos e ideas sobre la carta, pero Alex solía tomarse las cosas con calma. Al final se decidió a salir, pero no para buscar a Klint, sino para averiguar donde estaba la Posada y saber un poco sobre el lugar antes de ir.

Se puso el abrigo y se acercó a su amigo.

-Oye Kiran, voy a salir a ver si descubro donde está la posada y alguien sabe algo de la historia del lugar-le avisó mientras observaba como limpiaba su arma. Alex tambien tenía un revolver, pero no lo había usado apenas-. Ven conmigo si quieres, pero te aviso que fuera está lloviendo a mares.

—Bueno, hay algunas familias que deciden continuar con la tradición familiar de conservar el nombre de algún miembro que consideran importante, y nombrar así a sus descendientes. Una vez asistí el bautizo de un tal Orvar Bergmark IV— contestó Victor a la escritora.

De la forma en cómo Lotta estudiaba la lista de nombres, Victor creyó advertir que el personaje en cuestión había despertado varios interrogantes en ella. —..si me disculpa, voy a comentar el hallazgo con los demás— le dijo

Antes de que Alexandra saliera en busca de información sobre la posada El Gato de la Bruja, el padre Simonsson y la señorita Sjöberg regresaron con algo de información sobre el tal Oscar Hjort y la modalidad del teatro de sombras que compartieron con los demás. Tras eso, se dispusieron a hacer los preparativos para el viaje mientras la detective indagaba sobre la posada por las lluviosas calles de Upsala. 

A su regreso Algot Frisk tomó su empapado abrigo y se dirigió con paso tranquilo hacia la chimenea para avivar las llamas y que la detective pudiera entrar rápidamente en calor. El servicial mayordomo, le procuró también una bebida caliente para que su cuerpo entrara en calor. La lluvia en el exterior, lejos de cesar, había arreciado con fuerza y sacudía los cristales del castillo de Gyllencreutz. Por si fuera poco, al mal tiempo se le sumaba un viento infernal que provocaba que la lluvia fuera, si cabe, todavía más insoportable.

Alex traía consigo algo más de información sobre El Gato y la Bruja que complementaba lo que Lotta sabía de la susodicha posada. Efectivamente, el lugar se encontraba en un cruce de caminos al norte de Sigtuna. Pero la detective logró encontrar una información más jugosa sobre el lugar. Cuando La Sociedad fue reconstruida tras el gran incendio de Oulu de finales del siglo XVIII, El Gato de la Bruja se utilizaba como lugar de encuentro entre los miembros de La Sociedad, ya que el posadero de la época, Pyri Harjula, era un Hijo del Jueves.

El padre Simonsson pudo encontrar una breve referencia a Pyri Harjula en el listado. El posadero no constaba como miembro de La Sociedad, pero sí que aparecía su nombre en una breve sección del manuscrito denominada: colaboradores y otros agentes de interés.

Actualmente el negocio lo regentaba Sami Harjula, el nieto de Pyri.

El repiqueteo incesante de las gotas de lluvia estrellando contra las ventanas del castillo, y la llegada de Alex, totalmente empapada, hizo replantearse al sacerdote la tarea de cepillar y limpiar su levita antes de partir hacia la posada. De poco valdría dicha actividad ante este mal tiempo, así que intentó recordar dónde había guardado su sobretodo para llevarlo consigo antes de salir.

Pero las malas inclemencias temporales se vieron recompensadas por el excelente trabajo de la detective. Consiguió información muy interesante sobre la posada "El Gato y la Bruja", y gracias al documento hallado en la biblioteca pudimos ampliarla, lo que hizo que Victor se mostrara un poco más tranquilo con la misteriosa reunión.

—Esto tiene que ser bueno, ¿no? Si la posada fue un lugar de reunión de antiguos miembros de La Sociedad, y el propietario es nieto de un Hijo del Jueves, tal vez sea un lugar seguro. Voy a recoger mi equipo— dijo, con la intención de dirigirse hacia su habitación.

Kiran acompañó a Alex sin importarle demasiado las inclemencias del tiempo. Había puesto el revólver a buen recaudo y preparó un paraguas para proteger a ambos de la lluvia. Cuando regresaron, el criado seguía tan impertérrito como siempre, pero agradeció la bebida caliente que le ofrecía Frisk.

Al comprobar que el local en el que les habían citado parecía seguro, Kiran se relajó un poco. Dejó que el té especiado de Frisk le calentase los huesos y le despertase la mente. Necesitaba tenerla afilada para seguirle el ritmo a las deducciones de Alex.

Con la nueva información recabada, el grupo estaba listo para partir. La posada El Gato de la Bruja pertenecía al nieto de un Hijo del Jueves, por lo que esperaban que fuese un lugar amigable para los miembros de la recién restaurada Sociedad. Terminaron de preparar lo que necesitaban para el viaje, tomando cada uno las precauciones necesarias según su propio criterio pese a las noticias tranquilizadoras. Quién sabía qué era lo que el detective Olaus Klint quería comunicarles.

—Señores, señoritas, el carruaje que han solicitado está listo para su partida —les hizo saber el siempre diligente Algot.

Fuera, junto al camino de entrada que llevaba hasta el castillo, un carruaje tirado por caballos les esperaba bajo la intensa lluvia. El cochero, embutido bajo un grueso chaquetón y un gran sombrero, soportaba estoicamente el diluvio aguardando a que los viajeros subieran, a ser posible a la mayor celeridad, en su carruaje. 

Eamon llamó al perro y entró en el carruaje. No estaba muy seguro que toda esta historia llevará a algún lugar y aún guardaba cierto mal humor, pero una vez dentro se sintió cómodo en los asientos acolchados, hacía mucho tiempo que no disfrutaba de esas comodidades. 

-Bien caballeros, hace un frío de mil demonios esta noche, espero que no me hagan arrepentirme de haberme unido a su aventura.