Partida Rol por web

Cuando ya parecía todo cerrado, el capitán volvió a sacar el tema de ofrecerse como cebo. Evidentemente no conocía la ferocidad del basilisco o no se hubiera ofrecido él tan fresco. Desde su lugar bajo el árbol, la joven maga negó con la cabeza expresando su disgusto con una mueca. Por suerte Jack lo atajó sugiriendo algo menos peligroso, aunque nadie podía asegurar que fuera a ser efectivo.

-¿Crees que funcionará? Si tiene unos cuantos "bocadillos" en su madriguera... ¿que te hace suponer que se sentirá atraído al que le dejemos en la puerta?- Iasana preguntaba con verdadera inquietud. No quería pensar en que la bestia tuviera pereza y en vez de ir tras el cebo decidiera zamparse a Ser Hugo por tenerlo más a mano. -Soy de la idea de que el cebo debería estar vivo... pero ahora mismo, ninguno de nosotros es prescindible, al igual que la mula... Sería posible cazar algo en tan poco tiempo?

 La verdad es que no había otra forma que saberlo que mediante la prueba error...

 En cualquier caso el grupo se puso manos a la obra, en cualqueir caso si querían que la criatura cayera en una trampa primero tendrían que hacerla. Entre todos, siguiendo las indicaciones de Jack y las observaciones de Iasana y usando el buen material que Lord Torquemar les proporcionara lograron armar una trampa. diponieron la red en el suelo lista para cerrarse con una cuerda corredera impulsada por una rama previamente doblada. Tuvieron suerte y no les hizo falta clavar una estaca, pues una fuerte raíz del mismo árbol les sirvió...

 Estaban terminando de ocultar con hojas la red, a pesar de que una fina capa de niebla ya ocultaba lo suficiente el suelo cuando Raúl, quien no paraba de lanzar miradas a la cueva alertó con voz queda al resto.

  Sin evitarlo el muchachó se apresuró a escorrer el bulto tras el tronco del árbol desde donde anunció.

 - Hay... hay movimiento en la cueva. A-algo sale de allí.

 El muchacho se agazapó, encongiéndose temeroso, tras el tronco, esperando pasar totalmente desapercibido.

 Algunos más, otros menos, los compañeros sintieron como unas frías zarpas tanteaban sus entrañas, el miedo amenzaba con aferrarlas y retorcerlas, cuando intentaron agazaparase o es camuflarse mientras miraban hacia la entrada de la cueva. Esperando ver aparecer por ella a la temible criatura.

 Entre las sombras de la cueva, tras unos movimientos indeterminados, apareció una figura, seguida de otras más. Lo que temíeron que fuera la temible criatura salida de las leyendas, fue en cambio un grupo de cuatro humanos vestidos con harapos. Tras ellos se intuía otra figura, pero que no avandonó las sombras de la cueva. Los humanos se dirigían hacia una de las figuras de piedra, que semanas antes fuera un soldado de la casa Torquemar.

 Al parecer nadie se había percatado aún de los aventureros. Por el momento.

 Desde su escondite, los compañeros, quietos como si fueran una estatua más de las esparcidas por delante de la entrada de la cueva de la bestia, vieron como aquella cuadrilla se repartió el trabajo de cargar con una de las figuras, con cuidado la desequilibraron para que adoptara una postura horizontal y entre los cuatro la cargaron hacia el interior de la cueva, con cuidado de que no se cayera. Mientras, desde el interior de la cueva salía una voz dura y fría, con fuerte tono autoritario, hablando en un idioma que ninguno de los presentes conocía.

- Komm, vage, geben mehr Eile, müssen wir all diese Arbeit für heute beenden.

 Con el paso de los segundos los porteadores se perdieron de vista hacia el interior de la cueva.

Con los desconocidos lejos del alcance de su voz, el marino rompió el tenso silencio.
-¿Pero qué demónios... -tardó algo en reaccionar, pero miró incrédulo a sus compañeros- ... són esos tipos? Raúl, ¿tú sabías algo de esto?

Realmente no esperaba respuesta del joven, daba por supuesto que algo así les hubiera comunicado des del principio.
Visto el panorama, Jack se apresuró a camuflar la trampa.
-Mierda... Tenemos que pensar en algo... joder... Ni nos habíamos molestado en tapar las huellas...

 Raúl dió un respingo cuando escuchó la voz de Jack, saliendo de su temerosa ensoñación mirando la entrada de la cueva por si salían de nuevo... cualquier cosa.

 Sus grandes ojos se movieron para enfocar a Jack, sin apenas mover la cabeza, como si temiera que cualquier movimiento pudiera atraer el peligro. Con un esfuerzo por tragar, simplemente negó levemente con un gesto, incapaz de articular palabra alguna.

 Era obvio que el chaval poco se esperaba encontrar a esos tipos en el antro de la bestia.

- Pues sólo faltaba eso - maldijo el capitán - tendremos que improvisar algo. La situación se ponía tensa. ¿Quiénes eran esos tipos y qué hacían allí? Es más, ¿sabían con quién se enfrentaban? - Esto no estaba previsto. Desvió su mirada a su moreno amigo interrogándole con sus ojos color avellana. Éste le devolvió una mirada enigmática. Desvió su mirada hacia el bardo con la esperanza que le arrojara allgo de luz. ¿Qué hacían ahora? - Nuño, ¿alguna idea? El tiempo apremia.

La situación había dado un giro inesperado. En vez de enfrentarse cara a cara con el basilisco, primero tendrían que lidiar con humanos, sirvientes harapientos de otro que permanecía en las sombras. ¿Qué estaba ocurriendo allí? ¿La existencia del basilisco no era más que una fachada para ocultar quien sabía qué? Entonces...¿de donde habían salido todas aquellas estatuas petrificadas?

Iasana no pudo contenerse más. Ella sabía que los días en el camino la habían debilitado, pero en ese momento debía dejar la prudencia de lado y averiguar algo más sobre lo que se escondía en aquella cueva.

Con voz tenue, casi un susurro, llamó la atención de sus compañeros.

-Escúchenme... puedo intentar averiguar cuantos se esconden allí y si es que está el basilisco dentro o es todo una fábula. Lo único que les pido, es que vigilen atentamente y me protejan mientras entro en trance para intentar rozar sus conciencias.

 A Raúl se le hizo un nudo en la garganta, a la par que sus ojos se abrieron como platos ante las intenciones de Iasana. Pero con un esfuerzo, alcanzó a decir:

 - ¿A-aquí? ¿A-ahora?

 El joven trago con dificultad.

 - ¿No-no se-sería mejor bu-buscar otro sitio... ma-más lejos?

 La idea no parecía entusiasmarle en absoluto.

Las palabras de Raúl sonaban razonables pero la urgencia se imponía a la prudencia en la cabeza de la maga.

-Es sensato lo que dices, pero temo que no tenemos tanto tiempo. Por ahora estamos a cubierto y desde aquí podemos divisar lo que ocurre en la cueva... No sé, yo lo intentaría ahora mismo... pero no soy yo sola quien debe decidir. ¿Qué dicen los demás?

Estaba totalmente de acuerdo con Liam. Apenas lo había oído, pero su mirada fué suficiente

A Jack le gustaba tan poco la situación como los demás, pero si no sabían a qué se enfrontaban acabarían siendo presas de... lo que se escondiera en tal cueva.

-Por mí adelante Iasana

- Adelante, pues.

-Muy bien, si están de acuerdo, ya me pongo con ello- antes de comenzar, volvió su mirada hacia Raúl y le sonrió sinceramente. -Gracias de todas formas por preocuparte-

Moviéndose sigilosamente, la mujer buscó un sitio ahí cerca donde sentarse y poder sumirse en sus pensamientos para comenzar a efectuar la magia que le permitiría averiguar a qué se enfrentaban en realidad. Como era habitual, murmuró las palabras del ritual en forma apenas inteligible mientras sus manos realizaban complicados signos arcanos y sus ojos permanecían cerrados.

Poco a poco su respiración fue desacelerándose y el trance se apoderó de ella.

Abstrayéndote de todo lo que te rodea, poco a poco sientes como ese sexto sentido va extendiéndose de tu ser para ir sondeando la zona que te rodea.

Sientes a tus compañeros, o acompañantes mejor dicho, el capitán, a Jack, al juglar, te asalta la agitada respiración de Raúl como si hubiera de estallarle el corazón de un momento a otro... pero a parte de ellos las cercanías están especialmente silenciosas como si todo ser que pudiera se hubiera ido tan lejos como podía de este lugar...

 Sientes algo estremecedor, diminutas chispas de vida encarceldas, aletargadas, un puñado de ellas. Pronto sientes como tu sentido topa con una nueva barrera, el macizo rocoso se muestra insalvable, demasiado denso como para atrabesarlo, pero a medida que vas extendiendo tu voluntad, logras detectar la apertura y hacer fluir tu voluntad y sentido por ella.

 Es un avance lento y tortuoso pero vas llenando cada recoveco que encuentras. A medida que te vas concentrando, vas detectando distintas fuentes de vida. Vidas humanas... o parecidas, una docena de ellas, pero no están solas, también encuentras el aletargado latir de una gran bestia... y de fondo, casi pasando desapercibidas del todo, más vidas encarceladas, un puñado que te cuesta discernir.

 No encuentras nada más, buscas, pero no sientes nada más. Entonces abres los ojos, sintiendo la frente perlada en sudor acabas de lograr algo que muy pocos arcanos son capaces de hacer. En lo que te parece poco más de un parpadeo has sondeado toda la zona, algo que a la mayoría les había costado más de media hora.

 Sin lugar a dudas te estás haciendo poderosa.

El marino observó como Iasana entraba en trance. Hacía ya mucho tiempo que no veía tal proceso y no evitó una punzada nostálgica, de un tiempo ya muy lejano y una tiarra muy lejana.

Pero años en el mar realizando acciones ilegales lo pusieron en contexto. Había un puñado de tipos nuevos a los que tenían que evitar... Bueno, o hacerlos desaparecer si insisten en meterse en su camino.
-Estaría bien que abordásemos a uno de esos hombres -se dirigió al capitán de la guardia- Me refiero... cogerlo sin que los otros lo sepan... para hacerle preguntas. Pero si no habla nuestra lengua no sé si servirá.

Tras unos instantes de permanecer sumida en un profundo trance, Iasana volvió en sí. Se la notaba agitada y en su frente podían percibirse pequeñas gotas de sudor. Aunque no había permanecido mucho tiempo fuera de sí, se notaba que el esfuerzo había sido enorme.

Buscó un pequeño pañuelo en los bolsillos de su túnica para quitarse el sudor, y manteniendo un tono calmado, les comentó a los demás lo que había podido averiguar.

-Hay más seres allí de lo que imaginamos- hizo una pequeña pausa para reordenar sus ideas y continuó. -Parecen humanos... o algo muy similar. Tal vez sean personas que han caído bajo un hechizo que les ha quitado la voluntad o... no sé, no sabría decirlo. También hay un ser poderoso, que ahora se encuentra sumido en una especie de sueño. Puede que ese ser sea efectivamente el basilisco. Por último, creo que dentro de la cueva, casi al final, hay más de estas estatuas. Todo parece indicar que en su interior hay vida, pero que la piedra la mantiene en estado latente.

Luego de esto la maga suspiró y se relajó, recostando su espalda cerca de un tronco caído. -Debemos rever nuestros planes... ¿no les parece?

- Estoy de acuerdo, olvidemos lo de la trampa - replicó Liam - ¿alguna idea? Pienso que deberíamos entrar.
El capitán centró su atención en la entrada en rodillas con los brazos en las rodillas. Era extraño todo aquello. Humanos con la voluntad anulada, era todo muy extraño. Su corazón palpitaba, la excitación le dificultaba el respirar que se hizo pesado. Sus piernas temblaron y tuvo que incorporarse para no caer. No sabía que pensaban los demás pero no quería esperar más. Sin más se acercó a sus compañeros.
- Prefiero entrar y salir al encuentro de la señora muerte que estar aquí esperando, y si alguien quiere abandonar, lo entiendo.

 Lo inesperado de la situación tomó a contrapié a los compañeros e Iasan. Por lo menos al aprecer el peligro de que aparaeciera la terrible bestia que transforma todo en piedra no parecía que estuviera campando a sus anchas, sinó esos hombres estarían transformados en piedra... no?

 Jack propuso intentar tomar a uno de los hombres, pero para hacerlo tendrían que acercarse y dar con ellos, quien sabe cuando volverían a entrar, o si lo hicieran.

 Iasana, con una proeza de voluntad que haría morir de envidia a cualquier entendido en la materia, había logrado detectar las mentes que se encontraban ellí en la cueva... en el cubil de la bestia.

 Finalmente, Davenport, quien durante estos últimos días había tenido suficientes motivos para preguntarse acerca de los Torquemar y sus tierras, Liam siempre había sido un soldado, un hombre leal, sencillo, que seguía órdenes sin tener por que cuestionarse si estaba bien o no lo que hacía. No era hombre acostumbrado a las complicacione y sentía en su interior una sensación que no le gustaba, la incertidumbre. Quería pasar directamente a la acción.

 Por su lado, Nuño permanecía en un segundo plano, junto a Raúl. No lo tenía claro, él había venido para narrar una historia, no a formar parte o tomar protagonismo en esta. No daría el primer paso, pero si el resto se internaba, él los seguiría.

- Bueno, ya estoy harto de esperar - comentó el capitán - Vamos Jack, tomamos a uno de los hombres, tal como dices, tu por ese flanco y yo por ahí.
Estaba ya esperando que hicieran algo. Cuanto tiempo esperaban pero sería. La maniobra tenía su riesgo, pero no iban a cazar venados sino arrancar de las garras de una bestia que petrifica a un hijo noble. No iban de excursión y debían acabar con el trabajo.
- Si tenéis otra sugerencia hablad ya, vamos.