Partida Rol por web

¡Hablas demasiado! Está claro que no Telorum no te enviaría para guardar mi hogar -respondió el espectro con frialdad-. Yo soy Bellethiel, y esta fortaleza es mi casa. Siglos atrás esta isla era más grande y este palacio albergaba innumerables salas y corredores. Ahora es sólo una parte de lo que fue. Telorum envió a un súbdito para capturar el saber de mi biblioteca, pero yo le confronté con mi magia y ello provocó el hundimiento de la isla y todo mi pasado. ¿Tus compañeras de viaje son simples doncellas o tienen algún don más que tú? -en realidad, Bellethiel hablaba con desdén, como si fuera un espectro con agria personalidad-. Si es así aún no sabéis al peligro que os enfrentáis...

Mientras Margot trataba de escudriñar todo aquel lugar con la mirada, Tyrael abrió diversos tomos húmedos y polvorientos. Sus páginas se caían nada más abrirlos, y las pocas que permanecían aún cosidas en el libro guardaban un extraño lenguaje. Estaba claro que era élfico, pero tal vez una versió más antigua de su propio idioma. La mujer logró desentrañar algunas palabras, pero lo poco que pudo deducir fue que se trataba de una biblioteca de libros de ungüentos, pociones, historias y dibujos y lineagramas de genealogías perdidas en el tiempo... Tal vez nada que aprovechar. Finalmente, tras unos instantes y segundos de incertidumbre, Margot se percató de que allí... no había nadie, ni tampoco peligro alguno más allá de los ácaros del polvo, y alguna que otra telarañana tejida sobre libros, baldas y esquinas.

Margot estornudó y se llevó la mano al cuello, donde se levantó un pañuelo hasta la altura de la nariz. No iba a dejar que el polvo le atenazara si llegaban a ser visitados por otro anfitrión indeseable. Leyó unos cuantos libros y los arrojó al suelo, nada de esto le serviría si llegaba a mostrárselo a sus empleadores. Tal vez le hacía falta seguir investigando.

—A mí me parece que esto es más un archivero que una biblioteca. La única razón por la que no vemos pergaminos o páginas desperdigadas es porque seguro las aguas se ocuparon de consumirlas.

Bajo su pañuelo contorsionó los labios. ¿Qué secretos ocultaba Bellethiel en este paraje solitario? La pregunta volaba sobre su cabeza como una rechoncha mosca.

—Vamos. Con un poco de suerte habrá una puerta que nos lleve a un sitio más comprensible —dijo mientras que dejaba la espada reposando sobre su hombro—. Aquí no hay más que libros viejos y polvo.

Benito pon cara pensativa....continua pensando.....sin parar de pensar.... mujer si que tienen unos dones considerables....sonrie

—Estoy de acuerdo. Deberíamos seguir inspeccionando el lugar. Dudo que encontremos nada de utilidad rebuscando entre estos libros viejos,la verdad. De hecho, uno parecía tratar sobre ungüentos y cosas por el estilo. Si no tienen que ver con venenos que puedan hacer mi trabajo más eficiente, no me interesan.

Tyra seguía tratando de distraerse de los nervios que la atenazaban. Había desenvainado su daga al tiempo que iluminaba la estancia con la antorcha. No le gustaba encargarse de alumbrar, esa es tarea de aventureros débiles o ataviados con armadura, no para una saqueadora que necesita pasar desapercibida.

El espectro de Bellethiel se te quedó mirando un instante.

No merecéis morir ahora, aquí encerrado, más bien, no merece mi hogar ser custodiado por el siervo de Telorum... Ahora marcharás con vuestras afines, y tu nueva empresa será expulsar de este hogar al infame ocupante... -entonces el espectro comenzó a mover sus manos y brazos, y lo acompañaba recitando una palabras élficas con una voz resonante y muy grave ¡Ethelon Airendi! ¡Ekséleron! -decía-. Entonces su cuerpo comenzó a brillar, al igual que el tuyo, y rápidamente comenzaste a evaporarte, y sentías tus manos y piernas y tronco desvancerse, pero sin dolor alguno. Acto seguido ya no estabas.

Tyra y Margot estaban entre libros. Libros aquí y allá, volúmenes destintados y ahora aparatosamente descolocados o destruidos. Telarañas campando entre sus lomos, y baldas de las estanterías pastoreando aquel desastre, de lo que antaño había sido, seguramente, una gran biblioteca. Mientras ambas decidían dar ya el paso siguiente (aunque Tyra abogaba por revisar todo un poco mejor), vieron aparecer delante de sí un inesperado humo, saliendo de ninguna parte. Allí, entre las bocanadas del mismo, apareció de la manera más repentina posible Benito. Éste ahora miraba a sus compañeras y una extraña biblioteca destartalada por todos lados...

Tyra siguió rebuscando en la sala. Quería darle una última oportunidad antes de continuar explorando el lugar, pues sabía que un aventurero insistente siempre termina encontrando algo interesante hasta por accidente.

Y justo cuando vio algo que atrajo su mirada (y sus dedos), sintió una explosión de humo a su espalda y a Margot con cara de estupefacción: Benito acababa de "materializarse en la sala".

—P-pero… ¿Tú de dónde diablos sales? —exclamó con una mezcla de alivio y sorpresa.

saludos compañeras, acabo de tener una agradable charla con Bellethiel, tiene un caracter algo frio y transparente pero me ha dicho un par de cosas interesantes, la primera es que no nos quiere matar, pero que quiere que matemos a un siervo de Telorum, un enemigo suyo que vaga por estos lares anteriormente suyos y los corrompe, y por ultimo que teneis que ser mas "serviciales" conmigo. 

Esto, o estoy muerto, soy un fantasma y os vengo a dar el coñazo hasta el resto de la eternidad.

Aspa las manos para sacar el resto de humo que pudiera quedar.

Margot intentaba descifrar un interesante libro acerca de evocación sosteniéndolo desde la tapa en forma vertical. Estaba a punto de llegar al capitulo de los glifos primordiales cuando una explosión de humo le hizo soltar el tomo para empuñar la espada con los ojos abiertos como platos. ¿Es que no bastaba con los guardianes de piedra? ¿También habían bombas invisibles a su alrededor?

Su duda se resolvió segundos después cuando el hechicero que había caído al vacío hace unos minutos apareció una vez el humo se había disipado. Por razones que solo ella conocía, no bajo ni un centímetro el filo de su arma.

Solo bastó con el ácido humor de su compañero para que se diera cuenta de que no se trataba de una ilusión. No terminaba de decidir si aquello era algo bueno o no.

—Un exorcista no me saldrá caro una vez halla vuelto de esta expedición, Benito. Así que si eres un fantasma más te vale ser de los que no me desordenan la platería.

Bajo finalmente la espada y la envainó. Se movió un mechón de cabello que se atravesaba en su frente para continuar hablando.

—¿Qué estaría haciendo Bellethiel en el fondo de un foso oscuro? ¿Había algo más allí abajo? Aquí no hemos hallado más que libros viejos y polvo... Te nos has adelantado bastante en la investigación, hay que arrojarte al vacío más seguido —sonrió de lado y señaló el fondo de la sala—. Seguramente encontraremos a ese tal Telorum si nos adentramos más en las galerías... ¿Te ha dado más detalles acerca de él, o eso?

Una vez apareció Benito con su característico humor, hablando algo sobre Bellethiel y otras tantas cosas no muy esperanzadoras, Margot comenzó a interrogarle una vez se recompuso del pequeño susto por la aparición de éste. Mientras tanto, Tyrael comenzó a rebuscar un poco entre la biblioteca, entre los libros malogrados aquí y allá. Sobre una de las baldas de las altas estanterías, pareció que un objeto sobresalía de esta, por encima de su cabeza, casi desplomándose al suelo. Tras saltar y tomar el objeto, entre sus manos vio que se trataba de un medallón con una joya rojiza y semiesférica engarzada en un reborde plateado, el cual tenía bonitas ornamentaciones. Una cadena lo asía desde un aro en su parte posterior.

Tyrael examinó el medallón enarcando una ceja. Era una joya interesante, pero no era de buen agüero encontrar joyas interesantes en la torre (o, en este caso, biblioteca de un mago). Miró de reojo a Camelos, quien, sin saberlo, había llegado en el momento oportuno.

—Bueno, ya que parece que has hecho buenas migas con nuestro anfitrión, tal vez no te importe examinar este medallón. Acabo de encontrarlo en una de las estanterías. Si no está maldito ni nada por el estilo, me lo pido.

Reviso el collar intentando entender runas, algun significado o incluso pudiendo ser magico.

hmmmm dice mientras se mira el collar lentamente y lo hace girar alrededor de sus dedos.

Benito tomó el collar entre sus manos. Sus dedos recorrieron la cadena, el borde metálico y grabado y la joya engarzada. Sin duda que era un bonito ejemplar. Se tomó unos mintuos para inspeccionarlo, a la luz de la antorcha.

Estaba claro que aquella joya, según tu criterio, no solo era de bella manufactura, sino que guardaba algún tipo de poder. Sólo una piedra preciosa de ese tamaño y de tal forma recortada y engarzada servía para mucho más que ostentar privilegio y bonanza. Un brillo especial parecía latir en su interior, o al menos a tí te lo parecía: estabas casi seguro que tenías un arma mágica entre tus manos, pero no tenías ni idea, de ser así, sobre cómo utilizarlo.

Veamos es una gema, y por las runas y el tipo de gema, es magica, posiblemente hace referencia al fuego, el problema esta en que tanto puedes lanzar un rayo de fuego como que immplosiones y quemes como una antorcha humana y quedes como un montoncito de cenizas en un periquete. Se lo alarga para que se lo ponga a ver que pasa de las dos opciones.

Benito y Margot pudieron ver la intensidad en la mirada de la saqueadora. Tras unos segundos de vacilación, tomó el colgante y se lo puso, apartando su corta melena para colocar bien el cierre.

—Bueno, supongo que lo que no te mata, te hace más fuerte —dijo, encogiéndose de hombros y saliendo de la habitación.

Pretendía terminar de colocárselo justo cuando se encontrase al borde del abismo, con la intención de impactar con un rayo ígneo a la estatua.

—No os acerquéis mucho, por si acaso… Y prepara algún hechizo de control de incendios por si acaso.