Partida Rol por web

 Helena entró en la sala y pudo sentir de inmediato el tibio ambiente que había en él, afuera la tormenta parecía estar próxima y el ruido del viento llegaba hasta allí. Entonces se encontró con un Guillaume profundamente dormido en aquel mullido, tibio y cómodo sofá. Parecía un dibujo, digno de poner en lo alto del lecho de dos enamorados como habían sido ellos en algún pasado lejano, parecía más joven e incluso parecía mucho muy vulnerable, cosa que Guillaume seguramente no dejaba ver a nadie.

Vestida un poco mas informal que los días anteriores, me acerqué al sofá donde Guillaume dormia. Me arrodille en el suelo y sonreí mirando su rostro. 

Estaba en paz o al menos, eso parecía.

Por inercia acaricie sus cabellos sintiendo que viajaba al pasado donde nada salvo nuestras risas y nuestras caricias importaba.

 - Mi lord - susurré.

No quería despertarle pero sabía que si no lo hacía y el sabía que le miraba, podría enfadarse.

 - Guillaume - susurré nuevamente sonriendo, adoraba verle así

Me encontraba en un incipiente y profundo sueño, mi cuerpo y mi mente habían dicho basta, me costó un poco volver al mundo de los despiertos pues mi sueño era una verdadera necesidad.

Alguien me llamaba… mi sueño se desvío a hace tres o cuatro años, tiempos mejores, o al menos más esperanzadores, pero aquello no duró cuando me llamaron por segunda vez, sentí una ligera jaqueca y traté de sentarme antes de abrir los ojos - ¿Qué? ¿Quién me llama?

Esperaba a alguna doncella llamarme la atención por haberme dormido, pero al abrir los ojos me encontré con Helena, aún estaba algo confuso mientras mi mente se refrescaba con los acontecimientos de las últimos días – Helena… - le sonreí - ¿Cómo estás? – Amada…

 Se sentó antes de abrir los ojos y eso me dio tiempo a ponerme en pie antes de que me mirase. Me nombro, parecía algo confuso pero allí estaba, con mi nombre en sus labios. Sonreí y miré que nadie nos molestara.

 - Perfectamente, aunque vos pareceis cansado -  me senté junto a el en el sofá - Si quereis, podeis descansar un rato antes de que os atosigue con mi charla, puedo esperar a que esteis mas descansado - le miré a los ojos, el no sabía cuanto, pero su salud me importaba mucho, casi mas que la mía propia 

- Si, un poco, para que negarlo, ¿He dormido mucho? – se sentó a mi lado, sentía su presencia como no sentía la de ninguna persona más

- No por favor, para eso he venido, para veros y para charlar con vos, me habéis hecho llamar y aquí me tenéis como os prometí – parpadeé un par de veces ya estaba casi despejado del todo.

Desconocía si me había llamado tan solo por lo que hablamos la otra noche o si había algún motivo urgente, su carta no decía mucho, esperé a que hablase.

 - No se cuanto llevais aquí, yo acabo de llegar, os lo prometo - le dije para que no se sintiera incomodo por si había dormido mucho en mi presencia.

 - Pues agradezco que vinierais tan rápido, quería hablar de muchas cosas - alise la falda de mi vestido - La primera es que bueno  - mordí mi labio, no sabía como empezar - No dejo de pensar en lo agusto que me sentí conversando con vos la otra noche sin gritos ni reproches - le miré a los ojos - quería aclarar todo lo que pudierais dudar del pasado para que nunca mas pudieramos reprocharnos nada, no soporto sentir que me tenéis dentro de vos algo ligado a mi que os resulta amargo - me puse colorada 

Fruncí el ceño muy ligeramente  ya que no acababa de entender muy bien el motivo de su promesa – No temáis, sólo quería saber si me pasé todo el día aquí abusando de vuestra chimenea – traté de bromear.

- No podía hacer otra cosa que venir rápido – la miré a los ojos y cuando prosiguió me hizo sonreír – yo también me sentí muy a gusto – le confesé con rapidez

Su petición se merecía una buena reflexión por mi parte, me concentré y hurgué en el pasado – No, de hace tres años y tras lo que hemos hablado estos días si algo me duele es no poder volver atrás en el tiempo y rectificar lo que hice – me parecía muy hermosa cuando se ruborizó un poco y mi corazón galopaba inquieto, parecía que esta iba a ser una conversación importante ¿Y si decía algo que no me gustaba, o yo decía algo que no le gustaba? Bueno, no anticipemos.

 - Creo que no abusasteis y de ser así, estoy encantada de que lo hicierais - le sonreí.

Cuando me dijo que se sintió muy agusto, me moví en el asiento terriblemente feliz, quería saltar pero debía mantener la compostura.

 - El caso es que no podemos volver a atrás - le miré a os ojos - Por mucho que por lo menos a mi, me gustara - arrugue la tela de mi vestido bajo mis manos - Echo mucho de menos hablar con vos sobre estrellas, plantas ... extraño los largos paseos que dábamos y las bromas que nos hacíamos - evité decir los besos y caricias porque no quería incomodarle - y algunas cosas mas - concluí bajando la mirada con timidez

 - Respeto a vuestra esposa y no quiero que tema por su matrimonio - volví a clavar mis ojos de caramelo en los suyos - pero me encantaría pasear durante horas con vos otra vez, hablar sobre animales, flores, sobre cosas que no tengan tanta importancia como un reino o una guerra - quise buscar su mano para estrecharsela

 - Solo si vos lo deseais ... - quería saber si el me extrañaba 

 Una sirvienta entró con una bandeja luego de ser anunciada, hizo una reverencia y dijo:

-Su majestad, me han ordenado traeros algo caliente. La tormenta se ha desatado y dice nuestro experto que se pondrá peor. Con vuestro permiso.

No miró al hombre y los dejó de nuevo con su charla pero antes de salir puso los pestillos y salió por el lugar que Terence le había ordenado, prometiendo que nadie más los molestaría.

Sus palabras eran muy agradables y no había tanto dolor como el otro día, tan sólo el de la incertidumbre, nada más.

- Yo también e… - llegó una sirvienta e interrumpí lo que iba a decir, vaya, la tormenta se pondría peor…

Proseguí una vez se hubo ido – Yo también echo mucho de menos esos paseos… - si sonrisa era cada vez más amplia.

Pero cuando habló de mi esposa me puse más serio ¿Se lo decía? Si, mejor, prefería que se enterara por mis palabras – Los días de mi matrimonio están contados, vamos a romper nuestro matrimonio – me estremecí, pasara lo que pasara eso estaba claro y no creía que fuera a cambiar

 - Gracias Marie - le agradecí a la mujer.

 Cuando Guillaume me confesó algo así abrí los ojos - ¿Y eso? - pregunte sorprendida, no quería ser cotilla pero me moría de curiosidad de saber porqué - Guillaume, eres el hombre perfecto, porqué querría ella separarse de una persona como tu, no conozco persona mas agradable, protectora, sabía, dulce, roman ... - me callé de golpe, estaba recordando todo lo que era y sentí un pinchazo de celos por no poder estar con el

 - No lo entiendo - traté de recobrar la compostura 

Le estaba contando algo muy personal, pero es que ella formaba parte de mi vida personal, para bien o para mal, lo que ella no sabía era que podría hacerme trizas con facilidad a poquito mala que fuese, mi corazón lo tenía Helena y por tanto mi vida.

- Le confesé que amaba a otra persona, sospechó tras la cena del palacio y le confesé la verdad, que os amo – la miré a los ojos, había mucho en juego, aunque no quería que sobre ella cayera ninguna carga de conciencia, me lo había buscado yo solo.

Sentía como si el corazón se me fuese a detener de un momento a otro.

 Así que el amaba a otra persona ...

 Cuando pronunció las palabras mágicas "os amo" jadee y llevé una mano a mi pecho como si temiera que fuera a salirse de este, de echo, así lo sentía, tan acelerado y tan fuerte ... - ¿a mi? - claro, había dicho "os" ... pero después de tanto tiempo, después de todo el dolor ...  y y o seguía amandole a el, ¿pero como decirselo? no podía, estaba casada, embarazada de otro hombre que no era mi marido y amando al hombre que tenía delante.

 ¿Cuando se habían torcido las cosas tanto?

 No tenía mas opción que ser sincera con el, como había intentado serlo siempre

 - Y yo a vos - jadee con apenas un hilo de voz - Siempre lo hice y siempre lo haré - mire sus ojos, el sabía questaba embarazada de Terence, se lo había confesado la última noche que le vi - Pero ... -  apreté el puño que tenía en mi pecho, ¿porqué no podía ser facil? amarnos, casarnos, tener una familia ...

En esta ocasión al contarle lo ocurrido me sentí abatido más que aliviado, sabía que las cosas distaban mucho de ser fáciles por no decir que harto complicadas.

Traté de sonreír cuando dijo que me amaba, ya nos confesamos de nuevo nuestro amor la otra noche, pero me conocía y sabía que me encontraba muy tocado, pero quería disimularlo a toda costa, no era una persona a la que se le diera bien poner caras falsas, pero lo primero, dejarla hablar.

 Vi su mirada y tras mirar que no podía entrar nadie, tomé sus manos entre las mías.

 - No amo a mi marido, ni si quiera le tengo un mínimo de aprecio después de como me ha tratado - apreté sus manos suavemente, su calor era verdaderamente reconfortante - No se en que momento se han torcido tanto las cosas no consigo entender como ha acabado todo así y porqué pese a que os amo tanto como vos a mi, no consigo encontrar el camino que me lleve junto a ti - le miré a los ojos

 No quería engañar a Terence, el se había portado muy bien conmigo, me había respetado y me había dado un hijo, no era justo ni para Terence, ni para Guillaume.

 - Ojala pudiera conformarme solo con tu amistad y ... desearía poder hacerlo, porque se que nuestro amor solo nos hace daño pero te amo tanto - sorbí por la nariz intentando contener las lágrimas - no quiero hacerte daño Guillaume, bien sabes que lo último que quiero es hacerte sentir mal pero ya te dije la otra noche que ... - no era capaz de volver a decirle en alto que iba a tener un hijo y no iba a ser de el.

Lo de su marido ya lo sabía, no era nuevo para mí, pero lo importante era lo que callaba, a veces un silencio duele más que las palabras.

Yo tampoco conseguía ayudar, las palabras no me salían, finalmente tras un esferazo – A mi me ocurre como a vos pero no sirve tu amistad, lo sabes, es como querer atrapar el fuego con las manos

Mi corazón latía con fuerza, al menos conseguía reunir unas pocas fuerzas, algo de entereza para llevar la situación – Sé que me amas pero necesito saber que sólo me amas a mí, que sólo compartirás lecho conmigo…

Ya puestos a confesar… se me pasó por la cabeza hablar del niño que llevaba en su vientre, pero ya no pude con tanto, me levante y me acerque a la pared, sobre la que apoyé una de mis manos

 Estaba realmente aturdida, Guillaume y yo nunca habíamos llegado a tanto como para compartir lecho, solo una vez y nunca llegamos a ello. Escuchaba sus palabras con atención y trataba de ser lo mas sincera posible.

 - Es que solo os amo a vos - me levanté tras de el y cuando apoyo su mano en la pared, me colé por debajo de su brazo y quizás fuera un atrevimiento por mi parte, pero necesitaba un abrazo, así que oculté mi cara en su pecho y rodee su cintura, no era un abrazo de amantes, era un abrazo de necesidad.

 No era tan facil como decirle, si, solo me acostaré contigo, porque una cosa era lo que quería y otra distinta lo que había. ¿Como le decía ahora al padre de mi hijo que amaba a otra persona y que no quería seguir acostándome con el?

 Cuando quise darme cuenta estaba apunto de romper a llorar por lo complicado que era todo.

 - si así os lo prometiera, ¿no os importaría que esperara hijo de otro hombre ? - alce la vista llorosa y le miré, tenía que hablar con Terence, se merecía que también fuera sincera con el, pero ese hijo, no era algo que pudiera obviar 

Tragué saliva y esas palabras quedaron gravadas en mi mente “solo os amo a vos” ya estaba cansado de lamentarme, tenía que aceptar la situación, separé la mano de la pared para aceptarla contra mi pecho, mi cuerpo se estremeció.

Estaba tan a gusto así que casi olvidé la conversación, suspiré – Si me lo prometierais… no os puedo decir que no me importe, ni que amaría a esa criatura como si de un hijo mío se tratara, pero si que estaría a vuestro lado y trataría de educarlo y respetarlo como una criatura inocente merece, si eso os sirve…

Traté de buscar sus ojos, buscar la comprensión mutua de lo difícil de la situación y el poder encontrar una solución juntos.

 Sus palabras me estremecieron.

 Desde que conocía a Terence, dudaba que hubiera alguien mas bueno que el, peor Guillaume me había demostrado que el lo era. Me amaba, de verdad me amaba y ... aunque si estuviera en su mano cambiar la paternidad del hijo, lo haría para que fuera suyo, aunque como no se podía, se limitaba a aceptarlo y eso me hizo llorar de emoción.

 - No sabeis cuanto significa para mi que no me odieis por todo lo que ha sucedido - oculté mi cara en su pecho porque no quería que me viera llorar.

 - No os merezco, de verdad que no - dije con dolor, había sido una tonta por todo lo que había echo, por dejarme encerrar, por casarme con Francis y por pensar que Terence cubriría mis necesidades de amor, estaba contenta porque iba a ser madre y Terence sería sin duda un muy buen padre, pero no le amaba a el, le apreciaba mucho, pero no le amaba como a Guillaume.

 - Si vos me lo pedís, hablaré con el y ... le diré lo que siento por vos, no es justo que no sea que nunca podrá tener mi corazón ya que vos lo tenéis desde hace muchísimos años - me sequé las lágrimas