Joseph, al ver como los dos mutantes se centraban en acabar con Alder, reaccionó de inmediato. Tiró su ballesta al suelo y saltó de la cubierta a la orilla y salió corriendo hacia el valiente joven. Su intención era clara, sacarlo de ahí cuanto antes y tratar de atenderle para que no perdiera la vida.
- ¡Vamos chico, se fuerte! - Le dijo al bueno de Alder.
Rob no se amedrentó al ver caer también a Alder, aunque quizás fue tras ver como Ragnar por fin acababa con uno de los mutantes y precisamente con el más grande. El vigilante alzó su espada y lanzó un golpe descendente que se clavó en el pecho del mutante escamoso y lo atravesó de lado a lado matándole casi al instante.
- ¡Vamos! - Gritó. - ¡Acabamos con el último y encargaos de los heridos! - Pidió desesperado.
Motivo: Vigilante 1 estabilizarse
Tirada: 1d100
Dificultad: 10-
Resultado: 55 (Fracaso) [55]
Motivo: Vigilante 2 estabilizarse
Tirada: 1d100
Dificultad: 10-
Resultado: 8 (Exito) [8]
Motivo: Rob espada
Tirada: 1d20
Resultado: 13(+4)=17 [13]
Motivo: Rob daño
Tirada: 1d8
Resultado: 4(+2)=6 [4]
Alder ini, 21 (PG: 8 CA: 16): tira para estabilizarte (10%), tira cordura (45% o 1/1d6 pérdida)
Ron ini. 19 (PG: ): ataca a escamoso, 6 pg y lo mata
Vigilante 1 ini. 19 (PG: -14): se estabiliza
Vigilante 2 ini. 19 (PG: -14): no se estabiliza
Alys ini, 18 (PG: 8 CA: 15): dispara y falla más de lo normal
Chester ini, 16 (PG: 5 CA: 10): dispara y falla también
Ragnar ini, 17 (PG: 14 CA: 16): ataca a Bulboso 18 pg y lo mata
Bulboso (mutante grande) ini 16 (PG: -27) (en el suelo -4 CA c.c. +4 CA distancia, -4 ataque: MUERE
Escamoso ini 11 (PG: -15): ataca a Alder y 5 pg MUERE
El Jorobas ini 11 (PG: -14): ataca a Alder y 4 pg
Joseph ini, 3 (PG: ): movimiento doble.
Motivo: Estabilizar
Tirada: 1d100
Dificultad: 10-
Resultado: 77 (Fracaso) [77]
Motivo: cordura
Tirada: 1d100
Dificultad: 45-
Resultado: 12 (Exito) [12]
Ragnar siguió moviéndose hacia el oeste, por tierra, y lanzó un hachazo contra el jorobado.
Un rayo de luz solitario brotó entre las nubes para iluminar el filo del hacha del kislevita mientras lo alzaba por encima de su cabeza. Con esa pizca de la suerte que le había faltado en ese combate, o a decir verdad, de todos los combates hasta la fecha, el bárbaro le clavó el pesado filo en plena joroba.
El mutante murió instantáneamente, pues es sabido que los mutantes jorobados tienen el corazón en la joroba. Ragnar extrajó el hacha de un tirón y limpió el filo en el cadáver.
—Alys —fue lo único que dijo, mientras volvía a recuperar el control de si mismo, enviando a Ragnar y a su rabia a un rincón de su psique.
Alder necesitaba su ayuda.
Motivo: Ataque
Tirada: 1d20
Resultado: 11(+6)=17 [11]
Motivo: Daño
Tirada: 1d12
Resultado: 8(+9)=17 [8]
Ragnar se sale del mapa y se coloca en AB/01.
Ataque 17, daño 17 si aplicable.
Ragnar sale de la furia.
Rob corrió junto a sus compañeros. Uno de ellos estaba estable, mientras que el otro seguía desangrándose. Se agachó junto a éste y sacó de su bolsa unas gasas y unas vendas. Acto seguido se encargó de tratar de taponar una de sus heridas, aunque le estaba resultando imposible.
- ¡Rápido, ayúdenme! - Exclamó. - ¡Se desangra!
Motivo: Estabilizar a vigilante
Tirada: 1d20
Resultado: 5(+3)=8 [5]
Alys bajó del barco y corrió hasta Ragnar.
-¿Dónde te han dado? -le preguntó al bárbaro-. ¿Estás herido?
Comprobó que no tenía nada, en realidad estaba ileso, y de inmediato se fijó en que Alder estaba desangrándose en el suelo.
-¡Por Shalya, Alder, aguanta!
Se arrodilló junto al joven, cogió el símbolo sagrado con una mano y lo alzó en el aire, mientras colocaba la otra mano en el pecho de su compañero.
-La sagrada luz de la madre guía tu camino, el dolor desaparece, ayuda a este hombre y alivia su sufriente, oh, madre sanadora.
Las heridas se cerraron al instante. Alys le apartó el cabello de la frente y le dedicó una sonrisa cuando él abrió los ojos.
-Ya estas fuera de peligro.
Tras hacer eso, fue hacia los otros soldados, sacó los vendajes de su mochila, pero los desechó enseguida. Volvió a coger su símbolo sagrado y lanzó una plegaria a Shayla para salvarle la vida a aquel hombre.
Motivo: Curar heridas leves
Tirada: 1d8
Resultado: 7(+1)=8 [7]
Cambio bendición (nivel 1) por curar heridas leves para curar 8 pg a Alder
Cambio luz (nivel 0) por curar heridas menores para curar 1 pg al soldado y estabilizarlo.
- ¡Gracias por la ayuda prestada! - Comentó el vigilante al mando y único de los tres que permanecía consciente. - Sin vuestra intervención estaríamos muertos... - Dijo terriblemente asustado. - Mas debo pedir que nos acompañéis hasta el próximo puerto, pues mis compañeros están malheridos y los caballos han huido...
- ¡Por supuesto! - Exclamó Joseph, quien además de ser un hombre bueno al que no costaba nada ayudar a un necesitado y servir al Imperio cuando le beneficiaba, vio en aquella buena obra la oportunidad de tener un salvoconducto para sus actividades de dudosa legalidad, principalmente de contrabando. - ¿Podéis ayudar a subir a los heridos al Lauretta? - Les pidió a sus compañeros.
Mientras Ragnar ayudado por Rob, Chester y el propio Quartjin porteaban a los vigilantes inconscientes al interior de la barcaza, Alder, bajo la atenta mirada de Alys, se entretuvo en rebuscar entre las pertenencias de los mutantes muertos. Halló una espada larga de gran calidad, cuatro camisotes de malla, uno de ellos de buena manufactura, un total de veintisiete coronas de oro y una daga de buena calidad, lo cual, ayudado por Alys, cargó en la nave de Quartjin.
De nuevo abordo y camino de Weissbruck, Joseph y también Rob, les contaron algo más acerca de la ciudad portuaria a la que viajaban. Quién más conocía los datos sobre el lugar era el vigilante, quien podía enumerarlos con bastante detalle, aunque podían no estar actualizados o directamente ser una invención.
Weissburck era un pueblo con un total de 272 habitantes. Perteneciente y dirigido por la familia Grüber. Hasta hacía poco no era más que un pequeño pueblo sin importancia, pero con la apertura de las minas vecinas y la puesta en funcionamiento de los canales, se había expendido de forma rápida. Se había convertido en una etapa importante en el viaje hacia Bögenhafen. A lo largo del canal y en a orilla, se hallaban almacenes donde se guardaba carbón, mineral, lana, hierro, vino de Bögenhafen y todo tipo de mercancías procedentes de Altdorf. Toda aquella información, del todo irrelevante para lo que estaban haciendo, pero no por ello pudieron evitar escucharla por parte de su patrón y del vigilante.
Casi al anochecer, llegaron al pueblo. La entrada se efectuaría a través de una exclusa, donde normalmente se pagaría una cantidad por utilizar el canal del Bögen. Por suerte para ellos y sobre todo para la bolsa de Quartjin, al conocer a historia contada por los vigilantes, son excusados de parar dicha tasa por una vez y acceden al embarcadero en el cual estaban amarradas numerosas embarcaciones. Sin mas, Jospeh acerca la barcaza hasta el pantalán donde los prácticos del puerto les han dicho que amarren.
Tirada oculta
Motivo: Percepción Alder
Tirada: 1d20
Resultado: 3(+1)=4 [3]
Tirada oculta
Motivo: Percepción Alys
Tirada: 1d20
Resultado: 19(+7)=26 [19]
Tirada oculta
Motivo: Percepción Chester
Tirada: 1d20
Resultado: 16(+2)=18 [16]
Tirada oculta
Motivo: Percepción Ragnar
Tirada: 1d20
Resultado: 19(+6)=25 [19]
Es en ese momento, cuando están amarrando, cuando Alys, Chester y Ragnar se dan cuenta de algo perturbador. Un personaje con ropa manchada por el viaje, les está observando quieto, con su sombrero en la mano frente a la puerta de una posada próxima al embarcadero. Se trata del hombre corpulento que todos vieron en la Köningplatz de Altdorf y el mismo tipo al que Chester vio asesinar a aquellos dos hombres con los que parecía haber hecho tratos anteriormente. Portaba su ballesta a la espalda y no podía ser más evidente que los estaba observando.
Dentro de la oscuridad en la que se había visto envuelto el joven imperial, un punto de luz empezó a crecer y a expandirse, acompañado por una cálida y agradable sensación que se arremolinaba dentro del pecho.
La realidad empezaba a conformarse a su alrededor. El sonido del correr del agua, los pájaros, el calor del sol bañándole la piel... y el intenso dolor de su costado que, todo fuese dicho, empezaba a desaparecer con rapidez.
Sintió la suave mano de Alys retirándole el pelo de la frente, junto con su dulce voz anunciándole su sanación. Fue a responder con un comentario sarcástico pero un ataque de dolorosa tos se lo impidió haciéndole encogerse en el suelo en posición fetal por un instante.
-Gracias, Alys... Que haría yo sin ti- dijo dedicándole su perenne sonrisa.
Mientras se incorporaba sin prisa, en su cabeza se amontonaban pensamientos como de costumbre. Por un lado, la facilidad con la que acababa siempre moribundo en un charco de su propia sangre... Pero cuando su brazo era igual de grueso que la vena del cuello del bárbaro pero más blando, poco podía hacer al respecto más que resignarse y acostumbrarse a ello.
Al menos así logro que Alys me haga un poco de caso. A ver si la próxima vez me hieren en la entrepierna...-fue a reírse de su propia ocurrencia pero un nuevo ataque de tos le tomó por sorpresa. Ugh.. mierda... Ojalá robar mujeres se le diese tan bien como robar bolsas.
Mientras el resto se ocupaban de los heridos él se afanó en rebuscar entre los muertos, sacando todo objeto de valor que pudo encontrar para luego extenderlo sobre la cubierta y así repartirlo con el resto, si bien él decidió quedarse con aquella daga, puesto que le daría mejor uso que cualquiera de los presentes.
Durante la travesía, entre charla y charla hizo buenas migas con el tal Rob, con el que quiso practicar unas cuantas ideas que llevaba madurando en su cabeza desde hacía algo de tiempo relacionadas con la manera en que asestaba sus golpes. Así pues, y haciendo uso de unas cañas de ribera que arrancó desde cubierta a modo de filos , estuvo practicando junto con el guarda un nuevo estilo de pelea que se le antojaba mucho más orgánico que el "golpear" sin más con sus armas.
Chester se fijó que Alys y Ragnar habían visto al hombre rubio.
—Ese... ese es el hombre de Altdorf—les explicó—. El que mató a sus otros compañeros. ¿Cómo ha llegado más rápido que nosotros aquí?
El mago tragó saliva. preocupado. Parecía que esto era en lo que se iba a convertir su vida. Estar constantemente en peligro. ¿Por qué no se volvía a casa? Pero con su suerte... seguro que hasta allí acababan persiguiéndoles.
—¡Al demonio! Vamos a ver qué quiere el tipo este.
—Bien —gruñó Ragnar, cambiándose de hombro la enorme hacha y sosteniéndole la mirada al tipo de la ballesta—. Pero esta vez no tomes decisiones por todos, Alder, por mucho que tengas una corazonada.
-¿Y si es tan peligroso y no deja de seguirlos, por qué no lo tiramos al río y acabamos con el problema? -murmuró Alys, que ya empezaba a estar cansada de los peligros de la vida en general y los de la ciudad en particular.
Alder alzó las cejas al reconocer al tal Kuftsos escudriñándoles con la mirada. Una sonrisa entre divertida y curiosa se dibujó en su expresión, puesto que no se esperaba volver a toparse con aquel tipo tan poco sutil. Al menos no tan pronto.
Se frotó las manos ante la sorprendente resolución de Chester de ir de frente contra él. Eso pintaba divertido, pero entonces la tronante voz de Ragnar le recriminó al bueno del pícaro sus acertadas y siempre bienintencionadas decisiones, a lo que mostró las palmas de las manos y adoptó una expresión de indignación, entrecerrando los ojos y sacando los morros.
-Nada, ni una palabra saldrá de mi boca esta vez-se cruzó de brazos y desvió la mirada, si bien siguió al grupo
Asi fue como el Lauretta se aproximó al embarcadero. Joseph era un barquero experto, conocía su nave y conocía aquel puerto. Por ello tardó poco, muy poco en acercar la nave hasta el dique y aún así, aquel hombre, su perseverante perseguidor, el tal Adolphus Kuftsos, tuvo tiempo más que suficiente para introducirse en la posada donde hacía guardia.
Antes incluso de atracar, Ragnar ya saltó sobre el dique armado con su gran hacha, dispuesto a perseguir a aquel hombre misterioso a donde hiciera falta. Alder le siguió sin abrir la boca y luego fueron Alys y Chester los que desembarcaron a la carrera. Las quejas de Quartjin sobre el porqué de que no le ayudaran a amarrar la nave al dique, quedaron en saco roto, pues aquellos cuatro hombres tenían cosas más importantes que hacer y desde luego más urgentes. Ya ayudaría Rob a Joseph con aquello...
Una vez frente a la posada donde desapareció Kuftsos en su interior, descubrieron que se trataba de "El Oro Negro". Una vez en su interior, descubrieron que se trataba de una taberna normal y corriente. Una sala amplia, con unas siete meses repletas de mujeres, pero sobre todo de hombres. La mayor parte de ellos pescadores y fulanas. Estaba anocheciendo y evidentemente la gente de Weissbruck deseaba tener un poco de ocio antes de acostarse, pues el trabajo al día siguiente sería duro, como cada día.
Y si, sonaba una pianola con una melodía muy pegadiza. El responsable de aquella música no era otro que un halfling que meneaba los dedos de forma veloz sobre las teclas. Era bueno en su trabajo, aunque no a todo el mundo podía gustarle el tipo de música que interpretaba, aunque lo cierto era que a los allí presentes, ya fuera debido al alcohol que corría por sus venas o porque realmente apreciaban la melodía, lo estaban disfrutando.
Por desgracia, lo que realmente les importaba a Chester y los suyos, ese maldito Adolphus Kuftsos, no estaba por ningún sitio. O se había escondido, o se había marchado por la puerta trasera. Posiblemente alguien lo hubiera visto, pues alguien de su envergadura, un tipo alto y robusto, no pasaba desapercibido. Igual tendrían que preguntar y utilizar la diplomacia o bien... otras formas un tanto más bruscas.
Ragnar dio el alto a sus compañeros en cuanto vio que aquel tipo desaparecía en aquel local.
—No tenemos ningún motivo para seguir a ese tipo ahí adentro —los detuvo el kislevita antes de que entraran en aquel antro—. Busquemos otro lugar donde comer. Dejemos que se muestre, si es que tiene interés en nosotros. ¡Y si no lo hace, que se vaya al infierno!
Podía ser algo bastante previsible, pero la promesa de silencio duró poco.
-¿Perdona..? ¿Que no tenemos ningun...? ¿Que dejemos que se si tiene interés en nosotros...?
Alder parecía haber escuchado la cosa más descabellada de su vida, puesto que no se molestaba en disimular sus gestos de desesperación.
-¿Que muestre si tiene interés en nosotros? ¿Alguien que no ha dejado de mostrar interés en nosotros desde hace una semana prácticamente de forma diaria?
El imperial negó con la cabeza y dió un paso atrás; ya había tenido suficiente.
-No se me ocurriría discutirte como partir a alguien por la mitad de un tajo, o como se debería cazar a un oso lechuza, pero yo no pienso seguir como si nada mientras alguien que parece saber más que nosotros no hace otra cosa que seguirnos allá donde vamos.
Hasta ese momento nunca se había mostrado tan vehemente con ningún asunto y no parecía dispuesto a cambiar de opinión.
-Si lo consideráis oportuno, idos a comer a otro lugar, a descansar o a lo que os pida el cuerpo, pero yo no pienso cerrar los ojos hasta que no sepa de que va todo esto...
Chester se quitó las gafas y se las limpió con un pañuelo. Estaba cansado. Tanta presión, tantos miedos, tanto peligro... Era lo suficientemente listo como para saber que esconderse no iba a servir de nada. No, por una vez llevaría la iniciativa. Quizás eso hacía que las cosas fueran mejor.
—Estoy de acuerdo con Alder. Estoy cansado de todo esto, zanjémoslo—el mago no iba a decir nada más cuando explotó—. ¡Estoy hasta los cojones ya!
-Acabemos con esto de una maldita vez. Quiero poder dormir tranquila.