Partida Rol por web

Procuré que los padres no viesen aquellas imágenes de su hija y menos aún las que recibía a cambio. Si pensaban que era una puta, eso lo corroboraría de inmediato y terminaría de destrozar a aquellos padres.

- Necesito llevarme el ordenador de su hija a la OFI. Allí podrán hacer un examen más exahustivo del mismo y darnos los nombres reales de algunos usuarios con los que su hija mantuvo contacto. Con nombres como #mateo15, #mcheaven y #bigdaddy no vamos a dar con nadie si no comprueban las IPs desde allí.

Además, dejarles el ordenador allí, así, con aquellas fotografías y conversaciones no me parecía correcto. Sabía por lo que estaba pasando la joven. Ella aquella etapa en la vida en la cual pierdes a quien amas y necesitas encontrar a esa persona en otros brazos, y vas de mano en mano, como una moneda y de cama en cama, buscando aliviar tu soledad y dolor sin darte cuenta de que puedes estar haciendo daño a otras personas, porque solo buscas tu paz.

Ya lo había vivido y repetido en más de una ocasión, donde quieres estar con alguien pero no eres capaz de atarte porque tu propio corazón te lo impide. Era una fase, nada más... pero entendía que en un lugar como aquel, aquello acabase llevando el nombre de "puta" grabado a fuego en el cuerpo de cualquier chica que estuviese pasando por ello.

- Pero necesito su permiso para hacerlo. Hay varias conversaciones en él y puede que alguna sea del hombre que buscamos. - Iba a decir animal, pero eso sería insultar a las más nobles criaturas de este mundo. - Yo iré esta misma tarde de vuelta a la ciudad y procuraré que se lo devuelvan cuanto antes. Y si tiene clave para arrancar, que suele ser lo habitual, pediré que la desbloqueen. - Y de paso que eliminen cuando acaben todas esas fotos que sus padres no deberían ver.

Miré a mi compañera, aunque esta vez con otros ojos al saber cual era su pesar y su dolor. - Por el momento no tengo nada más que preguntar ni añadir. No se si mi compañera tendrá alguna pregunta. - Dije a espensas de que me respondiesen sobre el ordenador para cogerlo y llevarlo al coche. Ahí tendríamos algo con lo que partir casi seguro.

Negué con la cabeza. Allí habíamos terminado ya y solo nos quedaba, ver qué podíamos extraer del ordenador, además de hablar con la pequeña obsesión de Marie, que seguramente nada tuvo que ver con su muerte, pero que pese a todo, debíamos interrogar.

Miré a Kharis y simplemente pensé en que su exhaustividad era lo que necesitábamos para sacar aquel caso. Bueno, eso y algo de suerte, porque las muertes como aquellas constituían casos que a veces tardaban años en resolverse.

Cuando el padre de Marie nos indicó que quería hablar con su mujer, asentí y toqué el brazo de mi compañero.

-Desde luego, señor Penwater. Si nos da usted permiso para consultar el ordenador de su hija y llevarnos su diario, nos retiraremos para investigarlo. No se preocupen. Les tendremos al corriente de cualquier cosa de interés que encontremos. Pero sobre todo....

Lentamente, me acerqué a él y a su mujer, y los miré a ambos, sabiendo lo que debían estar pasando.

-... aguanten. Su hija era mejor de lo que piensan y necesita una voz que la defienda y hable por ella, cuando llegue el momento. Estoy segura de que les quería y de que desearía que sin olvidarse de ella, celebrasen también las cosas buenas que vivieron juntos.

A continuación, miré a Kharis para indicarle que era mejor marcharse.

- Entonces seguiremos el procedimiento habitual. Iré al coche a por la cámara de fotos y bolsas de pruebas. - Informé a los presentes. - La hierba también será llevada como prueba. Quizás el camello que se la pasó pueda decirnos algo. No se preocupen, trataremos ese tema con discreción. - Informé a los padres con gesto amable y conciliador. Quería que estuviesen tranquilos, puesto que sabía que en cuanto nos fuésemos de la casa la paz se acabaría y volvería el llanto a aquella casa.

- La agente Jones se quedará custodiando las pruebas. No se alarmen, forma parte del procedimiento. Así se evita que se rompa la cadena de custodia y ante un juicio siempre podremos decir que nunca se quedaron sin vigilancia. Si me disculpan. No tardaré demasiado. - Y eso hice. Salí al exterior, cogí el maletín de pruebas, la cámara de fotos y regresé lo antes posible.

Unas cuantas fotos de la habitación, el lugar donde se encontró la marihuna, el ordenador y el diario, para luego recogerlo si llevárnoslo si nos daban su autorización. De no hacerlo, nos tocaría pedir una orden judicial, pero en cuanto dijese lo que habíamos visto en el ordenador, no tardaría en llegarnos.

Los señores Penwater no se alarmaron, todo lo contrario. Parecían muy satisfechos con el trabajo de los investigadores y casi agradecidos. Ciertamente a esas alturas, no esperaban que nadie dedicara tanto esfuerzo para aclarar la muerte de su hija y era un alivio ver como aquellos dos detectives iban a hacer todo lo que estuviera en sus manos para llegar al fondo del asunto.

Accedieron a que se llevaran todo cuanto hiciera falta del cuarto de su hija con la condición de que una vez finalizada la investigación y en su caso el proceso judicial si alguno de los elementos era declarado como prueba y incautados hasta la finalización del proceso, a lo cual, evidentemente ni Jones, ni Daeric pusieron pega alguna.

Así fue como después de casi cuarenta y cinco minutos, tuvieron todas las pruebas a buen recaudo y cargadas en el vehículo de los agentes dispuestos para marcharse.  Se despidieron de los Penwater y salieron a la calle, siendo observados con esperanza desde el porche de la vivienda familiar, por aquel destrozado matrimonio, que cogidos de la mano, esperarían hasta que los agentes se marcharan para regresar al interior de su ahora que no estaba Marie, silenciosa y aburrida morada.

Había sido bastante duro, pero por muy complicado que hubiera resultado, al final disponíamos de nuevas pistas que seguir, además de un ligero cambio en cuanto a las posibilidades que ofrecía nuestro caso.

En aquellos momentos, la muerte de Marie podía tener que ver con otros, o no, y tratarse de un asesinato aislado por cuestiones diferentes a las del resto, aunque solo estaríamos seguros, cuando habláramos con el ex de Marie y supiéramos qué había con exactitud en el ordenador.

-Bueno, quizás debiéramos ir al motel a comer algo y descansar un rato, ¿no cree, agente Daeric? Ha sido... duro ahí dentro, y creo que m... nos vendría bien limpiar la cabez antes de continuar -le dije, mientras nos dirigíamos al coche.

Sabía que no era de piedra y que vernos a mí y a aquella pobre madre desconsolada, le había debido resultar complicado. Para mí lo había sido, desde luego, dado que no había empatizado solo por necesidad, sino porque todo lo que le había contado, lo que sentía, aún estaba dentro de mí y me resultaba muy sencillo dejar que saliera.

En realidad, lo que era verdaderamente difícil era contenerlo en mi interior e impedir que los demás pudieran llegar a ver cómo me sentía.

Salí de la casa con una extraña sensación en el cuerpo. Hasta aquel momento no sabía cual era el mal que atormentaba a mi compañera y en este tiempo no quise preguntar para no invadir su intimidad. Creí que llegado el momento, si lo consideraba necesario, me lo acabaría contando. Pero lo que no me esperaba era enterarme de aquella manera. No era capaz de ponerme en su lugar. Yo no había perdido un hijo nunca, si es que alguna vez lo tuve.

Procuraba empatizar con las víctimas de los casos. Ser amable y comprensivo con ellos era básico para mí aunque no fuese capaz nunca de entender el dolor de su pérdida o al menos no de alcanzar ese sentimiento. A veces lo comparaba con la muerte de mis padres o con alguna ruptura con alguna mujer que de verdad me importaba. Pero no era lo mismo. Yo sabía como habían fallecido mis padres y donde estaban. En cuanto a las mujeres de mi vida, que tampoco eran tantas las que verdaderamente me importaron, las dejé ir sin más.

Quizás de haber insistido con alguna de ellas hubiésemos vuelto, pero cuando habían tomado la decisión de marcharse era por algo y yo no iba a impedir que volasen libres de nuevo.

Pero no. No era el mismo dolor. Lo sabía perfectamente.

Así pues era que me encontraba con aquella extraña sensación, en la cual no sabía bien como actuar, como hablar a mi compañera. No sabía si animarla, pues aún podría estar vivo o si darle mis condolencias, pues estadísticamente jamás le encontraría, ni vivo ni muerto tras tantos años que habían pasado.

- Me parece buena idea. - Dije cerrando el maletero del coche con las pruebas en su interior. - Yo conduzco si quiere. - Le dije con tono amable. Claro que quería. No estaba ni para seguir en pie mucho tiempo más.

Arranqué el coche y nos dirijimos al motel. - Si le parece bien, alquile las habitaciones y coma tranquila. Cuando termine, acuérdese de mí y saque un bocadillo. Yo estaré en el coche... luego suba a descansar un poco. - Miré a Jones un momento. Seguramente estaría flipando. - Custodia y cadena de pruebas. - Dije al fin.

No podíamos pasearnos con ellas en la mano por todo el pueblo, ni dejarlas en el coche sin vigilancia. - Iba a llevarlas yo esta tarde, pero quizás lo mejor sea que llame a la OFI y que nos envíen a un agente a buscarlas. Necesitaremos estar libres de ellas para poder seguir indagando y cuanto antes tengan el portátil, antes sabremos más. No me apetece pasarme la tarde entera encerrado en el coche. - Sonreí a Chandrelle con calma. - Y menos cuando hay tanto por ver aquí fuera.

Buscaron un hotel en Sarns, al fin y al cabo a quien debían interrogar vivía en aquella población y por suerte, no estaba muy lejos de Herbs,  que era una parte esencial de la investigación encubierta que estaban llevando a cabo. Encontraron un motel céntrico del que las críticas hablaban razonablemente bien. El precio no era abusivo y se decía que la cafetería tenía buen café y una buena oferta para almorzar, aunque de noche cerraba, por lo que deberían o bien comer fuera, o preparar algo que llevarse a la habitación.

Finalmente Chandrelle hizo caso del sacrificado Kharis y se adentró en el motel. Su nombre era un tanto extraño, Venus se llamaba, pero eso era lo de menos. Estaba limpio, tenía buen aspecto y aunque  el mobiliario era algo antiguo, era todavía funcional. La agente Jones alquiló dos habitaciones contiguas, las cuales resultaron relativamente baratas, aunque había una notable rebaja a partir de la tercera noche, no sabían cuanto tiempo iban a estar allí, así que decidió pagar únicamente por aquella noche. Por suerte, las habitaciones estaban ya listas, por lo que si Kharis quería, en vez de esperar en el coche, podía hacerlo en su habitación y podía llevar allí el almuerzo y estar más cómodo.

Mientras Jones se encargaba de aquellos asuntos, Daeric llamó a la OFI pidiendo si algún agente podía desplazarse hasta Sarns por tal de llevarse consigo aquellas pruebas que habían incautado. La respuesta fue afirmativa, aunque lo cierto fue que le dijeron que no iban a tener a nadie libre hasta las 16:00 horas, por lo que podía esperar fácilmente hasta las 17:00 horas a que el agente comisionado llegase hasta el motel Venus. Por ello y ante una prespectiva tan aciaga, decidió finalmente hacer caso de Chandrelle y trasladarse junto con todas las pruebas a su habitación, la 303, pegada a la 305 que era la de Jones.

Una vez allí debían decidir si bajar por turnos al comedor o que bajara uno solo a encargar la comida y la subiera  luego a la habitación. Tenían más de dos horas por delante, pues aún no eran las 15:00, aunque quedaba poco y tenían tiempo de descansar, compartir impresiones, revisar las pruebas del caso o lo que hiciera falta.

El día había sido difícil. Volver al pasado siempre lo era, porque no se trataba solo de imágenes silenciosas y carentes de significado, sino con un equipo de emociones que las acompañaba.

Era duro, muy duro, ver reflejada mi propia pérdida en otras personas y también, reconocer lo cerca que había estado de tocar el fondo y de no volver a levantarse nunca más.

Cuando cerré la puerta detrás de mí, lancé un suspiro de tranquilidad. No era porque estuviera sola, sino porque por fin podía dejar de pensar. Aquello no duraría mucho, pero quizás lo hiciera lo suficiente como para poder recuperarme. Mientras lo hacía, exploré la habitación. Tenía lo suficiente para mí y ante todo, más que comer, lo que más me apetecía era un baño. Bueno, comer también. Se me ocurrió que quizás podríamos pedir algo sencillo y así despreocuparnos de todo durante unas cuantas horas. Desde luego, habría que comentar las pruebas, pero no era lo mismo hablar relajadamente que analizarlas como perros policías.

Sin perder tiempo, me acerqué al baño y abrí el grifo de agua caliente para empezar a llenar la bañera. Después, salí de la habitación y golpeé en la de Kharis.

-Eh, agente Kharis. ¿Qué le parece si encarga un par de pizzas y nos las comemos en mi habitación mientras hablamos? -le pregunté en cuanto me abrió la puerta -. Tengo la bañera llenándose, así que si está de acuerdo, le espero allí. Entre sin llamar cuando las tenga.

- Claro... no se preocupe. - Dije para girarme y mirar las pruebas sobre la mesa. Si ella se iba al baño, yo no podía salir de allí sin romper la custodia. - Yo me hago cargo. - Respondí con amabilidad a la mujer. Las pizzas tardarían unos 20 minutos, 30 si me apurabas, si es que había pizzería allí... iba a ser un baño corto. - No pierda tiempo, no sea que se desborde la bañera.

Cerré la puerta detrás de mí y caminé hacia el teléfono, ellos debían tener el número de alguna pizzería local. Al tercer tono me lo cogió la chica que tenía más bien pinta de camarera de nivel bajo, de esos garitos donde van con la ropa demasiado corta, mascando chicle todo el día y que pasan de todo, más que de recepcionista. - Si, verá, necesito el número de teléfono de la pizzería local, salvo que aquí las hagan... sí, para enviar a la 303. - Al menos era amable. - Pero necesito que la suban aquí, no puedo bajar a recepción a por ellas... vale... perfecto.

Tiempo después tenía solucionado el tema de la comida y opté por echarme un rato en la cama a descansar el cuerpo y despejar la cabeza. Al menos llevaba siempre dinero en metálico encima y el pago lo haría en mano, pero le pasaría la factura a la OFI, como el alojamiento en el lugar.

Cuando llegó la comida pagué al chico y le di una generosa propina por la cara que puso. Era la habitual en la ciudad, pero parecía que en aquel pueblo no lo era. Cogí las pruebas, la comida y la llave de mi habitación para pasar a la de Chandrelle. Podía sentir la humedad en el ambiente por el calor del agua del baño.

- Agente Jones, ya estoy aquí. - Dije al entrar, esperando que no la pillase en ese momento vistiéndose en medio de su cuarto. Solo me faltaba, después de ver desnuda su alma, encontrarme su cuerpo desnudo ese mismo día. Dudaba que estuviese preparado para tanto.

No perdí tiempo.

Le sonreí agradecida a Kharis y regresé a mi habitación rápidamente. El agua estaba terminando de llenar la bañera, así que cerré el grifo. Después, eché algo de jabón, lo removí en el agua para crear espuma, me desvestí, dejando las ropas en un taburete que había en la esquina, cerré la puerta del baño y me metí en el agua, disfrutando como nunca en cuanto el calor alcanzó directamente mi piel.

A esas alturas, el vapor se había extendido por todas partes, como si una niebla misteriosa hubiera llegado de la nada para hacerme olvidar mis penas. 

No necesité demasiado para cerrar los ojos y encontrarme de nuevo a mí misma. Analizando todo lo que habíamos hecho hasta el momento, incluyendo mi mal genio y mis tropiezos, en general sentía que mejoraba a cada instante y que existía la posibilidad real de volver a ser yo misma o al menos, una versión que me permitiese seguir adelante.

Sabía que no podía entretenerme mucho, pero el tiempo se me fue más deprisa de lo que suponía y me parecía que apenas habían pasado unos pocos minutos cuando oí la voz de Kharis.

-¡Voy enseguida! ¡Deme solo un momento! -le respondí, alzando un poco la voz para que pudiese oírme a través de la puerta.

Quité el tapón de la bañera, me retiré el jabón que me quedaba, me sequé y me coloqué una toalla alrededor. Afortunadamente, no me había mojado el cabello, por lo que al menos, no tendría que emplear tiempo en secármelo.  No tenía zapatillas, pero eso no me importaba.

Me aseguré que la toalla estaba bien agarrada, sobre todo para que Kharis no se llevase una sorpresa inesperada, y salí a su encuentro.

-Dísculpeme, agente Daeric. Se me ha pasado el tiempo sin darme cuenta -le dije, oliendo al instante las pizzas -. Hummm. La verdad es que huele bien. ¿De qué las ha pedido?

Al ver salir a Jones con la toalla solamente cubriendo su cuerpo, me ruboricé un poco, pero disimulé enseguida dejando las pizzas sobre la mesa y las pruebas en un asiento al lado, para evitar que se manchasen. - Pues no sabía sus gustos, así que... mitad hawaiyana*-mitad pepperoni y la otra, la mitad de barbacoa y la otra mitad de pollo... espero que no sea vegana... porque habré errado en todas me temo. - Comenté abriendo las cajas y dándole la espalda a la mujer.

Era un hombre amable y educado al igual que reservado y habían cosas que me ponían nervioso, como aquella situación que no me esperaba para nada. - Si quiere... puedo salir un rato y volver en unos minutos... - Le dije mostrando mi nerviosismo a Jones sin querer, queriéndole dar así tiempo para vestirse.

No era la primera vez que compartía habitación con una mujer con una toalla como única prenda, pero desde luego jamás en aquellas circunstancias y aquello me llegaba a incomodar un poco. Supongo que ni llevando mil años con ella de compañera de trabajo me acostrumbraría a algo así, básicamente porque era eso: mi compañera de trabajo.

Habían otros lazos que nos unían, algunos más fuertes incluso que los que se llegaban a tener con una pareja, pero no eran comparables ni por asomo a aquello. Yo podía confiar en un compañero en una situación de riesgo y poner mi vida en juego porque se que me va a responder y una pareja dificilmente lo hará... pero aquello... me sentía fuera de lugar. Aunque sabía que en cuanto empezásemos a comer y a revisar las cosas me calmaría y me olvidaría de su vestimente o más biene escasez de la misma, en ese momento estaba demasiado cortado como para poder seguir hablando de nada.

Kharis había traído un par de pizzas y las abrí incluso antes de que me dijese de qué eran.

-Humm, Hawaiana, mi favorita -dije, cogiendo un trozo y mordiendo "la puntita". En ese momento, lo miré y vi que me estaba dando la espalda. Caí en la cuenta de que quizás se sentía incómodo al verme así, lo que me confirmó con su siguiente comentario.

-Agente Kharis, no voy a saltar sobre usted, no se preocupe. Ahora mismo solo hay dos cosas que me preocupan. Las pizzas y nuestras pruebas. Venga, no sea tonto y siéntese en la mesa conmigo para que podamos ir mirando lo que tenemos -le dije, volviendo a tomar un bocado y sentándome a la mesa, con lo que para su alivio, quedaba bastante oculta de su mirada.

No se me había ocurrido pensar que fuese tan tímido, pero al verlo, me di cuenta de su compleja personalidad. Era seguro y tenía una gran determinación con aquello en lo cual creía firmemente, pero inseguro cuando se trataba de relaciones personales. En eso, nos parecíamos, en cierta manera.

A los dos nos disgustaba la gente, en su caso por su falta de tolerancia, en el mío, porque había experimentado lo peor que había en ellos. 

Juntos, parecíamos dos naúfragos que de vez en cuando veían barcos asomando por el horizonte pero no nos decidíamos a llamar la atención de ninguno, porque sabíamos que quizás la vida que nos ofreciese, no fuese precisamente la que nos interesaba.

Curioso.

-No sé si se lo he dicho, pero le agradezco mucho su... comprensión. Creo que es un gran investigador y estoy segura de que conseguiremos resolver todo esto. Y ahora venga, ¿qué tenemos? Para empezar, esa chica tenía un novio que le era infiel y ella, celosa, vengativa, salía a ligar, quizás para demostrarle su valía o para darle celos y que volviera con él. Esta chica no salía porque le gustara, sino porque su autoestima le empujaba a ello. Debemos encontrar a ese Johnny y sus amigos.

- Ya se que no va a saltar sobre mí... - Respondí a Chandrelle. Simplemente era timidez, mezclada con respeto y que aquella situación se me hacía rara. - Eso se me haría más raro aún que todo esto. - Quise bromear al tiempo que me daba la vuelta y miraba las pizzas evitando deliveradamente mirar a Chandrelle directa o indirectamente. No era una mujer que me atrajese de manera sexual ni romántica, pero a fin de cuentas seguía siendo un hombre y mi mente me la podía jugar. Y si esa me la jugaba, mi cuerpo me traicionaría y no quería un malentendido entre los dos.

Menos aún cuando sabía ahora cual era su verdadera dolencia y no sabía como poder ayudarla, salvo estando ahí.

Me senté enseguida, por si aquella traición de mi cuerpo acababa sucediendo y cogí un pedazo de pizza. Me daba igual la que fuese, el caso era tener al cuerpo y a la mente ocupados con algo que no fuese Jones.

- No tiene nada que agradecer. De hecho, ni me imagino por lo que está pasando ni por lo que ha pasado hasta llegar aquí. Pero si puedo decirle que tiene una agallas impresionantes y más fortaleza de la que piensa. - Sabía de gente que si había logrado suicidarse tras la pérdida de un hijo, los que habían tirado su vida por la borda por las drogas o el alcohol y ella, a pesar de todo, seguía allí, luchando por mantenerse en pie. - Es digna de admiración y por mi parte la tiene, al igual que mi respeto. - Le indiqué mirándola fijamente a los ojos para luego retirar la mirada hacia la porción de pizza de mi mano.

- O bien puede ser una etapa del desamor. Esa en la que quieres estar con quien te ha dejado y no puedes y le buscas en otros brazos o buscas olvidarle en los brazos de otra persona. Pasas de mano en mano, como si de una moneda fueses, haciendo así que tu propio ego y tu autoestima suban al ver que aún hay gente que te desea y quiere estar contigo aunque solo sea una noche, porque no volverás a llamarles nunca más.- Se notaba que hablaba por experiencia propia. No había pasado esa fase solamente una vez, sino varias... hasta que la última me hizo centrarme en mi trabajo y olvidarme de lo demás.

Ya tendría tiempo para eso cuando me jubilase.

- Así que no le daría mucha más importancia a ese hecho, salvo que estaba dispuesta a irse con cualquiera para alimentarse de la carencia que tenía, ya fuese de autoestima, cariño o querer dar celos a su ex. Pero sí, coincido en que tenemos que hablar con ese chico y sus amigas. Mientras que en la OFI nos den los resultados de los usuarios que más me llamaron la atención en el portátil... Con la justificación de que se rumorea que Marie era una puta, hablaré con ellas esta noche, para ver que pueden decirme de las demás chicas...

» Ambos casos no están relacionados, pero debemos intentar establecer un punto de unión para que asuntos internos no nos joda más y la OFI no nos sacuda y no nos pregunten porque hablamos con las prostitutas si investigamos un caso de homicidio de una adolescente.

Kharis se hacía cargo de la situación. Su empatía era evidente y desde luego, de no haber sido por ella, no habría sido capaz de seguir adelante. Por un lado, a veces necesitaba la fría lógica, pero también era imprescindible tener a mi lado a alguien que entendiese por lo que estaba pasando.

Su vida personal tampoco había estado carente de situaciones que habían dejado sus cicatrices en él, pero sin la confianza suficiente para ahondar en ellas, no dije nada.

Zanjando aquella cuestión, simplemente asentí con la cabeza, centrándonos en el trabajo

-Sí, es una buena idea. Supongo que además, se sentirán ofendidas ante el trato que se les das y que se mostrarán participativas. Sería interesante, además, enterarnos de si había alguien, algún hombre habitual, que mostraba actitudes violentas. Podría ser un asesino en potencia, además del nuestro, claro, y no tratarse de algo personal que tuviese que ver con Marie, sino con las mujeres en general.

Sonreí ante su comentario sobre la OFI. Estábamos navegando en aguas poco profundas, por lo que encallar era relativamente probable.

-Pues yo no sé usted, pero según quien llame, aquí no hay demasiada cobertura. Este pueblo está bastante perdido. ¿No ha perdido usted la señal alguna que otra vez, agente Daeric? -le dije, sonriéndole mientras cogía el último trozo de pizza.

La insinuación de Chandrelle, junto su estilismo, me hicieron pensar en aquel agente secreto con licencia para matar que se perdía con la chica durante días al final de la misión. Lo que no tenía claro era cual de los dos era el agente secreto...

- No quiero ser aguafiestas, pero aún no teniendo cobertura como insinúa, a quien llame le dará tono igualmente. Le recuerdo que si no hay cobertura, no hay tono de llamada... así que dudo que le cuele eso a nadie más de dos veces. - Respondí a mi compañera con una sutil sonrisa, pensando aún en la estupidez del agente secreto. Estaba claro que a ella no le pegaba. No se perdería ni tres horas con nadie al final de la misión. Con el GPS del móvil en menos de dos habrían dado con ella. - Por no hablar del localizador de nuestros móviles... estamos a una hora de la OFI, en hora y media tendríamos a quien fuese encima.

Así pues su juego no servía, salvo que apagase el móvil o lo lanzase por ahí bien lejos. Y nos hacía falta. Era nuestra herramienta de trabajo más útil. El acceso al correo, a internet, las llamadas... no podíamos perder nada de eso. - Nos toca jugar con el caso de las prostitutas sin que nos cojan, Jones. Pero si quiere quedarse al margen, no se preocupe. Yo me encargo. A fin de cuentas, yo fui quien quise cogerlo desde el principio.

Ya habíamos tenido esta conversación, pero quería que supiese que por mí no había problema alguno en que se quedase a un lado. - Mientras no se interponga ni diga lo que hago, me bastará. - Le dije con una sonrisa en el rostro mientras terminaba de comerme el pedazo de pizza que tenía en mis manos.

Ya eran las 17:30 horas y Daeric comenzó a impacientarse por la tardanza del agente que tenía que desplazarse hasta el motel para hacerse cargo de las pruebas. Iba a coger el teléfono y llamar a la OFI pidiendo explicaciones cuando alguien tocó a la puerta. Enseguida tanto Kharis, como la agente Jones, se pusieron de pie como un resorte y fueron a abrir.

- ¡Ey! - Exclamó el tipejo que se hallaba al otro lado de la puerta.

Norm Caruso era el típico agente que nadie sabía como había llegado hasta allí, ni porqué se mantenía en la oficina. ¿Qué hacía realmente ese tipo? Pocos lo sabían, aunque alguien tenía que hacer las tareas menos visibles, como anotar filiaciones en las bases de datos, clasificar pruebas o hacer de transporte, que era para lo que había ido Caruso hasta allí.

- Perdón por el retraso... - Dijo mientras mostraba un bote de refresco con cañita. - Me he parado en O'Donnel's para pillar una hamburguesa y un refresco. - Río tontamente. - Me han dicho que venga a buscar unas pruebas, para garantizar la cadena. ¡Tío, vaya viaje! ¿Era realmente necesario? ¡Joder Khaeris, eres un perfeccionsita! ¿Quién se iba a enterar? - Soltó otra carcajada bobalicona.

No me hacía ni puñetera gracia que me viesen en la habitación de Jones y con ella aún con la toalla. Pero la charla era amena y a pesar de la hora y el retraso por parte del agente que tenía que venir a por las pruebas al final perdí la noción del tiempo. Para cuando me quise dar cuenta, ya estaban llamando a la puerta.

Esperaba que fuese el agente encargado de venir a por ellas, así que las cogí y sin decir nada a Jones, abrí ligeramente la puerta. Como no, nos mandaron al capullo de Caruso. Para que yo tuviese ese concepto de él, como no sería. Así que abrí lo justo para salir con las pruebas en mi mano y atenderle en el pasillo. Lo peor que podía ocurrir era que sacase conclusiones erróneas de Chandrelle y de mí y que las pregonase por la OFI.

Cuanto menos viese, mejor.

En ese momento vi su refresco y sus palabras me dijeron el motivo de su retraso. - ¿Por qué no lo hiciste a la vuelta? Total, quien se iba a enterar de que rompías la cadena de custodia... - Le dije perdiendo mi tono amable habitual. Era el típico agente idiota y tocapelotas que te decía que te saltases las normas, pero que él jamás lo haría por miedo a las represalias. Por eso duraba tanto... por su cobardía y sumisión, no por nada más. Sabía que en cuanto la cagase, estaría en la calle.

- Ya te puedes ir volando con ellas. Necesito la información del ordenador para ayer y una copia digital del diario. - Le dije al agente payaso. ¿Por qué yo tenía mote y él no? Fuese como fuese, saber que Jones estaba de aquella guisa al otro lado de la puerta y que aquel estúpido pudiese verla así, me estaba haciendo actuar de modo extraño para mí. Normalmente hubiese sido amable y respetuoso, pero por alguna extraña razón estaba siendo bastante borde y seco.

No había sonrisa alguna en mi rostro y si una mirada acusadora. Miré el reloj. - Gracias a ti y tu retraso, ahora tengo media hora menos de investigación en el pueblo y eso puede acabar en otra joven muerta más. Así que espero que no aparezca ningún cuerpo mañana, o me encargaré de que los de arriba sepan de tu retraso y el motivo. - Y di un par de pasos hacia atrás y saqué una foto de Caruso con el refresco en la mano y en la otra las pruebas, quedando la fecha y la hora grabadas en la imagen.

- Ya puedes irte. Y no te justifiques con que había tráfico aquí. Ya estás viendo que no hay ni un alma en estas calles. Espero que la información que necesito me llegue antes de las ocho, Caruso... eso te da poco tiempo para llegar a la OFI y hacer la entrega de las pruebas... - Añadí con tono amenazante al agente. - O se te empezará a terminar la buena suerte en la OFI. ¿Por qué te crees que me llaman "El Espeluznante Daeric"?

No era más que un farol y él era estúpido. O salía bien o salía fatal, pero no iba a quedan indiferente aquello. - Firma los papeles del traslado y márchate. Ahora son tu responsabilidad.

- ¡Joder Daeric, tío! - Le dijo molesto. - ¿Te estás pasando, no? - Refunfuñó algo ininteligible mientras firmaba los papeles. - Siempre nos habíamos llevado bien, joder... - Le miró descolocado. - Haré lo que pueda, ¿vale? - Le aseguró. - Estaré en tres cuartos de hora en la OFI, menos es imposible.

Caruso, cargado con las pruebas, se dio media vuelta y se marchó del lugar. Kharis estaba bastante seguro de que no había visto a Jones y que por lo tanto, su "intimidad", la de ambos aunque no hubiera pasado nada, estaba a salvo. Y es que en ocasiones no importaba que hubiera pasado en realidad, sino que pensaba la gente que había sucedido y desde luego, de haber visto a Jones de esa guisa, los rumores hubieran corrido como la pólvora.

Fue entonces cuando Daeric se percató de algo. Cuando fue a cerrar, justo en el umbral de la puerta, en el suelo, observó un sobre blanco. Se agachó para cogerlo. Lo hizo de forma meticulosa, con dos dedos y tratando de no dejar sus huellas o más bien de borrar las que pudieran estar impregnadas. No sabía que podía ser, pero era un tipo metódico. No llevaba inscripción de remitente alguna. Quien fuera que había dejado la carta lo había hecho yendo hasta la misma puerta de su habitación. Sabía que estaban allí. Aunque bueno, también podía ser una carta de bienvenida del motel con las instrucciones de la televisión...

Abrió la carta con cuidado.

Se trataba de una carta manuscrita. Un folio en blanco con muy poca información, lo que se temía...

Seguimos hablando relajadamente después de tragarnos la pizza, porque eso fue lo que hicimos, hasta que llamaron a la puerta. Al acercarme, me di cuenta del aspecto que tenía con la toalla alrededor de mi cuerpo pero no tenía ni tiempo ni ganas de ir a vestirme. Si alguien había venido a buscarnos, debía ser importante.

Cuando abrimos, el inútil de Caruso estaba en el marco de la puerta. Lo conocía desde hacía tiempo y no solo no era un agente de campo, sino que además tenía la cabeza tan dispersa como un retrasado mental de diez años.

-Caruso, ¿qué hace aquí? -pregunte a Kharis en silencio, al tiempo que Kharis me miraba, preocupado por lo que pudiera pensar. Yo le devolví la mirada, haciendo un gesto de "¿En serio?. Después, pasó a concentrarse en el idiota de la OFI. Por lo visto no quería que me viese así estando con él.

Genial.

Y encima, un inútil así era lo último que necesitábamos para no conseguir nada de nada en aquel viaje. Ya solo faltaba invitarle a un pase para que fuese a ver el circo y se llevase su refresco. Kharis debió sentirse igual que yo y le respondió de manera similar, así que al menos no tenía por qué sentirme culpable.

Pero es que encima, el tío siguió protestando por el trato que le estábamos dando. Entonces fue cuando salí de detrás de la puerta, me adelanté y le di con el dedo índice en el pecho.

-No. ¡TÚ te estás pasando! ¡Cómo no te des prisa en llevar esto, cuando regresemos yo misma me encargaré de que te destinen a recoger mierda de paloma en la terraza de las oficinas!

Cuando cerramos la puerta, Daeric vio algo en el suelo, lo recogió y ambos lo miramos. 

-Maldita sea -exclamé, mirando a Kharis -. Parece que aquí hay mucho más de lo que parece. Tendremos trabajo esta noche y no será solo entrevistarse con prostitutas.