Partida Rol por web

Edrigu estaba aferrado a los barrotes, gritando de tanto en tanto a los soldados de las celdas de la torre, que apenas se dejaban ver. Dariu estaba tumbado en la fría roca y el goliardo Aleixo paseaba de un sitio a otro, resignado. Notábais por una finísima abertura en la pared (no más ancha que vuestra cabeza), que la claridad comenzaba a instalarse: debía estar amaneciendo. Fue entonces cuando la vístesis, apareciéndose justo al otro lado de los barroetes, en pleno pasillo:

Una figura blanquecina, tenue en partes, pero también brillante. Mujer vestida con ropajes blancos también. Apareció de la nada absoluta, y aquello os hizo temblar y sobrecogeros por momentos, por segundos.  Su pelo ondulaba como por un viento inexistencia, y toda ella era pálida, tremendamente pálida. No habíais visto nada igual en vuestra vida.

Entonces os habló:

Hombres, vengo a ofrecer ayuda, y vengo a pedir ayuda -comenzó diciendo-. Tragábais saliva constantemente. Os abriré éstas celdas y os ayudaré a ser libres de nuevo. A cambio, quiero que le salven la vida, la vida de Ana...

Lenta, inexorablemente, la consciencia de la propia inconsciencia cala en mí. Miserable, me digo, tu Dios a estos ángeles envía con el filtro que a la Muerte te hará olvidar. ¿Tan ajustada queda la cadena a mi cuello que la única vía de escape es rendir la propia cordura y resignarse a abandonar el mundo como llegué, desnudo y gritando, cubierto en sangre, sudor y miedo?

Pero, al girarme, noto que mis compañeros también lo ven, como si nuestros espíritus se hubiesen acercado a esa oscura y fría región de cuyos límites ninguno vuelve. Temblando, sólo en parte por el frío, me arrodillo y callo. Dejo que mi alma se hunda en la región donde moran las vastas huestes de los muertos.

Abro mucho los ojos y miro a mis compañeros, aparentemente ellos también lo ven y Aleixo parece que ha perdido su cordura. Por que no me asusta esta criatura, es mas me gusta su oferta.

Empiezo a hablar con un tono tembloroso es mi voz-¿Qu...Que eres? -Digo mientras no puedo dejar de mirarla-¿Nos puedes sacar de aquí?

Ante tal visión me arrodillo, junto las manos y cierro los ojos. Santa María, Madre de Dios, rogad por nosotros.

Cuando la mujer habla, siento algo en mi interior. ¿Qué es esto? Madre de Dios... Esa voz...

Levanto la mirad y miro a la mujer.

¿Qué quieres que hagamos? - se escapa de mis labios mientras sigo arrodillado.

Ante la pregunta de Dariu sobre la esencia de ella misma, el espectro no contestó. No había aparecido para divertimento o interés de nadie. Luego miró a Edrigu. Sacad a Ana, os digo -repitió-. Pronto será devorada por el fuego, pero aún perdura en otra celda. Buscadla, y llevadla al pasadizo... ¡al pasadizo que hay en esta torre! Yo os abriré camino...

¡¡¡CRACKKK!!!

La celda se abrió entonces, sin que siquiera la mujer posara sus manos sobre los barrotes oxidados. Sabíais que entonces era el momento. Según las palabras de Malet, al amanecer la joven Ana sería llevada a hogueras, pero aún quedaba unos minutos para ello, muy pocos. Fue entonces cuando la mujer se giró mirando al fondo del pasilloy comenzó a avanzar flotando, levitando, yendo hacia delante. Oísteis algunos gritos de terror, seguramente de guardias. El espectro estaba despejando aquel pasillo, devorándo a sus asistentes con miedo.

Salgo de la celda, al principio con timidez, pero luego con paso resuelto y sigo a ese espectro. -Nuestra prioridad es rescatar a Ana, pero necesitaremos las armas- Al entrar en la sala miro a ver si veo a algún guardia por ahí y despues me pongo a buscar mis pertenencias o cualquier arma que hay por ahí. Aunque también voy preparado por si me encuentro a algún rezagado. Dios mio, que es todo esto.

Sigo a Dariu, pero antes miro hacia Aleixo. Le hago un gesto con la mano para que nos siga.

Me hago la señal de la cruz en la frente. Santa María, ayudanos.

Una vez en el pasillo digo casi susurrando:

-¿Ana? ¿Ana?

No sé qué clase de broma macabra es esta. Dariu y Edrigu, quizá por miedo a la muerte, quizá por curiosidad, probablemente por puro morbo, siguen a la aparición a la puerta, y pactan con ella.

Edrigu me hace un gesto para que me una a ellos. ¿Qué debo hacer? Es el tipo de cosas que condenan el alma inmortal de uno. Pero mientras me lo pregunto, ya me he levantado y me he unido a ellos.

Al acceder al pasillo, éste alzábase largo, y aquel espectro se movía rápidamente, levitando de sala en sala. De algunas salían guardias y alguaciles austados (alguno con el orin impregnado en el pantalón), pues estaban contemplando la terrible escena. Por vuestra parte, Dariu avanzó hasta un calabozo contiguo, sin barrotes, lugar donde solían colocar las pertenencias de los reos. Os pudísteis hacer con vuestras pertenencias sin problemas. Una vez equipados, los susurros de Edrigu ninguna respuesta obtuvieron. Ana y los otros encarcelados debían estar en otro calabozo de la torre, y Aleixo sabía que para salir de allí lo antes posible y evitar cruzarse de nuevo con el espectro, había que encontrarlos cuanto antes.

Finalmente cruzásteis una esquina, y en ya se veían los escalones por los que os hicieron acceder a los calabozos. Pero antes de ellos había más celdas, y en una de ellas se encontraban agazapados en una esquina Ana, a su lado María, y al lado de ésta Julián (el marido). Los tres estaban acogojados.

Ya era la hora trágica, pues ya amanecía.

Por supuesto, pienso. La hora del lobo es el momento entre la noche y la aurora cuando la mayoría de la gente muere, cuando el sueño es más profundo, cuando las pesadillas son más reales, cuando los insomnes se ven acosados por sus mayores temores, cuando los fantasmas y los demonios son más poderosos...

— Psst, vosotros. No tenemos tiempo que perder. ¿Sabéis dónde guardan las llaves?

Nnnn...no... -respondió Gema con cierto miedo-. ¿Habéis visto esa mujer...? ¡Era completamente blanca! ¡ha espantado a los alguaciles!

-Edrigu, Aleixo vamos a buscar las llaves, no pueden estar lejos- Digo mientras miro la sala buscando las llaves- En el mejor de los casos están aquí, en el peor uno de los guardias se las ha llevado. Pero hemos hecho un...juramento. Si no la encontremos habrá que usar la fuerza bruta. Mientras hablo saco mi espada para estar preparado ante cualquier percance y me pongo a buscar las llaves pero alerta por si oigo pasos.

-Gema, cuanto me alegro de verte ¿Estás bien? - pregunto a nuestra noble amiga.

Al escuchar a Dariu le contesto rápidamente, casi sin esperar la respuestasta de Gema.

-Vamos compañero, que cuatro ojos ven más que dos. 

Sigo a Dariu en sú búsqueda.

Gema se aferró entonces a los barrotes, por dentro. Sí, pero se llevarán a María en pocos minutos -auguraba-. Hablaban de ella y seguramente quieran hacerla arder, ¡hacernos arder a las dos! ¡¡SACADNOS DE AQUÍIII! -la chica estaba desesperada, y el marido de la otra, María, intentaba sofocar el estupor y el miedo a su esposa-.

Mientras busco sigo rezando.

Virgen mía, ayudanos a encontrar las llaves... si nos ayudas, te prometo que construíremos una capilla en tu honor, para que todos recuerden lo misericordiosa que eres...

Aleixo agranda los ojos. No, no puede ser. Señor, si alguna vez me has querido, apiádate de mí ahora y enséñame el camino. Iré a la iglesia los domingos, acabaré los estudios, me casaré y tendré hijos. Sentaré la cabeza, Te lo prometo. Sí, ya sé que Te hago la misma súplica cada dos o tres meses, pero esta vez va en serio.

— Chicos, ¿qué es eso de allí?

Ninguno de vosotros excepto Aleixo se percató de ello. Al comienzo del pasillo había unas púas clavadas sobre un tablón de madera, que a su vez pendía de una cadena sujetada a una roca saliente de la pared. Allí había un pequeño manojo de llaves, cuyas claves maestras, tras mucho probar, lograron abrir la celda de Gema, María, Jofre y Julián. Los cuatro estaban aterrorizados, sobre todo María.

Una vez estuvieron fuera, avanzásteis por los pasillos, y la puerta de la torre-cuartel estaba entreabierta (la Dama de Blanco debía haber asustado a todo ser viviente). Por supuesto, poner un pie afuera sería sinonimo de llamar la atención. ¿Dónde estarían los guardias sino, en pleno amanecer y no contando con los que huyeron, sino preparando el cadalso en una de las plazas de Reus?

Era ya amanecida, y si no habían venido ya a por las mujeres para brotarlas en fuego, poco le faltaba...

¿Qué hacemos? ¿¡Dónde vamos!? Decidme que tenéis la forma de escapar, ¡os lo ruego! -os decía Gema tomándoos de la mano-.