Partida Rol por web

-Nunca lo vi necesario. Aquí en Nueva York siempre me apañé bien con el metro y los autobuses, si tienes algo más de prisa puedes coger un taxi. -Miró al taxi que acababa de llegar.- Y si tienes suerte no te toca un loco suicida.

Se alegró del cambio de opinión de Sofía y que al menos ella si estuviera dispuesta a llevar el coche y a acompañarla. Si Luka y Rob querían hacerse los valientes... Tampoco hacía falta ir en el taxi, ya tenían allí a su conductor y podían hacerle todas las preguntas que quisieran, eso sí, tendría que ser rápido pues debían llegar a la señal del gps. Aunque Rob seguía insistiendo en que todos fueran en el taxi. Harriet se sentía responsable de administrar los recursos que el Señor Willson les había ofrecido y no estaba dispuesta a despilfarrar por mucho que el gran jefe les hubiera dado carta blanca.

-Rob, el problema es que si el coche se movió y está siguiendo algunas de las rutas del portátil, eso son cientos de kilómetros, no podemos ir en taxi. La idea de cogerlo y llegar pronto me parecía buena hasta que vi la forma de conducir que tiene este hombre, no soy tan joven como vosotros, pero todavía quiero vivir unos cuantos años más. Necesitaremos el coche y si tenemos que volver aquí otra vez puede que perdamos demasiado tiempo.

¿Convencería a Rob? Tenía miedo que con sus palabras y su cara de niño bueno terminara haciendo que Sofía desistiera de llevarse el coche y se viera avocada a meterse en un taxi con olor a marihuana y vete tu a saber que más y que conducía como un loco irresponsable.

-Vamos Luka, dame las llaves, que no tenemos todo el día
Le dijo mirando a Luka con una medio sonrisa en la cara y extendiendo la mano con la palma hacia arriba hacia él.

-Si queréis las llaves os las doy -dijo al tiempo que lanzaba las mismas a Sofía que las cogió al vuelo-. Pero estoy con él. Eso es solo un coche. Esto... estos es un taxi con una fuente de información como no vamos a tener otra. Yo, desde luego, voy con él. Rob se suma. Quedáis vosotras por decidir -dijo antes de subirse al taxi de un salto.

-Chicas, cuatro ojos y ocho orejas escuchan y ven más que la mitad. Si ese tipo sabe algo, entre todos se lo sacaremos mejor. De entrada tenía el periodicucho ése, puede que alguien se lo dejara, o puede que no, que él lo comprara. Y que sepa de él, de quién lo publica. ¿Qué más da que no pillemos ahora el cochazo del periódico? Vamos a ver al tipo ése, y de paso a localizar el coche de Adam que nos ha señalado el gps. Tampoco es que vayamos a cruzarnos el estado, ¿no? Venga, subiros...

Y ya, sin esperar su reacción, Rob subió al taxi de otro salto.

-Tranki, tío -dijo al tiempo que pasaba por delante del prenda y entraba en el coche. Desde la portezuela abierta siguió hablando-. Necesitamos tu ayuda. Perdona lo del USB pero es que tenía que contactar contigo. Esta es una jodida conspiración -señaló adoptando un lenguaje que entendería y esperaba le picaría la curiosidad-. Una conspiración triangular -y con los dedos índices de cada mano dibujó en el aire un triángulo. Esperaba que no necesitara más para entender de qué iba la cosa-. Es buena gente y respondo por ellos, pero si prefieres que hablemos en privado, bueno, tampoco puedo obligarte a nada -dijo poniendo ojitos del gatito de Shrek.

-¿Una conspiración?-preguntó Woody levantando una ceja. Miró a un lado y a otro, por si había alguien escuchando-¿Una conspiración de esas en las que la gente conspiran contra... contra los malos o los buenos? Pero a ver, a ver. Entonces, no me has llamado por la oferta de trabajo que te hice. ¡Y yo que estaba tan ilusionado porque pensé que al final te habías dado cuenta de que ese periódico es una mierda pinchada en un palo, tío! ¡Pense que lo del usb era algo así como un código para decirme: "Woody, acepto. Ven, recógeme y hablemos". Pero a ver, eso de la conspiración, ¿eso es de verdad? ¿hay alguien conspirando aquí? ¿contra nosotros? ¿qué has descubierto? –miró por encima del techo del coche y vio que Rob se había acercado al taxi, se lo pensó… un segundo- ¡Venga, subid! ¡Los dos! ¡Eso suena interesanteeeeeee!

Saltó dentro del coche, al asiento del conductor, cerrando la puerta tras de sí y esperando a que Luka y su amigo entraran en el coche. Miró a las dos mujeres que se quedaban en la acera y cuando Luka entró en el coche se volvió a preguntarle.

-Esas dos señoritas tan estiradas y mojigatas, ¿van a subir? Creo que llevo algo que les gustaría... ummm... a ver... dame un momento.... –dijo mientras se agachaba a buscar algo debajo del asiento del copiloto-Creo que por aquí había alguna mierda de esas que le suelen gustar a las niñas de pijas de mamá...¡Aja! ¡Aquí esta! Un número del Hello. Es de hace, a ver... siete años, pero servirá ¿no?-le pasó a Luka el ejemplar, arrugado y lleno de mugre que había sacado de debajo del asiento-Por cierto, ¿lo que le has tirado han sido las llaves de ese pedazo de carro? ¿y a ti te hace falta trabajar pudiéndote permitir ese coche? Y a ver, ¿por qué necesitas un taxi teniendo a esas cuatro ruedas? Tío ¡si por la matricula que lleva no tiene ni dos meses! –se quedó mirando el coche a través del parabrisas del taxi-Ese modelo quedaría de escándalo pintado de amarillo. Si te empeñas en querer un taxi te lo cambio-dijo levantando las manos como si lo estuvieran atracando a vida o muerte-yo, ¡sin problema! Saldrías ganando con el cambio, este ya va pintado de amarillo y tiene hasta la lucecita y todo, eso sí… el taxímetro tendrías que arreglarlo, funciona ahora sí, ahora no.

Sofía agarró bien las llaves y se dió media vuelta para dirigirse hacia el coche, no sin antes dedicarle una mirada a Rob y diciendo:
-Chicos, que os vaya bien... nos vemos en un rato guiñando el ojo.
Los chicos se montaron en el taxi y Sofía se dirigió hacia el coche, abrió las puerta y se subió al asiento del conductor, reguló asientos, retrovisor, espejos.... y encendió el motor. Miró por la ventanilla y vió a Harriet plantada como un pino en mitad de la acera
-¡Eyyy Harriet! ¡¡Vamos!! ¡¡Muévete de una vez... que es para hoy!!
Le dijo en un tono entre agrio y cachondo pero que dejaba entrever que quería que Harriet se pusiera las pilas y dejara de controlarlo todo para pasar más a la acción.

Harriet dudó durante unos instantes ante la insistencia de Rob y Luka, pero entonces el taxista comenzó a hablar.

¡Este hombre está para que lo encierren! No me extraña que tuviera el periódico ese, seguro que se cree todo lo que dicen ahí.

Y por tipos como ese estaba el periodismo como estaba. Encima las había llamado estiradas y mojigatas y el único reclamo que tenía era una mierda de revista del corazón.

Vete a la mierda.

Por fortuna Sofia parecía decidida a seguirlos en el otro coche, una chica inteligente y previsora, además de decidida y eso le gustaba.

-Pasarlo bien...

No puso mucho entusiasmo, aunque seguramente aquellos tres se lo pasarían en grande en su viaje hacia la casa del amigo de Adam.

Hombres...

Sacudió la cabeza y se acercó al coche donde ya la esperaba Sofia.

-Ya voy, ya voy. Es que no me fío nada de ese tipo, ni de su manera de conducir. No hagas ninguna locura al volante ¿Vale? Podemos llegar igualmente con el gps, meteré la dirección en el navegador. ¿Tu sabes como va esto? -Harriet tocó un botón y comenzó a sonar una emisora.- Pffff esto es la radio. ¿Donde se enciende el gps? Mientras tanto no los pierdas de vista. A ver si es este...

Harriet siguió intentando hacer funcionar el gps mientras el grupo arrancaba.

-Creo que a las chicas no les mola la idea de ese cambio -dijo con una risita desde el vehículo al tiempo que hacía señas a Rob-. Venga, entra. No podemos perder más tiempo.

-¡Hasta ahora entonces!

El grito de Rob probablemente no fuera escuchado por las chicas, ya que el taxista había arrancado el motor de nuevo. Sacó la mano por la ventanilla del asiento de atrás, dónde había caído tras un salto más que convencido, y saludó.

Se giró hacia Luka, asintiendo.

-Si quieres hacer los honores...

Y cabeceó hacia el estrafalario tipo que iba a llevarles hasta el coche de Adam, la calle del amigo golfista, y quizá a algunas respuestas. Iba a abrir otra vez la boca pero la cerró de nuevo. El taxista había hablado con mucha confianza al novato, y no quería estropear su mejor pista hasta ahora con alguna pregunta o comentario fuera de lugar. 

Sofía empezó la marcha nada más subirse Harriet.
-No, Harriet, no se me dan nada bien estos aparatos, inténtalo tú y si no paramos más adelante e intentamos programarlo.
Sofía se sentía realmente cómoda en ese coche, es una chica que está acostumbrada al confort y al lujo y este coche tenia las dos características.
-Ah y cuando des con la tecla del gps ponte algo de música... ¡habrá que amenizar ésto!
Miró a Harriet y le dedicó una medio sonrisa.
A ver si espabila esta chica y le saco el lado simpático... que se toma la vida muy en serio...

-Lo seguiré intentando, no te preocupes, al final casi todos estos aparatos funcionan parecido. Deben ser estos botones grandes que hay junto a la pantalla.

La pantalla del gps se encendió y comenzó a posicionarse. Dentro de la misma pantalla se podían ver las opciones para introducir las direcciones y todo lo que fuera necesario.

-Vale ¡Ya está! Se encendía en este botón. Ya está listo. ¿Tienes mucha experiencia conduciendo? -A decir verdad Sofía era bastante joven, quizás no se había sacado el carnet hacia mucho.- Yo nunca quise aprender, en Nueva York hay demasiados atascos, me resultaría estresante. Bien, vale, música. Allá vamos.

Harriet bajó la mano a los mandos de la radio y sintonizó una emisora, parecía de música latina, no sabía si a Sofía le gustaría.

-¿Que te parece esta? Si no te gusta podemos buscar otra cosa.

Cuando Rob entró al taxi se dio cuenta de que acababa de entrar en un taxi diferente al resto que había podido coger en su vida.

Detrás del reposacabezas del copiloto, rezaban los datos personales del propietario impresos en una cartulina color rosa chicle y forrada en plástico, pegada con grapas de tamaño maxi a la tapicería del coche, no dejando duda de quien era el conductor.

Taxi Número: 1212-1455411
Propietario: Woody R. Jackson

Aún a pesar del aspecto descuidado que presentaba el coche por fuera, por dentro no dejaba entrever ser viejo o estar mal cuidado, simplemente era curioso. La famosa televisión que solían llevar ese tipo de taxi entre los dos asientos delanteros estaba apagada, nada de publicidad en aquel viaje. No tenía separación de seguridad entre los asientos delanteros y los traseros, cosa rara en los tiempos que corrían. La parte delantera estaba totalmente ‘personalizada’: múltiples colgantes enganchados del retrovisor interno que impedían seguramente la total visibilidad del conductor, entre los que estaban varios atrapasueños indios, un osito de peluche, una cruz, y otras cosas irreconocibles desde donde Rob podía ver. Sobre el salpicadero descansaban multitud de papeles y facturas, un mapa de Nueva York desplegado a medias y una caja de hamburguesas del Mcdonald llena con los restos de una anterior comida. El volante estaba forrado de pelo marrón chocolate y el asiento del conductor tenía una especie de manta de la misma tela que el sombrero que aquel tipo llevaba puesto. Y Rob no tardó en percibir un olor que confirmó el comentario de Luka. La maría había hecho alguna carrera en aquel coche....o aún estaba por allí. Su olor era inconfundible, pero no resultaba intenso ni desagradable.

La radio, que Luka recordó sonando alta cuando él se montó en el coche aquella mañana, seguía sonando, pero varios niveles más baja. Ahora sonaba una musiquilla curiosa. Era una mezcla entre cascabeles, gaitas y algún que otro instrumento irreconocible en un primer momento, que recordaba vagamente a música árabe o india.

En la parte de atrás del coche, donde Luka y Rob estaban, la tapicería lucía múltiples e irreconocibles manchas oscuras en el asiento, aunque parecían bastante antiguas, y en los portaobjetos del sillón del conductor y del copiloto había varios periódicos disponibles para que los clientes pasaran el rato si querían.

Woody ajustó entonces el retrovisor para poder ver a sus dos clientes a la vez.

-Chicas listas esas, se quedan con el coche bueno. Bueno, a ver, ¿qué es eso de una conspiración? No me irás a decir que el New York Times tiene pensado lanzar una noticia que va a hacer que se cague todo Nueva York y el resto de América, por que eso lo haría en la primera edición y ya vamos tarde para eso. Además, yo lo sabría y, como no lo sé, si es eso lo que van a hacer te puedo decir que es una total engañifa-se fijó entonces en Rob y levantó una ceja mirándolo a través del retrovisor-¿Tu no trabajarás allí, no? Por que si es así te puedo decir que me la trae floja que pienses que no sé de lo que hablo. ¡Vaya si lo sé! Tenéis una mierda de periódico. Pero vamos, mientras que os paguen bien ¡allá vosotros! Ya le dije al chico que no merecía la pena trabajar allí.

Se dio la vuelta entonces y se quedó mirando a Rob con curiosidad un instante. Y después, su mirada se centró en Luka.

-¡Ajam! ¡Has buscado una buena compañía! Dios los cría y ellos solos se juntan. ¡Bien, bien! Vamos al grano si, o no. Que no tengo todo el día. Estoy perdiendo decenas, no... ¡miles! de clientes. Espero que la carrera que tenéis pensada para mi valga la pena. ¡Ah! Por cierto, no te cobro la venida hasta aquí-dijo mirando a Luka con una sonrisa llena de dientes deslumbrantemente blancos-regalo de la casa.

Sin esperar a que nadie más dijera nada, se recolocó el sombrero aquel que llevaba, arrancó el coche y, sin mirar si venía algún coche o no, se lanzó del tirón al carril de circulación. El acelerón impulsó a Luka y a Rob contra el asiento. Se escuchó un frenazo chirriante detrás, un pitido que duró más de lo que uno podía pensar que un claxon podría pitar sin fundirse, otros más pequeños pero en gran cantidad y un sonoro “Hijo de puta” resonó con igual volumen cuando Woody aceleraba y cambiaba de carril sacando una mano por la ventanilla y haciendo una peineta al coche de atrás, alejándose de la puerta del New York Times y del coche en el que Sofía y Harriet estaban.

-Pues venga, vosotros decís, ¿a dónde os llevo? ¿me vais a contar eso o no? ¡Anda ya! ¿No sería...? -les miró por el retrovisor, divertido-¿Os queríais librar de las chicas? Ja, ja, ja, ja –rió divertido-Pues os habéis subido al taxi correcto! -dijo doblando una esquina y sin dejar de acelerar, perdiéndose entre la multitud de coches que en aquel momento circulaban por las calles de Manhattan.

Rob y Luka se montaron en el taxi y Sofía y Harriet se montaron en el coche que el señor Wilson les había dejado. 

Se pusieron a investigar como funcionaba el gps y la radio sin darse cuenta de que el taxi había arrancado el motor. Sin poner a funcionar el intermitente y sin ningún tipo de aviso por parte del conductor o de sus compañeros, el taxi saltó, literalmente, a la carretera. Hizo frenar bruscamente a los coches que venían detrás. Se empezaron a escuchar cantidad de pitidos e insultos, pero al taxi le dio lo mismo. Pudieron ver como el conductor sacaba la mano por la ventanilla, dedicándole una peineta a los coches de atrás. Cambió rápidamente de carril, acelerando progresivamente y perdiéndose entre la multitud de coches que circulaban en aquellos momentos por Manhattan, antes incluso de que Sofía pisara el acelerador. 

Estaban solas.

Rob miró con curiosidad cada trocito del interior del taxi. No era uno corriente, eso estaba claro, pero es que además parecía extraído de una peli de Tim Barton, o algo así. Un montón de guiños acumulados en un par de metros cuadrados.

-No, no trabajo en el periódico, y ¡No!, jajajaja, no queríamos librarnos de las chicas. Al contrario, les he dicho que fuéramos todos juntos, pero parece que las has asustado, eh, mmm... Woody.

Se giró para echar un vistazo a su compañero, Luka, sentado a su lado. Acababa de darse cuenta, a partir de la insinuación del taxista, de que quizá le había pasado desapercibido algo que Woody sí había notado.

-Luka, ¿tú tampoco querías librarte de las chicas, no...? -No esperó respuesta. Volvió a centrar su atención en el tipo al volante. Le mostró la dirección que tenía grabada en el móvil, la que el gps les había señalado sobre el segundo coche de Adam. -Vamos aquí, aunque tampoco tenemos claro que nos quedemos ahí una vez lleguemos, vamos a ver. Oye... hablando de periódicos... ya hemos visto lo que opinas acerca del NYP. Pero nos ha picado la curiosidad, verás, estamos más interesados en otro, el que mi amigo encontró entre los que tienes aquí, ¿sabes? "La Verdad Está Ahí Fuera". Puede que los redactores sepan algo acerca de esa conspiración de la que te hablamos. Por una noticia publicada ahí.

Se pusieron en marcha cual Bonnie and Clyde, aunque al menos por parte de Harriet distaba mucho de ser una chica arriesgada. Parecía que Sofía estaba disfrutando de la música de Enrique Iglesias y además se concentraba en la carretera, de otra manera le sería imposible seguir el ritmo de aquel taxista loco y suicida. Harriet se agarraba al asiento intentando disimular un poco la conducción alocada a la que se veían obligadas, por fortuna Sofía lo hacía con mucha pericia y la mayor suavidad posible y sin palabrotas y gestos obscenos como sus antecesores. Cuando vio que la chica ya estaba más relajada y lo tenía todo controlado se atrevió a hablar.

-Entonces ¿Te gusta Enrique Iglesias? La verdad es que no nos conocemos apenas a pesar de que llevamos trabajando para Adam un tiempo. Es irónico ¿Verdad? Es precisamente su falta la que ha propiciado todo esto.

Sofía miró el dial incrédula al ver sonar a Enrique Iglesias, miró de soslayo a su compañera de viaje y dibujó una medio sonrisa...
- ¿Veo que te gusta lo latino? ¿Sabes hablar español? Le preguntó en un perfecto español, de pequeña había estudiado el idioma y era muy parecido al italiano que hablaba desde siempre con gran parte de la familia.

Siguió al taxista como pudo sin perder el control y dando dotes de conductora experta... que para eso llevaba conduciendo coches de los buenos desde mucho antes de que se lo permitiera la ley.

Harriet después de parecer que estaba tiesa, ahí plantada en su asiento, al cabo de un buen rato pareció atreverse a preguntar si le gustaba Enrique Iglesias:
...Bueno... no es mi música predilecta Harriet, pero para el viaje está bien, prefiero música chill out, lady gaga, Marron 5....
Harriet se había lanzado a preguntar e hizo una observación sobre Adam que le pareció bastante curiosa... Sofia desde que conoció a Harriet le pareció que estaba hasta los huesos por Adam...
La pobre... si supiera que ella no es su tipo para nada... ¿le habrá lanzado la caña en alguna ocasión?
-Si, es bastante curioso lo que comentas de Adam... ¿has tenido la oportunidad de conocerle en mayor profundidad?
Sofía miró a Harriet con una mirada picarona para ver si su compañera de fatigas se daba por aludida...
A ver como sale ahora del paso...jajajaja

Mientras en la radio iban terminando la canción y dando paso a otra Harriet miró algo extrañada a su compañera de viaje, no por las preguntas en sí si no porque se las había hecho en otro idioma. Su respuesta fue en inglés pero daba a entender perfectamente que se había enterado de todo.

-Sí, se hablar algo. Y por lo que veo tu también, eres una caja de sorpresas, aunque supongo que Adam no contrataría a la primera que fuera a pedir el puesto de secretaria, es un hombre meticuloso.

Estaba segura que detrás de aquella cara bonita había mucho más, su jefe no era de los que contrataba a una secretaria por el tamaño de su escote. Aunque tampoco era ajena a las habladurías de la oficina, un jefe de mediana edad contratando a una chica guapa y tan joven... Había sido la comidilla del periódico durante mucho tiempo. Harriet no sabía que pensar, por un lado Adam no le parecía esa clase de tipos que tiene aventuras, siempre lo había idealizado como un hombre fiel y de familia, además de un gran profesional, aunque aquella mañana había descubierto muchas cosas que ni sospechaba. ¿Seguiría sorprendiéndola ese día con más? Centró su mirada sobre la radio, algo había llamado su atención, algo en la nueva canción que estaban poniendo. Sonrió hacia Sofía.

-Anda, te han escrito una canción.

-Aguanto casi todo tipo de música, pero en casa me gusta relajarme con clásica o quizás algo de los años 30 a los 50.

Probablemente Sofía no supiera ni a lo que se refería, las nuevas generaciones no prestaban apenas atención al pasado y discutir con ellos que lo que se hacía ahora no podía llamarse música era una pérdida de tiempo. Quizás Harriet había nacido en la época equivocada, en una donde todo era a color, pero algo en su vida seguía siendo en blanco y negro. La siguiente pregunta de Sofía la sacó de sus pensamientos y la obligó a viajar al presente, de nuevo al coche que seguía aquella alocada persecución por las calles de Nueva York. Miró a Sofía algo extrañada por la pregunta y entrecerró un poco los ojos al ver la expresión de su cara. ¿Estaba celosa de ella? ¿A que venía esa pregunta? No tenía ningún sentido.

-¿En mayor profundidad? ¿A que te refieres?

-Ya sabes Harriet, si habéis salido a tomar algo por ahí, si conoces su vida personal... ya sabes...
Dijo con una voz suave y sedosa, mientras no quitaba ojo al taxi e intentaba seguir el,ritmo,como fuese...

Harriet se quedó mirando a Sofía extrañada durante unos instantes antes de contestar. ¿A que venían esas preguntas? Comenzaba a pensar que realmente su jefe y la secretaria tenían algo, o que la secretaria estaba al menos interesada por él. Por su parte no tenía problema, ya eran mayorcitos los dos, pero no iba a verse envuelta en algo así.

-Tu eres su secretaría, sabes de sobra lo que me veo con el Señor Adam. ¿Crees que no tenemos bastante con el trabajo en la oficina?

¿Eran Adam y ella amigos? Quizás todo lo amigos que se podía ser siendo jefe y empleada, pero fuera del ámbito profesional no había nada. Harriet sabía que estaba casado y tenía hijos, pero Adam siempre había separado su vida privada de su vida profesional, ni siquiera tenía una foto de su familia en su despacho como otros. ¿Apreciaba a Adam? Más bien lo admiraba, había hecho un gran trabajo en el piso cuarenta y nunca se había aprovechado de su posición o el trabajo de otros, era el primero que llegaba y el último que se iba. Las únicas veces que habían tomado algo era cuando ambos se habían quedado hasta tarde para terminar algún artículo, solo por eso sabía que le gustaba la comida italiana. Pocas veces hacían trabajo de campo y mucho menos juntos, cada uno se ocupaba de partes distintas del trabajo. Pero a parte de eso Adam también estaba resultando una losa para su vida profesional, Harriet sabía que había cogelado su acceso a otras plantas del periódico y que se encontraba atrapada con él en la cuarenta. ¿Era por eso por lo que Sofía estaba celosa?

¿Es que no se mira en el espejo esta chica?

Se permitió una sonrisa solo de pensar que un chica tan mona podía siquiera pensar en ella como una rival. No, si fuera por ella habría subido una o dos plantas en el periódico, la sección digital hacía tiempo que se le había quedado pequeña, que le aburrían los artículos que debía preparar. Las noticias importantes ya venían echas de la sección local, nacional o internacional, ellos solo tenían que maquetarlas y el resto de noticias, dirigidas para un público más variado y joven que el de las tiradas en papel, a Harriet no le atraían lo más mínimo. Si no fuera por Adam debería estar cubriendo noticias locales o del estado, con suerte nacionales y si trabajaba duro internacionales. No era desagradecida, sabía que Adam la trataba bien y para ella era todo un ejemplo, pero como periodista aspiraba a más.

¿Tengo a mi lado una noticia? Alto ejecutivo de una importante empresa de la comunicación se fuga con su secretaria.

La sección rosa nunca le había gustado lo más mínimo, pero miró fijamente a Sofía esperando encontrar en su rostro la respuesta a su titular.

-Se que está casado y tiene dos hijos, le gusta la comida italiana y jugar al golf. ¿Y tu que sabes de Adam?