Partida Rol por web

Alrik centró su atención en el rastrillo sobre la puerta sur.

—Muy normal no es... o al menos pocos rastrillos he visto puestos en puertas de interior, salvo que tengas algo importante que proteger. ¿Queréis que miremos primero por esa?

Se acercó con Bharnus a pasar con cuidado por encima del montículo.

—Vigilad dónde ponéis los pies, el rastrillo podría activarse con alguna placa de presión...

El rastrillo parecía ser, efectivamente, una medida de seguridad para impedir el acceso a la sala del sur. Por su disposición y habiendo visto las troneras desde fuera, seguramente era una sala de defensa. Alrik no vio ningún mecanismo que moviese el rastrillo así que seguramente se cerraría desde el interior de dicha sala o algún otro lugar.

-Bien, pues ya está decidido. Que esta sea.

Ethbel se aproximó a la puerta del rastrillo para abrirla.

Al acercarse, Ethbel pudo ver que en la puerta había dos pequeñas ranuras con un pasador de metal bloqueandolas. Seguramente servirían para asomarse o disparar desde la puerta pero, si había alguien dentro no estaban mirando por ellas. Con algo de esfuerzo abrió la puerta que por el desuso parecía no querer moverse.

En aquella habitación, casi trapezoidal, el muro mas largo poseía tres aspilleras que daban a la entrada de la mina. Varios muebles atacados por la podredumbre seca, una mesa, un banco y algunos barriles, estaban diseminados por la habitación, polvorientos y faltos de uso. Había un armero vacío en el muro oeste, que quizás contuvo en el pasado armas u otras herramientas. También pudo ver una pareja de palancas, una subida y la otra bajada, en el muro junto a la puerta. Aparte de aquello no parecía haber nada más de interés en aquella sala.

Bharnus entró con cuidado en la estancia y observó a su alrededor, suelo y techo incluidos. Esos seres habían salido del suelo, así que buscó grietas o agujeros sospechosos.

- para el rastrillo? -preguntó señalando las palancas, sin acercarse mucho

Ethbel se aproximó a los muebes y la mesa. Quizá había algún diario o documento que les aportase información de lo ocurrido aquí, aunque teniendo en cuenta el tiempo que había pasado, cualquier papiro era muy probable que se hubiese podrido.

—Lo más probable... —dijo observando las palancas que señalaba Bharnus— Yo no las tocaría por si acaso, el mecanismo podría estar dañado o funcionar mal por el tiempo en desuso, y no queremos quedarnos encerrados en esta habitación.

Un vistazo rápido a la habitación no le reveló nada interesante. Era lo que parecía, una simple habitación de guardia para proteger el bastión.

Todo indicaba que las palancas eran para el rastrilla y quizás la que estaba bajada para activar la trampa del techo. Sin embargo allí no había nada que pudiera ser de utilidad. Las armas debían haberselas llevado hace tiempo y el rastrillo no pararía a unas criaturas que salían de la piedra aunque en otros tiempos hubiera sido un buen sitio para defenderse de invasores orcos.

En efecto, aquella habitación parecía un punto muerto.

—¿Proseguimos por la otra puerta, entonces? —preguntó, junto a la puerta, esperando a sus compañeros para salir todos juntos.

La tortuga mecánica seguía esperándoles en el pasillo, al otro lado del montón de rocas.

Echando un último vistazo a la estancia, Bharnus se giró y enfiló el pasillo

- sí, no vaya a ser que salgan de debajo de las piedras nuestros amigos

-Adelante entonces-se limitó a decir Ethbel.

La enana volvió a salir por la puerta y se encaminó por el pasillo hacia el norte, para intentar abrir el otro portón que allí aguardaba.

Okkar abrió la puerta y comenzó a caminar seguido de sus compañeros. Se encontraban ahora en un largo pasillo, ancho, a los lados de la puerta estaban los restos de lo que parecían ser dos columnas antaño adornadas pero que habían quedado destrozadas por el tiempo. Algunos escombros y restos de ropas de cuero reposaban bajo el polvo. 

El pasillo se extendía hacia ambos lados. En la pared frente a ellos había dos puertas de madera cerradas situadas una en cada extremo del pasillo. En su mismo lado, frente a una de las puertas de la pared norte, había otra puerta también cerrada. Por suerte no parecía haber ningún enemigo aunque los cinco miraban a todas direcciones desconfiados.

-Creo que será mejor que no nos separemos-dijo el enano- ¿por donde quereis ir?-preguntó.

—¿Buscamos algo concreto, Okkar? ¿O estamos explorando sin más?

Alrik observó a ambos lados del pasillo.

—Las dos puertas tan próximas podrían ser un mal lugar si alguien ha preparado una emboscada, pero no tengo claro si los seres de piedra de antes tenían tanto raciocinio o simplemente estaban ahí.

Ethbel se mantuvo alejada de las columnas. No quería repetir lo sucedido en el hall. Lo cierto es que, por su aspecto, seguramente en estas no aguardarían enemigos, pero no quería comprobarlo.

-Yo voto por inspeccionar la puerta que da al sur. Si tenemos que registrarlo todo, prefiero descartar lo más cercano antes de adentrarnos más en la construcción.

- coincido contigo, Ethbel -dijo con un gruñido

Bharnus se encaminó por el lado Oeste del pasillo, hacia la puerta Sur. Cuando estuvo cerca de la puerta Noroeste, antes de pasar por delante, aminoró el paso y aguzó el oído por si notara algo. No quería que les salieran por la espalda.

Hilda no podía estar más de acuerdo con lo de no separarse. Fuesen a donde fuesen, sería juntos. 

-Ya que los seres de piedra surgen del suelo y las paredes, creo que ya no se puede hablar de lugares buenos y malos para emboscadas. Nos pueden emboscar como quieran donde quieran. Vamos por la puerta más cercana, sí, así nos aseguramos no dejar nada sin registrar. 

Martillo y escudo en mano, siguió al resto. 

La puerta se abrió con un sonoro crujido debido al estado de la madera. Era una sala amplia, alo largo de los muros de la habitación había colocadas numerosas literas de madera. El suelo estaba cubierto de ropa, tanto de hombre como de mujer, descompuesta y taquillas volcadas y hechas trizas, posiblemente el resultado de una búsqueda rápida y violenta. Cerca de la entrada había una mesa cuya superficie estaba manchada de sangre ya vieja. Al fondo de la habitación podían verse unas puertas dobles. Una fila de paneles de piedra y metal oxidado dividía en dos la habitación, dando cierta intimidad a cada uno de los lados. En el suelo yacían una docena de esqueletos sin orden algunos, con claros signos de una muerte violenta.

Aunque la estampa no era exactamente sorprendente en un asentamiento enano que sabían que había caído, no dejaba de ser impactante. Sus hermanos enanos habían sufrido y muerto allí, algunos en sus propias camas a juzgar por el estado de ropas y esqueletos. Todas las cosas estaban revueltas y rotas, aunque no exactamente como en un forcejeo, sino como cuando se busca algo. ¿Qué habían buscado con tanta urgencia antes de morir? ¿Llegaron a encontrarlo?

Hilda se acercó a los muertos y apuntó hacia abajo con el martillo, murmurando:

-Moradin, acoge a estas pobres almas en tu seno, llévalas a tu reino grandioso sin pena ni dolor. 

Había que ver si aquella sala podía proporcionarles alguna pista. 

-Registremos la zona. Alguien buscó algo con urgencia por aquí. 

Sin más, se puso a rebuscar por la sala, a ver si había algo de valor o algo que arrojase luz sobre lo que había ocurrido allí. 

Ante las palabras de Hilda a Moradin, el monje inclinó la cabeza con respeto. Tiempo atrás Bharnus hubiera actuado indiferente, no le interesaban esos temas. Pero, tras haber tenido la conversación con ella, había entendido esa relación de otra manera, un sentimiento genuino. 

Alerta a grietas y agujeros en el suelo y pared, se dirigió al fondo sureste de la sala para abrir la puerta doble.

Ethbel entornó los ojos con disgusto. Ya era triste recorrer estas salas solitarias, antes llenas de vida, como para encima encontrarse con este destrozo, signo de que alguien había mancillado el lugar. No había respeto ni para los muertos.

La enana recorrió la estancia tratando de prestar atención a los restos.