Partida Rol por web

-Mierda- murmuró Paul hacia su compañero, sin saber que pasaría a continuación. Quizás nada, podría resolverse todo con facilidad, pero era un hombre que esperaba lo peor de la gente, así que martilló su revolver, esperando lo peor.

Anabella reconoció la voz al instante, ese horrible sujeto seguía poniendo su marca infecta en todo lo que pasaba. Sintió un frio en su nuca, como si las armas de todos estuvieran apuntando hacia ella. Escuchó como alguien martillaba su arma. El desastre podía desatarse en cualquier instante.

Pero lo gracioso es que temía a otra cosa, algo que estaba llegando...

La niña primero miró a su alrededor arrugando mucho los ojos, como si buscara algo. Luego aceptó la mano de Hightower y subió al enorme caballo. James notó que el cuerpo de la niña estaba empapado de sudor y temblaba ligeramente. Sus labios agrietados eran testigos mudos de las privaciones de la joven. Tras la avalancha de preguntas del vaquero, la niña solo dijo:

-Mama me dijo que me ocultara- su voz era un susurro y señaló hacia la casa-, papa gritaba que se alejara... luego no dijeron nada. Escuche muchos disparos... Me dijo que volveria por mi. ¿Por que no volvió por mi?- comenzó a llorar otra vez, incapaz de contenerse.

La casa constaba de dos habitaciones, una para el matrimonio y otra para las niñas, una pequeña despensa y una cocina-comedor. Según recordaba James, la despensa tenia suficiente comida, aunque hacia mucho que no venia.

- No llores. Encontraremos a tus padres, pero tienes que estar callada para no atraer a mas "malos", ¿vale?. Confía en mí- le acariciaría la cabeza.

Procedió a dar unos golpes en la pared de la casa, para ver si había algo o alguien que pudiera escuchar. Le dio un ritmo extraño, casi musical tratando de recordar una canción que recordaba de pequeño, para que si alguien inteligente estaba dentro, que reconociera que no se trataba de una de esas bestias, sino de alguien con raciocinio.

Esperaría la reacción, siempre subido al caballo para salir si hiciera falta.

Miré de reojo a Snake.

Aquí va a ocurrir una masacre...

Me moví de a poco para ponerme cerca de él, si iba a confiar en que alguien me cuide la espalda prefería a un forajido como yo, después de todo ya con él podría esperar una puñalada en cualquier momento, los demás eran imprevisibles, sobretodo el chico enamorado.

Miré con asco las cabezas reventadas de los muertos en mitad de la calle, intentando aguantar las arcadas que se empeñaban en subir desde su estómago hasta su boca. Ni rastro de los extraños caminantes, ni de los insectos de los que había hablado el forastero y, lo peor de todo, tampoco había rastro de Jhonson.

—Dios sea alabado... menos mal. —Fue lo único que pude musitar una vez llegamos a los establos. Parecía que teníamos el camino libre hacia los caballos, hacia nuestra esperanza de salir de aquel pueblo maldito.

Pero estaba claro que no iba a ser una tarea fácil. Me quedé petrificada, temblando visiblemente, al escuchar la voz que nos devolvía a la cruda realidad sobre el número de caballos. Sentí de nuevo el miedo al reconocer al asqueroso tipo que me había abordado, el miedo a que una vez más se saliera con la suya a mi costa.

Pero el miedo a que aquel asqueroso me volviera a poner la mano encima no era comparable al miedo que empezaba a sentir por otra cosa. Algo se acercaba, algo muchísimo más terrible que un baboso hijo de puta.

—No creo que sea buena idea quedarnos aquí parados... Corremos peligro.

Podía ser que la sensatez hubiera marcado con prudencia mis palabras, o quizás solamenter era mi cobardía la que hablaba por mí, pero fuera lo que fuera estaba convencida que corríamos un grave peligro y que algo horrible estaba a punto de ocurrir.

-Asqueroso cobarde- dijo un sujeto agarrando a Stopovich de su camisa con furia-. Solo sirves para generar discordia- Stopovich solo pestañeaba frenéticamente e intentaba balbucear alguna excusa. Al parecer fue él el que había soltado esa maliciosa frase.

Varios otros comenzaron a replegarse, dejando mas espacio entre todos. Las mujeres, protegidas por Elvira, se pusieron en un rincón, pero lentamente se acercaban al establo. 

-¡Oigan!- dijo otro sacando un viejo revolver y apuntando al grupo de mujeres-. ¡Que nadie se mueva!

La niña no deja de llorar, pero asiente a las palabras de James. Por el momento no suelta ninguna otra palabra, por lo que el vaquero se acercó a la cabaña y golpeó suave y rítmicamente la pared. Luego se queda en silencio, esperando que algo suceda, al instante uno de los vidrios de la casa estalla. Esta justo al otro lado de donde esta el jinete, asi que por el momento no corre peligro pero no puede ver que es lo que causó el ruido.

-Por favor, Annabella tiene razón, no tenemos tiempo para esto- intentó razonar Marie Anne mientras Jimmy la apartaba y la ponía detrás de él. 

Bueno, aquello se ponía feo, y no por los malditos cadáveres andantes, si no más bien por el producto del miedo de unos paletos de medio pelo. Si hubiesen estado en cuba como él, viendo las barbaridades que vio, a lo mejor se lo replanteaban.

Desde la posición en la que estaba, dominándolo todo, sacó su otro revólver, empuñando ambos en dirección a los agitadores, los amartilló, para hacerse notar con el característico 'Clack' de los martillos de las armas al montarse.

-Me teneis hasta el carajo, putos paletos de mierda, al que mueva una sola pestaña, me lo cargo ipso facto-

Apuntó a los que llevaban las armas desenfundadas, los cuales amenazaban a las chicas

-Y tú, maricón de mierda, deja de apuntar a las señoritas, que eso es de mala educación-

-Tranquilizaos que vamos a hacer lo siguiente-

-Las mujeres a los caballos, si hace falta, incluso cedo el mio a alguna de las chicas, y los demás, es decir, los hombres, iremos a pie como Dios manda, protegiendo la comitiva, ¿Entendido?, el que diga que no, tendrá premio, si sobran caballos, aquellos que no vayan armados, montarán tambien-

-Menos tú, Spotovich, Spopovich, o como coño te llames, tu irás a pie, porque lo digo yo y punto-

-Venga, al lio-

-Lo siento señor "Porque lo digo yo"  pero mi Mustang lo monto yo y nadie más, no tengo problema en llevar a alguien conmigo, pero no tengo porque compartir mi caballo, está claro?- dije mirándolo y con ambas armas en la mano- salvo por eso lo demás está bien para mi-

-Soy el único que puede hacer andar el tren- exclamó de repente Stopovich con una sonrisa sádica-. Sin mi el tren no sirve para nada jajaja- su risa estaba mezclada con un raro lloriqueo que le daba un aspecto aun mas enfermizo.

-No pienso dar mi jodido caballo a unas putas- dijo el sujeto del viejo revolver al ver que Nicholas pensaba como él-. Da tu caballo pero el mio es mio.

-Chicas, a los caballos- Dijo apuntando a Nicholas y al viejo

-El que no quiera ceder su caballos, que monte con ellas-

-YA-

¿Acaso aquellos garrulos no se daban cuenta del peligro que corrían? Ahora se dedicaban a desenfundar apuntándose unos a otros, por mí se podían matar entre ellos mientras dejaran los caballos en paz. Lo peor de todo era escuchar al asqueroso Stopovich avisar de que era el único que sabía manejar el tren. Me estremecí sólo de pensar que tendría que hacer un viaje junto a él.

Por fortuna, el forastero al que había estado atendiendo parecía querer protegernos, algo de agradecer viendo la actuación del resto. Me giré hacia Elvira y el resto de las chicas nada más que el hombre dio la orden de que montáramos, por mi parte no me lo iba a pensar dos veces, lo único que quería era salir de aquel maldito lugar cuanto antes.

—Vamos chicas... Antes de que la cosa empeore.

-A ver forastero- dije ahora apuntando las dos armas a Sheridan- tienes solo dos revólveres apuntando a dos blancos distintos, no solo el viejo desagradable esta armado, lo están varios detrás de él y tampoco les gusta demasiado tu idea...ya por simples matemáticas estás en desventaja y en cuanto empiece una balacera aquellas criaturas serán atraídas hacia este punto y como bien dijeron no hay medios para que todos escapemos rápido, así que te propongo lo siguiente: Todos guardamos las armas como hombres civilizados y cada uno toma el caballo que le pertenece, el que lo quiera compartir o ceder que lo haga, pero no recuerdo que nadie te haya puesto como líder, yo no tengo la culpa de que los demás no tengan caballo o no hayan prevenido un escape, como dije no tengo problema en compartir mi caballo con una señorita o hasta con dos si son pequeñas y no se mueven demasiado, pero lo mío es mío y no me parece justo tener que compartirlo porque a ti se te antoje- levanté un poco el mentón para dirigirme a todos- quien piensa lo mismo?-

Hightower iría al granero, y repetiría operación para asegurarse de que estaba vacío. Lo abriría con cuidado, se aseguraría de que no hubiera nadie, y que nada pudiera pasar dentro. Si no hubiera nadie acechando, dejaría al caballo y a la niña cuidando del mismo allí dentro, e iría a la casa en busca de los padres y de víveres, garrote en mano y sigilosamente.