Partida Rol por web

Vincent salió del edificio totalmente amargado, no quedaba más remedio, tenía que investigar aquello o se iría a la calle. La entrada del edificio estaba enmarcada por el cartel de la policía metropolitana de Boston.

Extrajo de su chaqueta un cigarrillo y mientras se lo ajustaba en sus labios recordó la ‘conversación’ que acababa de tener con el Comisario.

–Las quejas ya son unas cuantas así que ya no es “cosa de una viejecilla sin más entretenimiento que mirar por la ventana” –el humo flotaba en el ambiente, el origen era el puro de su interlocutor, el cual se encontraba detrás de una mesa vistiendo una camisa de dudoso gusto. Ambos llevaban en un tira y afloja desde hacía algunas semanas pero su Comisario había decidido dar carpetazo al asunto.

–Si investigáramos cada denuncia que ponen ya no daríamos abasto, vale que ya no es solo cosa de la vieja pesada pero son sólo tres –le respondió nuestro protagonista. Parecía que los buitres de las estadísticas del distrito acechaban y tenían que subir la media, sólo aquello explicaba que tuviera que investigar aquello.

–¿Acaso no juraste servir al ciudadano? La sorna se palpaba en los labios del jefe. ¡Invéntate la resolución si hace falta!, pero como no me traigas el caso resuelto… ¡No vuelves a entrar en tu puta vida! ¡Y ahora sal de aquí!

Aquellas palabras no fueron agradables de oír, y estaba encolerizado, debía calmar sus nervios con ayuda del tabaco. Tras dar las últimas caladas dejó caer lo que quedaba del cigarrillo y lo pisó. Cogió su coche patrulla y tras ponerlo en marcha se relajó. Será una visita protocolaria, llamar, ver que todo está bien y caso cerrado, pensó para sus adentros. Qué engañado estaba…

Jason removió el café con la cucharilla, mientras su amigo James hojeaba el Boston Globe. Por lo que observó, era de aquellos tipos que leían el diario del revés, empezando por el final, y que se recreaba en aquellas secciones de letra menuda que muchas veces contenían sucesos extraños.

–Siempre al acecho de una buena historia, ¿eh, James? –dijo Jason.

–Como tú, amigo mío –arguyó James–, sólo busco algo fuera de lo normal que me dé ideas nuevas. Como tú, que buscas algo más que infidelidades y empleados robando a sus capataces.

Jason observó a la gente pasar por delante de aquel café del centro de Boston. Era una mañana fresca de septiembre de 1921. Cuando volvió de su ensimismamiento, se dio cuenta que su amigo permanecía largo rato en silencio.

–¿Qué sucede, amigo? –preguntó–. Más información sobre ese puente que se derrumbó en... ¿Delaware?

–Pennsylvania –lo corrigió James–. Pero no, es otra cosa... Mira esto.

El ajetreo del local se entremezclaba con la cháchara de la gente, con la radio de fondo. No era un local muy grande, pero los clientes saturaban todas las mesas. Se abrió la puerta, haciendo sonar una pequeña campana del techo, y entro un niño como alma que lleva al diablo. Se dirigió a un hombre que comía con unos amigos en una de las mesas:

–Señor McGregor –le dijo mientras le golpeaba ligeramente la espalda. William se giró y descubrió al hijo de su casera–. ¡Tiene una llamada telefónica!

Cuando acudió al aparato encontró a su tío Raymond, que lo requería para ir a su casa aquella misma tarde. Más tarde le informaría de los detalles, pero lo necesitaba para acompañar a un grupo de investigadores. Prefería que alguien se la familia se ocupara de echarles un ojo, para que respetaran la propiedad y no se aprovechasen de él perdiendo el tiempo.

El agente conducía su patrulla a cumplir la visita rutinaria, era una tontería y no tenía que haber replicado a su jefe, pero odiaba ser apartado de casos de mayor importancia que para hacer una visita para relajar los nervios de alguna anciana cotilla que habría visto a 4 gatos mirar en la misma dirección. Decidió tomarse el viaje con calma, haría la ronda habitual y la visita sería la última parada.

-Hola Gemma, ¿como está? -saludó a la señora Atwood que volvía de hacer la compra-. Lou, Eddie, ¿cómo va esa partida? -saludó a los dos ajedrecistas retirados que jugaban en las inmediaciones de un parque. Más casas y rostros conocidos aparecieron por la luna de su vehículo hasta que llegó a las afueras de la ciudad, los vecindarios eran de menor densidad y las casas eran menos frecuentes. Algunas en buen estado, otras desvencijadas y en otras únicamente había solares vacíos, todos rodeados de cercas descoloridas y con desconchones agrietados.

Aquella no era una buena zona, concedió el agente mientras veía a algunos vagabundos y borrachos tirados por las calles de manera desigual. Si lo terminaban de urbanizar y se planificaran más visitas por la zona mejoraría el vecindario y no estaría atendiendo llamadas 'rutinarias'.

-Vaya James, qué interesante... Por fin tenemos algo en que entretenernos y llevarnos un dinero extra. La gente paga por cualquier cosa... Unas ratas por debajo de la tarima con un suelo de madera crujiente, y ya piensan que se les ha llenado la casa de fantasmas -le dijo a James con cierta ironía en su voz.

-¿Qué te parece? ¿Nos apuntamos? -le pregunta mientras paga la Coca-Cola que estaba consumiendo.

Mientras escuchaba las palabras de mi tío, dejé salir un suspiro de cansancio, no es la primera vez que enviaba gente a su casa a "investigar" dios sabe que majaderias que se iba inventando, suerte que tenia mucho dinero y un sobrino recadero con (por lo visto para él) mucho tiempo libre.

Si si.... está bien, me pasaré esta tarde.  Quieres que me lleve algo? una vara para darles si te tiran un jarrón por ejemplo?....  nah, era una broma, nos vemos esta tarde.... adiós.*Cuelgo el auricular en su argolla negra y repica la campanilla que contiene el telefono*

Vuelvo a mis amigos con los que estaba comiendo, cogí el ultimo muslito de pollo que me quedaba en el plato y dándole un bocado les dije:Tios, me tengo que pirar, el zumbado de mi tio quiere que pierda el tiempo buscando cosas raras por su casa. - Va hombre, si todavia no nos hemos tomado las cervecitas de rigor, no me seas... - Que no Johnny, que me tengo que ir, págame la comida que me lo debes del otro dia.  Me peino hacia atras mi pelo rubio con mi mano, y me giro hacia la camarera despidiendome de ella giñandole un ojo,ella me respondio con una sonrisa vergonzosa... ya la tenia en el bote.

Antes de salir del local me fijo en un par de hombres con una mirada suspicaz y analítica, parecen el tipo de personas que contrataría mi tio.... fue un pensamiento fugaz al que no le di mas importancia. Moví un par de sillas de madera muy gastadas que bloqueaban mi paso, y me dirigí afuera a coger un taxi.

-¿Apuntarnos? -responde James, inclinando ligeramente el periódico y mirando fijamente a su viejo amigo.

Instantes después, James gira la cabeza hacia una pareja que está tomando una taza de té en la mesa de al lado. -Suena interesante. Siempre me has contado tus aventuras, pero creo que nunca habíamos ido a ninguna juntos. Además, la ultima historia que escribí para la revista no ha sido aceptada, dicen que porque es parecida a otra que había escrito antes. Maldita sea -dice James con un tono de voz más alto y mirando de nuevo a Jason-, no hay quien entienda a estos redactores.

Luego de decir estas palabras, James se quita el sombrero y se limpia el sudor de la frente con su pañuelo, mientras piensa. Vaya reacción he tenido, no conocía la magnitud de mi odio hacia los redactores de las revistas, recordaré escribir sobre este hecho.

Vaya, sí que le tiene afectado eso de los editores que me ha contado pero no entiendo... -Bueno, yo creo que nos vendrá bien una aventurilla, esta no creo que nos lleve más de una hora averiguar qué "extraño suceso" -dice Jason remarcando las palabras poniendo cara de aburrimiento- ocurre en una casucha vieja. Venga hombre, anímate, a esta invito yo. 

Observo como sale un hombre rubio del local y cruzamos una fugaz mirada... Curioso personaje... 

- Gracias - Le contesta James a la invitación de su amigo esgrimiendo una leve sonrisa.

Es entonces cuando ve que su amigo comparte una rápida mirada con un hombre que aparece por la puerta de la cafetería. Este a su vez se fija ligeramente en ellos. Su chulería en la forma de andar y su melena rubia le hacen seguirle con la mirada mientras empieza a imaginar pequeñas historias sobre su vida. Este personaje creo que encajara perfectamente en mi siguiente historia.

Tras unos instantes absorto en sus pensamientos, decide coger su paquete de cigarrillos. Se pone uno en la boca y cuando está a punto de volverlo a guardar en su chaqueta lo vuelve a sacar mientras piensa. Invita a tu amigo hombre, que ha pagado la última ronda.

- ¿Quieres uno Jason? - Dice mostrando de nuevo su leve sonrisa

-Sí, gracias- pequeños placeres de la vida...

-Venga, vamos al 37 de Warren Street a ver qué se cuece.

Me levanto, cojo la gabardina del respaldo, la apoyo en un brazo mientras me ajusto el sombrero con la otra mano y pago los refrescos, preparado para iniciar la marcha.

El primero en llegar fue William, y saludó a su tío, quien frunció el ceño nada más verlo. Los sentimientos de Mr. Warren hacia su sobrino no eran ningún misterio, pero al fin y al cabo era de su familia, por lo que nadie mejor para participar en aquel asunto.

-Bueno, sobrino, siento molestarte, pero al fin y al cabo eres de la familia, y mi patrimonio algún día será tuyo y de tus primos -admitió Raymond Warren apesadumbrado-. Necesito que acompañes a aquellos investigadores que contrate.... verás...

>Hace un tiempo adquirí un inmueble en la zona céntrica de Boston, a muy buen precio, por cierto. Lo tenía arrendado sin ningún tipo de problema, pero hace un año uno de los inquilinos, el sr. Macario, tuvo algún tipo de incidente que le hizo perder la chaveta. El pobre hombre tuvo que ser internado.

>Y no sólo eso. Hace un mes, la madre enloqueció también, balbuceando sobre no sé qué de una aparición de ojos rojos y otros sucesos inexplicables que sucedían en aquella casa.

>Como comprenderás, esto no hace más que perjudicarme, porque ahora los vecinos tienen con qué alimentar las habladurías sobre que la casa está encantada, cosa que ya se comentaba con anterioridad, por cierto, y que no son más que paparruchas. Y eso supone que no puedo arrendar la propiedad.

>Tu cometido es sencillo: sólo debes vigilar a los investigadores y asegurarte de que trabajan concenzudamente. Nada deseo más que se demuestre que los rumores son infundados y así poder volver a alquilar la casa. Por supuesto, en caso de que haya algo de verdad en todo esto, deberíais hacer todo lo posible por solventarlo. Así que tu labor es conseguir un trabajo bien hecho, que se investigue a fondo el asunto y que no se deje nada en el aire.

>Recuerda que es parte de tu herencia -añade con media sonrisa, sardónico.

Mientras tío y sobrino comentaban los pormenores, el mayordomo anunció la llegada de tres invitados más.

Muy amablemente le habían servido un café tras la ronda, algo de agradecer. Parecía que el profesor tenía a algunas personas esperando y no le hacía especialmente gracia que le retiraran de asuntos importantes para hacerle esperar en una sala de espera.

Cuando les notificaron al resto que podían pasar se dirigió raudo al interior. Una vez dentro echó un vistazo a su alrededor mientras se dirigía al anfitrión:

-Buenos días, hemos recibido las notificaciones en comisaría y he venido a preguntar cual es el problema que tenían.- En el interior se encontraba el presunto profesor con alguien que desconocía quién era.

Jason baja del taxi que comparte con James. Se acicala la gabardina y da varios golpes con el picaporte -Buenos días, venimos por el anuncio en el periódico - le dice al mayordomo con cara seria que le abre la puerta, mientras Jason le da la gabardina y el sombrero sin prestarle atención.

Mientras el mayordomo coloca las prendas sobre el vertical perchero colocado al lado de la puerta (parece que hay mas visitas en la casa, pues hay más ropa colgada), Jason analiza la entrada, sacando sus rápidas y prontas conclusiones: A simple vista no hay polvo, pero observando mejor debajo de los marcos y en las esquinas, se puede observar que hay una pequeña capa, lo que quiere decir que el mayordomo no se espera demasiado en sus obligaciones... Las fotos muestran a un hombre solitario, excepto en un par de ellas, en las que sale con varios jóvenes... Deduzco que el señor de la casa no está casado ni tiene descendencia, pero tendrá hermanos. También tiene un caro reloj de péndulo en un buen ángulo de visión desde la puerta, por lo que pretenderá mostrar su nivel adquisitivo.

Se gira hacia la puerta mientras espera que James acceda al recibidor y hace una nueva observación: La madera de la mirilla está rozada, por lo que deduzco que son muy preocupados con las visitas.

Cuando el taxista avisa de la llegada a la dirección que le habían indicado, James, ensimismado en sus pensamientos, vuelve a la realidad. Saca su cartera y paga su parte.

Una vez en la entrada, James observa cómo su amigo se arregla la gabardina y mientras éste llama a la puerta, él repite la acción arreglándose su chaqueta. El mayordomo abre la puerta y mientras Jason se presenta, James observa la actitud de éste. Parece que no le hace mucha gracia que estemos aquí. Supongo que no creerá en las majaderías del señor. Cuando se ofrece para recoger las pertenencias, James le ofrece su sombrero para que lo cuelgue y le hace un pequeño gesto con la cabeza para dar las gracias.

Una vez dentro, ve a su amigo investigar la habitación como tantas veces le había contado.

-Vaya, vaya -les recibe Mr. Warren, con un gesto de las manos invitándolos a pasar y sentarse-. Qué puntualidad. El mismo día que sale publicado el anuncio. Desde luego, Boston es una gran ciudad, se mire como se mire.

Todos toman asiento y el mayordomo les sirve las bebidas.

-E incluso un representante de las fuerzas de la ley -dice al observar el uniforme de Vincent-. Me alegra que hayan considerado la gravedad del caso. No en vano el Comisario Vance es un gran amigo mío y sin duda reconocerá que un caso como éste no hace más que empobrecer el ambiente de la ciudad, pudiendo llegar a dañar su imagen.

>Permítanme presentarme, soy el Dr. Raymond Warren, antiguo catedrático de Derecho Romano en la Universidad de Miskatonic, en Arkham. Ahora estoy jubilado, como comprenderán, pero me dedico a administrar mis bienes antes de que mis herederos los dilapiden.

Poco a poco, Mr. Warren les va explicando los pormenores del caso, haciendo hincapié en la necesidad de una investigación completa del asunto, una vez habiendo indagado en las habilidades e intereses de los investigadores.

-Como ustedes comprenderán, lo que busco es una investigación concienzuda del asunto, con un cierto grado de profesionalidad -añadió-. Para remover mi propiedad y vaciarla de objetos de valor ya hubiese contratado a un servicio de mudanzas, o incluso a unos muchachos del barrio.

Durante la entrevista los investigadores se percataron de la presencia del chico rubio que vieron salir como una exhalación del café, al que reconocieron de inmediato. Se trataba de un chico joven y claramente inadecuado para los objetivos de la misión que Mr. Warren acaba de exponer.

-Este es William, mi sobrino -apuntó Mr. Warren, dándose cuenta de las inquietudes de los investigadores-, que les acompañará. Comprenderán que debo defender mis intereses en este asunto, pero por otro lado no es preciso que le den ningún trato de favor. De ninguna manera entiendo que es él quien dirigirá el caso, sino que ustedes, los expertos, son los que dirigirán las pesquisas sin trabas de ningún tipo.

>En cuanto a ti, William, y en cuanto a usted, agente, sepan que serán recompensados de igual manera que los demás investigadores, y que vuestros esfuerzos no seran denostados.

>Por lo que respecta a mí, nunca he presenciado ningún suceso extraño en mi propiedad, y creo firmemente en la posibilidad de que todo esto no sea más que una patraña de una familia de majaderos. Aunque ambos se encuentren internados, quizá enloquecieron por otras causas, ya saben, o quizá por algún tipo de desviación congénita -y añadió bajando la voz-. Se harán cargo que son extranjeros... Quizá fuese buena idea comprobar qué les ocurrió. Se encuentran internos en el Manicomio de Roxbury, a unos pocos quilómetros de Boston.

Aquello no le terminaba de gustar, ahora su propio comisario le trataba de un investigador privado cualquiera. Algún favor a un viejo mecenas que le ayudó a estar donde llegó.

-Entiendo... Soy el agente Malloy. Y qué nos puede referir acerca del caso. Según me transmitió el Comisario hay varias denuncias por sucesos...- Revisó sus notas para encontrar la cita literal de la vecina que debió hacer las denuncias, si no eran aquellas denuncias inventadas por el comisario. -...Sucesos fuera de lo común, al menos es lo que pone aquí, qué es lo que puede contarme Pr-Doctor. ¿Alguna idea? ¿Algún punto que pueda tomar como partida?.- Se quedó sentado en la misma postura con el bloc en la mano por si añadía algo que tomar como referente, parecía que aquello de verdad sí les preocupaba.

Cuando el Sr Warren nos presenta a William, Jason le dedica un saludo con la cabeza, vaya coincidencia...

Sí que debe de tener contactos para que un policía se ocupe de un asunto de locura...

Jason espera a que el Sr Warren conteste al policía, tras lo cual comenta:

-Sr Warren, ya me habían contratado otras veces por asuntos similares. Como usted ha dicho, tenía la casa arrendada, por lo tanto la limpieza del hogar no está a su cargo.

>Es decir, podría haber otros inquilinos más pequeños, que harían ruido y sonidos detrás de las paredes que los arrendados podrían interpretar por arañazos. Los ojos que se hayan podido ver habrán sido gatos alertados por estos inquilinos, acechando por alguna ventana abierta, por la cual también habrá entrado alguna corriente y tirado o movido objetos...

>Igualmente no tengo inconveniente en echarle un vistazo al hogar, no nos llevará más de 15 minutos. Pero vaya, sí que es una casualidad que los dos hayan caído enfermos.

Vaya estupidez, un trabajo rápido que surge al que me acompaña mi amigo, y resulta que es un caso de los que me imaginaba de pequeño... En fin, necesito algo de dinero...