Partida Rol por web

La salita de estar era pequeña. "Acogedora" hubiese dicho el dueño. Y por supuesto que lo era, pero también pequeña. En el lado derecho una chimenea en desuso y ante vosotros una mesa baja con cuatro cafés servidos. Aquella salita era muy corriente pero no las personas que ahora estaban allí sentadas. Un policía, un cura, un profesor y la mujer de un reputado escritor de fama creciente. A aquellas cuatro personas tan dispares les unía un pequeño anuncio en el periódico, un anuncio que casi nadie había tomado en serio. 

Laurence, el anunciante, se sentó junto a vosotros y puso un sobre en la mesita. Laurence Chase era un hombre delgado, de nariz respondona como todo buen protestante y su pelo rizado hacía tiempo que había empezado a menguar. Hablaba rápidamente, nervioso pero en su tono se notaba que hablaba en serio:

-Buenas tardes, y sobretodo gracias por venir. Se que mi anuncio da lugar a la burla y la verdad es que no esperaba que mucha gente se lo tomase en serio pero de verdad que necesito su ayuda-dijo encendiéndose un pitillo- Verán, yo soy el propietario de una antigua casa aquí en Boston. Es una casa antigua y...bueno, está maldita. Si, ya se lo que estarán pensando, que eso no es posible-dijo nervioso- pero lo que sí es cierto, en esa casa solo ocurren desgracias. Verán, la familia Macario se trasladó a la casa en 1918. Un año después de la mudanza, el padre sufrió un grave accidente y, al poco, enloqueció de forma violenta y fue ingresado en un manicomio. Hace aproximadamente un mes, la madre enloqueció también. Ambos balbuceaban acerca de una aparición que tenía los ojos rojos y contaban sucesos inexplicables que tenían lugar en la casa. Ninguno de los dos se atrevía a entrar en la habitación de la planta superior-hizo una pausa y miró al grupo antes de continuar- ya había escuchado rumores sobre que la casa estaba embrujada antes de adquirirla, pero yo no creo en esas cosas y el precio de la propiedad era tan bueno que no me pude resistir. Necesito que ustedes demuestren que todo esto es un rumor infundado o que... bueno, exorcicen a los fantasmas... o lo que sea que haya ahí-dio una larga calada al cigarrillo- les acompañará el agente Parker, el ayuntamiento me ha obligado a que haya una persona encargada de que no hay ningún abuso para cobrar el seguro y que a su vez no haya daños en la propiedad.

Me coloqué bien la cinta del pelo y esboce una sonrisa. Eso era lo que estaba buscando. Una casa encantada real. O que estuviese lo suficientemente bien montada cómo para que la gente se lo creyese. Crucé las piernas mostrando involuntariamente los feminos pantalones bombachos que llevaba puestos y me incline ligeramente hacia atras.

Exortizar, desmentir...Lo que sea. Es perfecto para mí -me mordí la lengua para no decir las palabras "próxima novela"- marido.

Me fastidiaba mucho tener que hacerme pasar por la mujer de alguien ¡Y eso si alguien se lo creía! pero mi editor me había advertido de la mentalidad extremadamente tradiconal del dueño de la casa. Según el era poco probable que me dejase pasar siendo una mujer de un escritor, muy poco probable siendo mujer e imposible siendo una mujer soltera y encima escritora. Tenía en mente publicar mi verdadera identidad tras la publicación de la siguiente novela, que ya haría la docena, pero por el momento había que ser reservada. Al menos con el dueño y hasta que estuviese dentro de la casa. De modo que sonreí ampliamente mientras aquellos hombres me miraban pensando indudablemente en la cobardía o en la estupidez de mi ficticio marido por mandar a su mujercita a una casa de brujas.

Puf, está bien, habrá que ver que es lo que pasa aquí. - pienso tras escuchar al señor Chase.

Antes de decir nada me dedico a dar una vuelta por la sala de estar. Realmente es acogedora, pequeña pero acogedora. Realmente me gusta.

Cuando iba a hablar la mujer se me adelanta y por su parte confirma la aceptación del caso.

- Está bien señor Chase. Veré que es lo que puedo averiguar. - digo tendiéndole la mano extendida.

Tras lo cual me dirijo a la señora diciéndole:

- Será un placer trabajar con usted y su marido en el caso.

Entiendo que usted profesor, quiera estudiar a que se debe. No me importa si tiene una explicación racional o no-dijo mirando al cura y al profesor- pero necesito que certifiquen que esa casa está en buenas condiciones para vivir en ella. En ese sobre hay un adelanto de 50$, el resto se les entregará al finalizar el contrato.

- Está bien. Necesitaré alguno de los intrumentos que tengo en mi apartamento. - respondo al señor Chase.

- En cuanto los tenga me pondré manos a la obra a investigar esa habitación en la planta superior.

Cogí con delicadeza la taza de café e incliné la cabeza, como se espera de una dama.

-Oh, lamento informarle de que eso no va a ser posible profesor Rogers. Mi marido no ha podido venir-comencé buscando rapidamente alguna excusa creible- ha tenido que ir a atender unos asuntos laborales.

Miré con desinterés el sobre con el dinero. Era una cantidad más que jugosa y no me vendría mal para pagar mis deudas, pero no era mi estilo aceptar dinero por adelantado. Prefería que me pagasen por un trabajo bien hecho cuando estuviese finalizado.

Yo iré a recoger la camara de fotos a la pensión. No me dió tiempo a deshacer la maleta, pero no tardaré mucho

Observé a todos los presentes sin despegar en ningún momento los labios, hasta que empezaron a moverse para comenzar a investigar el suceso, cada uno a su manera.

A mí eso me daba igual. No creía en maldiciones y tampoco me gustaban ese tipo de trabajos, pero el alcalde mandaba y seguramente conocía al señor Chase. Así que no me quedaba más remedio que cuidar de esas personas mientras durase aquella ridícula farsa.

Con los pulgares en el cinturón, recorrí con la vista a cada uno de los que se habían reunido. Me pregunté si le sería de utilidad a alguno de ellos... pero decidí que lo mejor sería no interrumpirles y mantenerme en silencio y vigilante, como correspondía a un agente.

El anuncio le había llamado la atención y ahora allí se encontraba, tomando un café en una pequeña sala con otras cuatro personas.
El padre Alexander había llegado en autobús hacía apenas dos horas y se encontraba algo cansado. Sus obligaciones le habían tenido bastante ocupado la semana anterior y arrastraba algo de cansancio. Aquel café le estaba resultando muy útil.
Después de un sorbo dejó la taza en la mesa.
No se preocupe, la mayoría de estos casos suelen ser leyendas vanas, tengan o no una historia sobre la que sostenerse.
Por mi parte podemos ir cuando quiera, ya he traído el material que podría necesitar.
Dirigió una mirada a un pequeño maletín.

Perfecto-dice el hombre sonrriendo mientras mira al grupo, despues rompe el silencio- seré sincero, al principio pense que solo se trataría de un grupo de lunáticos tratando de reírse de mí, pero ya veo que me he equivocado al juzgarles. Me alegra que se tomen esto en serio-se aclara la garganta nervioso- verán, Boston es un lugar grande pero les aconsejo, si no lo han hecho ya, que investiguen un poco la historia de la casa antes de ir allí directamente. Yo no puedo ayudarles mas de lo que ya les he contado pero seguramente descubrirán que en ese lugar han pasado cosas realmente malas. Bien-dice acompañándoos a la salida- espero que puedan decirme algo antes de que acabe el mes, de verdad que me gustaría poder vender la casa cuanto antes. Buenas noches caballeros, señora.

Tras despedirnos del propietario de la casa me vuelvo hacia mis compañeros. El cura parece tan cansado como yo misma así que comienzo:

-Señores, si les parece, tiempo es lo que nos sobra ahora mismo. Les propongo que nos retiremos y quedemos por ejemplo mañana para desayunar. O para comer si prefieren investigar antes la historia de la casa. No se cómo lo veran ustedes.

Por cierto, que grosería...no nos hemos presentado. Mi nombre es Sybill. Sybill Leefolt- digo animadamente. Bien señores ¿Que deciden?

Dejemos decidir a los machitos...

Michael se encogió de hombros ante las palabras de Sibyll, sin mudar la expresión de su rostro.

- Agente Michael Parker... -dijo lacónicamente-. Por mi parte, empezaremos cuando ustedes quieran. Yo sólo estoy aquí para vigilar que todo vaya bien.

No puso mucho entusiasmo en sus palabras, y quedó claro que no le hacía ninguna gracia ese trabajo... pero órdenes eran órdenes.

Alexander miró a la señora Leefolt. Para su asombro aquella mujer era muy activa y decidida.

Estoy seguro de que meterá en más de un lío a su marido.

Alexander Brandt, encantado de conocerlos. Tenía pensado visitar el lugar primero, pero no me importa realizar un poco de lectura didáctica antes. Agente, tiene acceso a la información de los incidentes , ¿verdad?

- Profesor Steve Rogers. - digo a modo de presentación.

- Me parece bien su planteamiento Sra. Leefolt. Por mi parte tengo que recoger cierto material de mi casa y de mi despacho de la Universidad antes de empezar a visitar la casa.

- Quedar para tomar un café es una espléndida idea. Así tenemos más tiempo para ver lo que vamos a hacer y como hacerlo. Amén de visitar la casa de día.

Michael miró al padre Brandt y durante un momento no dijo nada mientras pensaba. Luego volvió a encogerse de hombros y habló con voz algo dubitativa.

- En la comisaría supongo que podrían encontrar información relacionada si buscan un poco en los archivos -dijo-. Pero habría que ir mañana, hoy ya está cerrado. Además... no creo que les vayan a dejar husmear por ahí sin más.

Se imaginó la cara que pondría el sargento encargado del archivo policial si aquellas tres personas le decían que querían consultar sus sagrados papeles. No pudo por menos que esbozar una ligera sonrisa... aunque tal vez con un poco de persuasión lograsen algo de colaboración, sobre todo si iban con él.

- Usted busque en la Comisaría todo lo que pueda relacionado con la casa. - le digo al Agente Parker.

-Perfecto entonces. Yo me voy a la pensión que ya se está haciendo algo tarde -estube a punto de añadir "para una mujer casada" pero sabía que si decía eso estallaría en carcajadas. -Señor Brandt si no tiene usted pensión le recomiendo en la que me hospedo. Es barata y muy confortable. Y ahora si me disculpan me retiro. El viaje ha sido agotador.

Tras quedar en una cafeteria y una hora concreta y esperar la respuesta del padre Brandt Sybill se dirige a la pensión

Pensé que tendría mayor acceso. Bueno, si se pueden ver mejor, si no habrá que buscar por otro sitio.

Es muy amable señora Leefolt. Todavía no tengo lugar de descanso y le agradecería si me indica dónde está.

El padre Alexander se gira hacia el resto de personas del lugar.

Ha sido un placer señores. Nos encontraremos mañana. Señor Chase.

Terminó con una inclinación de la cabeza a modo de despedida. Cogió el maletín que llevaba y se dirigió a la puerta acompañando a la señora Leefort.

Laurence os acompaño a la puerta y se despidió de todos vosotros. El grupo no tardó en dispersarse cada uno en dirección a su casa o hacia el lugar donde recoger lo que le hacía falta para empezar a trabajar al día siguiente. La tarde se fue tornando en noche y empezaba a refrescar, pero hacía buen tiempo lo cual se agradecía en aquella ciudad que normalmente sufría lluvias durante gran parte del año.

Algunos con mas interés que otros no podían dejar de pensar en la casa Corbitt y en cual sería el misterio que rodeaba todos aquellos asesinatos y "maldiciones". Quizás mañana lo averiguasen...quizás...