Partida Rol por web

La mayoría de la gente comía, bebía y charlaba sin problemas. Salvo a veces que había que seguir dando codazos a la gente no se estaba mal. Bueno, eso y el desagradable olor del guiso de la señora Topocho.

Mis niñas parecían estar pasándolo bien. O al menos no pasándolo demasiado mal. Había escuchado de refilón algunas conversaciones realmente interesantes pero ya indagaría más tarde. Ahora el centro de atención estaba en la heredera de Viktor, a quien el resto rodeaba.

Quizás ha llegado el momento de que me presente yo también.

Me acerqué a Henry que me había saludado.

- Buenas noches señor Dículo, ¿qué tal? - saludé con cortesía. Escuché su propuesta y reí con él. - Ehmmm, lo siento pero por muy bien que se porte... mejor no.

Se me pasaron por la cabeza muchas de las escenas en el castillo con las tres y...no. Definitivamente no.

- Además, para ello debería estar en peligro de muerte - comentó, mientras le agarraba la mejilla en plan abuelo con sus nietos, - y yo a usted le veo muy sano.

Seguí avanzando hacia la heredera pero Encanna se me adelantó. Era muy rápida.

- Encanna, querida - intervino posando su mano sobre el hombro de su compañera antes de que siguiera contando mis intimidades, - ¿quién es tu nueva amiga?

Miró frente a frente a la mujer e hizo una leve reverencia extendiendo la mano con la intención de tomar la de ella y besársela si se la concedía.

- Buenas noches y bienvenida a Bran - saludó. - Soy el conde Asangre, pero puede llamarme Kerrick. ¿Qué tal se encuentra?

De pie junto a mis sirvientes me encontraba en un rincón del recinto, no tenía la intención de sentarme en una mesa ya que esto era un ir y venir de personas que venían a saludar. Algunos más presentables que otros o incluso más locos, en fin, este era el pueblo adorado por mi "familiar" Viktor y no podía menospreciar la bienvenida que me estaban ofreciendo. 

Hasta que de repente la puerta se abre anunciando la llegada de un hombre, tan grande fue el susto que rodeo con mis brazos a Richard apoyando mi rostro sobre su pecho. -¿Pero quien cuernos es ese loco? ¿Está vivo?- pregunto mentalmente luego de relajarme un poco al ver que todos lo saludaban. 

Una vez que se me pasó el susto, sin pis de por medio, voy soltando al amo de llaves. - Lo siento, es que me asusté al ver ese hombre. No volverá a suceder. - me disculpo con Richard mientras recuerdo lo musculoso que está el mayordomo, es muy probable que me busque alguna artimaña para volver a sus brazos. 

Sólo que una voz femenina se acerca y al detenerme en ella quedo vislumbrada con su belleza. - Ohh, encantada Srita Enncana. Mi nombre es Nadine Atkins. - saludo de forma cordial mientras escucho con atención sus comentarios, algunos niego con la cabeza, otros coloco mi mano en la boca a modo de sorpresa o desvío la mirada avergonzada. Pese a todo el abanico gestual que realicé en cuestión de minutos respondo. 

- La verdad es que no es familiar mío aquella mujer... -voy acercándome a su oído y susurro. - son falsos los rizos, si quiere un día le muestro como hacerlos para que quede natural. - termino por decir entre risas de forma cómplice, en verdad que me caía muy bien a pesar de su dentadura un tanto peculiar. - ¿Su Señor? ¿Quién es su Señor? - pregunto curiosa cuando un hombre que al parecer conoce a Enncana se acerca a presentarse. 

Ya le había echado el ojo cuando llegó a la taberna, tan sólo era cuestión de minutos para que se acerque y así fue. - Encantada, Kerrick. -  extiendo la mano que llevaba puesto un guante de encaje negro, muy perfumado de por si para que pueda besar. - Muy bien, comenzando una nueva vida aquí en Bran. Llevo unos pocos días y ésta es mi primer salida oficial. ¿Qué me recomendaría como prioridad a la hora de conocer este pueblo? sabemos que la taberna no cuenta, tampoco los grandes melones. - pregunto sonriendo y le dedico un guiño. 

Ahora acercándome un poco más a Kerrick susurro. - Algún sitio donde pueda divertirme y desarrollar mi lado oscuro... ¿Conoce alguno? - expreso entre risas para luego volver junto a Richard y Haygor esperando una respuesta.

Señorita por favor no se vaya. - exclamo al notar que Encanna se está poniendo de pie, pero ya es muy tarde, esa monumental belleza se ha marchado.

"Justo ahora que habla de morder y otras cosillas interesantes, maldito inspector me arruino la noche." - pienso mientras veo alejarse a la hermosa mujer y pienso todas las cosas que podría hacerle si pasara la noche conmigo. 

"Si ella quiere comerme, ¿Quién soy yo para impedírselo?" - pienso mientras dejo escapar un suspiro.

Bueno señores aparentemente tienen toda mi atención por lo que resta de la noche.

Al inspector se le iluminó la cara cuando vio a su lado a la doctora para pasar rápidamente a volver a tener su gesto avinagrado de siempre. Tayfresas se había convertido en prácticamente la única amiga de Hans... no es que fuese un antisocial pero su caracter seco y su manía de meter las narices donde no le llamaban hacía que muchos aldeanos y monstruos incluidos le hiciesen el arco cada vez que podían.

Entonces el extranjero comenzó a hablar rebelando el verdadero objetivo de su visita a la aldea "Así que un investigador de lo oculto... y leído y todo... bueno no parece que esté mal la cosa. Pero lo del libro y publicidad a Bran..."

- Pues... es sorprendente hasta donde llegan los rumores señor Bastian, pero temo verse desilusionado... creo que va a tener muy complicado localizar al lobo por el que usted ha venido...- ante el comentario de Tayfresas el inspector se permitió una sonrisa, era a la única a la que le permitía bromear sobre él- ssshhh no me revele doctora que pierdo mi encanto- le siguió la broma.

Entonces el extranjero les ofreciño a ambos disfrutar de una copa de vino y mientras intercambiaban más opiniones apareció Skar Bando, Hans arrugó el ceño... el frio no era bueno para las articulaciones, de reojo se miró el brazo izquierdo... se lo tocó con disimulo... todo en orden, menos mal.

- Tan encantadora como siempre...- dijo refiriéndose a Encanna cuando esta se hubo marchado y pasando por alto todo el discurso que le había dedicado a su persona... a él mientras todo esuviese en orden le daba igual lo que pensaran de él y por supuesto que seguiría metiendo las narices donde su gadgets quisieran... que para eso era la ley- lo que ha dicho Encanna- le dijo al señor Bastian- es verdad... pronto se dará cuenta de que hay habitantes peculiares en Bran, pero no debe preocuparse no van a morderle... como veo que prefiere otras compañías me retiro, pero si necesita cualquier cosa no dude en pedirmelo- le comentó mientras hacía amago de retirarse
 

Peculiares ¿Cómo aquel pintoresco sujeto de allí que parece haber salido de la tumba? El sólo verlo me produce escalofríos. - digo mientras observo al señor Bando.

"Que lugar tan peculiar y ¿A qué se referiran con que no me van a morder? Que extraños en verdad se creen esas historias de vampiros y demás locuaras, será mejor que abra bien los ojos y preste atención a todos los detalles." - pienso mientras el inspector se pone de pie.

Maldito alfeñique desconsiderado. Hacer esperar a una anciana por su copa... No hay derecho ¡no, señor! Se le iba a quedar el gaznate más seco que la piel de un pterodáctilo. De que se lo pusieran ya no iba a querer un chinchón, ¡iba a querer el chinchón y un jeréz!

En estas estaba cuando se le acerca la fresca de la fresa, esa chiquilla desvergonzada de moral distraída que le hacía coser trajes dignos de una meretriz acaudalada. Por su culpa, se pasaba luego 3 horas en el confesionario mientras confesaba ser partícipe (desgajando poco a poco cada trozo de seda con encajes y cada centímetro de tela que faltaba por cubrir determinada proporción de piel) de contribuir a la bajeza moral del pueblo.

Buenasss noches, mi querrrida abuelita... Me preguntaba si podría encargar sus servicios nuevamente...Ya sabe lo mucho que me gusta su arte a la hora de crear mis vestidos.   Aleera Bathory

-Ay mija, sí sí. Usté me dirá de qué color y tela lo quiere. Por si vá seguir con el rosa princesa -fresca- o prefiere un aire nuevo de rojo carmesí -putón-. El precio es el mismo, no s´ace rebaja por poner menos tela, por si s´anima y se lo hago completo por una vez -ahí se te congele el mondongo de llevarlo al aire-.

En estas estaba cuando aparece el señor Bando, un hombre de respetable oficio y estilo. Siempre bien vestido para la ocasión. ¡Con el estilo decadente de los viejos tiempos!

¡Perdone, señora Topocho! Me dejé las gafas y no veo nada, y me he distraído intentando reconocer a Brândusa. Tengo que encargarla un traje. El último se me ha roto mientras cavaba una tumba. ¡Pero ahí está! ¡Bunas noches Brândusa!  Skar Bando

-Buenas noches, buenas noches, señor Bando. ¡Si é que está usté cada día má apuezto! Las mozas decentes se lo rifan por los rincone. Y dígame, ¿cómo lo quiere pa esta vez? ¿Negro difunto o negro noche? He recibido unas telas mú buenas buenas buenas, ideales pa refregarse por el suelo, que le van a ir estupendas!

Ya iba por mi segundo plato del incongruentemente rico estofado cuando escuché el grito. Levanté la cabeza y alli en medio de todos estaba la dulce Angelina. Me levanté con estruendo y fui directo a ver que ocurria y pisé con fuerza la araña que la habia asustado. 

Después alcé un poco la mirada (Desde el suelo a la cara de la vampiresa, que quedaba bastante por debajo de la mia), y la miré a los ojos. Aquellos preciosos. Me quedé mirandola fijamente, pensando en que podria decirle... Durante un buen rato. No se me ocurria nada, y empezaba a notar como empezaba a ponerme colorado de la verguenza. 

- ¡Lo siento!  - Le dije bastante mas fuerte de lo que pretendia y me volví corriendo (Cualquiera en el camino de Techador seria empujado sin darse cuenta, si no se apartaba antes) a mi mesa para comer concentrado en el estofado lleno de verguenza. Me hervian las orejas coloradas de verguenza tanto que ni siquiera el frio repentino que produjo el enterrador al abrir la puerta me sacó de mi estado. 

El señor Topocho sigue sirviendo vino, cerveza, jerez, y todo lo que los asistentes a la celebración le van pidiendo. Su señora, de mejor humor después de volver a encender las velas, se acerca al cura, pues lo ve muy apartado.

- Padre, ¿le ocurre algo esta noche? Parece taciturno para estar en medio de una celebración.

Mi señora me toma del brazo y me gusto mucho, luego ella se intenta disculpar y tomo su mano con la mia pero manteniendo un cierto respeto. No se disculpe mi señora, yo estoy para servirle en lo que sea y si tiene miedo, puede agarrarme. Yo quería eso porque de cierta manera, sentía algo extraño por ella. Esperaba poder confirmar todo.

buenas noches a todos amigos y vecinos. Dije mientras venían a saludar a mi ama,iré a el lugar y tenia ganas de volver pero iba a esperar un poco.

El padre miró a la señora Topocho con los ojos brillosos por el alcohol, y contesto:
- Lo siento mi señora si no pego saltos de alegría, pero no le veo la gracia a esta celebración. Además, me han dicho que mañana será noche de luna llena, y ya sabe lo que pienso yo de todos esos malditos monstruos nocturnos. Pero si hay algo que celebrar hoy, tráigame otra cerveza y apúntala en la cuenta del ganador.- Y borracho como una cuba, le dedicó una sonrisa.

- Qué pena, señor Kerrick, me hacía ilusión y todo - respondió al vampiro con una mueca de tristeza fingida - espero que cuando vaya a morir no se me olvide avisarle - comentó estallando finalmente en un risotada mientras se despedía del conde, que ya se alejaba.

Antes no había podido evitar escuchar como Aleera y Skar Bando habían acudido a Brândusa para solicitar sus servicios como costurera, y mirando sus ropajes desgastados resolvió acercarse él también. Sentía un especial respeto por la anciana, a la que conocía desde siempre. Siendo niño conoció a su difunto marido, también herrero de profesión, y de hecho recordaba haber estado más de una vez vez en su taller, admirando como trabajaba. Podía decirse que aquella etapa influyó en que Henry acabara también trabajando en la forja.

- ¡Muy buenas, señora Brândusa!, ¿Qué tal está usted? Tenga cuidado de no abusar del chinchón, que a su edad hay que cuidarse. Y no queremos que le de un jamacuco, ¿Verdad? - comentó en tono afable - Yo puede que abuse un poquito del alcohol, cierto. Pero porque soy joven, y porque estoy más pero que una sana, digo... más sano que una pera - como celebrando tal logro, levantó la jarra haciendo un aspaviento que casi le hizo perder el equilibrio - Perdone señora Brândusa, que me pierdo - dijo mientras se tomaba unos segundos para recomponerse.

- En fin, en fin... a lo que iba. Quería preguntarle si podría encargarle una nueva ropa para el trabajo, ya que la que tengo está hecha una pena. Luego páseme la factura, seguro que mi señora estará de acuerdo.

Peculiares ¿Cómo aquel pintoresco sujeto de allí que parece haber salido de la tumba? El sólo verlo me produce escalofríos. - digo mientras observo al señor Bando.

El inspector que se había puesto en pie para dirigirse a un lugar más apartado donde poder observar a los presentes escuchó las palabras del zoologo y se detuvo unos instantes para añadir.

- ¿Eso parece?- miró al enterrador unos segundos para después volver a mirar a Bastian- es usted muy observador, efectivamente si ha salido de la tumba- se permitió una ligera sonrisa- es el enterrador del pueblo. Pero como ya le he dicho no tiene usted por qué preocuparse...- entonces escuchó de reojo las palabras del padre, tras dedicarle una rápida mirada y comporbar que era el alcohol el que hablaba por él volvió a mirar al zoologo sin darle mayor importancia, lo saludó con la cabeza dispuesto a dejar que se relacionase con quien quisiera.

Cuando estaba hablando con Nadine Hatkins somos interrumpidos por mi señor, El Conde Asangre. Que aprovecha el gentío para deslizarse cual "culebro" hasta donde estamos hablando, se presenta y comienza a camelar a la pudiente mujer sin ningún tipo de recato, ni vergüenza.

Encanna, da un paso atrás para cederle el protagonismo a su señor..... no es algo que le guste, pero no cree adecuado montar una escena delante de todo el pueblo.

Encanna continua en un segundo plano, sonriendo cordialmente, aquella mujer parece bastante especial. No es habitual en los recien llegados el sentirse cómodos en el ambiente de Bran, es un pueblo pequeño, cerrado y con mucho carácter, sin embargo dá la impresión de que a esta mujer no le va a costar mucho adaptarse. Dado que el Conde parece que no tiene intención de dejar a la señorita hatkins, Encanna decide socializar en otro lado.

Tras ver como Aleera negocia con Brandûsca su nueva colección Otoño-Invierno, a Encanna se le ilumina la bombillita... Se acerca sigilósamente a Aleera por la espalda y con disimulo engancha parte de su delicado y vaporoso vestido en un clavo oxidado que sobresale de una de las mesas. Si tanto le gusta ir medio desnuda, quien es ella para negarse a ayudarla... jejeje. rie la vampiresa morena.

La llegada de Skar Bando produjo un pequeño revuelo en la taberna. ¡Qué exagerado y qué dramático es este hombre, si es que tenía que haberse hecho actor de teatro y no enterrador! Aunque claro, aquí en Bran es más fácil morirse que ver algún espectáculo cultural que no tenga que ver con pepinos, melones u otras hortalizas. Y de algo tenemos que vivir...

La señorita Atkins fue una de las más impresionadas por la llegada de Skar, ya que no le conocía. Pero parece que el bueno de Richard se ocupó de que no fuera a mayores la cosa.

Parecía que durante un buen rato iba a seguir aquel carrusel de presentaciones por parte de los presentes en la taberna hacia mi señora. Ahora le tocaba el turno al sector vampírico, tanto Encanna como el conde Kerrick se habían acercado a intercambiar unas palabras con Nadine. Saludo con una leve inclinación de cabeza a ambos cuando se acercan a la señora. Tras marcharse, procedo a mi posterior comentario con información complementaria sobre las personas en cuestión:

-El señor Asangre es un noble vampiro que hace mucho tiempo se instalo en este pueblo, y Encanna una de sus... asistentes, podría decirse. Pero no se crea lo que dicen esos cuentos sobre vampiros, no vaya a pensar en rodear su cama de ajos, crucifijos y demás zarandajas supersticiosas. El señor Asangre proviene de una familia de conocidos recaudadores y prestamistas, pero parece ser que Kerrick estaba cansado de la tradición familiar y decidió disfrutar de la tranquilidad de una vida rural instalándose en Bran. Es un buen hombre, salvó de la muerte a Encanna y a la pelirroja y la rubia que puede ver por ahí pululando, acogiéndolas con su mordisco. Sin embargo hace unos años, el día que la pobre Leonor Rorosa agonizaba nadie fue capaz de dar con el conde a tiempo, curiosamente.

El portazo del enterrador hizo que dejara mis pensamientos a un lado, últimamente me pasaba mucho eso de perderme entre mis recuerdos, pero no reconocería que era cosa de la edad, ¡antes muerto! Un leve vistazo a la taberna, que se ha abarrotado en el breve viaje al pasado que he tenido. Está la flor y nata de Bran, todos los años es lo mismo.

Me quedo mirando a la supuesta heredera, conversando tranquilamente con ese chupatintas. Se creerá importante por venir acompañado de esas 3 mozas tan podridas como él mismo. Pero bueno, no encontraré mejor momento para presentarme ante ella y, de camino, tirar por tierra al vampiro. Fiándome de que estos paletos hayan aprendido al lección, dejo el rifle sobre la mesa, todavía recuerdo el inútil que quiso ver dentro de los cañones y otro lumbreras apretó el gatillo...

-Permítame darle la bienvenida a este pueblo como otro foráneo más que ha encontrado reposo en este lugar - con el sombrero quitado a modo de saludo, centrándome en la heredera, fijándome en Kerrick y el saludo pomposo que le había ofrecido-. ¿Ya te has cansado de las ratas y estás intentando chupar otra cosa? Porque si es así puedes pedirle el pepino a Jorge, te lo cambiaría gustoso por una de tus amigas -reí con la ronquera que me caracterizaba-. Van Pelt, cazador local, para servirla.

- ¿Como prioridad? - dijo el vampiro preguntándose a sí mismo en voz alta. - Hay muchas cosas interesantes aquí. Si ha venido a quedarse las verá todas, ¿no es cierto?

Cuando la heredera de Viktor se acercó aún más sonrió.

- Depende de lo oscuro que sea su lado - bromeó.

Escuchó después, con educación, el relato de Haygor, el noble mayordomo del malogrado Viktor.

Que le gusta soltar chismes al camaleón este...

Sonrió a Nadine cuando la anécdota terminó. No le había gustado ese toque al final que sugería, o dejaba entrever, que nadie había conseguido encontrarle a tiempo porque la pobre Leonor era tan fea que su ángel de la guarda dormía en otro cuarto. Ni que él se limitara a hacer caso solamente a las bellezas. Era cierto que había tenido suerte y que, casualmente, sus tres vampiresas eran hermosas mujeres pero de ahí a que...

Bueno, es cierto, Leonor habría desentonado mucho. Después de tener una rubia, una morena y una pelirroja tocaba una castaña, no una calva y con granos.

Pero antes de que pudiera defenderse y rebatir nada volvió a aparecer ese cazador de tres al cuarto.

Joder, que coñazo de tío. Las almorranas deben de haberle molestado mucho hoy y por eso está así...

- Disculpe a este... caballero, señorita - dijo mirando a Nadine y sin dedicarle una sola mirada al cazador, por el momento. - Padece del denominado síndrome de Tourette que le obliga a decir obscenidades y malas palabras pero no se lo tenga en cuenta. Es otro de sus numerosos achaques - añadió con una sonrisa. Después, ya sí, se giró hacia el cazador. - Van Pelt, ¿por qué no se pierde un rato? Entiendo que aún mantenga ideas machistas propias de su edad pero ya no se comercia con mujeres como en sus tiempos. Y cualquiera sabe que sólo tomo sangre y, además, odio los vegetales. Pero detecto un interés inusitado por el pepino de Jorge. ¿Quizás es usted tímido y no se atreve a hablarle directamente? - sugirió enarcando una ceja. - Si es así dígamelo y gustosamente le comunicaré al señor Nitales que le deje admirar su pepino de cerca. ¿Quién sabe? Puede que, una vez que termine la fiesta y habiendo ganado el primer premio, se lo regale y pueda usted comérselo como veo que está deseando.

Atenta a las palabras de mi amo de llaves, le dedico una dulce mirada. -Muchas Gracias. - respondo entre sonrisas divertidas hasta que mi querido Haygor me pone al día con las historias de Kerrick. - Oh ya veo, parece que el Conde Asangre tiene gustos selectos. ¿Así que su asistente? - pregunto en respuesta al mayordomo pero mirando al vampiro. - Seguro es un hombre muy ocupado, aunque es verdad que me ha llamado algo ponderosamente la atención y es la forma en que salvó a esas chicas. ¿De un mordisco? Interesante, es un hombre con habilidades Kerrick, seguro muy apreciadas en Bran. - respondo divertida y un tanto provocativa. 

Y como si fuera poco, intercede un cazador en la conversación "halagando al Conde". -Vaya, cuanta sutileza Sr Van Pelt. Nadine Atkins, un placer. - saludo con un gesto simulando el asombro por aquella verborragia de palabras a modo de puñales. Parece que en el pueblo todos tienen con que atacar cuando se lo disponen, lo tendré en cuenta sin dudas. 

Lo bueno es que Kerrick me roba una sonrisa con su respuesta a mi susurro. - Muy oscuro, demasiado para los inocentes. - replico con cierto aire malicioso, hasta que comienza el combate verbal entre uno y otro, los pepinos, que las mordidas, que la sangre y demás cosas. 

- Tranquilos caballeros... De momento los estoy conociendo, es mejor que los trapitos se ventilen al sol. - les dedico un guiño y sonrío. - No vaya a ser que la armonía tan natural de Bran se vea afectada por las inclemencias internas. Por cierto Kerrick, que hábil es con su lengua... Rápida respuesta y reacción. ¿Así es en todo sentido? -  pregunto con sorna para luego dedicarle una mirada curiosa.