No se lo podía creer, allí estaba! Bajó con cuidado hasta la playa, acercándose un poco a paso rápido, temiendo que una ola cualquiera se llevase la barca. Cuando llegó, miró en el interior, quizás se dejó algo, o había algo escrito, o la barca tenía un nombre.
Motivo: descuu
Tirada: 1d100
Dificultad: 45-
Resultado: 4 (Exito)
El hallazgo de la barca con la que arribaste a la costa de Iona te dio esperanzas de averiguar algo más sobre lo que te había sucedido. La embarcación estaba boca abajo, probablemente los pescadores la dejaron allí para evitar que el oleaje se la llevara, pero con la lluvia no pudieron ver más.
Tras examinar la misma, con algo de esfuerzo, pudiste ver que la sangre se había borrado casi por completo por la lluvia y no había nada especial dentro. Pero tus ojos se dirigieron hacia la proa, en el casco de la barca había un nombre apenas nítido: Tuireach.
Se acercó a la proa y tocó con las yemas de los dedos la palabra-Tuireach - se repitió como un mantra, mientras intentaba hacer memoria por si se acordaba de algo. Miró alrededor, por si acaso en la orilla quedaba algún objeto, incluso retiró un poco la arena de la zona.
Motivo: Recordar
Tirada: 1d100
Dificultad: 51-
Resultado: 92 (Fracaso)
A pesar de tu esfuerzo no lograste recordar nada, tampoco había nada de interés en la costa.
La muchacha volvió por donde vino, negando con la cabeza. Encima iba a tener visiones por un golpe, que, seguro que se dio la noche anterior. Observó la abadía, el edificio, y algo se le vino a la mente, creía si mal no recordaba que la tumba del santo estaba en el cementerio religioso, igual esa era la tumba. No tenía nada mas que hacer, así que visitó de nuevo el cementerio, buscando el nombre del susodicho entre las lápidas.
Tu regreso al cementerio no dio como resultado el hallazgo esperado. No había ninguna tumba con ese nombre y, de haber alguna, el nombre se había borrado de la piedra hace mucho tiempo. Mientras te encontrabas enfrascada en esa búsqueda, notaste como alguien llamaba tu atención desde la espalda.
¿Qué hacéis aquí fuera, señorita Mengel? preguntó una voz vagamente familiar, al volverte viste la hermana Cynthia, la monja que te abrió la puerta la noche anterior. Iba con una cofia para protegerse de la lluvia, enlutada con su traje negro y mirándote con cierta suspicacia.
La presencia de la voz le hizo dar un respingo. La miró sin saber que decirle por unos segundos, ni ella misma sabía que buscaba- estaba dando un paseo, buscando algo que me ayude a recordar. - Hizo una pausa mientras se recompuso- pienso que seguramente querría venir a visitar la tumba del santo, así que, como la hermana Claire dijo que estaban enterrados sus restos en el cementerio de la Abadía pensé que podría venir...- miró si acaso hubiese alguna puerta que impidiese el paso, pero no era así, la sensación de que la habían pillado haciendo algo que no debía era patente en su rostro.
La mujer te miró unos instante algo inquisitiva, pero poco a poco calmó su desconfianza y sonrió.
Claro, es normal. te dijo la mujer, se acercó a ti y te señaló el mausoleo de las cadenas nuevas. San Columba está enterrado en ese mausoleo junto a los restos de los primeros monjes de la Abadía. explicó tranquilamente.
Volvió la mirada hacia a ti, con una actitud serena y pedagógica.
Aquí llegaron a enterrar algún rey escocés, pero fue exhumado para encontrarle.. mejor sepultura. En este cementerio encontrarás monjes y monjas, no mucho más.
¿Por qué tiene las cadenas nuevas?- cayó en algo- ¿se puede entrar?- preguntó como quien no quería la cosa, intentando que no se le notase las ligeras ansias por saber que había detrás.- un rey escocés..vaya, ¿como que primero fueron puestos sus restos aquí y no en su hogar?
La monja te miró circunspecta cuando preguntaste por las cadenas. Con tranquilidad te respondió acercándose a la entrada.
Las cadenas se rompieron oxidadas hace un par de años. explicó Cynthia, las cambiamos entonces. Luego te miró de soslayo. Me temo que no puede ser, nadie puede entrar en la cripta de San Columba, lo lamento. bajó la cabeza.
Cuando mencionaste lo de los monarcas, ella respondió con naturalidad.
No sé mucho de historia, señorita Mengel. Pero por lo que sé.. la abadía de Iona fue muy importante hace siglos. Recuerde que la conversión a la Fe de Cristo de Escocia empezó aquí. sonrió levemente, moviendo la cabeza atenta a tus reacciones.
Tirada oculta
Motivo: Psicología
Tirada: 1d100
Dificultad: 55-
Resultado: 90 (Fracaso)
Se quedaba sin ideas, y las que tenía en mente no creía ella que fuesen muy agradables de hablar, así que, tiró el último cartucho disponible- me han informado de que hay un perro suelto al parecer, anoche lo escuché ladrar, ¿cree que será peligroso?- preguntó con ingenuidad
La mujer palideció claramente cuando preguntaste por el perro, fue un instante, pero tan claramente que ni la lluvia ni la cofia pudieron ocultar que la pregunta la había tomado por sorpresa.
No, no es peligroso. respondió apresurada. Los perros no atacan a las personas, pero no hay ningún perro. Los hombres del pueblo no lo han encontrado, serán.. imaginaciones de la tormenta. añadió algo tensa.
Te miró con severidad, con unos segundos que parecieron eternos, y bufó.
Será mejor que salga del cementerio, señorita Mengel. No es buena idea que esté sola en un lugar.. que no conoce. a pesar de que ni sonaba ni parecía pretender sonar como amenaza, la monja se mostró especialmente recelosa contigo.
Tirada oculta
Motivo: Psicologia
Tirada: 1d100
Dificultad: 55-
Resultado: 44 (Exito)
Adama no parecía muy convencida con la respuesta de la mujer, pero cuando está se puso a la defensiva solo pudo disculparse y asentir- lamento mucho esto, costumbres distintas- sonrió levemente avergonzada y salió del cementerio, volviendose al pasar el linde del terreno santo para ver que hacía la hermana.
La monja se quedó en pie mientras veía que te marchabas, ella tardó un poco más, pero sin hacer nada en especial regresó hacia la abadía uniéndose a ti en el camino, pero en silencio.
Si no les molesta cogeré mi ropa que puede que ya esté seca de la habitación, no quiero molestarlas más así que le he pedido al amable señor O´Connel si podría quedarme en el pueblo, ya que también está mas cerca el teléfono por si surgiese algún problema. ¿hay algo que pueda hacer por la ayuda que me han prestado? Soy buena escritora quizás necesiten de alguien que les rehaga algún documento o que les trascriba alguno si fuese necesario, y aunque no lo parezca se no se me da mal arreglar cosas que sean mecánicas - dudó en seguir hablando pero sentía que ese silencio le incomodaba sobremanera- La hermana Alice parece sin duda una buena muchacha, pero no la he escuchado hablar mucho, ¿quizás es reservada? Espero no haber hecho nada que le haya molestado y por eso no me hable- pregunta con un hilo de voz a la hermana Cynthia
La monja parecía haber cambiado un tanto de actitud después del último intercambio de palabras, parecía más seria y fría, pero te acompañaba con toda dignidad.
No nos debe nada, señorita Mengel. Hicimos lo que debíamos como buenas siervas de Cristo. respondió parca en detalles. Ignoró tu oferta de transcripción, pero cuando hablaste de la hermana Alice, notaste en Cynthia algo más virulento. Estoy segura de que no le gustan los forasteros, eso es todo.
No te hacía falta ser un lince para saber que no parecía conforme de hablar de más sobre ese asunto o cualquiera. Llegasteis a la entrada del convento, abrió y te invitó a entrar.
Sus cosas están en su celda, puede ir a buscarlas. dijo quedándose junto a la entrada.
Ante la negativa de la hermana, no sin razón decidió no hablar más con ella. - Claro, tardaré poco, no se preocupe- entró en el convento esperando a que la hermana entrase también detrás. No sabía si se podía mover sola o si necesitaba que alguien le acompañase. Desde luego, al menos la Hermana Cynthia no parecía muy habladora con ella. Tampoco le extrañaba, seguramente alguna de sus preguntas hubiesen sido extrañas.
La actitud de la hermana Cynthia te indujo a pensar que podías dirigirte a la celda donde habías pernoctado esa noche. El convento estaba silencioso, tan silencioso como podía estar ante el permanente sonido de la lluvia cayendo, no veías ninguna de las hermanas presentes.
El claustro no era muy grande, con distintas puertas que, no tenías dudas, habían sido cambiadas por otras nuevas con el tiempo. Reconociste la entrada al comedor, el ala de las celdas, la de un almacén y otra que llevaba al viejo scriptorium de la abadía. Sabías que lo era por el mero detalle que estaba señalizado, pues a unos pasos se encontraba la celda que había hecho de tu dormitorio
Hay alguna puerta abierta?