Partida Rol por web

 El ogro se revolvió cuando la espada del sicario mordió su carne. Bolog blandió su arma en un amplio arco, intentando alejar a aquellos hombrecillos que tanto dolor le causaban. Kurt avanzó agachado, colándose por debajo del barrido del hacha, y lanzó un tajo ascendente con intención de cortar el muslo interior del ogro. El golpe se queda corto, pero deja al nordlandes en una buena posición. Con un rápido giro de muñeca, Kurt convirtió el tajo de retorno en una estocada y la espada se clavó en el cuerpo del ogro. El golpe resonó en el aire con un crujido siniestro cuando la punta de acero se encontró con una de las costillas del monstruo. 
  Kurt tiró para arrancar su arma de la carne del ogro  y retrocedió unos pasos, levantando su escudo en alto, preparado para el contraataque del ogro.

Por fin uno de los ogros cae y eso es una excelente esperanza para la victoria. Además, el ogro que muere es precisamente el más acorazado, lo que nos indica que es más de la mitad del trabajo el que se ha hecho. Sonrío un poco más confiado mientras suelto la flecha que llevaba apuntando y esta se dirige directamente a uno de sus brazos.

"Por fin voy a aportar en algo."

Sin darme tiempo de saber si dio en el blanco, saco otra flecha más y la pongo a apuntar sobre el objetivo.

El ataque combinado de Kurt hizo que la hemorragia manara sangre como si de un barril de cerveza sin espita se tratara. La mano del ogro levantó su arma en un acto final de tenacidad y odio, asestando un golpe mortal contra la cabeza del joven soldado... pero la flecha de Gustav atravesó el duro músculo del brazo impidiendo que ese golpe llegara a suceder.

Ambos hermanos yacían en el suelo, uno al lado del otro, mientras el resollar de Bolog continuaba, mirando a su hermano caído, intentando aferrarse a una vida que se le escapaba.

El otro ogro agonizaba en el suelo. Me acerqué protegiéndome con el escudo y le puse el arma en la garganta. Era cruel, pero no tanto como para dejar desangrarse a nadie porque sí.

Vas a morir, ogro. Dinos donde está ese gigante y acabaremos esto rápidamente y podrás descansar al lado de tu hermano. Si no, morirás desangrado y nosotros esperaremos aquí a que pase. Habla y te mataré rápidamente.

Dudaba que fuera a decir nada, pero siempre era mejor dar la opción. A ninguna criatura le gustaba agonizar.

Cuando el último ogro cayó al suelo, Cenizo respiró exhausto y tuvo que descansar unos segundos antes de poder hablar. Había hecho un gran esfuerzo.

—¡Ay, ay! Casi me lo cargo yo solito —carraspeó. Al incorporarse apoyó la mano en su cadera—. ¡Ay! Ya no soy como antes, se nota, ¿no? ¡Jijiji!

Cenizo rebuscó en sus harapos buscando algo, era capaz de perder sus brazos dentro de sus vestiduras. Sacó el cinturón que compró al curtidor y una daga afilada.

—¡La cabeza es mía! ¡Yo lo haré! —sonrió con los ojos iluminados mientras afilaba su daga con una piedra del suelo—. Llevaremos la cabeza al alcalde como prueba.

-Iros al infierno-. Dijo sollozando. -Habeis matado a mi hermano, ¡Asesinos!.-

El esfuerzo de la última palabra hizo que una bocanada de sangre saliera por sus labios. Se ahogaba con su propia sangre.

No íbamos a sacar nada de aquello. Mejor que Cenizo se cobrara sus trofeos. Apunté la punta de la espada al cuello y acabé con la agonía del ogro.

Todo tuyo, Cenizo. Coge lo que precises.

El último ogro moría bajo el filo de Ándor y eso cierra por fin el capítulo del Bromista. No hay forma en que podamos averiguar el paradero del gigante por el cual ese misterioso noble pagaría una pequeña fortuna pero no es algo que me importe ahora. Me gusta el oro pero no soy un ciego ambicioso, así que me conformaré con lo prometido por el alcalde.

"Total, nos pidió matar al Bromista y le llevaremos dos en cambio."

Me acerco al grupo y veo que Cenizo planea obtener las pruebas de nuestro éxito, por lo que me quedo apartado mientras hace el desagradable trabajo. No me molesta mancharme con carne de animales al momento de cazarlos y faenarlos pero no estoy interesado en participar activamente en el equivalente de un ogro, sobre todo de uno que hasta hace poco nos habló.

Definitivamente no es lo mismo.

  Kurt permaneció impertérrito junto a Ándor mientras este concedía la misericordia al ogro. El silencio se apoderó del lugar cuando el último aliento del monstruo se desvaneció en el aire. Con parsimonia, el nordlandés se inclinó, tomando puñados de hierba para limpiar la hoja teñida en sangre antes de devolver la espada a su vaina. Acto seguido, regresó hacia donde yacía el arcabuz, lo recogió y, tras verificar su estado, lo recargó.

  Al terminar, Kurt volvió junto al sicario. - Ándor, cuando le preguntaste, lo llamaste ogro. ¿A qué te referías con eso de encontrar al gigante? ¿Acaso no eran estos dos los gigantes a los que veníamos a cazar? Joder, ¿existe algo más grande acechando entre las montañas? - Kurt escupió al suelo y, elevando la mirada por encima de las copas de los árboles, contempló las cimas que se recortaban en la noche, bañadas por la tenue luz de las lunas. - Ya me contarás qué demonios habéis discutido en esa habitación.- ¿Qué sabía él de ogros, gigantes o trolls? Solo había oído cuentos y leyendas, susurrados al solaz del fuego. Las descripciones, siempre enigmáticas y cambiantes, variaban de un relato a otro.

  Mientras el osamentero desempeñaba su macabro cometido, preguntó a todos . - Cuando Cenizo termine, ¿regresamos al pueblo o preferís echar un vistazo al campamento de estos dos? - 

-Ja-. Soltó el mediano que de pronto había aparecido de la nada junto a vosotros. -Estos gigantes mentían para salvar el pellejo. No me extrañaría que tuvieran las cabezas de las hijas de mercaderes, o barbas de mago en aquellas bolsas de su campamento-. Comentó mientras se echaba la pistola al hombro, tal como Kurt hacía con su arcabuz. -Son cosas habituales que tienen los gigantes-. Os explicó dándose importancia.

Kurt. Estos dos habían venido a cazar un gigante. Creía que no, pero ahora recuerdo algo que dijo uno de estos - le doy una patada a uno de los cuerpos. - dijo que lo habían encontrado. Puede ser que tengan alguna prueba de ello en su campamento. Si lo encontramos, cobraríamos las dos recompensas.

Creía recordar que el primer ogro que maté dijo "hemos dado con él....el barón nos dará la recompensa que merecemos". Eso significaba que lo habían conseguido derrotar.

Cenizo se agachó sobre el cuerpo del ogro inteligente y clavó la daga en su cuello para acto seguido filetearlo poco a poco hasta que se viera separada.

—Éstos no eran gigantes, ¿no ves que son tan feos? Jijiji. Confesaron ser los bromistas de las trampas, todo por cazar a un gigante para una recompensa superior. ¡El gigante verdadero no era el de las bromas! Pro nos pueden dar unas coronas extra por los huesos de estos grandullones.

Cenizo terminó de separarle la cabeza y después rebuscó en sus vestiduras.

—¡Arreando! Tenemos la prueba. ¿Quién la llevará? —les mostró en alto la cabeza y probablemente se la enganchara en el cinturón para después colgarla de su carroza.

  - Mmm…, entiendo. Entonces deberíamos de buscar esas pruebas. Quien contrató a estos dos no estará muy contento cuando se entere de que los hemos espichado y la faena está por hacer. Además de la otra recompensa, nos evitaremos futuros problemas. - deslizó una mirada de complicidad al sicario, como recordatorio de que ya tenían a los Vigilantes de Caminos tras sus pellejos y, posiblemente, a otros "cazadores" mas fanáticos y decididos; de esos que visten de negro y se tocan la cabeza con sombreros de copa alta y plana y hebilla de plata. 

  - El trofeo es vuestro, Abuelo, hacer vos el honor de llevarlo. Pero será mejor que lo envolváis con algo, antes de que se llene de moscas. - respondió a Cenizo mientras movía los hombros para acomodar el peso de sus pertrechos. 

  - ¿No os resulta extraño que montaran algunas trampas tan cerca del pueblo? -

Si las pusieron tan cerca, probablemente el gigante se debería mover por esta zona. Quizás debiéramos mirar en el campamento de estos dos a ver si encontramos algo de utilidad. Nadie nos dice que no hubieran acabado ya con el gigante y tuvieran algo para demostrarlo. Nos serviría para cobrar ambas recompensas.

Miré alrededor para determinar de donde habíamos venido corriendo para localizar la zona del campamento de los ogros. Lo suyo sería registrarlo.

Creo que es por ahí de donde vinimos huyendo de ellos.

Comencé a caminar en esa dirección.

  - Y eso, socio, es lo que me llena de desazón. Igual estos dos habían conseguido alejar al gigante de sus merodeos cerca de Lubrecht. Y si el coloso sigue con vida y es aún más grande que los oger, de poco van a servir las murallas del pueblo y esos dos inútiles que tienen por guardias. - 

 Si en algo coincidían las historias y cuentos era en el proverbial gusto de todos estos titanes por la carne humana y las bebidas alcohólicas. Cosas de las que Lubrecht no andaba escaso con las fiestas de la cosecha. Un presagio funesto se agarró a las tripas del joven soldado y no le soltó, incluso cuando echó a andar detrás del sicario.

Evito mirar la labor de Cenizo mientras escucho a los otros hombres y asiento cuando indican la idea de buscar en su campamento por si vemos alguna pista o algo útil, sin menospreciar la idea de encontrar algo de valor:

 - "Vamos a ver su campamento, quizás algo encontremos."

Hago una pequeña pausa y luego comento:

 - "Lo que sí, está bien que hayamos sido capaces de acabar con estos dos ogros pero no sé si seremos capaces de derrotar a un gigante. Nunca he visto uno pero, según las leyendas, bailan sobre ejércitos completos como un las mozas sobre las uvas en la vendimia. Temo que la codicia más que llevarnos a la gloria, nos lleve a la tumba. Aquí ya tenemos la recompensa que el Alcalde prometió."

Pero seguiría al grupo. Tampoco los dejaría antes, pues si cabía la posibilidad de que su bolsa de monedas se llenase más, lo intentaría, aunque con prudencia.

-Demonios, si estos no eran gigantes, ¿como de grandes se supone que son?-. Preguntó el mediano mientras atravesaba un brezal. -Es imposible que se esconda algo tan grande. Cuando era pequeño intentabamos esconderle la vaca al señor Brogüer, y siempre la encontraba porque era muy grande. No puedo imaginar algo tan grande, menos una montaña, pero no se mueve. -Hans continuó, como siempre, con una historia seguida de otra mas acerca de lo que les pasa a los viajeros que se internan en el bosque por la noche. -...y le gustó tanto el sabor de la tarta de mi bisabuela que aquél vampiro dejó que mi bisabuelo sobreviviera gracias a que guardó un trozo de esa tarta. Parece increíble pero es cierto al cien por cien.-

La charla terminó en cuanto visitéis el resplandor de la hoguera que los ogros tenían en su campamento. Habíais dado un rodeo, pero de noche y con solo la visión nocturna del mediano para guiaros, la verdad es que había sido poco recorrido. Menos mal que tenian una hoguera, o puede que hasta el dia siguiente no lo hubieseis encontrado.

En sus sacas tan solo había comida reseca y mohosa, algo de ropa demasiado grande para aprovecharla y 3 coronas de oro junto a 15 peniques, que tenían el escudo de Reikland grabado en ellas. No había planos, ni cuerdas (usadas en las trampas). Tan solo una carta del duque que les encomendaba la misión de terminar con el gigante, como os habían dicho.