Partida Rol por web

Por fin me serví del vino ante el hecho de que todos estaban ignorando esa preciosa botella, la primera copa me la bebí casi de un trago y me serví la segunda. - ¿Vos no bebéis verdad? – le pregunté a mi esposa pues las costumbres de su religión prohíben la bebida y a Helena no le pregunté pues ya le habían servido en su copa.

Por fin llegaron el resto de invitados, el que no me hizo nada de gracia fue Geinze, le miré estrechando mis parpados, conocía esa mirada grosera y no me gustó nada.

Aquel morisco también me llamó la atención, vaya ¿Alguien de la tierra de Zafira?

La reina dio comienzo a la cena y una vez más me di cuenta de que no tenía mucho apetito.

 - Gracias Mi Lord - agradecí que llenara mi copa. Me sonó extraño ese agradecimiento pero ...

Me llevé la copa de vino a mis labios pero cuando fui a beber, fruncí el ceño recordando algo y dejé la copa sobre la mesa.

No debería beber, porque aún tenía el estomago revuelto y quizás, me sentara peor.

Me giré y le miré ... no comía ... - ¿No os gusta el asado? antes os encantaba - dije sin ser consciente de que se me había escapado ese detalle

- Recuerdo que en anteriores fiestas lo habeis tomado, pero si no os agrada este en particular, puedo pediros otro - dije tratando de emendar el error

- ¿Cómo? – Me estaba hablando… sentí algo en el estómago… bueno, no te hagas ilusiones estúpido – Si, si que me gusta, sólo es que estoy un poco… - no podía ser sincero y decir lo que ocurría – todo esto de la enfermedad del rey... no os preocupéis, sois muy amable

La segunda copa conseguí no bebérmela de un trago y me bebí solo la mitad, comencé a cortar la carne, tenía que decir algo, no iba a pasarme la noche callado - ¿Vos tampoco tenéis apetito? Deberías comer, reponer fuerzas, tenéis mucha responsabilidad – mi voz era calmada, por fin unas frases amables de verdad

 - El rey enferma y mejora según el tiempo, no tenéis de que preocuparos ... o acaso debería saber algún trato que tenga con el que pueda peligrar si el empeora? - le pregunté curiosa, en realidad ... no sabía de los tratos de mi marido, porque no me dejaba participar en ellos

- No ... no tengo apetito ... hoy me levanté algo ... - sonreí - prefiero cenar suave, no quiero que me siente la comida mal y tener que volver a ausentarme, con un desmayo fue suficiente - recordé que el me había cogido ... el me había llevado a mi lecho ...

Ojala fuera ...

Me regañe a mi misma antes de imaginar alguna imagen que no deviera 

- ¿Podeis pasarme las patatas? me sentarán mejor que el asado - me quedé enganchada en su mirada

- Oh… no, no tengo ningún trato con él, pero gracias por interesarse – No tenía nada que ver con el rey sino con ella, aunque tras hablar todo este rato perecía que ya comida ya me entraba en el cuerpo

- Ah, bueno, pues si comer poco os hace bien no me preocuparé entonces… - desde luego no quería que se desmayara, pese a todo no le deseaba ningún mal

Me di cuenta que hacía rato que no hablaba con mi esposa - ¿Cómo va todo Zafira?

 Me sorprendí de que pudieramos mantener una conversación completamente normal ... sin insultos, como la otra vez ... eso me hizo pensar, que si quería llevarme bien con el, tenía que ... ignorarlo todo pero ... era tan dificil ...

 Le sonreí con cordialidad y miré al frente ... después de todo, hoy estaba siendo un día perfecto.

 Apenas probe bocado, cada vez que tragaba sentía un pequeño mal estar así que desistí tras unos trozos de patata y miré la copa de vino ... ¿un traguito solo? no, mejor que no.

 Esperé cortés a que terminaran de cenar, hablando un poco con algunos y con otros.

 La reina parecía nerviosa, lo cual me parecía un tanto anormal dado que ella debía estar acostumbrada a aquello, lo peor fue cuando vi a aquel hombre, esos ojos, ese cuerpo y finalmente aquel noble que me miró despectivamente y que lo había llamado Said. Simplemente no podía ser, de lo nerviosa que estaba casi derramé lo que estaba bebiendo.

-Si, querido mío, todo está... Bien...

Planté mis ojos en aquel hombre y luego en la reina para olvidarme de él pero podía sentir claramente la mirada de Said en mi cuerpo.

-Hace mucho frío, lo siento, es que no estoy acostumbrada...

Necesitaba una excusa para apartarme y hablar con él, una sola.

Dijo que si, pero no me parecía que estaba bien, nunca la había visto tan… extraña.

La reina prosiguió en sus quehaceres y yo por primera vez me centré en la cena ¿Frío? Fuera si que hacía frío, aquí se estaba bien.

Al cabo de un momento y por mi parte acabe de cenar, aparté un poco el plato de mi y miré al resto de comensales.

 La gente parecía cenar, estar distraida, hablaban unos con otros y yo, allí en medio ... me sentía terriblemente sola. Ninguno de los presentes significaba nada para mi... bueno, casi ninguno.

 No eran amigos, no eran familiares ... no tenía nada que me uniera a ellos o los extrañara, no había nada que me hiciera echarles de menos si no estuvieran ... volví a mirar a Guillaume y solté un largo y profundo suspiro ... el lo había sido todo ... y no podía ser nada.

 Estaba tan sumida en mis pensamientos que no me di cuenta de que había dicho en alto lo que en realidad, quería haber pensado - No habeis cambiado nada, seguís teniendo esa mirada tan dulce - 

Comenzaba a aburrirme cuando las palabras de Helena me sacaron de los pensamientos, casi consiguió ruborizarme y aunque no llegué a ponerme rojo mi sonrisa denotó agrado y un poquito de… ¿vergüenza?

- Me halagáis… - y una sombra de tristeza pasó por mis ojos – en cambio me siento tan distinto… no os podéis imaginar el mal que hacen los horrores de la guerra a un hombre – dije ahora mirándola de forma más directa

- No es nada que yo mismo no me haya buscado, pero… - le volví a sonreír – me alegra que me digáis eso, que aún queda algo de ese Guillaume de antaño…

Yo también suspiré y bajé la mirada, había tantas cosas que me gustaría hacer y decir… supongo que ya era tarde, mi mente voló por primera vez por todos los bonitos recuerdos con Helena, en esta ocasión con más añoranza que dolor, finalmente cerré los ojos y dejé de pensar en ello, no quería emocionarme.

- Vos seguís igual de joven y bella – quizás si uno se fijaba mucho podía ver restos de preocupaciones por estos tres años, pero… esto la hacía más interesante.

 Cuando me respondió di un respingo, ¿había pensado en alto?

 Puse cara de alerta, pero al escuchar sus palabras me tranquilicé, no se lo había tomado a mal o eso parecía.

 - Por suerte o desgracia no lo se, al menos, no como vos, pero veo venir muchas veces a la gente de mi guardia herida, mutilada y nunca vuelven a ser los mismos - baje la mirada con pesar ... a Francis le gustaban las batallitas, pelear por unos palmos mas de tierra ... a mi sin embargo, no. Trataba de hacer todo lo posible para evitar cualquier mínimo roce con las fronteras.

 " Aún queda algo de ese Guillaume de antaño ..."

 Esas palabras resonaron en mi mente y bajé la mirada, por un lado, esperaba que si ... pero por otro, lo detestaba, porque ese Guillaume que yo conocía, dulce, divertido, protector ... no era para mi, si no para su mujer y me dolía tanto que me hacía rabiar y odiarle ...

  - La juventud pasa rapido y la belleza marchita con los años, si una mujer no es recordada por sus buenos actos, no merece de nada que la gente le recuerde - dije con cierta amargura ... me daba igual la juventud, que en ocasiones, solo valía para que la gente no te tomara en serio ... ni la belleza, si quien quería que la apreciara, no lo hacía ...

 Me había limitado a tratar de ser buena reina y ni eso hacía bien

 - Disculparme - dije de pronto levantándome, tenía que tomar el aire o terminaría por explotar allí, no sabía si en gritos o llanto, ¿porque ahora me encontraba tan afectada? empece a respirar rápido.

 Quise salir corriendo de allí, aunque por protocolo, tenía que hacerlo de forma elegante - En seguida vuelvo, sigan disfrutando de la comida y la bebida - dije con una pequeña reverencia a mis invitados, pero no estaba tan serena como podía aparentar 

- No trataba de presumir, sin duda mucho mejor que no lo conozcáis – dije sinceramente y suspiré, ahora me entraba calmado, pero sin dejar de estar tenso por dentro

- Bellas palabras las que decís, también un hombre debería ser recordado por sus actos, al menos en conjunto, ya que uno siempre tiene cosas de las que se arrepiente – mi última frase no era casualidad

- Si, claro, pero decidme que estáis bien, si os falta un poco de aire os puedo acompañar fuera, no me gustaría que os desmayarais de nuevo estando sola – mi voz era calmada y esperaba que mis palabras no molestasen a mi esposa que aunque lo tratara de disimular parecía ocupada mirando al moro

 Miré a Guillaume antes de levantarme - Si no importuna a vuestra mujer, no tengo problema en tener alguien que vigile mi salud, que ultimamente, esta algo inestable - murmuré para después, salir de allí.

 Una vez fuera, en la puerta, me pegué contra la pared y tome una gran bocanada de aire frio. Allí fuera hacía fresco pero estaba agobiada en el interior del salón.

 Llevé una de mis manos a mi vientre para tomar mejor el aire y me incline un poco hacia adelante intentando mantener mi mente despejada.

 Estaban sucediendo muchas cosas en muy poco tiempo y no sabía que tomarme bien y que tomarme mal ... todo era una auténtica locura.

Esta vez quería que fuese diferente, de momento la manera en la que nos hablábamos ya lo era y en el peor de los casos nos podíamos hablar como dos viejos amigos que se reencontraban ¿porqué no?

- Discúlpame Zafira… acompaño a la reina fuera que no se encuentra bien – salí tras ella… ¡Dios que frío!

Apoyé mi hombro en la pared mirándola de perfil, no sabía si pedirle disculpas o mejor omitir el episodio doloroso del otro día, mejor comenzar por el principio de los problemas – Yo no le dije a nadie que ibais a salir del castillo, hubiese dado mi vida por vos y… lamento lo que os pasó cuando os apresaron, también el haberme marchado… – respiré hondo, se escuchaban los grillos de fondo, miré al cielo estrellado, en esta ocasión no llovía y eso hacía que frío fuese más intenso, pero merecía la pena

 Cuando le escuche llegar hasta mi, me coloqué recta. Iba a hablar pero ... el lo hizo primero y ... se disculpo.

 - Guillaume - me giré - siento lo del todo día es que no estaba pasando por un buen momento ... el rey se está empeñando en complicar las cosas y tengo los nervios a flor de piel, teneis razón, no soy nadie para insultaros y menos para echaros nada en cara - le miré a los ojos tragando saliva.

 - Fue el enfado lo que me hizo culparos pero se bien que vos nunca me traicionariais .. - negué suavemente - Se enteraron, no se como ... pero lo hicieron y me hicieron pegar caro ese deseo de ... dejarlo todo por vos - mi voz se quebró pero traté de recomponerla

 - Siento si pensasteis que no quise ir a la cita ... siento si durante todos estos años os hice creer que os abandone pero no fue así - susurré, no quería que nadie lo escuchara

 - Queria irme con vos mas que nada en este mundo - le aseguré - siento si os falle, tanto como siento lo que os dije el otro día, espero que sepais perdonarme pero ... - me giré y miré al frente - las cosas por aquí no están nada faciles últimamente - volví a bajar la mirada 

Suspiré tras su palabras, me quedé pensativo, mis emociones pugnaban por salir, y el dolor entre ellas, pero esta vez no había ira, ya no más…

- Entonces os ocurrió como a mí, habló en enfado, siento mucho la carga que lleváis encima, si pudiese os ayudaría a soportarla – tomé aire

- Se ve que ocurrieron una serie de desgraciadas coincidencias, pero… supongo que de nada vale lamentarse ahora, me quedo con los buenos momentos que pasamos juntos, eso no me lo podrá quitar nadie y siempre… - me costaba hablar pero tenía y quería hacerlo – siempre tendréis un lugar en mi corazón

- Lástima como está todo ahora, ambos casados… - miré a ambos lados para asegurarme que no había nadie y la miré triste para acercar mi mano a su mejilla, mi pulgar rozó sus labios de fuego, aquellos labios que besé y cuyo recuerdo perdurará en mi por siempre – aún os amo… - susurré

 Me sentía mucho mejor porque estar sincerandome con el, era quitarme un peso que durante tres largos años había aplastado a mi alma .... y ahora ... me sentía tan liviana, que casi podía sentir que volaba.

 Sus últimas palabras seguida de su fugaz caricia en mis labios me hizo temblar y sus palabras rompieron algo dentro de mí ... me amaba ... AÚN ME AMABA!

 El corazón me latía rápido, me pitaban los oidos, me temblaban las rodillas ... me amaba ... Guillaume me seguía amando ...

 - y yo a vos - susurré temblorosa con la voz rota, mirandole a los ojos que pronto se volvieron brillantes y lacrimosos.

 Cogí su mano, aún en mi mejilla y giré el rostro para besar su palma y recordar su calor y su sabor con mejor claridad. No había olvidado sus caricias, ni sus besos, ni su tacto ... pero ese pequeño gesto me ayudaría a recordarlo mucho mejor.

 Le miré a los ojos y traté de decirle con la mirada algo que solo el podía entender " os amo, lo siento, perdonarme, no te alejes de mi .. "

 Sentía un gran nudo en la garganta y solté su mano porque si alguien venía ... podía ser bastante comprometido y no quería que las cosas se torcieran aún mas

 - Nunca seré capaz de amar a nadie - susurre - que no seais vos - jadee por el dolor que aquella confesión me estaba arrancando un gran dolor

 - Pero ... teneis razón es todo complicado, vos casado, yo también ... y para colmo ... - bajé la mirada. Aquella noticia seguía haciendome feliz, hoy me había enterado de algo que sin duda iba a cambiar mi vida, iba a aportar toda la luz que me había faltado en estos tres años ... pero me dolía que esa alegria, en el fondo, no fuera de Guillaume 

Ella… ella también me amaba, me pasé tres años convenciéndome de lo contrario, tratando de olvidar lo que no se podía olvidar, de echar arena sobre un fuego que nunca se apagaba.

Sonreí y mi alma se llenó de bienestar cuando besó mi mano, sentir el calor de sus labios revolucionaba todo mi cuerpo, me volvía loco, me hacía perder la razón.

Mi cuerpo se estremeció, me comenzaron a entrar unas ganas enormes de besarla, a duras penas me podía contener, pero en la entonación de su última frase había un deje de preocupación - ¿Para colmo…? – la incité a terminar su frase ¿Qué podía ir peor?

Me costó mucho pero aparté la mano de su mejilla, no quería dar que hablar a todo el reino, al menos no así de forma que de nuevo me pudiesen privar de verla.

 Le miré a los ojos, no sabía si debía decirselo, o no ... se acabaría enterando y ... ahora que parecía que estabamos arreglando las cosas, no quería guardarle ninguna verdad. Nuestro amor y nuestra unión era totalmente imposible ...

 - Yo ... - tragué saliva - No ... - confiaba en el, pero ...

 Le tomé la mano y le aparte de la puerta hacia un sitio mas solitario - No se lo podeis contar a nadie, ni a vuestra esposa - le miré a los ojos - Guillaume ... si de verdad te importo comprenderas que lo que te voy a decir es peligroso para mi y te lo digo porque confio en ti y porque necesito contartelo pero ... nadie, puede saber esto, nadie - le insistí y bajé mucho la voz

 - Estoy ... embarazada - trague saliva. 

 En teoria, era una muy buena noticia, iba a darle un heredero a Francia, era lo que todo el mundo quería, pero ...

 - Y no es del rey - dije apenas con un hilo de voz tan debil  que no sabía si me escuchó - Puedo explicarlo pero ... - le miré a los ojos ..., no sabía si quería o no una explicación, si le importaba o no ...

 - El rey no me es fiel ... se pasea a sus anchas con todas las muchachas del castillo ... - bajé la mirada con dolor - Yo le respetaba pero ... - mi corazón se encogió - me duele tanto sentirme sola ... nadie me quiere ... nadie me hace sonreir, nadie se preocupa por mi - le miré a los ojos - Salvo ... el ... - sabía quien era el, la vez anterior me dijo que el sabía quien era mi "amante"

- Siempre soñe con ser madre ... y siempre soñé con que ... vos ... - siempre había deseado ser madre, pero junto a el

- Aunque la vida me ha enseñado que los sueños, nunca se cumplen como una desea - volví a bajar la mirada y sollozando

La noté titubear demasiado, sin duda era algo importante – No temáis nadie lo sabrá por mi – dije dejándome apartar de la puerta

¿Embarazada? Aquello me sentó como un jarro de agua fría ¿Y que esperaba yo? Aunque… parecía que no había podido cumplir muy bien eso que acababa de decir de que no podría amar a nadie que no fuese yo…

- Ya sabía lo del rey… - tragué saliva, por mucho que tratara de disimular no podía, las cosas se habían torcido mucho – no… mejor no digáis… - ahora sentía de nuevo que sus palabras me podían hacer daño

- Creo que debo de regresar dentro – ya, mejor dar por finalizada la función, me encontraba de nuevo al borde de perder los nervios