Partida Rol por web

Hiératico, sin respirar (además literalmente), sin mover un músculo
Ignoraba si lo habían escuchado o no, porque el sonido de la puerta fue nítido, pero no iba a arriesgarse a comprobarlo. No era una persona habituada a tales subterfugios por lo que hacía el ruido que cualquiera, tratando de no hacerlo, hace. Así que optó por la táctica de no hacer absolutamente nada y que fueran sus ojos y oídos los que le entregaran la información
 

Lo que escuchas no son ruidos de pasos, sino otra cosa que no alcanzas a discernir bien; pero cuando te quedas quieto otra vez, el ruido ya ha parado. Venía del interior de una de las aulas que todavía no has inspeccionado.

Ahora puedes dirigirte a la clase donde te pareció oír el ruido, o seguir con tu estrategia inicial.

Te asomas para ver quien está al otro lado de la puerta y por fin lo identificas.

Bueno, parte de él, pues des de la esquina solo alcanzas a ver unos pantalones tejanos de pié pegados a la pared lateral derecha de la puerta de acceso al edificio.

El tipo se encuentra completamente inmóvil, aprovechando la cobertura que le proporciona su actual escondite.

No se oye nada ni se ve nada. La plaza central del edificio permanece en una absoluta calma que no interrumpe ni la brisa nocturna; pero tu atención se encuentra fija en otro punto ahora mismo. En el interior del edificio al que estás pegado.

Nada. Silencio absoluto ¿Se habría dado cuenta de tu presencia la persona que estaba allí dentro? ¿Habrían sido solo imaginaciones tuyas?

Cada segundo se hace eterno mientras esperas con la musculatura tensa que aparezca tu rival.

Me dirijo hacia la habitación de donde escuche el ruido, en mi mano derecha mi estaca y en mi mano izquierda el polvo de tiza, el cual tomaré después de abrir la puerta, para luego entrar.

Se mantuvo como estaba, sin moverse absolutamente nada. Oculto y agazapado en su zona, esperando a que el enemigo (que así le habían forzado a llamarlo) hiciera algo. No era avezado en ninguna clase de combate. Es más, por mucho que cuidara su físico jamás había tenido que pelarse con nadie, salvo cuando era niño en el colegio; y eso distaba mucho de la situación actual. Tampoco era especialista en subterfugio, y era consciente de que sus pasos podrían oírse a kilómetros de distancia. Su única ventaja era su astucia, y no ponía la mano en el fuego porque los demás no la igualaran

Por tanto su opción más inteligente era esperar, hacer creer a los cainitas que estuvieran cerca que allí no había nadie y aguardar a que ellos mismos hicieran algo. Si buscara un enfrentamiento directo estaba muerto. Muerto de verdad

No podía estar seguro de si me veía, de si me miraba... pero podía sentirle inmóvil, agazapado, asustado. Aquel tipo era un idiota, pero no tan idiota como para no saber que el peligro iba a caerle encima sin saber siquiera de dónde ni cómo había aparecido.

Quería sentirme, y pronto iba a hacerlo, el desgraciado. Llegaría a su lado antes que un soplo de viento. Y lo iba a rajar como una ráfaga de invierno.

El ambiente estaba en absoluto silencio, pero podías sentir la tensión del inminente combate a punto de estallar.

Muy pronto un ser inmortal dejaría de existir para siempre.

A medida que te acercas a la puerta vas sintiendo los ruidos como una especie de refriegue como si algo estuviera rascando el suelo y esporádicamente el sonido metálico de algo arrastrarse por el suelo.

Tu sorpresa es mayúscula cuando abres la puerta y unos ojos rojos inyectados en sangre se clavan en tu figura.

No son los ojos de ninguno de tus rivales.

Frente a ti, una bestia enorme bufa por su nariz. Lo distingues como un toro, pero su tamaño es colosalmente más grande y a penas pasaría por la puerta ¿Cómo demonios lo han podido meter en un aula? Unos cuernos puntiagudos hacen aún más amenazadora su apariencia, y de su collar cuelga una placa metálica con un nombre

Elvira

Hay algunas sillas y mesas por el suelo, y detrás del animal, bajo de las ventanas que dan al patio central hay todo un arsenal de armas de fuego dispuesto en unas estanterías: pistolas, rifles, escopetas...

John se quedo atonito al ver a la criatura en el cuarto, por un momento se preguntaba si era realidad o mentira, sin embargo estaba allí llego de la deliciosa sangre que John tanto necesitaba además de las armas, las cuales no estaban demás indudablemente. 

Sonrió para si mismo y pensó que la mejor manera de beber de él sería atrapandolo en un sudario pues todos los animales se quedan tranquilos en la oscuridad absoluta, aparte de que el sudario poco a poco lo asfixiaria y le serviría de cobertura por lo que no dudo y creo un sudario en la habitación, se alimentaria del toro y luego tomaría algunas municiones y armas!

La puerta no existe, yo sí. Pero soy invisible y paso por ella sin el menor sonido. Un jodido monstruo que va a rajarle las entrañas se acerca. Siento que ese idiota solo sea un cabezapala, si al menos estuviera vivo sus tripas seguirían calientes cuando se desparramen a mis pies. Anticipo el olor de la sangre y me relamo. Un paso más y estoy a su lado.

Mi brazo es poderoso pero mi mano sostiene con delicadeza el bisturí afilado, traza un arco amplio y largo, cruza su pecho desde abajo. desde la ingle hasta las costillas, de lado a lado, abriendo la carne, descubriendo la muerte detrás de ese cuerpo que casi parece el de un vivo, pretendiendo ser lo que no es. Yo lo tengo claro, por eso yo soy el que raja. Pero no puedo fallar...

Una oscuridad de unos 6 metros de diámetro inunda el aula como por arte de magia, y sus ondulantes zarcillos engullen al temible animal al que pierdes de vista al instante.

Pero efectivamente, su desaparición solo dura un instante.

Un estruendo de sillas y mobiliario que salen despedidos del interior del manto de sombras se sucede justo cuando el enorme toro emerge de la nube embistiendo al trote contra todo lo que tiene por delante hasta chocar contra la pared donde está la pizarra.

La bestia parece asustada y busca una salida con la mirada cuando te encuentra a ti frente a la puerta.

De la nada.

Es difícil saber si fue primero el punzante dolor o la imagen de aquel hombre, o mejor dicho, de aquella criatura deforme que antaño había sido un hombre, que frente a ti, te clava con fuerza un afilado instrumento en el vientre.

El dolor y el olor a sangre se mezclan en el aire mientras el filo corta carne y entrañas en un despliegue de brutalidad.

El nosferatu había emergido de las sombras frente al inmóvil brujah cuyas pupilas quedaban reducidas a un diminuto punto por el estupor.

Al parecer esto no iba a ser tan sencillo como parecía, ese Toro no me dejaría alimentarme de él por las buenas, pero, sin pensarlo las cosas habían salido un poco a favor el camino hacía las armas estaba abierto por lo que ahora solo debía moverme lo suficientemente rápido como para tomar un armas antes de que "Elvira" hiciera una nueva puerta de acceso conmigo.

Necesitaba su sangre, estaba bajo de reservas y entrar en frenesí no era la mejor manera de derrotar esa criatura, así que me moví rápidamente hacia las armas desde la puerta aprovechando la cobertura del sudario.

El enorme toro embiste hacia la puerta, bajando la cabeza y con los cuernos por delante.

Por suerte tu has sido más rápido, y de un salto te metes en la nube de oscuridad que tu mismo habías invocado.

Elvira en este momento atraviesa la puerta, reventando parte del marco de la misma a su paso.

A tu disposición queda el arsenal anteriormente mencionado*

un par de pistolas de distinto tamaño, una escopeta semiautomática, otra recortada y un rifle de francotirador.

Un torrente de sangre cae como una cascada de las entrañas desolladas del joven Wyatt.

El corte ha sido demencial, suficiente para destrozar a cualquier mortal y también al brujah, que tampoco se libra de sus fatídicas consecuencias.

La magia que animaba el cadáver del chico se escapa como la sangre entre sus dedos y en un suspiro su alma se despega de la cáscara vacía de carne y hueso.

Tal y como terminas de asestar el último golpe, escuchas un estruendo en la planta superior del edificio central que termina con una especie de golpe enorme contra alguna parte del propio edificio.