Partida Rol por web

En un momento dado, el propio Paul aparece por entre el grupo y os saluda sonriente.

- Vaya vaya !!! - exclama - Así que sois cuenta-cuentos. Sabía yo que había talento en esos ojos. -

Paul hace un marco imaginario con ambas manos cuyo primer plano sois vosotros tres.

- Chapeau !!! - y empujado por algunos amigos desaparece entre la multitud.

Las horas pasan y la fiesta prosigue. Tenéis tiempo de estrechar lazos internacionales con el resto de gente y de conoceros un poquito más a vosotros mismos y al otro par de ganadores del concurso literario. Son buenas personas, Helena es parecida a Yael, silenciosa y aparentemente tímida y abstraída. Hans es más bruto, pero demuestra tener una mente brillante. Así, os echáis unas risas y vuestros peores temores comienzan a evaporarse lenta y progresivamente, mientras vuestro destino, Viena, se acerca cada vez más.

Tanto hablar de literatura de terror, ha despertado la imaginación de aquellos con los que habéis hecho más migas. Uno de ellos se aventura y os cuenta algo sobre una leyenda que escuchó a un habitante de Viena, años atrás.

- Según este habitante, ciertas noches es mejor no salir, ya que como decía mi abuela: de noche, todas las gentes de Dios están en casa. En cuanto a las que no... - tuerce su gesto en una mueca cómica de terror.

- El caso es que hace 26 años, el habitante salió una noche de esas, en las que según mi abuela no había que salir. Dice que cogió un atajo por el bosque, que vio a un hombre de unos 35 años con inquietantes ojos amarillos que guiaba a un grupo de 12 adolescentes como si fuesen reses que van al matadero, pues esa fue la sensación que el habitante tuvo. Ademàs, me aseguró que antes de esa noche tenía el pelo negro y no blanco, como cuando me lo contó.

Un ohhhhh! de todos los presentes siguió al final de la historia, hasta que oís la voz de otro muchacho con ganas de contar otra leyenda de Viena...

Escucho con suma atención las palabras del chico, sobre la leyenda. No lo tomo a risa porque creo en el poder de los espíritus y realmente no se juega con ellos, pueden adoptar tantas formas como sus poderes se lo permitan. Yo hubiera hecho caso de la leyenda, si fuera ese chico y no hubiera salido ese día. Tragué un sorbo de mi vaso de cerveza, pero apenas había probado un cuarto del mismo. No me gustaba beber, me mareaba demasiado rápido.

-¿Qué día fue...? -pregunté olvidándome por un segundo de mi timidez, ya que la historia me interesaba.

-Digo, ¿qué día no deben salir de sus casas los habitantes de Viena?

En realidad me refería a qué noche pero imaginaba que el chico comprendería el sentido de mi pregunta. Lo bueno de estar aquí es que estaba acompañada y los chicos eran majos, eso me hacía olvidarme un poco de todo lo anterior. Pero sólo un poco, sólo un poco...

Seguro que una noche de luna llena ¿me equivoco? Interviene Jonathan antes de que el chico pueda responder mientras se abre otra cerveza de lata e imita de forma cómica el aullido de un lobo, lo que arranca varias carcajadas del grupo.

Y es que es normal. Todos los que se dedican al terror saben que la risa y el miedo son sentimientos que van de la mano. La comedia relaja el tenso ambiente de las historias de horror y deja al lector preparado para el siguiente susto.

Por eso Jonathan no puede evitar hacer notar al resto la similitud entre lo relatado por el muchacho con la leyenda del flautista de Hamelin, no el cuento publicado por los hermanos Grimm, sino la leyenda original en la que está basado. En resumidas cuentas, un hombre que se lleva a los niños o jóvenes de una población.
Y a los que nunca se les vuelve a ver...

Este comentario tambien levanta alguna risilla, pero son risas nerviosas...

Pero atentos, otro muchacho ya está contando una nueva leyenda de Viena, ciudad a la que llegarán en unas pocas horas.

Intento enterarme de lo que los chicos cuentan entre la bruma del alcohol que envuelve mi cerebro. ¿Cuántas cervezas llevo ya? Ni idea, he perdido la cuenta. Aun así, todavía soy capaz de mantener la cabeza en su sitio y aparentar sobriedad.

Al menos hasta que toque ponerme de pie...

Pero será mejor que escuche con atención: Antiguas leyendas vienesas. Quizás me sirvan de inspiración para el libro que tengo intención de escribir. El libro por el que subiré al Olimpo de los best sellers y que me convertirá en una celebridad.

¡Brindo por mí!

El tiempo sigue pasando e incluso habéis pegado unos bocados para llenar el estómago y continuar tomando unas copas, aunque Jonathan parece seguir prefieriendo atiborrarse de cerveza mientras disfruta llevando la voz cantante en cuanto a las historias y relatos que se van contando.

El grupo de gente ha disminuido considerablemente, aunque Hans y Elena siguen con vosotros. Hasta paul Diliand se sienta con vosotros mientras alguien cuenta alguna nueva leyenda de la zona.

- En cierto pueblo rumano - cuenta un chico alumbrándose el rostro con una linterna de bolsillo - siempre que se casa una pareja, los padres de la novia tiran al río 10 monedas de oro, y la novia debe bañarse desnuda y sola esa noche en el río.

- Esta costumbre se viene practicando desde 1750, ya que ese pueblo estaba bajo el control de un conde, el cual obligaba a pagar ese diezmo siempre que una pareja se casaba. Además, el derecho de pernada era vigente y el conde lo cumplía con toda rigurosidad.

- El caso es que el pueblo, harto de esos agravios, mató al conde ahogándolo en el río. Sin embargo, éste no gritó. Solo se reía. Una semana más tarde una pareja se casó, y tras la noche de bodas los dos aparecieron ahogados en el río. El pueblo decidió que algunas costumbres más vale no cambiarlas.

- Uhhhh vaya !! Esa no la conocía, pero es realmente buena !!

Los chicos se ríen al unísono. Algunos parecen cansados y empiezan a recostarse donde pillan. Otros pretenden seguir contando historias de la zona.

Por su parte, Paul cambia de tema.

- Así que váis a Viena. Nosotros vamos a hospedarnos en un albergue que pertenece a mis viejos. Si queréis podéis quedaros con nosotros... a un buen precio. - dice guiñando un ojo.

La historia de las parejas y el Conde y todo eso me pareció muy buena, digna de una historia de terror de esas que te dejan marca. Paul, Hans, Elena y nosotros estamos todos bastante juntos ahora, sobre todo que el vagón se ha ido despejando. Me senté un poco, y dejé mi vaso vacío de cerveza: eso era lo único que había tomado ya que no soy de beber, y no quiero marearme, menos ahora que voy a participar del concurso.

Paul entonces hace el ofrecimiento de hospedaje. No quiero ser grosera pero tampoco quiero ir a lo de un tío, o los viejos de un tío, que no conozco, por más amable que parezce. Con todo respeto y suavidad en mi voz, digo:

-Yo agradezco el ofrecimiento, pero creo que el concurso nos iba a dar hospedaje pago, de por sí. Le preguntaré a la anfitriona pero creo que eso leí. De todas formas, muchas gracias.

Concluyo mi participación y espero que los chicos digan lo que ellos crean conveniente. Por mi parte, si el concurso me daba hospedaje allí iría yo. Iría a preguntarle a la anfitriona si es que mis compañeros no me confirmaban este hecho.

Black Sabbath se ocupa de todo. Dice Jonathan con una sonrisa satisfecha, dirigiéndose a Yael. Hazte a la idea que estamos de vacaciones con todos los gastos pagados...

Sin embargo, y sólo por si acaso, saca su agenda y su estilográfica para anotar la dirección y datos de contacto de Paul en Viena. Quien sabe. Quizás se volviesen a encontrar con la gente del Interrail en la ciudad. Le parece recordar que pasarán todo un día allí antes de emprender el viaje hacia Praga.

Mientras tanto, y sin darse cuenta, la noche ha transcurrido rápidamente. Ya son las tantas de la madrugada y tanto Neil como Yael se vuelven hacia sus compartimentos del coche cama. Por su parte, Jonathan decide quedarse hasta el final, compartiendo historias, chistes y juegos de cartas (el inglés saca una baraja de algún lugar de su chaqueta) con los irreductibles de la noche...

Ché, no tan rápido :-D

Antes de que todos decidiérais ir a vuestro compartimento a echar una merecida cabezadita y reposar antes de llegar a Viena, escucháis alguna que otra leyenda que os pone los pelos de punta.

Entre tanto, sacáis en claro que efectivamente, y tal como indica la carta de la Black Sabbat, un hotel os espera a vuestra llegad a Viena. Muy lejos de enojarse, Paul exhibe una amplia sonrisa y continúa bebiendo encogiéndose de hombros, aunque no aguanta tanto y se marcha a la misma vez que Yael y Neil.

Por su parte, Jonathan decide quedarse un ratito más... antes de marcharse al compartimento a descansar.

De camino al compartimento escuchas una disusión en francés que viene de uno de los reservados, que está cerrado.

- Soyez qui vous êtes et ce que vous a amené ici. ¡Cette fois-ci ne le permettent pas! - la voz te resulta familiar.

- Vieux! Vous ne pouvez pas faire quelque chose. -responde imperiosamente una voz gutural que no has escuchado en tu vida.

- Nous allons voir le bug damn! - exclama de nuevo la primera voz, la que te resulta ligeramente familiar.

Lo siguiente que oyes es una estrepitosa carcajada. Justo en ese momento, te ves arrastrado por una marama de chicos que al parecer se dirige al vagón-restaurante, sin hacer caso de tu insistente deseo de quedarte en aquella puerta. Provocan un griterío con un auténtico galimatías de idiomas.

Llegáis al compartimento mientras comentáis el temple de Jonathan pese a las cervezas que se ha tomado.

Neil hace un comentario gracioso al respecto, refiriéndose a un superhombre con poderes de un cómic que ha leído el cual podía beber tanto alcohol como le echaras sin ver disminuído su poder de concentración.

El compartimento no es muy grande, más bien estrecho, con literas a ambos lados y un diminuto cuarto de baño en el que apenas se puede uno sentar en la taza del wáter y cerrar la puerta al mismo tiempo. Sin embargo, una vez en la cama todo cambia, ésta resulta cómoda y junto al ligero balanceo del movimiento del tren resulta hasta reconfortante.

El vagón dormitorio es bien pequeño, ni hablar del cuarto de baño, pero comparado con donde estuve antes... si es que estuve ahí, está perfecto. Me siento en mi cama, y me muevo un poco, apenas para comprobar la comodidad del colchón. Luego me recuesto y permanezco boca arriba. No me entra el sueño y sé que Neil está cerca pero calculo que es tan callado como yo, o quizás más, si es que se puede ser más callado.

-Hmpf...

Digo, molesta porque no me puedo dormir. Me pongo de un costado, mi cabeza sobre el brazo inclinado y espero unos segundos más.

Cierro los ojos, esperanzada con dormir....

Si no me llega el sueño hablaré con el chico, aunque sea lo que me salga.

Bien, bien, ok :-D

La voz en francés que tanto te sonaba era la de Dominico, el revisor que conocisteis al llegar al tren y que se marchó nada más llegar los chicos del Interraíl.

Cuando por fin te liberas del gentío vuelves hasta la puerta del reservado, pero ya no se oye nada.

Puedes optar por irte, pero te percatas de que la puerta, antes con la cerradura echada, se encuentra ahora sin pestillear.

Aún estas algo mareada por las cervezas de la fiesta y, echada sobre la cama intentando conciliar un dulce sueño, te percatas de que el bueno de Neil se ha quedado dormido como un tronco en la litera de enfrente.

Al volver la cabeza para mirar al durmiente Neil, compruebas sorprendida que los rayos del sol entran a través de la ventana del compartimento. No estaba nublado ? No importa, como no consigues dormir te levantas sonriente para mirar el bonito paisaje a través del ventanal.

Me giré y descansé mis ojos sobre la ventanilla del tren. El paisaje era armonioso, hermosos árboles, una luz solar refulgente que iluminaba todo, lo cual me llamó un poco la atención ya que anteriormente el cielo estaba nublado. Me serené bastante al ver tanta belleza... por un instante me olvidé de todos los problemas, me concentré en esos prados tan verdes.

Entonces.

-¡¡¡¡¡¡¡¡¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!!!!!!!!

Grité con el corazón saliéndome por la boca. Me levanté horrorizada, y me quedé en blanco, helada; sentía como si mis palpitaciones me pegaran en la cabeza, en la sien derecha, sobre mis ojos también.

Me agarré el pecho, pensando que iba a tener un paro.

De pronto despiertas con un grito aterrador. El sudor empapa las sábanas de tu cama y el corazón te va a mil por hora. Qué horrible pesadilla !! Pero, quién o qué diablos era esa... cosa ?

Miras a tu alrededor un poco asustada. Neil no solo duerme, sino que también ronca en la litera de enfrente. Jonathan no está en la habitación aunque tampoco puedes calcular el tiempo que has pasado dormida, si es que realmente dormías, porque... parecía tan real...

El movimiento del tren revela que aún sigue en marcha, y por... esa horrible ventana solo ves nubarrones y algún que otro rayo entre una intensa lluvia.