Partida Rol por web

Tras observar unos momentos la distancias agarro fuertemente la lanza retrocedo unos pasos y son pensarmelo mas lanzo contra el objetivo.

La lanza de Absurkat voló al tiempo de la de sus compañeros, clavándose profundamente en la pierna del soldado

Las dos flechas, se han clavado en el pecho del enemigo con contundencia. La de arbaces, parece haberle faltado poco para llegar a atravesarle la garganta, mientras que la flecha de Sirius, se ha clavado justo en su ombligo. Debe de ser algo muy doloroso, el enemigo se tambalea.
Está a punto de caerse, cuando Abdukart le lanza una de sus lanzas en la pierna. A la par, Melkart hace lo mismo con su lanza libia, clavándose en la otra pierna (+6). El enemigo cae al suelo. No se mueve. No le ha dado tiempo ni si quiera a gritar. Parece muerto. En cambio, la mujer atada que había junto a él, se retuerce en el suelo, intentando librarse de sus ataduras.
- Biii, biiii... bieen hecho...- dijo Nabis nervioso, sin levantarse del suelo. No parecía tener intención de continuar a no ser que vosotros fuerais delante de él. Menuda valentía la del griego.

Miro con un gesto de desagrado al griego sin poder dejar de pensar que ese idiota va a hacer que nos maten. No ha sonado ningun grito de alarma, asi que probablemente el vigia estuviera solo. Si hubiera estado más pendiente de nosotros que de su presa, quizás seguiría vivo. En fin, mejor para nosotros. Con cuidado, por si a pesar de todo hubiera enemigos en las cercanías, me acerco al cadáver y extraigo de él mi lanza, mientras miro lo que lleva y observo a su cautiva

Tras las palabras del griego lo miro con desprecio. Mi mirada refleja perfectamente mis pensamientos. "el maldito griego, el muy cobarde, como han podido mandarnos a alguien tan incompetente..."

Luego observo como el joven Abdurkat camina hacia el cadáver. Le sigo y al llegar retomo también mi lanza. Miro el cadáver con las dos flechas aun clavadas en el pecho y luego a la prisionera. Mientras llegan los demás susurro a mi compañero.

- ¿Por que han tenido que enviarnos con alguien tan patético?

Nuestro primer objetivo parece abatido. Es algo que me satisface.
Mientras me levanto y me adelanto un poco, escucho a nuestro guia griego y, girándome hacia el, digo.
Jamas vuelvas a delatar nuestra posición. ¿No me has oído antes?. Nos vamos a enfrentar a todo un grupo de gurreros audaces. Mantener la sorpresa el mayor tiempo posible, es nuestra única ventaja.
Al decir esto mirando al griego, palmeo la empuñadura de mi falkata.
Miro entonces a mi alrededor con atención. No parece que, de momento, nadie nos haya descubierto. Pero no me siento tranquilo. Pues en un bosque invernal, el eco de cualquier sonido tiene la mala costumbre de propagarse mas de lo debido a causa del silencio reinante.
Por tanto, sin alzar la voz y sin dejar de controlar el entorno, digo.
Vamos. Recuperad vuestras flechas y vuestras lanzas. Creo yo que las vais a necesitar.
Observo como Melkart se aproxima a la prisionera y añado sin alzar la voz.
Cuidado Melkart. Intenta tranquilizarla para que no suelte ningún alarido. No me gusta nuestra situación y espero que podamos largarnos de aquí sin mas problemas. No olvidéis que todavía nos queda una misión que cumplir.
De nuevo, vuelvo a controlar nuestro entorno atento tanto a lo que pueda ver como a lo que pueda oir.

Me giro hacia atrás al oir las palabras de mi compañero Bagarok. Y vuelvo a mirar la prisionera.

- Tranquila, tranquila, ahora ya no debes temer por nada. No vamos a hacerte daño.

Me giro hacia el cadáver y con mi cuchillo recorto un trozo de su ropa para conseguir acercarme con tranquilidad a la prisionera y tapar su boca.

Miro a la prisionera con curiosidad, tratando de saber su raza, e imaginando el precio que podría obtenerse por ella en el mercado de esclavos. Mientras reistro el cuerpo del soldado muerto, por si hubiera algo que podría servirnos

Mientras mis compañeros se encargan de saquear al enemigo, yo me acerco hasta el cadáver para extraer mi flecha y devolverla con las demás a su carcaj. Tras hacerlo, me acerco a la mujer, que ahora se encuentra amordazada y la ayudo a levantarse.

Al parecer, nuestro griego guía no quiere ir delante. Medudo cobarde. Miro a Bagarok y luego miro al griego...

Rápidamente me acerco a el y lo cojo por detrás, pasando uno de mis brazos por el cuello mientras que con mi mano, mantengo uno de sus brazos en la espalda haciendo cada vez más fuerza.

- Bagarok... - le digo a mi compañero. - Creo que nuestro guía no quiere cumplir con su deber. ¿Qué deberíamos hacer con él? - termino al mismo tiempo que presiono más su brazo a su espalda.

Con velocidad inusitada, me acerco hasta nuestro querido guia y desenvainando, le pongo mi Falkata en el cuello. Lo miro a los ojops y digo.
Ni un solo ruido. Ni un susurro siquiera. Y ahora, me vas a escuchar con atencion.
En mi voz se nota la furia contenida. Pero sigo teniendo presente nuestra situación. Por tanto, no alzo la voz cuando continuo.
Te hallas entre guerreros y hombres tan libres como tu. Ten esto presente en todo momento. No me han gustado tus modales desde el principio. Puedes pensar de nosotros que somos bárbaros. La opinión de un miserable como tu, me es indiferente.
Ahora bien. Continuo. Espero de ti que sepas guiarnos hasta nuestro objetivo con precisión y eficacia. De lo bien que cumplas tu misión, depende tu vida, nada menos.
Dicho esto, bajo lentamente mi falkata del cuello del griego. El cual, de momento solo acierta a tartamudear pálido de miedo.
Envaino finalmente y añado sin elevar la voz.
Creo que puedes soltarle Sirius. Me parece a mi que, de momento, ha entendido su situacion.
Y dicho esto, me giro hacia la mujer que permanece atada y que nos observa con el miedo reflejado en su mirada.

Suelto al griego tras las palabras de Bagarok dándole un pequeño empujoncito.

- Espero que hayas entendido bien lo que te ha dicho mi compañero, sino... bueno. Creo que no te gustaría saberlo, Griego. - le digo a nuestro guía con el rostro cargado de odio.

Tras dejar las cosas claras con Nabis, vuelvo a cargar mi arco y comienzo a mirar en los alrededores, buscando algún rastro de los enemigos en las cercanías.

Sirius no escucha nada... de hecho, algo se le mete en el oído y escucha todo distorsionado... las voces de sus compañeros... todo lo oye mal.... a saber que se le ha metido en la oreja...

- ¡QUE! ¡AUCH! -, digo lo más bajo que puedo.

Algo se me acaba de meter en el oido y me ha hecho mucho daño. Mis compañeros no se han dado cuenta, pero en este momento, no logro escuchar con claridad acerca de lo que están hablando. Malditos bichos. Espero que este extraño zumbido se me pase pronto, no quiero perderme detalle de los planes del grupo y mucho menos me gustaría caer en una emboscada por no haber escuchado un ruido a mis espaldas.

Recupero mi flecha la limpio un poco y la vuelvo a colocar en la mochila...Registradle y coged sus armas y cosas de utilidad...me acerco a la mujer que permanece atada...No grites, ¿quien eres?, ¿porque eres prisionera? ¿de donde vienes? habla, es la unica posibilidad que tienes de recobrar tu libertad...Con voz serena, autoritaria y profunda pero no demasiado amenazante. Mientras escucho a la mujer observo el entorno en busca de enemigos

Tras amordazar a la muchacha observo la escena que se plantea entre mis compañeros y el griego. A pesar de estar totalmente de acuerdo con ellos no intervengo. Se que son compañeros pero mi desconfianza va mucho mas lejos.

Miro a los alrededores analizando la situación y luego comento a los demás:

- Bueno. Que proponen. Debemos continuar con la misión. Pero quizás si perdemos un rato con esta muchacha podria desvelarnos cierta información que podría ser crucial.

Su perspicacia e inteligencia se hacia cuestionar y plantear cada paso que daba, tenia que analizar la situación antes de tomar una decisión.

Me acerco lentamente a mis compañeros, sin hacer un solo ruido. ( Aunque realmente no lo sé, ya que mis oidos no escuchan mucho tras el incidente con el abejorro )

Creo que me pegaré a ellos hasta que pueda escuchar mejor.

- Yo estoy con Melkart. Creo que deberíamos tratar de sonsacarle información a la muchacha. Tiene que saber algo. - les digo a mis compañeros, tratando de hablar lo más bajo posible.

ante la dificultad que veo que tiene Sirius para escuchar comienzo a comunicarme por las señas que hacemos en las emboscadas bajo la cabeza en forma afirmativa y alzo el pulgar dando a entender que estamos en ello.Deberiamos haber matado al maldito Griego, es un lastre y un cobarde no es el estilo Cartagines...si tenemos exito lo haremos a la vuelta...no merece ni comer la comida de los perros de Cartago.Susurrando a mis dos compañeros que estan junto a mi con la mujer.

Abdurkat, inspeccionando el cadáver enemigo con maestría, solo logra encontrar dos dagas célticas y unas tres monedas mohosas. Nada más, parecía que el enemigo era un bandido bastante pobre.
La mujer, amordazada, parecía estar algo asustada. Era una joven bastante fea, con pinta de pobre por sus ropajes. Intenta deciros algo, pero la mordaza se lo impide.
Y Arbaces, no parece encontrar ningún enemigo. Ahora, el silencio inunda el bosque, un silencio profundo y algo extraño.
Respecto al griego, esta tan blanco que podría iluminaros al igual que la luna. Se ha levantado, y no dice nada. Le tiemblan las piernas, parece estar muy nervioso.