Partida Rol por web

Robert se quedó callado, mirando muy fijamente al Entrevistador. Algo le bullía la mente, pero no quería decirlo en voz alta.

- Usted me ha dicho que todo lo que pase en el concurso no constará a efectos legales -dijo-. Pero eso no se aplica a mi vida pasada, ¿verdad?

Tal vez aquello era una pregunta trampa. En cualquier caso, prefirió dejar la pregunta en el aire. Aquello tampoco sería malo para atraer audiencia. El misterio siempre vende.

- Nada que añadir...

Bien sabe que, desde el incidente, todo lo que ocurrió en el Viejo Mundo no cuenta. Ahora lo que mandan son las nuevas leyes asi que... ¿Está usted seguro de que eso es todo?-le insistió una vez mas.

Robert volvió a plantearse aquello. El Entrevistador tenía razón. ¿Sería prudente hablar de aquello? Hacía mucho tiempo, pero tal vez fuera de interés. Y después de todo, no era un crimen... o al menos no había llegado a serlo.

- De pequeño, intenté matar a un hombre -dijo al fin-. Estuve a punto de lograrlo, lo habría conseguido si no me hubiera desmayado antes. Intentó robarnos, a mi hermano y a mí. Amenazó con ir a nuestra casa y acabar con nuestros padres. Cuando se despistó, le golpeé con una piedra en la cabeza.

Esbozó una ligera sonrisa al recordar esas cosas.

- Yo era un niño, y no sabía que aquella amenaza era un farol. Tenía que defender a mi familia... Algún tiempo después recordé el asunto y empecé a desarrollar una conducta agresiva. Fui al psiquiatra y no me ayudó demasiado... hasta que me colé en su casa y le amenacé con matarle. Entonces se lo tomó en serio.

Robert se rió por primera vez durante la entrevista. Aquello nunca había trascendido, pues el psiquiatra murió algunos días después. Robert había escapado de la condena por allanamiento y amenazas... por los pelos.

- Desde entonces llevo... siete años bien. Y espero que dure.

Interesante-fue lo único que dijo el hombre mientras hacia una mueca y tomaba nota de aquello. Cuando terminó de escribir carraspeó y alzó la vista antes de continuar la entrevista.

-¿Cree que es posible que pueda enamorarse en el bunker?

- ¿Enamorarme? -la pregunta había cogido desprevenido a Robert, que se inclinó hacia delante con los ojos muy abiertos.

Sopesó la respuesta que daría, y lanzó un respolido de duda.

- No sé... supongo que eso puede surgir en cualquier parte, ¿no? -dijo-. Pero no creo. El ambiente no será demasiado propicio y... tampoco soy muy "enamoradizo".

Se detuvo un momento y miró con interés al Entrevistador.

- ¿Por qué esa pregunta? -inquirió-. ¿Qué pasaría si así fuera?

No pasaría nada sr. Muntson. Yo solo lo pregunto. También nos gustaría saber si usted tiene algín tipo de filia, manía grave o costumbre extraña- le preguntó sin apartar la mirada.

Robert meditó un instante antes de replicar con una sonrisa.

- Bueno, ya sabe... como todo hombre, tengo mis necesidades -dijo-. Pero aparte de eso, hasta ahora nada fuera de lo común.

Ya, eso es lo normal. Me refiero a algo mas...inusual...-dijo dejandolo en el aire.

Bien, como usted sabrá necesita usted una persona de confianza que la represente en el exterior. Su opinión sobre usted puede que mejore la opinión del público, despues de la entrevista escribanos el nombre de esa persona y su dirección. por supuesto se le pagará por los programas y entrevistas que tenga que hacer esa persona para el programa-dijo el hombre cuadrando los papeles en la mesa-supongo que o bien será su hermano o bien su "amiga". 

Robert pensó durante un momento, aunque la respuesta le pareció obvia.

- Mejor que sea April -dijo-. El dinero le vendrá mejor que a mi hermano... y seguro que vende más.

Je, eso sin duda-dijo el hombre apuntando el nombre con su sonrisa lobuna- Bien, lo último que nos queda por saber es el objeto personal que usted desea llevar. Usted ya sabe puede entrar con un objeto personal. Solo una única cosa. Piénselo bien antes de elegirlo pues será su única posesión durante su estancia en el Bunker. Por supuesto no puede ser ningun tipo de arma.

Robert caviló durante un largo minuto, repasando mentalmente todas sus pertenencias. ¿Qué podría llevarse al interior de ese lugar? Imaginó de qué utilidad podrían serle unas llaves, una cartera, un móvil... Finalmente miró al Entrevistador con la mente decidida.

- ¿Mi reloj? -preguntó, para saber si era un objeto válido.

Vale, creo que con esto es todo-dijo apuntando lo del reloj- Creo que tiene posibilidades Señor Muntson aunque sería una lástima que le ocurriese algo-dijo con un tono que mas que parecer piadoso daba escalofrios- ahora tendrá que rellenar esta pequeña ficha. Ya le... avisaremos cuando deba entrar en el Bunker-dijo el hombre dando por concluida la entrevista pero sin levantarse siquiera a darle la mano.