Partida Rol por web

-Yo quiero.-dice timidamente Tania, aun cogida de la mano de Clara.-¿Hasta cuanto tengo que contar?

Mientras las chicas jugaban en la casa al escondite, los chicos empezaron a jugar un partido, aunque poco después se tuvo que suspender debido a que hubieron algunas discusiones con el área de las porterías y el campo, y sobre el desequilibrio de los dos equipos...

Sin embargo, Marta había preparado pequeños juegos y batallas de agua en los que los premios eran golosinas, y asi hasta la hora de merendar, cuando la tarta llego, decorada, como no, con uno de los personajes de comic favoritos de David. Después llegaron los regalos, mas canciones y de nuevo los juegos... 

Antes de que se dieran cuenta, ya era de noche... Y después de una rápida cena, todos estaban tan cansados que nadie se negó cuando Marta les mando irse a dormir. Esta había dispuesto varios colchones en las habitaciones para que pudieran dormir todos juntos: los chicos en el cuarto de David, mas espacioso que la de Susy, en la que dormirian las tres chicas.

¿Hey... alguno sabe cuentos de terror? - pregunté - Que ya es tarde pero aún hay energía - Yo estaba muerto del cansancio, pero no me molestaría seguir hablando un rato mas

yo no me se ninguno bueno.... Pero mi hermano seguro que si...

Cansados y ya cenados nos fuimos a la habitación. Íbamos a estar todos juntos, y habían sugerido contar cuentos de terror. No es que me encanten esas historias que pueden provocar malos sueños, pero tenía que probar que ya era mayor, así que asentí con la cabeza cuando los demás dijeron de contarlos.

-Eso, eso, venga esas historias.

Espero que no sean muy terroríficas.

No quiero apagar las luces e irme a dormir ya, y me estoy poniendo de mal humor sólo de pensarlo. Por eso me gusta la idea de las historias, aunque me hago un poco de rogar. Aún así al final empiezo a contarles una, como si les estuviera haciendo un favor.

-Bueno, bueno. Os voy a contar una cosa que pasaba en nuestro pueblo. Javi, esto me lo contó la abuela aquella vez que estaba malo y tú te fuiste a la piscina sin mí, y luego le pregunté a los amigos del pueblo de mamá. -Esto se lo digo a Javi porque así aprovecho para chincharle por haberse ido por ahí sin mí cuando estaba enfermo. Me siento a lo indio y espero a que todos se coloquen-. Es la historia de por qué en el pueblo hay tan pocos niños siempre. Resulta que en el pueblo había una señora que vivía sola en una casona, porque su marido se murió. O eso decían. Otros decían que lo había matado con un rastrillo y lo había enterrado en su huerta, pero claro, nadie lo sabía. Vivía de las rentas -sigo, aunque no se qué es eso de las rentas-, y decía siempre que estaba muy sola en esa casa tan grande.

Carraspeo y paso la mirada por todos los demás.

-Así que cuando los padres quieren irse a algún sitio a pasar el fin de semana, o a comer por ahí, o de vacaciones, o quieren perder de vista a sus hijos y ya está, los dejan con ella para que los cuidase, y así les hace compañía. Lo que pasa es que la señora tiene unos gustos un poco particulares. Les da leche a los niños, les hace galletas y les deja jugar un rato por el jardín para que no mancharan nada en casa, aunque les dice que no entren en el cobertizo del fondo del jardín. Y los niños no lo saben, pero mientras la vieja está dentro, afilándose las uñas, porque la verdad es que se sí que ha matado a su marido, porque él había matado a los hijos de los dos, y se ha vuelto loca. Y cuando los niños están ya muy cansados para salir corriendo de ella, los llama y les va sacando los ojos con las uñas uno por uno, y después les lleva al cobertizo y les corta los pies para que no se puedan escapar. Luego entierra los ojos y los pies en la huerta, y les sirve los tomates que cultiva a los padres cuando vienen a buscar a sus hijos. Cuando se comen los tomates, se les olvida que alguna vez han tenido hijos y que son padres y se marchan. Y la señora va al cobertizo para estar con los niños sin ojos y sin pies, y los trata como a sus propios hijos hasta que se mueren de hambre, porque su marido mató a los de verdad.

haciendo senyas a mi hermano me levanto como para ir al servicio. Pero Aaron sabe que esperare al final de la historia para saltar dando un tremendo grito y asustando a todos...

-¿Y si... vamos con los chicos?-propone la pequeña timidamente.

Marcos abrió mucho los ojos, sorprendido, ante la historia.

-Y nadie mas...-murmuro con la voz quebrada, aunque al darse cuenta, trago saliva y continuo, intentando que no se notara lo asustado que estaba.-¿Sabe mas historias de miedo?

La verdad es que el chico no quería oir mas historias, y mucho menos si eran de ese tipo, pero no era momento de parecer debil ante los demas.

-Genial-le respondo a la pequeña-. Así podremos contar historias de miedo y vivir aventuras-les digo ya poniéndome de pie y sacando la cabeza por la puerta por si Marta anda por ahí.