Partida Rol por web

Aunque sabía que probablemente su presencia no fuera de gran ayuda, Ingemar hizo acopio del coraje que su sangre nórdica le proporcionaba y se aproximó a Mike para intentar ver hacia quién había disparado ya dos veces. Tal vez, solo tal vez, se tratase de alguna fiera que habitaba la isla, y no a una persona. Y si ese fuera el caso, la bióloga podría ayudar de alguna forma.

Jazzlyn parpadeó varias veces, abrumada por las preguntas que el anticuario le acababa de formular, sin saber muy bien qué responder. Por un lado estaba la posibilidad de salir al exterior pero, ¿hacia dónde irían sin conocer nada sobre aquel islote?. Estaba oscuro y llovía, y quién sabe con qué animales salvajes podrían encontrarse durante su deambular. Por otro lado, podían quedarse en aquella habitación, y esperar a ver qué ocurría. Si el agente de la ley no conseguía acabar con su atacante, estaba claro que serían ellos los siguientes en tener que enfrentarse a él. Lo que aconteciese después nadie podía saberlo. Pero existía también una última opción, plantarle cara entre todos. Ella no era ninguna combatiente, y lo más probable es que estorbase más que otra cosa, pero entre los cuatro quizá tuviesen una oportunidad.

- No quiero que la posible muerte de Ingemar y Mike caiga sobre mi conciencia el resto de mi vida, suponiendo que consiga salir con vida de aquí, por haberme quedado esperando a ver qué ocurría - dijo, susurrando, temiendo que el hecho de hablar más alto pudiese atraer atenciones no deseadas - Somos cuatro, y quizá, si nos enfrentamos todos a él, consigamos vencer - La artista parecía decir estas palabras más como un intento de autoconvencerse que como una explicación para su acompañante - Podemos aprovechar que está distraído, e intentar atacarle entre los dos por la espalda -

- Cierre la ventana.- Dijo Frederik, siniestro, con el mismo volumen que ella había usado, a Jazzlyn. Había dicho justo lo que su conciencia le pedía peor lo que su falta coraje quería evitar a toda costa.

No sabía cómo saldría aquello, posiblemente fatal, peor comentaba a hacerse a la idea de que aquella isla fuese su última morada, porque no veía muchas más luces en el horizonte al que los más afortunados llamaban fututo.

Tras esto trató de ver si sería capaz de girar o empujar el armario para poder volver a conseguir un espacio en el que pudieen volver a abrir la lámina de la puerta.

Jazzlyn, siguiendo las órdenes que el anticuario le había dado en un siniestro susurro, cerró silenciosamente la venta. No quería realizar ningún tipo de ruido que pudiese llamar la atención de su agresor. Si querían poder atacarle por sorpresa, era mejor que éste se olvidase por completo de que existían.

Después, caminando de la forma más lenta y silenciosa posible, se dirigió hacia donde se encontraba Frederik. Éste estaba intentando volver a mover el armario que, segundos antes, había impedido que la puerta se abriese, salvándoles la vida.

- Mejor si lo hacemos entre los dos - dijo, susurrando, mientras una medio sonrisa se dibujaba en sus labios.

Dentro de aquella casa, bajo aquel faro, la situación era cada vez más siniestra.

En el dormitorio la extraña pareja se afanaba en mover de nuevo el armario para poder salir e intervenir, algo había hecho que aceptasen que sus destinos, los de todos ellos, habían quedado ligados para siempre en cierta manera y no podían dejar a sus compañeros a su suerte.

No les resultaba fácil, pero con algo de tiempo podrían moverlo lo suficiente para salir por la puerta.

En la escalera la situación se complicaba, Mike había perdido su ventaja, ahora tenía que disparar a través de una escalera de caracol estrecha, y sobre él ya no quedaba mucho espacio, quedarían uno o dos disparos más antes de verse acorralado, pero aún quedaba la trampilla al piso superior, una ultima oportunidad si no conseguía abatirlo.

Ingemar había bajado unos escalones, entonces lo vio, no podía describirlo ni apenas entenderlo, no podía creerlo, salvo porque estaba allí subiendo hacía ellos. Pero, aunque el ser fuera una aberración para la ciencia, encontró lo que buscaba, puntos débiles, comparó lo que veía con todo lo que conocía y estuvo completamente segura, los ojos y el abdomen, eran las únicas zonas blandas de aquel ser que parecía acorazado en el resto de su cuerpo.

Y lo grito tan alto para asegurarse de que Mike la oyese, que todos en el faro pudieron oírlo,

 —dispara a los ojos o al abdomen Mike….

Jamás lo olvidaría, una figura homínida, erguida sobre sus repugnantes piernas, fornidas, retorcidas como ancas de rana y pies palmeados, pero con garras, la cabeza y el cuerpo eran similares a los de un rape. Tenía aletas espinosas y alargadas, brazos musculosos y manos con tres garras afiladas y una cola en forma de aleta rozaba el suelo.

Puedes ver claramente que el abdomen es más bllando, parece latir y palpitar. Ademas de eso los ojos deberían ser un punto crític, y son enormes.

La voz de un ángel pareció hablar al agente y le dijo que dispara al abdomen o los ojos de aquel demonio. Mike intentó disparar a los ojos de la criatura para desestabilizarla y hacer que se cayera por las escaleras, pero no había manera de encontrar un buen punto donde apuntar bien. Mientras se ponía nervioso y erraba otro tiro, decidió seguir subiendo y ganar distancia entre el ser y él. Quizás encontraría una posición de disparo mejor o su muerte. Le daba igual, lo importante era salvar a los demás.

En ese momento, se cruzó con Ingemar, a quien esperaba escondida. ¿Esa voz era la suya?

- Ingemar -le dijo sorprendido mientras detenía sus pasos-, ¿qué hace aún aquí? ¡Escóndase! ¿No ha visto a esa cosa? -Mike señala con la pistola a su persecutor-. ¡Corra, yo lo distraeré!

Maldita sea mi estampa. Ahora no puedo reducir la distancia, tengo que asegurarme de que Ingemar esté a salvo primero. El agente insta a la joven a seguir subiendo y buscar refugio o cobertura en la zona de las cajas junto a la radio. Quiere atraer a esa cosa hasta la trampilla, para poder salir en lo alto del faro.

Ingemar no podía hacer otra cosa que observarlo. Sí, su instinto de supervivencia la llevaba primero a ver sus puntos débiles, y fue ese instinto el que le hizo advertirle a Mike:

 —dispara a los ojos o al abdomen Mike….

Pero había algo más... algo en su mente, en su atención científica quizá, la ponía nerviosa pero a la vez curiosa. ¿Qué era eso? Animal, persona, o algo diferente... una línea nueva en la evolución, un horror para los parámetros previos pero... solo quizá... una maravilla de la vida que esperaba ser estudiada y mostrada al mundo.

Algo no andaba bien en la mente de Ingemar, o quizá todo se estaba acomodando. Había tomado una decisión: quería el cuerpo de la criatura para estudiarlo. Esto puede ser mi salto definitivo...

Mike la empujaba con sus palabras, cuerpo e ímpetu, a subir. No era tonta, se daba cuenta de que ese ser podía hacerles un gran daño si los alcanzaba. Así que fue retrocediendo de acuerdo a las indicaciones de Mike. 

-Sí... retrocedo Mike pero ten cuidado, solo dispárale allí... ¡no lo dejes desfigurado!

Una parte de la mente de Ingemar, la más instintiva o quizá la más racional, escuchaba sus palabras y no daba crédito a ellas. Pero la científica que era (o, quizá, la voz de la locura que rozaba su alma) la impulsaba a eso.

Frederik y Jazzlyn terminaron de desplazar una vez más el armario, una vez que ella volvió a cerrar la ventana. Él no habría sido capaz de dar la espalda a esa abertura tras saber que no estaban solos allí y haber visto aquella extraña acuarela.

Cuando consiguió abrir la puerta lo suficiente como para poder salir, echó mano del cuchillo que Mike le había entregado en la cocina, que, desde su entrada en el dormitorio, había reposado sobre una de las camas.

Vio como su compañera así una botella de alcohol, su arma electa. O tal vez podría emplearla como elemento distractor.

Sin dejar que el miedo pensase por él, ya que entonces ni habría abierto la puerta, el anticuario salió al pasillo, tratando de no hacer ruido y comprobando si la puerta principal del edificio estaba cerrada.

Se encaminó hacia la cocina, esperando poder ocultarse en ella mientras evaluaba la situación.

Frederik llegó hasta la cocina seguido de Brooks, y consiguieron ocultarse antes de que la bestia los viera, pero ellos si pudieron ver el horror que acechaba a sus compañeros y ya casi les acorralaba.

Igual que Ingemar y Mike antes, vieron una figura homínida, erguida sobre sus repugnantes piernas, fornidas, retorcidas como ancas de rana y pies palmeados, pero con garras, la cabeza y el cuerpo eran similares a los de un rape. Tenía aletas espinosas y alargadas, brazos musculosos y manos con tres garras afiladas y una cola en forma de aleta rozaba el suelo.

Ya habían comprobado su fuerza y resistencia. La puerta de la cocina, estaba descolgada, golpeada y arañada, por allí había entrado.

Sobre la escalera, un vistazo permitió a Mike comprobar que no había escondite posible en un espacio tan pequeño, la única salida era encerrarse en el piso superior y bloquear desde arriba la trampilla si eso era posible.

Mientras tanto, los sonidos en el pasillo habían hecho dudar por un momento a la bestia, lo justo para permitir un último disparo a Mike, ante se e que se le echara encima, y si hacía ese disparo, realmente tendría que darse prisa en ponerse a salvo.

Mike insiste en proteger a Ingemar a cualquier precio, así que espera a que la joven bióloga suba y busque una buena posición desde la que defenderse. Espera a que el ser marino se aproxime, apunta a sus ojos y dispara de nuevo. Otro tiro fallido, otra bala perdida en la oscuridad. Aquella criatura parecía estar riéndose de él a medida que fallaba disparos. Michael maldijo su mala suerte y se quedó esperando a que Ingemar se marchara, con una postura preparada para salir corriendo y ganar distancia en lo que el pez humanoide se aproximaba a él. Confiaba en que tanto disparo lo distrajera e hiciera que tardara más en llegar...

La situación era horrible. Aunque Mike disparaba una y otra vez, el ser no retrocedía ni resultaba herido. Claramente, sería necesario algo más que un simple revólver.

En cuanto a Ingemar, le preocupó el estado del piso superior, pero no había otra escapatoria. Comenzó a subir mientras Mike lanzaba su último disparo, atenta a cada paso, midiendo su agitación para sobrevivir. Una vez llegara arriba, había dos cosas por hacer: buscar algo para tapar la trampilla y estar alerta al ingreso de Mike. Se debatió: ¿debía esperarlo para ayudarle a subir? Era lo mínimo que podía hacer después de la cobertura que el hombre le había dado.

Cuando estuvo arriba, dispuso la herramienta a su lado. Su plan era básico: una vez Mike estuviera arriba, dejaría caer la herramienta en la cara del ser, esperando que eso, por lo menos, les diera tiempo a bloquear la trampilla.

Jazzlyn avanzó por el pasillo, detrás del anticuario, hasta llegar a la cocina, asiendo la botella con tal fuerza que la mano derecha le había empezado a doler. Antes del salir del dormitorio, había rogado el no encontrarse, durante el corto trayecto que les separaba de su destino, cara a cara con su agresor, aunque no estaba claro si dicho ruego lo había realizado a alguno de los dioses de las religiones actualmente vigentes en el mundo, o si simplemente había sido una expresión en voz alta, fruto de sus deseos. A simple vista, la artista no parecía ser demasiado creyente.

Una vez se encontraron en la cocina, tanto ella como su acompañante fueron testigos del destrozo que aquel ser había realizado al entrar. Y ser era la palabra que mejor describía a la criatura que ambos habían visto. Una aberración, con forma de pez, que ascendía las escaleras y contra la que Mike disparaba una y otra vez.

Jazzlyn ahogó un grito situando la mano que tenía libre sobre su boca, mientras pensaba qué es lo que podía hacer. Entonces sus ojos se dirigieron de forma inconsciente hacia la botella que tenía agarrada. Se le había ocurrido una idea, quizá una lo suficientemente estúpida como para poner su vida en peligro.

Sigilosamente se dirigió hacia la puerta por la que acababa de entrar, y la abrió de la forma más silenciosa posible, tan solo lo necesario para poder meter la mano, y la botella, por el hueco que había creado. Una vez hecho esto, la hizo rodar por el pasillo, en dirección al dormitorio, con el fin de hacer que el ruido consiguiera distraer a la criatura. Después, volvió a meter rápidamente la mano hacia dentro, y cerró la puerta antes de que la criatura consiguiera girarse.

Tras deslizarse en la cocina, cerraron la puerta a nuestra espalda. No tenían un plan, pero está claro que no se podían quedar de brazos cruzados mientras escuchaban cómo aquello terminaba con sus compañeros, en vista de los aparentes problemas de Mike para dar cuenta de aquella criatura.

Frederik se tuvo que apoyar contra la pared una vez que se sintió más a salvo que en aquel pasillo por el que habían volado, más que caminar. La acuarela y su propia obsesión con ella le habían medio preparado para aquel posible encuentro, peor eso no quería decir que pudiese asumir la realidad de un engendro tal sin que su corazón se encogiese entre los nudillos de un puño cerrado.

Vio cómo su compañera volvía a abrir la puerta para tratar de hacer algo, solo esperaba que su plan saliese bien y pudiese volver al interior de la estancia sin ponerse en peligro. Mientras, él trataba de encontrar algún otro objeto con el que poder atacar o defenderse. Él disponía de un cuchillo, pero su compañera parecía haber dado cuenta del único objeto que tenía en la mano.

Jazzlyn Brooks había sacrificado su arma improvisada para darle a Mike unos segundos extras que podían ser vitales. La botella había rodado por el pasillo, casi hasta la puerta principal, lo suficiente como para distraer a la bestia que hostigaba a Mike e Ingemar.

Frederick aprovechaba para echar un ultimo vistazo, desesperado en busca de una solución a sus problemas, pero en la cocina no había nada más de utilidad y ahora estaban encerrados allí, y recordó que las botellas estaban en a la despensa, justo enfrente, había bastantes de Ron y Wiski, pensaba quizás prenderle fuego, en la cocina encontraría lo necesario pero el preciado licor estaba al otro lado de esa puerta.

Entonces, en lo alto del faro Mike e Ingemar pudieron ver como aquella cosa parecía husmear el ambiente, el ruido había captado su atención y después del ruido algo más. Bajó las escaleras a saltos, llego al pasillo y olió  través de la puerta de la cocina, miraba arriba hacia el faro y hacia la cocina, y de repente como si se sintiese rodeado busco con la mirada una salida y corrió por el pasillo, se lanzó contra la puerta principal , rompiéndola y saliendo como una pantera viscosa al exterior, desapareciendo casi al instante.

Dentro de la casa y el faro se hizo un silencio estremecedor, solo roto por el viento que entraba ahora por la puerta rota, aquella cosa había huido demostrando cierto tipo de inteligencia al sentirse en inferioridad, eso era un alivio inmediato, pero también un motivo de preocupación más profundo aun para nuestros aguerridos náufragos.

Entonces todos escucharon a Ingemar, había estado preparando la salida para Mike, pero el fuerte olor al abrir esa trampilla le había hecho retorceder, tambalearse y caer sobre las cajas.

Se miró las manos, estaban bañadas en sangre...

- Parece... Parece que ha huido.- Comentó Frederik a su compañera, pegando una vez más la oreja a la puerta para confirmar que aquellos jadeos que parecían ser la respiración de la criatura y sus ademanes destructores habían cesado de oírse en el pasillo.

Se arriesgó a abrir la puerta cuanto antes, comprobando que aquel horror no estaba a la vista y viendo el destrozo que había hecho en la puerta principal.

- Diablos. Eso pude ser un nuevo problema si necesitamos hacernos fuertes aquí.- Comentó haciendo referencia al estado de la puerta principal, o más bien la ausencia de la misma.

Seguía con la misma ida en mente, tener botellas con algo inflamable a mano parecía algo más que necesario en aquellas circunstancias. Buscó cerillas en la cocina y no dejó que aquella idea abandonase su cabeza.

- Tal vez... Tal vez necesitemos unas sábanas, podríamos improvisar algo con las botellas de alcohol si esas criaturas vuelven.- Carecía de monólogo interior por causa del pavor y la tensión reinante.

- Mike, Ingemar ¿Están ustedes bien?- Gritó por el hueco de la escalera.- Esa cosa se ha ido. Si están en la cristalera del faro y se encuentran bien, tal vez deban echar un vistazo para ver si detectan algún rastro de la fuga de esa cosa. - Yo no voy a subir. No queremos que esas cosas puedan acorralarnos ahí arriba, en caso de que haya más.

Mil preguntas se agolpaban en su cabeza, pero ahora tocaba ser práctico y salvar el pescuezo. Poco importan las respuestas si estás muerto.

Michael respiró aliviado. Notó los latidos acelerados de su corazón y guardó la pistola cuando escuchó a Frederik decir que la bestia se había ido. Se sentó en el suelo y comenzó a respirar suavemente mientras se masajeaba la sien con los dedos. Sigo vivo de milagro, bendita distracción... En ese momento, escuchó como Ingemar tambaleaba y se caía, los ojos le mostraron una visión borrosa, hasta que se centraron en la joven. Estaba asustada y sus manos cubiertas de sangre. El agente no se lo pensó dos veces, se acercó a ofrecerla apoyo moral y calmarla, pues ella había reaccionado bien a sus indicaciones mientras combatían al engendro marino.

- Ingemar, míreme -le dijo con rostro serio y voz firme-. Saldremos de esta, ¿me oye? Ha sido muy valiente antes ayudándome. No se asuste por un poco de sangre después de lo que hemos visto. 

Luego se acordó de que no había contestado al resto, y proyectó su voz escaleras abajo.

- Yo me encuentro bien -gritó al resto-, un poco acelerado, pero se me pasará. Ingemar parece estar conmocionada. Ha vuelto a encontrar sangre. Subo a comprobar el resto del faro, que alguien venga a ayudarla.

No era plato de buen gusto dejar a una joven en ese estado, pero el anticuario tenía razón al sugerir que alguien siguiera el rastro de la bestia. Mike hizo de tripas corazón, empujó la trampilla cubierta de sangre y se dirigió a ver qué horrores le esperaban en la cúspide de aquel siniestro faro. Total, ¿qué podría ser peor que un hombre pez?