Partida Rol por web

Fue entonces cuando ocurrió.

Una pequeña retahíla de disparos.

  ¡BANG!         ¡BANG! ¡BANG!
¡BANG!      ¡BANG!   
       ¡BANG! ¡BANG!

Tomás y uno de los tipos de la máscara comenzaron a dispararse mutuamente. El señorito lo tenía más fácil, pues tenía la iniciativa de la situación tomada por el mango*. Pese a la amenaza que suponía un arma apuntando a alguien, parecía que el fanatismo de aquellos locos no le impidió cargar contra Aram y el propio Tomás. El tipo de la pistola disparó a éste último, y Tomás contra él. Las balas bailaron delante de la gran estatua de bronce, delante de la hoguera, y sólo uno de ellos quedó en pie. Tomás había acribillado al cultista, provocándole la muerte en el acto.

Daño: 4 puntos de daño. El tipo ha muerto.

Un instante después, Aram aguantó como pudo la embestida de los otros dos, no sin antes desenfundar su bastón. Sí, una más de las tretas del parapsicólogo. Su bastón se desenfundaba y quedaba a la vista de todos (tal vez para la sorpresa de Tomás), un bello, afilado y puntiagudo estoque con el que dedicar la muerte a cualquiera que se preciara... Aram comenzó a luchar contra ellos (más bien trató de coserlos a espadazos en cuanto estaban delante de sí), provocándoles severos cortes; a uno le atravesó el estómago y a otro le cortó en el cuello.

Daño 1: 2 puntos de daño.
Daño 2: 4 puntos de daño. El tipo ha muerto.

El sujeto del cuello cayó de rodillas al suelo, se le resbaló la máscara y pudísteis ver a un joven de apenas unos veinte años, con la garganta borboteándo en sangre y escapándosele la vida allí mismo. El de la cuchillada en el estómago pareció levantarse. Volvía contra Aram.

Mientras tanto, el resto de cultistas de la sala se apresuraba a preparar algo, algo inminente... Miraba la estatua, la decoraban con grasa y lo que parecía pintura oscura y echaban productos indeterminados en la hoguera, que salpicaba por momentos, ¿estarían ultimando un ritual? Mientras lo hacían, susurraban extrañas palabras:

¡¡IK' SAL UN BAKAL, IK' SAL MO'L'INACH, TAL' IK CTHLO MOLOCH!! -un sinsentido total-.

Ahora que había caido uno, era el momento de ir a por los demás, su intención era abatir a los guardianes, disparó contra los demás guardianes. No dejaría de disparar hasta acabar con todos ellos. De reojo vio que Aram hacía su parte ¡ muy bien! no le faltan agallas, desde luego.

Al parecer Maldonado había eliminado a dos de sus contrincantes, pero quedaban un buen montón. No parecía que pudiera detener el ritual del lugar... Aram, esperaba que la Loa, actuase defendiendo el lugar para proteger a la Señorita Martín, como si de aquella mujer de la leyenda se tratara... Por de pronto el se sentía débil y sus trucos se acababan. Solo tenía a un adversario, estaba herido y contaba solo con sus puños...

El parapsicólogo hizo varios movimientos con su hoja a modo defensivo, esperando la entrada alocada del sectario herido hacia el. Pero esta vez, intentó otra treta.

Mientras su estoque describía un gran Z en el aire, lanzó un buen bastonazo con la funda del mismo a su enemigo, con intención de alcanzarle la nuca y dejarlo fuera de combate...

Herido de filo, os siento

en el suelo desangrado,

y con un perfecto tiento.

en la nuca apaleado.

Como hombre leído que era, el bueno de Aram, y muy amante de las grande novelas francesas (idioma que conocía bien), gustaba de emular a Cyrano de Bergerac, cada vez que usaba su estoque. En realidad sabía que era una somera tontería, pero esa concentración requerida para versar y luchar, evitaban que pensara en el miedo que le ocasionaban las reyertas. Consejo que muy útilmente le dio su amigo, el prelado, ya hacía muchos años...

"Hijo mio, si tu mente mantienes ocupada, esta no se perderá en los miedos propios. Solo a Dios hay que temer, pero El, es misericordioso".

En este nuevo lance, Tomás disparó contra el único guardián que quedaba... ¡BANG! ¡BANG! Sin embargo, las balas viajaron cerca de la cabeza del tipo, pese a que lo tenía al lado. Por ello, mientras Aram trataba de azotar con la funda del estoque (el bastón en sí), al cultista, se zafó de ello y consiguió endosar un buen puñetazo en el rostro del parapsicólogo. ¡¡PAFFFF!! Aram no cayó al suelo, pero quedó empujado hacia atrás, casi trastabillándose con un gran bloque de piedra caído en el suelo.

Daño: 1 punto de vida.

Fue entonces que el tipo se preparó para tratar de desarmar a Tomás. Entonces, mientras parecía que iba a haber otro lance, el resto de cultistas adoradores, una vez arrojaron esos potingues, ungüentos y demás bravuconadas al fuego, la figura de bronce comenzó a expulsar humo de su interior. Era como si estuviese hueca, como si de algún orificio imperceptible en su cabeza bronceada saliera, cual olla de cocina, un pequeño humo a presión. Entonces, para vuestra gran sorpresa, la cabeza bovina con cuernos comenzó a... derretirse. Era digno de ver cómo el bronce se caía hacia los lados como chocolate derretido, mientras aún estábais enzarzados en la pelea... El humo seguía saliendo, y lo primero que se derritió fue la propia cabeza... Claro que, ahora empezaba el horror visual: de su interior comenzó a salir una especie de ser vivo, un ser tentacular... mejor dicho... ¡UNOS TENTÁCULOS! La visión era realmente asquerosa y terrorífica. Los tentáculos parecían querer auparse y así su dueño poder salir del interior de la estatua. Los adoradores que estaban junto al fuego comenzaron a arrodillarse y a levantar las manos... El que estaba con vostros seguía queriendo pelea.

Aram recibió un severo puñetazo que le hizo sangrar por la nariz, trastabilló y dió un par de pasos hacia atrás, pero no fue suficiente para dejarlo ko.

Aram cogió uno de sus muñecos y lo empapo de la sangre del sectario herido, y recitando unas palabras, le clavo dos agujas en las piernas al muñequito. Si aquello le salia bien, el sectario quedaria paralizado, como clavado, mientras la sangre de su herida seguía manando.

Apunto cuidadosamente y disparo al último de los guardianes. Miro con repugnancia la masa de tentáculos y me santiguo mentalmente. En cuanto caiga el guardián voy a liberar a los prisioneros y nos vamos de allí lo más rápido que podamos.

Catalina, un poco aturdida por la situación ya que no estaba acostumbrada a aquellas cosas, sonrió cuando vio a la mujer caer al suelo hecha un lío con su hábito. Pensó en aprovechar para salir corriendo hasta el coche y avisar a la Guardia Civil de lo sucedido pero la cultista, a pesar de todo, tenía ganas de seguir peleando.

—¡Quédate en el suelo! —exclamó Catalina envalentonada, lanzándose hacia ella con los puños por delante.

Tras mojar el muñeco de trapo en la sangre vertida del que aún teníais de pie delante de vosotros, Aram esperó a que las dos agujas clavadas en las piernas del mismo surtieran efecto. ¿Qué diantres pretendía hacer el parapsicólogo? Si Tomás lo hubiera presenciado con detenimiento, hubiera pensado acerca de la locura del tipo, y de cómo diantres podría haber llegado a creer en esas brujerías. Sin embargo, el señorito estaba ahora pistola, uno contra uno, contra el rival. Éste trató de abalanzarse sobre Tomás con el puño cerrado y los nudillos por delante, pero enseguida se quedó quieto. Quedó parado delante de ambos, como si con él no fuera la cosa. ¿Acaso sería el poder de Aram? Fuera como fuera, mientras los tentáculos salían cada vez más aparatosamente de la estatua de bronce derretida, Tomás propició un disparo apretando el gatillo. ¡Bam! El impacto de bala certero en el rostro (que no vísteis, pues tenía la máscara sobre sí aún) hizo que el sujeto cayera como plomo al suelo, abatido.

Los secuestrados, cinco en total (dos hombres y dos mujeres), os miraron con cierta esperanza, pero también estaban acongojados por aquellos tentáculos que estaban saliendo del "huevo" de bronce, sobre la gran hoguera candente.

En cierto momento, los tentáculos dieron paso a una criatura viscosa y terrorífica, como un pulpo gigante con cierto raciocionio. Dos de sus tentáculos se alargaron asquerosamente hasta uno de los cultistas que hasta no hacía muchos minutos habían estado adorando la estatua. Tras tomarlos y enroscarse éstos sobre sus cuerpos, los tentáculos los ahogaron al apretar con fuerza sus cuellos... Entonces la criatura salió de la figura en sí, por completo. Era grande, gris y verdosa, viscosa, y sus tentáculos tenían ventosas negras y distintas bocas con mandíulas imposibles. Jamás habíais visto e imaginado tal cosa, tal vez en las pesadillas más profundas.

La figura comenzó a crecer crecer, haciendo que la figura del dios de bronce se derritiera por completo. En la hoguera tan sólo quedaban rescoldos, grandes, eso sí, de los maderos utilizados para las llamas. Otro de los sectarios se retiró la capucha de forma de toro y miró con sus propios ojos la aberración. Sus bocas se movían como buscando algo que llevarase a sus dientes, y sus tentáculos aún se movían como acostumbrándose a este mundo. El sectario se acercó, levantó fascinado sus manos e hizo una reverencia, gritand en alto: ¡¡MO'LOOOOCHHH!!  ¡¡Bienvenido a tu mundooo!! La criatura tentacular reaccionó a ello, y entonces un rugido comenzó a resonar en toda la sala, más bien en vuestra cabeza; era como un chasquido, una voz, un eco ensordecedor y discreto, que sonaba una y otra vez. Y lo hacía con una palabra: "Lemôlek".

¡Lemôlek!  ¡Lemôlek!   ¡Lemôlek!¡Lemôlek!    ¡Lemôlek!

¡Lemôlek!¡Lemôlek!
¡Lemôlek!

¡Lemôlek!¡Lemôlek!     ¡Lemôlek!

Cada vez el sonido era más ensordecedor, cada vez era más alto; poco a poco parecía asfixiaros, conmoveros, agobiaros, desquiciaros y agotaros física y mentalmente... Algo estaba pasando. La criatura trataba de salir del todo de la figura para tocar suelo del castillo... Cuando lo hizo, arrancó de cuajo la cabeza del sectario que le acababa de ofrecer el mundo tras su llegada... Entonces comenzó a suceder: la figura comenzó a crecer en volumen.

Crecer, crecer, crecer.

Pese a que tuvistes unos preciosos instantes para salir corriendo, decidiste en una fracción de segundo asegurar tu huida, tratando de golpear de nuevo a quien te ofuscaba tu salida. El caso es que tras lanzarte casi de bruces contra ella, la mujer reaccionó, logró agarrarte por las muñecas y lanzarte al suelo. Entonces, tras un forcejeo y un giro de cuerpos, ambas os girásteis sobre el suelo y ella quedo encima de tí. Justo cuando levantó su puño para darte un soberano puñetazo, viste algo que recordarías el resto de tu vida. Una espada imbuida en llamas atravesó desde la espalda hasta el pecho, saliendo por delante, el cuerpo de la sectaria. Ésta gritó ahogadamente, y enseguida su vida se marchó estando aún sobre tí. Al girar la vista vista detrás de ella, de pie, a un tipo de aspecto fantasmal portando la gran espada que llameaba increíblemente. Su cuerpo no parecía físico, sólido y tangible. Más bien se asemejaba a ese tipo de leyendas gallegas tan populares por tales tierras, como la Procesión de los Muertos o cualquier zarandaja de aquellas sin sentido. Sin embargo, estaba ahí, ahora delante de tí. Cuando echaste el cuerpo a un lado quedaste sentada, en el suelo, y la figura, que sobre sí portaba una especie de armadura y yelmo también fantasmal (no había trazos finos y concretos en su silueta), se te quedó mirando.

Desde la sala contigua, justo donde quedaste a tus dos compañeros, escuchaste un gran estruendo, y luego otro... y más tiros, claro. Además, ante tal desconcierto de visiones que estabas experimentando,  un rugido comenzó a resonar en todo el pasillo, más bien en tu cabeza; era como un chasquido, una voz, un eco ensordecedor y discreto, que sonaba una y otra vez. Y lo hacía con una palabra: "Lemôlek".

¡Lemôlek!  ¡Lemôlek!   ¡Lemôlek!¡Lemôlek!    ¡Lemôlek!

¡Lemôlek!¡Lemôlek!
¡Lemôlek!

¡Lemôlek!¡Lemôlek!     ¡Lemôlek!

Cada vez el sonido era más ensordecedor, cada vez era más alto; poco a poco parecía asfixiarte, conmoverte, agobiarte, desquiciarte y agotarte física y mentalmente... Algo estaba pasando.

Catalina apretó los dientes con fuerza cuando fue consciente de que esta vez no iba a tener tanta suerte. Trató de mantener la dignidad todo lo que pudo mientras rodaba por el suelo con la acólita y se preparó para recibir el golpe tratando de ladear el rostro para proteger su nariz. "Por la Virgen de la Paloma, que no me rompa la nariz", pensó con frivolidad hasta que el curso de las cosas comenzó a cambiar.

La visión era tan aterradora pero hipnótica al mismo tiempo que Catalina no pudo reaccionar mientras sus ojos no se apartaban de aquella figura horrible que, sin embargo, le había salvado de un buen golpe. Apenas se preocupaba ya de la mujer que todavía estaba en parte sobre ella, ya sin vida, con los ojos inertes mirando hacia ninguna parte, pues dentro de su cabeza un cántico ancestral y chirriante empezaba a apoderarse de sus pensamientos.

Era como si estuviera perdiendo energía poco a poco y la mujer trató de resistirse. Cerró los ojos con fuerzas aun a sabiendas de que perdería su estado de alerta y se cubrió las orejas con las manos temblorosas.

—No, no, no... —comenzó a decir para sí misma en voz baja hasta que acabó gritando sin darse cuenta.

Maldonado, no puedo hacer más, estoy agotado. Corra!!!!

Aram no podía creer lo que estaba presenciando.

Cierto es que sabía de la existencia de espíritus, el no se dedicaba a hacer números de circo, y no divulgaba las distintas formas existentes para contactar con ellos, pedirles ayuda o concedérsela. La gente normal, no estaba capacitada para entenderlo. Pero aquello que estaba viendo iba mucho más allá de su comprensión... 

Un nuevo campo a estudiar, si salía con vida de allí...

Quizás la Loa que invocó, viendo el poder de esa "cosa" actuaría defendiendo el lugar, para así mismo proteger a su amada, y el sitio donde esperaba encontrarse con ella, pero ya no dependía de el.

Estoy superado... Ohhh, amigo Marconi, si pudiera hacerte llegar algo de esto... Es como si los demonios tuvieran un portal abierto... Que el Todopoderoso se apiade de nosotros.

El catalán empezó a retroceder tan rápido como pudo, de piedra en piedra. Ayudándose con su bastón, mientras intentaba poner toda la Fuerza de voluntad de que disponía, para pedir al Espíritu protector del lugar, expulsara al ser usurpador...

No tenía ninguna duda de que aquello era... un Aquelarre. Habían invocado al demonio y allí estaba Satanás en una de sus aberrantes fórmulas. No podía dejar de mirar de reojo al demonio mientras desataba a los prisioneros. - vamos rápido ¡corran por sus vidas!

Les ayudaría a caminar si hiciese falta o llevarlos en brazos, pero bajo ningún concepto los dejaría allí con el demonio. Los cultistas eran otra historia, allá se las apañasen.

A mi paso a la altura de Aram le ayudaría a él también a moverse, a escapar de allí. Nadie se iba a quedar atrás.

Aram no podía creer, desde el punto de vista científico, lo que estaba viendo. Dio unos pasos hacia atrás, y trató de huir con su bastón como apoyo, saliendo de la sala tratando de superar también su cojera. Por otra parte, Tomás dio unos pasos hasta los prisioneros, y comenzó a desatarlos. El primero fue Marcos Revuelta (que por su rostro, no se había percatado de que los amigos de los amigos de Esteban Ramírez de la Osa, su colega, le estaban ayudando). La criatura seguía creciendo y creciendo, y pronto se convirtió en una masa gigantesca y con más volumen cinco vehículos juntos. Lo que debía ser su cabeza, donde estaban sus tentáculos más altos, golpeaban con el techo, y los latigazos de éstos hacían desprenderse, a modo de cascotes, las piedras del castillo. En pocos segundos la criatura se elevó más allá del techo y la gran fortaleza que antaño debió ser no era sino una ratonera para vosotros. ¡Piedra vaaa! Toda la estructura comenzó a temblar cual terremoto.

Un gran bloque aplastó a dos de los prisioneros, y otros dos fueron tomados por los tentáculos de la criatura, siendo destrozados allí mismo. Tomás recibió las vísceras y sangre de las cuerpos desechos, y a punto estuvo de vomitar del puro asco. Sin embargo, hizo de tripas corazón, como jamás lo había hecho, y logró desatar a Revuelta. El tipo estaba realmente extasiado, ausente, delirante. Al menos se mantenía en pie. Las voces seguían resonando en vuestras cabezas y nada parecía materializarse ni aparecer tras los rezos y alabanzas de Aram...

Aún con las voces resonando en tu cabeza, la estructura del castillo comenzó a temblar, como si de un terremoto se tratase. Comenzaron a caer cascotes de los techos, y algunos bloques de paredes empezaron a venirse abajo, ¡el castillo se caía! ¡Había que salir de allí! A su vez, un gran rugido y voces de dolor se sucedían en la sal donde Aram y Tomás, junto con los sectarios, habían quedado.

Por todos los infiernos desatados.

Aram se salvaba de cada cascote que caía cerca de el. Y en parte debió ser por esos derrumbes que  evitóser visto con más detenimiento por la criatura, la cual no acerco sus tentáculos a el.

Siiii, el Pj igual se lo cree, en su ignorancia!!!

jajajajajaja

Aunque el sonido de aquella voz en su cabeza parecía querer abstraerla de la realidad, Catalina pudo ser consciente de que las ruinas de aquel castillo parecían estar derrumbándose sobre su cabeza. Había que salir de allí cuanto antes y se puso en pie a duras penas mientras se ubicaba y se giraba hacia la salida. Al escuchar voces pensó en sus compañeros, ¿sería prudente tratar de ayudarlos? ¿Qué podría hacer ella excepto acabar sepultada bajo aquellas piedras centenarias? Encomendando su vida y la de sus compañeros a la Virgen de la Paloma, Catalina se santiguó y echó a correr hacia la salida.

No había podido salvarlos a todos. En realidad, todavía no había salvado al propio Marcos, pues la criatura estaba haciendo papilla el castillo. Si no salían de allí ya, iban a morir. Lo vio tan claro como que el cielo es azul y el sol sale por el este. Cuando escapaba, notó un dolor agudo...