Partida Rol por web

Aquí tenéis que discutir la manera en que os conocísteis. Entrásteis en contacto en 1096, cuando Dante tiene 28 años y Vic 20. Vic trabajaba de mecánico en una astronave de línea que llevaba a Dante hasta un destino en primera clase.

Narradlo como queráis, pero es importante que no acabéis mal, que quede una relacion neutra o positiva.

¿Qué tal mediante una conversación?

Quiero decir, a mis 20 años las personas que más me han marcado han sido aquellas que se detuvieron junto a mi para mantener una conversación profunda sobre su forma de ver el mundo. A veces un desconocido que se toma el tiempo suficiente y la consideración para compartir contigo la experiencia del camnino ya recorrido puede ser un punto de referencia capáz de crear un sólido vínculo a nivel personal.

Evidentemente, en la vida real sería Dama la que debería ofrecerme este aporte, pero estando roleando y viéndose los papeles invertidos creo que debe ser Dante el que hasta cierto punto ilustre a Vic. De cualquier modo el trato será siempre algo recíproco.

En lo referente a trasfondo de mi personaje. Durante ese año en concreto él se dirigía a un nuevo destino prometedor, completamente diferente a lo que ya había vivido por lo que su ánimo y espectativas debían estar en alza. No obstante, ya había vivido en distintos mundos y sus experiencias eran ciertamente variopintas. Su caracter bohemio y personalidad social facilitarían el acercamiento entre un viajero de primera clase y una chica joven dedicada a la mecánica.

Esta es mi propuesta, pero no descarto otras.

Por mí bien, a ambas propuestas. Rolear toda la conversación quizá puede ser largo, pero eso debe decidirlo Calaboso, si es que tiene ya prevista una fecha de inicio.

Vic es una muchacha vital, pero algo solitaria y poco amiga de vida social, así que digamos que se me ocurre que esa conversación tiene que tener un motivo para que ella la acepte de buen grado, y participe en ella sin poner trabas. El caracter bohemio y jovial le será atractivo, seguro, pero ¿suficiente? Quizá Dante conoce a su jefe, o a su padre, o a alguno de sus instructores.

También hay que tener en cuenta, no lo olvidemos, que trabaja de mecánico, pero en esa época lo hace a nivel de mecánico de campo, es decir, que en la astronave es muy difícil que ni se vieran si no hay un motivo. Ella va de mono grasiento y llave inglesa, versión galáctica, por supuesto, pero aún a ese nivel. Nada de ordenadores y consolas pulidas aún, así que ¿de qué modo más que buscándose habría de conversar con un viajero de primera clase? Más bien estará en la bodega, o en el sector de máquinas de la astronave.

De modo que Dante debería preguntar por ella, creo, quien acudiría a verle bastante intrigada y algo cortada.

Y por último, ¡cómo me he reído!: Debería haber un grado mínimo de respeto al final de la misma para no hacer injugables a los personajes. Ser demasiado coherente y realista al principio nos podría llevar a no serlo después, cuando todos nos preguntásemos qué coño hace esta gente junta.. ¡Jajajaja! Deduzco que ser coherente y realista en nuestro caso lleva a perdernos el respeto. Bueno, interesante punto de vista. ¿sabes algo que yo no sé...?

;)

He dicho "podría", no que sea necesario.. ;)

No, lo digo porque hay jugadores que llevan al extremo esto de la interpretación en el rol y no querría caer en lo que pasa a veces cuando alguien lleva a su personaje al extremo, obligándole a hacer cosas que, si bien parecen lógicas desde el punto de vista del personaje, arruinan la partida como historia. Será deformación profesional, pero prefiero una buena historia que un buen personaje y veo más el rol como un juego de equipo que como una terapia individual. ;)

Perdonad que me haya puesto serio con quien no hace falta, es que he tenido una malísima experiencia al respecto ultimamente y tenía que desahogarme..

EDITO: respecto a rolear la conversación, como queráis. Hasta que no termine la otra partida, no empiezo esta, pero a la otra le queda poquito. ¿Por qué no empezáis a rolearla y si luego hay que acortarla de golpe ya habrá tiempo de hacerlo?

Propongo que Vic se metiera en un lío en la taberna del astropuerto, nada grave y fruto de su juventud, quizá intentando demostrar a sus compañeros varones de trabajo su valía. A punto de ser abroncada por la policía de allí, Dante, apenas treintañero pero ya maduro para su edad, interviene y la saca del apuro con su labia. Tras esto, la invita a un café o similar e intenta ayudarla a enderezar su camino.. ya veremos cómo se lo toma ella.

¿Qué os parece?

Cita:

Si dos personas se cruzan en un pasillo de servicio de la nave e inician una conversación casual que acaba calificándose de interesante ya tienen una razón para volver a fomentar esa coincidencia. No tengo mayores expectativas respecto al trato entre ambos personajes, con que hayan mantenido charlas agradable y cómplices a lo largo del viaje para mí sería suficiente. No creo que vivir una aventura o cualquier tipo de periplo juntos sea necesario para el tipo de trato que se busca entre ambos.

Cita:

Me parece un tanto fuera de lugar. Original, peliculero, pero… no termino de verlo. Por un lado resultaría humillante para el personaje de Dama dada su profesión de machote autosuficiente, por lo que el café acabaría sobre mi cabeza. A eso súmale que Dante, desde mi perspectiva que va tomando forma poco a poco, debería tener el criterio suficiente para saber que su ayuda en este caso no es bienvenida y que está mucho mejor compartiendo copas con otras personas más accesibles.

Opinión Personal:

Se podría definir todo por acuerdo para simplificar y abreviar, realmente la razón por la que busco un momento de narración con Dama es mero capricho. Durante la otra partida no intercambiamos palabra ni una sola vez, lo cual no cambia que todo jugador con el que me he cruzado que ha compartido escena con ella no deje de recomendar su narrativa, teniendo yo que callar. ¿Celos? Muchos, todos me atrevería a decir. Por ello, aprovechando que teníamos tiempo me decidí a proponer esta escena. No buscaba con ella mayor trascendencia, por eso veo un poco fuera de lugar cualquier tipo de “mini aventura” o algo parecido, mi intención era simplemente intercambiar líneas con Dama mientras íbamos haciendo tiempo. Un mero ejercicio narrativo fundamentado en trivialidades. Quizá esté un poco fuera de lugar…

Sí, a mí me gusta más el encuentro casual en el pasillo, es menos paternalista sobre todo, pero, ¿qué detonante puede poneros a hablar? Podemos decidir no poner ninguno, pero se me hace raro de verdad que estas dos personas se pongan a hablar sin más y que eso lleve a una conversación interesante.

Por ejemplo, yo llevaba semanas hablando con una persona por teléfono de temas de trabajo y cuando nos vimos en persona seguimos hablando de trabajo hasta que no nos quedó más remedio que pasar un par de horas comiendo a solas ya que su jefa no podía venir y tuvimos una conversación tremendamente interesante y sobre todo muy íntima, a pesar de ser dos personas que apenas nos conocíamos de dos hora antes y nunca habíamos hablado de nada personal.

Lo que quiero decir es que en un encuentro en un pasillo o en un ascensor se dicen dos o tres cosas comunes y cada uno sigue su camino. En cambio, si el ascensor se atasca o la otra persona lleva el mismo libro que está leyendo uno mismo o se se ven muchas veces todos los días en el mismo sitio (esto me pasó a mí con una vecina por ejemplo) y acaban decidiendo presentarse.

¿Y si haciendo el trayecto a la universidad el uno y al astropuerto la otra cogiesen todos los días el mismo tren bala los dos se sentasen el uno al lado del otro dos o tres veces seguidas, entonces uno saluda al otro con algo más de confianza o riéndose de la coincidencia y empiezan a hablar. Tendría gracia que sólo hubieran hablado en el tren y que el día que la nave de ella va a partir, deciden intercambiarse frases de contacto por si vuelven a coincidir en el mismo planeta.

Cita:

Supongo que yo puedo encargarme de eso. No sé si seré capaz de estar a la altura, pero ya de por sí me supone un reto interesante que afrontar. Seguramente pueda idear una forma para que mi personaje capte la atención de la chica y así iniciar una conversación que trataré derive en algo interesante. Si alguien puede sacar una conversación entretenida de un encuentro casual es un andaluz, es nuestra predisposición genética, a ver si le hago honra.

Cita:

Tal como yo lo veo un viaje espacial en este juego viene a ser similar a un gran viaje de ascensor en nuestro día a día. Es algo rutinario y sencillo pero, como tú has dicho, a veces los ascensores se paran y dan pie a una conversación. La gente no debe ver extraño viajar de aquí para allá sin darle mayor importancia, especialmente una mecánico destinada a bordo de una nave, sin embargo a veces en la rutina se encuentran puntos de inflexión interesantes.

Dante es un tipo extremadamente sociable y no habrá dudado en camelarse a la oficialidad de la nave para que compartan mesa con él durante las cenas. Habrá hecho todo lo posible por agradar y dejar buen sabor de boca en todas las personas de cierto renombre que haya en la nave. Ahora mismo me viene a la mente la actuación de Liam Neeson en “La lista de Schindler” cuando logra acabar sentando en su misma mesa a todos los oficiales alemanes que había en un restaurante. Lo que tengo claro, es que tras el duro trabajo de las apariencia y el trato social llega el momento en el que un hombre necesita desconectar. Este momento es en el que recomiendo para situar al personaje en una zona secundaria de la nave (como puede ser un pasillo de servicio o la misma bodega) dispuesto a entablar conversación con alguien al margen de todo lo anterior.

Frases de contacto:

Al acabar la conversación de un modo u otro Dante podría facilitarle la suya a Vic para que si vuelve por Regina (que es donde él se dirige) y puede ayudarla en algo no dude de avisar. Creo que es un gesto cortés que puede servir como detonante para que estos dos personajes empiecen la partida conociéndose y colaborando, además con un trato personal abierto pero favorable.

Entiendo por lo que decís que el viaje respresenta varios días, ¿no es cierto? No es un pequeño salto, es un viaje de largo recorrido. En ese caso, propongo lo siguiente. Manido, pero casa con lo que habéis estado comentando.

Dante va a embarcar, se presenta en la terminal de Líneas Oberlindes, rumbo a la astronave que le lleva a Regina, un trayecto de un par o tres de días. El ascensor que ha de llevarle de la sala VIP a la puerta de embarque de Primera Clase se atora, nada importante, pero tiene que ser solucionado con rapidez. Y se da la casualidad que Vic está cerca, a punto para embarcar también, en la zona de tripulación. La envían a solucionar el problema, es algo fácil y es más rápido que acuda ella que no que envíen un equipo de mantenimiento, que tardará algo más, aunque lo ponen en camino, desde luego.

Se descuelga desde el piso superior (está a tocar, no es ninguna hazaña), comprueba un par de cosas y se mete en el ascensor por la trampilla del techo, para acabar de comprobar el panel de mandos del interior. Y allí está Dante, no demasiado cómodo, pero tampoco asustado. La chica se disculpa en nombre de la compañía, y mientras empieza a manipular el panel, inician una conversación anodina, aunque ella con instrucciones de que el cliente salga con menos ganas de clavarle a la compañía una denuncia, cosa que, en realidad, tampoco le importa demasiado.

La avería se resuelve, el ascensor continúa su trayecto hasta la astronave, la tripulación los recibe y se deshace en disculpas a su cliente. Vic se va hacia la zona de servicio, pero antes Dante le pide seguir la conversación iniciada en cuanto ella pueda, cualquier momento en el que esté libre. Y, puesto que ha sido encantador (...) ella acepta.

Cita:

Qué cruel me parece que cuestiones con puntitos el encanto de mi personaje. :P

Cita:

Yo no tengo derecho a negarte la categoría que tú misma te has ganado.

Cita:

Respeto te tengo todo el del mundo, eso ni se duda, pero no creo que en este caso tenga mucho que ver. Con “aventura” andaba pensando más bien en peripecias muy al estilo de Star Wars o Star Trek. Quería decir que para que mantuviéramos una conversación no veía necesario recrear una escena propia de Opera Galáctica. Y aún así, fíjate que tú te has cargado “levemente” un ascensor para que nuestros personajes se conocieran, ni pizca de comparación con la propuesta de Calaboso que abogaba por la intervención de la policía. Por lo demás, descuida, mi personaje es “un buen mozo en edad paridera”.

A mí también me convence, así que adelante con ello. La trampilla del ascensor se abre y una joven cae de la misma tras dar una voz de aviso abajo.

-Buenos días, disculpe, señor. Ya le han indicado por el intercomunicador que vendría un mecánico, supongo. Pues aquí lo tiene.

Sonríe con algo de turbación, es una muchacha de apenas veinte años, con un pequeño maletín de herramientas, y no viste el mono de trabajo, sino el uniforme de viaje de la Compañía, la Overlindes.

-No tendré problema en arreglar esto, será un momento. He hecho algunas comprobaciones allá arriba (señala con el dedo mediante un movimiento impreciso hacia el techo, mientras acomoda de nuevo la tapa de la trampilla que acaba de traspasar) y es algún fallo del cableado del panel de control. Apenas unos segundos. Espero.

Otra sonrisa, y se acerca al panel, desviando la mirada rápidamente del intimidantemente atractivo pasajero de Primera Clase a quien le han ordenado "salvar" de inmediato.

La luz era tenue y la respiración de Dante agitada, pensaba en como hasta él había llegaba el olor personal de aquella chica salida de la nada. La miró de forma lenta, pero penetrante, sin llegar a formular palabra. Era un hombre disciplinado, muy ordenado hasta para tomarse una ducha, todas sus acciones eran medidas como si de un ritual hindú se tratase, sin embargo esta vez se sintió por un momento sobresaltado.

Recibió una abrumadora lluvia de respuestas corteses, o tal vez una brusqueda oleada de información solícita, todo ello sin conocerla.

Quizá éste rasgo de atenta banalidad que tanto dice de una persona fué lo que precipitó la conversación. Pero más probable es que quella fragancia que sobre la piel de la chica corría fuera el detonante que despertase el interés dentro de Dante.

-Was riecht?- Preguntó.

Percatándose entonces ella de que su voz era tranquila, bronca, pero de enorme paz.

-¿Perdón...? Oh, lo siento yo... la chica sacude la cabeza. Está algo cortada. -No entiendo.

Sin embargo pronto sonríe, pues ahora tiene la excusa perfecta para trabajar en silencio. No es que sea tímida, pero sí solitaria. Y las órdenes han sido claras: Soluciona ese problema lo antes posible. Queremos a ese pasajero en Primera antes de que se dé ni cuenta. Sé cortés, no queremos que nos coloque una denuncia. ¿Entendido...? Entendido. Pero, si el pasajero no habla galánglico con ella... ser cortés se reduce a dirigirle una mirada amable de vez en cuando.

Así que se gira, deja su maletín en el suelo, y empieza a sacar algunas herramientas, sumergiéndose en una comedida aunque rápida y controlada actividad centrada en el panel, que pronto muestra sus entrañas.

-Decía que Overlindes trata a su pasaje con muy poca consideración, pero además sus artimañas son… verdaderamente horribles.-

Era un hombre de envergadura poderosa muy bien vestido. Dante cuidaba mucho su ropa, era quizá demasiado meticuloso y ordenaba con su armario. Consideraba fundamental el que los trajes se ajustaran a su porte de forma exacta, ello transmitir a los demás una sensación de perfección y pulcritud que le dotaba con un cierto halo. Era también amante del detalle, hecho reflejado en gestos tales como portar una insignia de la Travellers' Aid Society en su solapa, buscando con ello ahorrarse presentaciones y recibir de inmediato trato preferente de aquellos que le trataban.

-Deben tener las peores intenciones.- Las palabras dejaron paso a una mirada brillante y una sonrisa socarrona que buscaban la complicidad de aquella chica cuya sonrisa hablaba por si sola. -¿De qué otra forma se explica que me cautiven enviando una mujer de su porte para rescatarme?-

Al hablarle en la lengua común, Vic suspiró imperceptiblemente. Había llegado a pensar en un primer momento que el hombre debía ser un estirado aristócrata, o, peor aún, un perteneciente a la clase de personas que ella menos comprendía, ese tipo de gente que mira al resto por encima del hombro hasta el punto de hablar en lenguas minoritarias sólo con el propósito de dejar clara su diferencia y su pertenencia a una "élite".

Le envió una mirada rápida, de soslayo, sin dejar de centrar su atención en el cableado ahora expuesto del interior del panel. Amplió su sonrisa, esta vez sincera. Divertida. Bien, así que eres un tipo socarrón, ¿eh? Mejor. No me hubiera gustado tener que decirte que ésto se va a alargar algo más de lo previsto si fueras alguien sin sentido del humor...

-Ehm... me temo que han enviado lo que tenían más a mano. Verá, soy mecánico de plantilla  la Compañía, pero, no en base, sino de nave. Dio la casualidad que estaba en el ascensor de la tripulación, a pocos metros del suyo, cuando se quedó usted atrapado. Y puesto que estoy cualificada para arreglar esto, ha sido la mejor forma de sacarle de aquí sin que tenga usted que demorarse más de lo imprescindible. Aunque reconozco que es la primera vez que me consideran una artimaña...

Otra mirada, esta vez irónica, brillante. Y vuelta al panel. No había que ser muy bregado en tecnología para darse cuenta de que dentro de éste, las cosas estaban feas. Piezas quemadas, y parecía que algo había soltado un líquido corrosivo que había deshecho parte de los chips, un pequeño pero patente caos.

-Tengo aquí todo lo necesario, por suerte, pero voy a tener que trabajar en esto algo más de tiempo del que parecía. He de sustituir algunos componentes... ensimismada, hablaba como para sí misma mientras hurgaba con una especie de destornillador- sí, varios... bueno. Varias piezas. Eso no repercutirá en su viaje, señor, naturalmente nos están esperando, la nave no partirá sin usted. Pero va a tener que creerme, las intenciones son buenas, no tienen nada que ver con que soporte usted mucho tiempo a esta artimaña. Y una sonrisa más.

- ¿De veras? ¿Por qué? Mi teoría me resultaba agradable.- La calidez y jovialidad parecían seguir siendo piezas claves de la conversación. Ni por un momento desaparecía la socarrona sonrisa que tan amablemente era contestada. Eso sí, un breve lapso de trabajo y silencio siguieron tras las previas palabras.

Cabe apuntar, que desde sus años más jóvenes había poseído una habilidad poco común, por si mismo era capaz de recoger las emociones de los demás como si de una gigantesca burbuja se tratase. Durante su infancia quiso ser igual a los héroes de la historia a los cuales leía, imitaba y continuamente soñaba y soñaba… con ello fue creciendo hasta convertirse en un hombre lleno de vitalidad, imaginación y sueños. Tal es así que su mente había llegado a ser imprevisible, emocional en muchos sentidos, pero siempre ligada a un cerebro muy bien amueblado. No era extraño en él mostrar interés por las pasiones de otros.

-Está encantadora… está… oh, realmente se ve cómoda.- dijo súbitamente.

Desde que la chica entró a la habitáculo él no se había movido de donde se encontraba, en ningún momento dio paso hacia adelante o hacia atrás. La curiosidad con que su mirada escudriñaba cada una de las acciones de ella era osada, mas sus gestos en ningún momento se tornaban invasivos. Hay que medir muy bien las distancias, de cualquier otro modo difícil es que un desconocido nos entregue sus pensamientos. Él parecía medirlas con bastante acierto.

-¿Es bonito? ¿Le gusta?- la curiosidad más propia de un niño esbozada con la voz serena y firme de un hombre, peculiar contraste -Su trabajo... quiero decir.-