Partida Rol por web

El oficial cartaginés escucha con gran atención las palabras de Sirkabaal. Brevemente, sonríe satisfecho por la eficacia de sus guerreros. Sin embargo, pronto su faz vuelve a la seriedad habitual y con su orgulloso gesto, os dice:
- Si el otro grupo es el que ha destruído la aldea, esperaremos su llegada para completar la información. Mientras, ¡firmes, soldados! Si al llegar el nuevo grupo no hay sorpresas desagradables, os recompensaré a todos por los servicios prestados y el que se encuentre algo mal, podrá ir a la enfermería. Aunque no veo ninguna herida de gravedad entre los presentes.
Tras decir esto, el oficial da un par de vueltas, nervioso, y esperando la llegada del nuevo grupo. No tardan en aparecer; son más que vosotros y algunos de ellos parecen heridos.

La vuelta ha sido tranquila para el grupo tras la sangría de la aldea. A pesar de todas las preocupaciones, no habéis sido atacados de camino ni detectado alguna trampa extraña. Por lo tanto, dejando atrás el infierno de la aldea, volvéis al campamento.
Allí, uno de los capitanes, os reconoce y os guía a la tienda del oficial pertinente. No parece tener mucho interés en vuestra misión ni tampoco en el mercader que lleva Asdrubal, y a pesar de ver que hay heridos en vuestro grupo, no muestra la más mínima preocupación. Callado y con un gesto de asco, os lleva a la tienda del oficial, donde según él, se exige vuestra presencia.
Nada más entrar, podéis ver que hay otro grupo de soldados junto al oficial, seguramente será el primer grupo encargado de atacar con vosotros. No parecen tan cansados ni tan heridos como vosotros.

El oficial, mirando a los soldados que acaban de entrar, sin perder su gesto de orgullo, hace un gesto para que el capitán que les había acompañado se vaya. A su vez, comienza a hablar:
- He aquí el otro grupo, que ha llegado antes- y los señaló - ya me han dicho que habéis quemado la aldea. Pero quiero explicaciones, y no omitáis ningún detalle. ¿Y el griego que os acompañaba, qué ha sido de él?
Tras eso, mostró un gesto de preocupación y siguió:
- Una vez deis las explicaciones persistentes y necesarias, se os recompensará y los heridos podrán ir a la enfermería. Pero mientras que no habléis, de aquí no se mueve nadie. Además, veo que habéis rescatado a Asdrubal y al mercader... ¿pero y su mercancía?
Tras decir esto, el oficial se llevó las manos a la cabeza, y algo confuso, se sentó sobre su cómoda silla, haciendo un gesto para que hablárais.

Tras mirar a mis compañeros en silencio, acabo por dar un paso al frente. Y mirando al oficial, comienzo mi informe.
Señor, avanzabamos hacia la posición enemiga con las debidas precauciones. Y, a pesar de eso, nos vimos sorprendidos por un grupo de enemigos. No dudamos en entablar combate pues consideramos necesario que, ante todo, la sorpresa fuera preservada.
Ni uno solo de los individuos de aquel primer grupo logro sobrevivir a nuestro ataque. No obstante, la fatalidad o los dioses quisieron que nuestro guia fuera alcanzado en el curso de la accion.
No obstante, tuvimos suerte y gracias las circunstancias del camino, logramos llegar hasta la aldea que era nuestro objetivo sin ser descubiertos. Tras analizar la situación, nos dispusimos a iniciar nuestro ataque.
Creo poder asegurar que, tras el resultado del mismo, cualquier otra tribu que nos encontremos en nuestra ruta hacia Roma, se lo pensara dos veces antes de desafiar al ejercito de Anibal Barca.
Y no puedo evitar sonreír torvamente al decir esto.
Finalmente, señor, en el curso del combate vimos a uno de los nuestros en una situación algo apurada y no dudamos en echarle una mano. Por lo que respecta a la mercancía del mercader, no se nada.
Comprenda, oficial, que nuestro objetivo prioritario, según nuestras ordenes de combate, era eliminar cualquier foco de resistencia que hubiera en el camino. Y, por tanto, nos centramos en cumplir con ese objetivo básico de nuestra mision.
Tras informar, retrocedo un paso hacia atrás y vuelvo a ocupar mi puesto entre mis compañeros a la espera del siguiente en hablar.

Asiento ante cada palabra de Bagarok, y decido que mejor es quedarme callado. La herida de mi cuello todavía no está cerrada, y pienso que si hablo, esta se puede abrir y volver a sangrar.

Me quedo en mi sitio, esperando que otros compañeros hablen, para corroborar las historias.

- Bagarok habla correctamente, y no tengo nada que añadir a sus palabras, oficial - digo a mi vez mientras cojeo visiblemente por las heridas de mi pierna

Oficial, yo solo tengo que añadir, que el Griego era un traidor y un cobarde una alimaña indigna de nuestro glorioso ejercito y que gracias a los Dioses murio de forma justa para todos ya que al ser atacados lo primero que hizo fue huir. En cuanto a todo lo demas el relato a sido exacto. Lo cierto es que en la aldea encontramos alguna resistencia aunque la pudimos superar con pericia.

Asiento ante las palabras de mis compañeros y me dedico a mirar al jefe sin tapujos... esperando que de la maldita orden para que lleven a mis compañeros ante un medico.

En formación, mientras los demas hablan, me quedo pensativo.

Venga, por los dioses, que me estoy helando y tengo hambre, acabad ya...

La mercancia se perdio señor, no pudimos recuperarla, ya que pensamos que la vida del mercader era mucho mas importante mira al mercader esperando una respuesta positiva de el

- En lo que se refiere a nuestro grupo, mi señor, nuestra misión era solamente eliminar la resistencia. Nada se nos indicó de mercancía ni de mercaderes. Evidentemente al ver que el otro grupo trataba de proteger a un mercader, hicimos lo posible por ayudarles, pero respecto a las mercancías, nada sabíamos

Exactamente, se nos ordeno eliminar toda resistencia y eso hicimos de modo rapido y eficaz sin dejar piedra sobre piedra como se espera de unos componentes este ejercito.

Yo que pinto aquí, maldita sea.

Los informes de misión los dan el capitán y los segundos al mando...

Tengo los pies casi congelados y en mi mano la solución. Y en vez de estar protegiendome contra el frio, aqui me hayo, perdiendo el tiempo...

Así es
Digo yo tras estar un tiempo callado corroborando las palabras de mis dos últimos compañeros.
Y ahora, señor, me permito recordarle que algunos de nosotros estamos heridos. De mayor o menos gravedad.
Por tanto, una vez que ya hemos informado del resultado y de las vicisitudes de la misión, solicito permiso para que podamos romper filas y que los que lo necesiten puedan recibir el tratamiento adecuado.
Y tras mis palabras, espero la respuesta del oficial.

Por los dioses!! cuando van ha terminar de dar los informes... ya me estoy impacientando...

El oficial alzó una ceja cuando se terminó de informarle. Quedó callado un tiempo, pensativo, mirando el horizonte. Se frotó las manos. Y luego, siguió mirando. Tras hacer varios gestos más, os miró seriamente.
- La pérdida de la mercancía del mercader influye demasiado. Debo de hablar con mis superiores y el resto de oficiales ahora. Ahora, vosotros, podéis marchar. Mañana recibiréis la recompensa por vuestros servicios prestados. Y los que lo necesiten, que se pasen por la enfermería. El resto, a dormir. Mañana será otro día más en nuestra guerra contra Roma.
Dicho esto, el oficial os hace de nuevo un gesto para que os vayáis de su tienda. No parece haberse tomado las buenas demasiado bien.

Abandono la tienda de oficiales y me dirijo hacia las tiendas del campamento donde haya un fuego encendido y me siento a calentarme.

Me dirijo a la enfermería tras abandonar la tienda del oficial.

salgo con gesto serio de la tienda del oficial y me dirijo al campamento a descansar.

Salgo de la tienda con una mano en el cuello y me dirijo a la enfermería.