Partida Rol por web

Mierda, pensó. No era su intención llamar la atención de toda la taberna, tendría que cambiar de estrategia. Lia puso una amplia y siniestra sonrisa y empezó a andar, sabiendo que la estaban mirando.

 - Ya sabíamos que estuvo aquí... y ya sabíamos que alguien se acordaría... nada nuevo sobre el horizonte -pronunció cada palabra despacio. Con el dragón de oro en una mano asegurándose de que todos lo vieran, metió la otra mano en un bolsillo pequeño de la pernera- ¿cuánto vale una cerveza? -dijo en voz alta para que la oyeran desde la barra- ¿cuatro reales?

La elfa se acercó al parroquiano pelirrojo [*] que más prenda había soltado, sacó 4 reales de cobre y se los tendió frente a él en la mesa con una sonrisa.

 - R e c o r d a r   bien vale una cerveza, para este colaborador caballero la siguiente la invito yo -dijo con tono cantarín, marcando cada letra del verbo ''recordar'', e hizo una pausa.

Con un gesto grandilocuente y exagerado, alzó la moneda de oro y la miró como si la estuviera analizando.

 - Pero lo que quiero es encontrarlo; se llama Floon -dijo tras la pausa- ¿se fue solo o acompañado? ¿alguien lo seguía? ¿a dónde fue? -siguió jugueteando con la moneda, pero dejó de sonreír- no tenemos toda la noche -añadió finalmente con tono serio y cortante.

Rabi sonrió ante la actuación que estaba haciendo Lia. No conocía esa faceta, o tal vez no la recordaba. Pero estaba siendo útil. Por lo que se mantuvo al margen, observando por momentos a los parroquianos, y por momentos a sus compañeros... ¿cuándo traería las cervezas?

-Rogen... tráelas... tranquilo- le dijo al guerrero que se había quedado a mitad de camino con las cervezas en la mano.

Rogen se seguía debatiendo entre quedarse con Lav, acercarse a Lia con las cuatro jarras o volver a la mesa con Rabi. Finalmente optó por la última opción. Sobretodo porque el gnomo le hacia señales para que se acercara, así que preferirió seguirle la corriente y cuando se sentó le preguntó en voz baja.

¿Te has fijado en Lia? Puede salir muy bien o muy mal esto. Habrá que estar preparado.

Entonces se fijó en el gato que había debajo de la mesa. Apunto estuvo de pegarle una patada creyendo que se trataba de algún "habitual" del tugurio pero luego se dio cuenta de que estaba demasiado limpio y a Rabi no le molestaba que se frotase en su pierna.

¿Sabes que tienes un gato a los pies?

El hombre de la barba pelirroja, que parecía más listo que su amigo, tomó la iniciativa ante la elfa.

—Si que tienes ganas de encontrarlo, sí—dijo saboreando las palabras—. Bueno, no veo por qué todos no podemos salir ganando con esto. Mira vamos a dejarlo de esta manera, dame tres dragones, dale otros tres aquí a mi compadre e invita a todos a unas cuantas rondas y te diré todo lo que quieres.

El tabernero había mirado a Lav con el ceño fruncido a su intento de soborno guión amenaza. La verdad es que no le había quedado muy intimidante al Capellán del Mar. Y eso teniendo en cuenta que no solía salir muy bien amenazar a los taberneros. Sus clientes habituales fácilmente podían ponerse de su parte, a nadie le gustaba cambiar su bar habitual. Sólo los jefes criminales conseguían ser realmente efectivos en esas cosas.

Por suerte para todos, la propuesta del parroquiano sobre cómo repartir los pagos e invitar a unas cuantas rondas volvió a distraer su atención. Estaba claro que prestarle atención a la elfa iba a resultarle más beneficioso.

El otro parroquiano no estaba muy conforme con su amigo.

—¿Tres dragones? ¡Mírala! ¡Está desesperada! ¡Cinco para cada uno! 

Su compañero negó con la cabeza.

—Por eso te dejó tu mujer, idiota—gruñó—. Siempre abarcas más de lo que puedes. Tres para cada uno y las rondas¹. Es una buena oferta.

En resumen, sería descontarse siete piezas de oro.

—Hay que reconocer que Lía los tiene bien puestos—murmuró Ax mientras cogía una de las jarras—. La clientela no parece muy chunga. Más bien parecen pobres diablos que otra cosa. Pero Rog tiene razón. Preparáos para lo que puede pasar.

Rabi recibió la jarra con sincera sed, y tomó un sorbo. Hizo una leve mueca de disgusto, e inmediatamente miró hacia el tabernero. No lo había visto, y no lo haría por un buen rato, ya que estaba obnubilado con la elfa dadora de dragones.

Pero las palabras de Rogen hicieron que palideciera de pronto y comenzara a tirar patadas por debajo de la mesa.

-¡Bigotes!- exclamó asustado mientras un gato atigrado salía disparado de esa mesa... y un pequeño ratón emergía de la manga derecha del gnomo y olisqueaba el lugar.

-¡Me asustaste!- le dijo al ratoncito acariciándole la cabeza -Te salvó Rogen, así que habrá que agradecerle- dijo mirando al hombre que miraba la situación con ojos como platos -Gracias, Rogen- y le sonrió realmente aliviado.

El guerrero podría ahora recordar que siempre el gnomo iba acompañado de algún ratón, siempre llamado Bigotes.

-No creo que sean un problema, aunque se han puesto exigentes...- agregó al comentario de Ax, como si estuvieran comentando los juegos del circo.

Lo que hizo a continuación Lia, a ojos de un borracho, debía de parecer magia de desaparición avanzada. En el tiempo que le costó parpadear al parroquiano del sombrero, la elfa se había colocado a su lado y clavaba una daga en la mesa. *clin, clin, clin* Tres monedas de oro cayeron justo al lado de la hoja, que seguía clavada en la madera.

 - ¿Desesperada? De momento no -dijo la elfa detrás de su oreja- esta daga me costó tres dragones, me pregunto: ¿tu información vale tanto como esa daga?

Se separó despacio del tipo del sombrero, arrancó la daga de la mesa para guardarla y se dirigió con paso tranquilo hacia el pelirrojo. Sonrió.

 - ¿estamos negociando, no? ahí tenéis 3 dragones. Dadme la información primero, y os daré el resto -añadió con expresión tranquila y honestidad en la mirada- ni falto a mi palabra, ni olvido a quien lo hace.

Lav había dejado la conversación a medias con el tabernero y estaba como todo el mundo viendo el espectáculo.

Acerco su mano a la pieza de plata y miro al tabernero.

- Otra vez será, El buen capellán soporta la tormenta que no puede evitar y evita la tormenta que no puede capear. Mis preguntas eran sencillas, para tener respuestas sencillas. Ahora…..... que Altair os bendiga.-

Y se alejo de la barra mientras Lia ofrecía dagas por dragones. Se sentó junto a Ax de espaldas a su mesa viendo lo que pasaba.

- ¡Pues ahí vamos!.- susurro al tiempo que sorbía de nuevo la cerveza, y arrugando la nariz, porque eran sin duda la peor que había tomado en el ultimo año.

Rogen ni había probado la cerveza. Estaba demasiado ocupado tratando de fijarse si alguien intentaba hacer algo a Lia. Y por las reacciones de todos hacia bien. Susurró para que sus compañeros le escuchasen.

Creo que si lo que está intentando Lia no funciona podríamos ir a hablar directamente con el pelirrojo. Supongo que sólo estará intentando sacar algo de dinero y bebida. Pero a lo mejor sabe algo realmente.
De hecho por mí iría a increparle ahora mismo. Podemos amenazarle para que hable si tanto sabe. No creo que nadie de aquí nos plante cara. Pero yo no soy muy bueno en eso. Además, es el espectáculo de ella.

Eso último lo dijo señalando a la elfa.

Ninguno de los parroquianos pareció impresionado por el numerito de la daga. Aunque el hombre del sombrero, el tal Ruud, se apuró en recoger los tres dragones.

—Después de que se marchara el tipo del gorro, tu amigo se quedó bebiendo algo más e hizo otro amigo—dijo con total tranquilidad—. Quizás te suene el nombre Renaer Noitmeer. Noitmeer, ya sabes. El hijo de Dagult Noitmeer.

Dagult Noitmeer fue el penúltimo Gran Señor de Aguasfrías.  Fue depuesto de su cargo en la Capital de Mercatia después de ser acusado de desviar fondos de la ciudad hacia Aguascálidas. Las acusaciones se demostraron falsas, pero a lo largo del proceso judicial se evidenció una dejadez en sus funciones hacia Aguasfrías en favor de su ciudad hermana. El escándalo acabó resolviéndose con Trizo Buscasol convirtiéndose en el nuevo Gran Señor y con Dagult mudándose hacia Aguascálidas, donde tomaría el papel de Lord Protector.

—De la misma calaña de su padre, no sé por qué lo dejaste entrar Nicolash—se quejó el amigote en voz alta—. Otro noble mimado y ricachón encantado de venir a pavonearse en nuestras narices. No se podían quedar en sus distritos, ¿no? ¡Tienen que venir a nuestra casa!

El otro cliente ignoró las quejas de su compañero.

—Después de unas cuantas rondas y manos a la Apuesta de los Tres Dragones, el guaperas que te debe dinero se acabó cogiendo una buena cogorza. Renaer salió con él acompañándolo y poco después lo hicieron otros clientes. Si quieres mi opinión, fue bastante descarado. Seguro que fueron a por ellos.

El tipo paró en su historia y se giró al tabernero.

—¡Ponte ya a servir rondas para todos!—tras su anuncio recibido con alegría por los parroquianos, volvió a hablar con la elfa—. Ya tienes tu historia.

Rabi se enderezó en su asiento, ya que estaban apareciendo nombres que tenían peso. Peso político, económico... gente importante, muy lejano a ellos. Quería hacer algunas preguntas, pero hasta ahora Lía lo estaba manejando muy bien a todo. No quería interferir, pero deseaba realmente que preguntara por la dirección o descripción de quienes habían estado.

- ¡Vaya!.-

La cosa no pintaba bien, aquel lugar ya era malo de por sí, pero un noble, y no uno cualquiera, el maldito hijo del ex gobernante. No hacía falta ser muy listo para sumar dos y dos, y darse cuenta de que o bien tenia dinero como nubes hay en el mar, o alguien pagaría gustoso por recuperar algo suyo.

- La cosa parece clara, un robo que se torció. El viento sopla hacía afuera de la taberna, pero, sin saber quienes eran los maleantes, o saber en que rumbo fueron, estamos con el navío a punto, pero si timonel.-

Dijo rascándose tras la oreja derecha, y luego encogiéndose de hombros, volvió la mirada a Rabi, Rogen y Ax.

- No es la mejor información. Pero menos es nada, supongo.-

Lia se acercó a la barra y dio el dinero de la ronda al tabernero.

 - Para los caballeros, de parte de Luna. Me ha gustado este sitio.

Volvió hacia el pelirrojo y le tendió los 3 dragones.

 - ¿Algo que me puedas decir de esos tipos que les siguieron? -dijo con seriedad e hizo una breve pausa- Cuando me encuentro con ''buenos comerciantes'' que poseen ''buenos productos'', siempre repito. Hay que tener amigos hasta en el infierno, ¿verdad? Seguro que algo más me puedes decir.

Echó una mirada al del sombrero y la regresó al pelirrojo.

 - Si encontramos a Floon, la próxima vez que venga invitaré a otra ronda con gusto, y unas manos a la Apuesta de los Tres Dragones para comprobar de qué pasta estáis hechos por estos lares -añadió con la misma sonrisa que un niño que intenta picar a otro.

El nombre de Dagult Noitmeer era bien conocido, aunque Rogen no sabía que tuviese descendencia. No obstante parecía bastante claro lo que había sucedido, y el guerrero había llegado a la misma conclusión que sus compañeros.

-Mala cosa. Tenemos una pista, sí. Pero que se esfuma en cuanto sale de la taberna. Sin una descripción de los tipos, o algún nombre, van a ser dificiles de encontrar. A menos que sean habituales de estos lares y vuelvan esta noche. Aunque sería una gran suerte, dudo mucho que suceda.-

Rogen seguía dejando, al igual que los demás, llevar la voz cantante en el asunto. Y aunque cuando le entregó el dinero al tabernero usó el nombre de Luna, el guerrero simplemente pensó que no quería dar su verdadero nombre.

El parroquiano tomó satisfecho las monedas. Era un buen pellizco caído del cielo y hacía bien en estar contento. La cosa podía haber tenido un camino diferente si los aventureros hubieran optado por la violencia.

—Esos tipos que siguieron a tu amigo no han vuelto desde esa noche. Frecuentan un almacén en la calle del Cirio—añadió mientras en la taberna reinaba el jolgorio y las jarras de cerveza se iban sirviendo en la mesa una detrás de otra—. Buscad el que tiene tres dagas clavadas en el cartel.

Entonces su compadre llegó con dos jarras y con una amplia sonrisa, cogió una de ellas y le dio un buen trago. Sí, si que tenía motivos para estar contento.