Partida Rol por web

-Supongo que lo que quieres decir es que por sí misma no es nada especial, pero sin ella no se puede trabajar, ¿no? Bueno, nosotros la hemos traído y ya es hora de que cobremos algo -se volvió hacia los otros que Zuith ya arrastraba fuera de la tienda- os alcanzo en un momento, tengo que preguntar una cosilla.-

Animal de carga...tú sí que eres un animal de carga.

Se acercó a Darvin empezando a aflojarse un poco las vestiduras -Discúlpame, Darvin, no quiero importunarte ni ponerle pegas a lo que nos has dado, pero ¿puedo esperar que quien me cure tenga...discreción?- y dejó que se viera parte del metal y sinte que corría por toda su fisonomía. -Esto es más que un ojo o una mano, y ya sabes cómo es alguna gente.-

Le parece muy raros todos los comentarios de Darvin, si las frutas no valen para nada porque todo el pueblo estaba tan interesado en que liberemos el jardín de los mastines, Remek estaba empezando a dudar de la veracidad de sus comentarios y empezaba a dudar con justa razón de ella.

Lo que importaba después de todo esto es que la niña se encontraba bien y al fin íbamos a poder cobrar algo de lo que nos habían prometido. -Vayamos para la tab…- No termina de hablar que siente el tirón de Zuith que lo saca de la tienda. -No hacía falta que me saques, ya estaba por ir con ustedes, no veo la hora de tomar una buena cerveza- No se enoja con ella, ya la conocía y no le molestaba en lo mas mínimo.

Cuando llegaron a la taberna pudieron observar que ya había más parroquianos que antes, también más animación. Un joven muchacho tocaba con su viejo laúd una animada canción que contaba las proezas de un héroe en un épico combate contra una extraña bestia. La mitad de las mesas estaban ocupadas, pero cuando entraron, la tabernera enseguida los saludó con su mano.

- ¡¡ Aquí están !! - Dijo gritando, haciendo que el muchacho de la música se detuviera. - Si habéis vuelto... ¿Es que habéis expulsado a esos mastines del jardín? -

El muchacho paró de tocar si... pero es que ante aquella pregunta toda la taberna había quedado en completo silencio, con las miradas clavadas en los cuatro.  

Parece que todo el pueblo se ha reunido aquí, no esperaba encontrarse con tanta gente.

Escucha los gritos de la persona que estaba animando el lugar y le sorprende que los reconozca, el no recuerda haberlo visto……aunque todo el pueblo debe saber que unos aventureros iban a eliminar los mastines y por sus pintas claramente no pertenecen al pueblo.

-Si, hemos acabado y venimos aquí a tomarnos unas merecidas cervezas- Le incomoda como se quedo todo el lugar en silencio y mirándolos a ellos, no le gusta estar con mucha gente y menos ser el centro de atención. Por esta razón prefiere no decir nada acerca de la paga, sus compañeros seguramente lo van a mencionar.

-¡Sí! ¡Todos expulsados! ¡Y la mayoría expulsados también de la existencia en general! Nos hemos ganado a pulso la recompensa, en nuestra humilde opinión. 

Aquel era el concepto que Amplexo tenía de un chiste.

Se derrumbó pesadamente en un taburete. 

-Hablando de lo cual, ¿alguno de vosotros sabe de medicina? Porque tengo una herida que necesita atención. Atención privada. 

Zuith llegó a la taberna y observó el ambiente para decidir como proceder. Sonrió levemente al ver que hasta les recibían con laúd, seguramente el músico ya estuviera ahí de antes pero a ella no le importaba, en su cabeza la presencia del instrumento era para  engrandecer sus propias proezas.

- ¡Estimados parroquianos!, las historias de aventuras se toman con una cerveza en la mano para poder brindar por los logros... Así que ¡venga!.... ¡qué corra el alcohol!.... - estiró la mano para coger la jarra del tipo que la mirase con mayor adoración, le guiña el ojo y se sube a la mesa para dar rienda suelta a su oratoria -... Teníais un gran problema, una gran cantidad de mastines, ¡quince! nada menos, vagaban por los jardines.... Un lugar al que no podíais ir para recoger vuestras necesarias plantas de curación... Nada más nos enfrentamos a los animales, ¡las bestias se abalanzaron sobre nosotros! ¡Cinco intentaron clavarme sus picos putrefactos! Pero yo más rápida y mortal, rajé a cada uno de esos animales con mis propias manos... - mostró sus manos y se calló durante unos instantes para crear un momento dramático de interés general.

La historia se parecía bien poco a lo que en realidad sucedió, pero ¿qué más daba?... Los bichos estaban muertos o desaparecidos y Zuith tenía una cerveza en la mano para hacer de la narración su disfrute.

- Mi querido Remek, un glaive experimentado, mató a tres más de aquellas criaturas... Y por cierto, está soltero... ¿han escuchado eso? ¡Un glaive poderoso y fuerte, soltero todo él, sin más compromiso que sus armas y su lealtad a mi persona busca esposa!... pero para eso la familia debe ser digna de ten insigne guerrero.... - aquello no venia a cuento pero ¿qué más daba? Si alguna tonta picaba quizás pudieran robar los shins a su familia, ahora eso sí, su Remek no se casaba sin SU consentimiento.

- Mi pobre Amplexo, mató tres más de las criaturas con el poder de su intelecto, pero éstas le devolvieron el golpe tantas veces que debería estar muerto, pero por honor a sus palabras se levantó del suelo para cumplir con las necesidades de vuestro pueblo.... Todo un héroe, que por cierto necesita curaciones.... ¿Alguien discreto que le meta mano? En el sentido más pudoroso.... o.... bueno..., en realidad eso da igual mientras se le cure... - Zuith miró a Plexi, no le gustaba verle herido y estaba preocupada por él, aunque a veces pareciera que no tenía alma.

- El resto de los mastines fueron atacados por Kalu, el viejo tiene un poder que es abrir la boca y dejar salir un fétido aliento que podría competir con los vapores del infierno.... Derritió las bestias mientras se reía con sus putrefactos dientes... Yo de ustedes le daría más cerveza si queréis que no emanen de nuevo esos gases tóxicos de su boca.... Y si tienen algo mentolado tampoco iría mal del todo....

Zuith dio un largo trago a su cerveza, y allí ella plantada encima de la mesa, mostrando seguridad y poder absoluto, llegó al momento más importante del día.

- ¿Y bien señores?.... Supongo que tantos esfuerzos tendrá una considerable recompensa.... - lo daba por hecho, hasta ella podía creerse su gloriosa historia.

El viejo Kalu se fue hacia una esquina de la barra. La más alejada de la gente. Pidió una cerveza. El camarero se la puso con una sonrisa. Empezó a beber. Estaba bien fría, deliciosa. Dio otro trago y entonces Zuith empezó a hablar, a contar lo que había sucedido: que si eran tantos perros, que si tal o cual… No eran más que mentiras y trolas, pero a los granjeros y criadores de cerdos les encantan esas historias. Todos los pueblerinos y paletos del lugar se giraron para escucharla. Reían y aplaudían. Todos ignoraron a Kalu para centrarse en Zuith.

El viejo se sentía a gusto, tranquilo, sin que nadie le diera el coñazo. Por primera vez en no sé cuánto tiempo, se alegró de que Zuith formara parte del grupo. Estaba seguro de que esa sensación no duraría mucho, que ella la jodería tarde o temprano así que pensó que lo mejor era disfrutar del momento.

Kalu se bebió lo que quedaba de cerveza de un trago. Lo hizo despacito, disfrutando de su momento de soledad.

Luego pidió otra la camarero.

- Bien bien -  Dijo la camarera levantando la mano de Zuith mientras un joven muchacho servía otra jarra a Kalu.

Un viejo se acercó a Amplexo y miró su herida del hombro. - Pásate antes de dormir por mi tienda. Creo que podremos hacer algo - Asentía y se giraba hacia la camarera que había tomado la palabra de nuevo.

- Darvin nos dijo que iríais a por los mastines y hemos preparado entre todos una recompensa digna. Todos hemos puesto algo. - 

Sacó una bolsa de cuero bastante abultada que dejó sobre la mesa provocando un clásico sonido que endulzó los oídos de Zuith. 

- ¡¡ 30 shins !! - Dijo orgullosa. - Algunos han puesto incluso dos. Por supuesto podéis beber y dormir en la taberna sin coste y estoy seguro que el viejo Dagobh os ofrecerá sus servicios curativos para esas feas heridas. El viejo Dagobh realmente ya se había ofrecido a Amplexo, pero levantó la mano y asintió.

- Por supuesto. - Dijo con una sonrisa. 

-¿¿Treinta shins?? Eso es...

Amplexo por un momento estuvo a punto de estallar en un torrente de recriminaciones, pero se detuvo al considerar el valor económico de las bebidas que al menos la mitad de su grupo iba a tomar hasta perder el sentido, la cena que iban a deglutir, las camas en las que iban a descansar y la atención médica que él iba a recibir...completamente de balde. Cuando se sumaba lo que hubieran tenido que pagar por todo aquello a los treinta shins, la recompensa aparecía mucho más sustanciosa. Que además les dieran algo de dinero de bolsillo era hasta generoso. 

-...¡un estupendo añadido! Hablando de lo cual, yo también tomaré una cerveza. ¡O algo más fuerte y dulce, si lo tenéis!

—¿Treinta Shins?— resopló.

—Desde luego de ésta no me jubilo.— pensó mientras daba cuenta de la tercera cerveza y pedía una cuarta. Kalu siempre había imaginado que algun día haría un gran trabajo del que sacaría la suficiente tajada como para comprarse una chabola en algun sitio alejado de todo. Sembraría patatas y tomates y construiría un buen alambique para destilar algún orujo casero. No tenía porque ser un trabajo honorable. No, no, cualquier cosa le valía: dar una paliza a un pez gordo, robar a campesinos... daba igual siempre que pagaran bien. A su edad la moral se vuelve menos fina y exigente. 

Zuith al contrario que sus compañeros sonrió de oreja a oreja. No es que los 30 shins fueran la mejor recompensa del mundo, pero la cara de orgullo de la tabernera, así como los rostros de adoración de los congregados, determinaba que poco más tendrían en el pueblo para pagarles debidamente. Exigir más sería montar una pelea para conseguir poco o nada extra, un esfuerzo innecesario si se ponían los shins en una balanza a la par de ser siempre bienvenidos en aquel pueblucho de mala muerte.

- ¡Brindemos por vuestro maravilloso pueblo y su crecimiento sin los mastines!.... - levantó su jarra la joven, bebió, y se agachó seguidamente a recoger la bolsa de las monedas -... Voy a vaciar la vejiga... Ahora vuelvo....

Zuith salió de la taberna con la bolsa de las monedas y se escondió en una esquina para comprobar que estaban los 30 shins acordados y que no les habían metido arandeles metálicos a modo de trampa.

No le parece que 30 shins sea mucho, aunque parece que mucho mas no podrían reunir los lugareños, se tendrán que conformar con ese pago, aunque tampoco les viene mal tener un lugar para dormir y la bebida gratis, lo cual iba a aprovechar al máximo, no es el mejor pago pero le convence.

Esta agradecido con el pueblo aunque no emite ningún comentario, cree que no hace falta agregar nada a los comentarios de Zuith……Sigue concentrado en su bebida y en la próxima que en cualquier momento va a pedir para seguir festejando, total es gratis.

Zuith pudo comprobar que la bolsa contenía el prometido dinero. Eso quizá la tranquilizó... o puede que despertara más avaricia. Solo el tiempo, la noche y la bebida desvelarían lo que ocurriría.

Fuere como fuere, la noche fue pasando, las bebidas se fueron terminando y la gente regresando a sus hogares. La taberna se quedó cada vez más tranquila y el curandero se acercó a los cuatro, aunque miraba principalmente a Amplexo.

- Si quiere puede pasarse mañana por mi tienda para que revise esas heridas. Aunque le aconsejaría darse un baño reconstituyente antes de ir a dormir en los tanques de la calle principal. Lo mismo para los demás, les vendrá bien para recuperarse de tan árdua batalla. - 

Parecía que la descripción de Zuith había calado. Al menos en aquel hombre.

Remek cree que no es una mala idea lo de ir a los tanques, en realidad le parece una idea genial

-Estoy de acuerdo con el señor, deberíamos ir a alguno de los tanques que no hayamos probado- Termina de decir esto y sale de la taberna -Los espero afuera- Le vendría bien un poco de aire fresco luego de tanta comida y alcohol consumido en ese lugar. Mientras esperaba piensa que mañana podrían revisar el lugar para ver si encuentran algo interesante para gastar los 30 shins, o al menos la parte que le corresponde a el.

Zuith guardaba los shins como si de sus hijos se tratara. De hecho Kalu dudaría de que fuera más responsable con niños que con la riqueza que guardaba. La noche había sido tremenda para la mujer, inventó varias historias más sobre los bichos que había matado en el pasado, algunos de ellos ni existían,  y de cómo conquistó los corazones de los tres hombres acompañantes, palabrería barata que en aquel pueblo, hacía las delicias de cualquier espectador.

Pero como todo lo bueno acababa, era instante de comenzar a pensar en sus próximos pasos -....Remek, me gusta a idea del baño... Hoy el masaje me lo vas a dar aquí... - se toca en la zona del deltoides -...¿os apetece ir al tanque amarillo?.... ¿o mejor el azul mar?.... - la joven se movía hacia los lados, demasiada cerveza, todo podía acabar bien si no se dormía dentro del agua.

Amplexo había bebido más que de costumbre y torció media cara al oír al curandero.

-¿...Mañana? ¿No dijo esta noche...? -pero pasó rápidamente de la sorpresa a la sonrisa- ¡Oh bueno, mejor de todos modos, así estaremos los dos más sobrios! ¿Qué colooor recomienda para las heridas el señor Dag-obh-obh-obh...? 

Se levantó y salió serpenteando con los otros de la taberna hacia los tanques. Ya harían planes al día siguiente.

—Yo esperaré aquí dijo Kalu.— Las bañeras esas de colores no acababan de convencerle por mucho que los del pueblo exaltaran sus propiedades. Además estaban llenas de gente. Solo de pensar que tenía que meterse en una alberca con otros siete tíos, le daba repelús. Él prefería las viejas costumbres: una buena taberna, un taburete pegado a la barra y cerveza fría. Así es comos e han forjado los héroes de leyenda y no mojándose los bajos en piscinas de colorines. 

La noche pasó, la bebida corrió y el hambre fue saciado todo lo que fue menester de los nuevos héroes de Cylion. Poco a poco la gente fue desapareciendo de la taberna y Remek y Kalu decidieron quedarse a dormir en la taberna; mientras que Amplexo y Zuith optaron por darse un relajante baño en los tanques de colores.

La sensación del agua a su alrededor era como la vez anterior para quien la hubiera probado. Era cálida y parecía que algo en el interior picoteara el cuerpo con suavidad, generando no solo una sensación de confort; sino además haciendo que las heridas sanasen con más velocidad... o esa era al menos la impresión que daba. Amplexo fue al estanque Azul tras el consejo del médico y Zuith tuvo que decidirse entre los cuatro.

Fuere como fuere algo ocurrió a media noche, cuando los pocos usuarios que quedaban en los estanques casi habían caído dormidos por la relajación. Gritos. Tanto Amplexo como Zuith pudieron escucharlos con claridad, pues provenían de las personas que había en el interior del estanque negro; pero eran lo suficiente fuertes como para despertar a Kalu y Remek también.

Los tres usuarios que disfrutaban del estanque de color negro habían salido del mismo y tenían pegados a sus cuerpos una especie de pequeños gusanos negros que resbalaban por su piel como si fuera agua. Se los quitaban con facilidad y al pisotearlos desaparecían como si fueran agua en si mismos y se disolvieran y fueran absorbidos por la propia tierra del camino.

Kalu dormía en el catre a pierna suelta cuando unos fuertes gritos lo despertaron de sobresalto  ¿Qué? ¿Que era eso? ¿Que diablos sucedía ahora? Se levantó del mal humor y se asomó a la ventana y vio como la gente se dirigía hacia la zona de los estanques. 

—Ya esta— pensó

—Ya la ha liado otra vez esa arpía de Zuith.—

Cuando ya pensaba en recoger sus cosas para largarse echando hostias por la puerta de atrás del pueblo, escuchó a una mujer  hablar de no sé qué gusanos negros. No pudo escuchar nada mas porque la señora al girarse y verlo en pelotas, echó a correr sin mirar atrás. Kalu suspiró aliviado, parecía que por esta vez, Zuith no estaba metida en el follón. Cerró la venta y fue a despertar a Remek que roncaba como un oso cavernario. Luego se vistió y fue hacia los estanques a buen paso. No le fue difícil encontrar el meollo del problema, casi todo el pueblo estaba allí, concentrado alrededor de uno de las bañeras de colorines. Vio a Amplexo y a Zuith entre la multitud y fue hacia ellos.

—¿Qué ha pasado?— Le preguntó a Amplexo

Amplexo había corrido a "socorrer" a los infortunados del estanque negro más por curiosidad que otra cosa.
-Uyuyuy espere espere que le ayudo un poco -dijo a una de las personas que se sacudían aquellos gusanos acuosos.
Extendió el brazo, el aire vibró de nanos, e hizo que un puñado de gusanos volaran de la piel de la víctima, dejándolos suspendidos en el aire sobre la palma de su mano. Quería tenerlos sujetos sin tocarlos.

Empezó a mirarlos mientras lo hacía, tratando de distinguir su anatomía o algún aspecto distintivo.

Entonces oyó a su compañero de infortunios preguntarle.

-Oh hola Kalu. Parece que el estanque negro se ha llenado de gusanos de repente y se han cebado con los que se estaban bañando.-Se volvió hacia quien ayudaba- ¿Les han caído encima o de repente se los han encontrado en el agua, señor/a/e?